miércoles, 31 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y "El Proceso".

Rajagopal no fue con K a la India, quien viajó solo en avión a Bombay el 4 de octubre. Fue su primer vuelo a la India. Habría de permanecer allí por dieciocho meses. Durante ese tiempo conoció a dos hermanas que desde entonces han estado siempre estrechamente vinculadas con él y su labor. Eran las hijas casadas de Vinayah Nand Shanker Mehta, un brahmín de Gujarat, que había sido un miembro distinguido del Servicio Civil Indio y un erudito en sánscrito y persa. Murió en 1940. Su viuda, Iravati Mehta, había sido condecorada con medalla de oro como Kaiser i Hind por sus largos antecedentes de servicio social. La hija menor, Nandini, tuvo un desdichado matrimonio con un hijo de Sir Chuminal Mehta, también un renombrado miembro del Servicio Civil Indio, aunque no tenían relación de parentesco. Sir Chuminal era un devoto de K y fue con Nandini a recibirle a su arribo en Bombay, y asistió con ella a sus pláticas. Más tarde, cuando K abandonó la India, Nandini entabló un juicio contra su marido en el Tribunal Superior de Bombay pidiendo la separación por motivos de crueldad. Su marido se defendió en el juicio, argumentando que su esposa era inmadura y que había sido indebidamente influida por las enseñanzas de Krishnamurti que ella había tomado en sentido erróneo, particularmente en cuanto al concepto de libertad . En el Tribunal, Mr. Mehta leyó extractos de las pláticas de Krishnamurti para probar su punto de vista. Nandini perdió el caso. Sin embargo, abandonó a su marido, pero como resultado del juicio se le privó de conservar a sus hijos. Como ambas familias Mehta eran muy conocidas, el caso recibió muchísima publicidad. En Inglaterra se hizo correr un falso rumor de que a K le habían citado como cómplice del demandado en un caso de divorcio por adulterio.

K no conoció a la otra hermana, Mrs. Pupul Jayakar hasta enero de 1948. Pupul había sido una trabajadora social desde principios de la década del cuarenta, y era grandemente responsable por el desarrollo del tejido a mano y la artesanía en la India; además, era presidenta de varias juntas gubernamentales creadas para este propósito. Estas industrias proveen empleo para cinco millones de personas en la India.

En mayo K subió hasta Ootacamund, en la colina de Madrás, para tomar un largo descanso, alojándose con unos amigos en una casa llamada Sedgemoor. Pupul Jayakar y Nandini Mehta también se quedaron en Ooty en un hotel cercano. Mrs. Jayakar ha registrado algunos sucesos que tuvieron lugar en Sedgemoor, que demuestran que el «proceso» de K todavía continuaba casi del mismo modo que en Ojai, Ehrwald y Pergine, aunque con menos intensidad. Debe haber sido una experiencia asombrosa si no alarmante para estas hermanas que hasta entonces no le conocían muy bien y que, aparentemente, ignoraban por completo los sucesos del pasado. Esto también demuestra cuánta confianza K tenía ya entonces en ellas. K había estado afuera paseando con ambas cuando súbitamente dijo que se sentía indispuesto y debía volver a la casa. Les pidió que se quedaran con él, que no se alarmaran por nada que pudiera suceder y que no llamaran al médico; les dijo que tenía dolor de cabeza. Después de un rato, les informó que estaba «saliéndose de sí». (Éste «salirse de sí» era lo que siempre había sucedido en el pasado durante «el proceso». K dejaba su cuerpo a cargo de lo que él acostumbraba llamar «el elemental físico» una entidad infantil que cuidaba a K con gran reverencia y veneración ). (Cuando estuve con él en Ojai y solía salirse de sí», el elemental físico» me preguntó quien era yo, aun cuando K me conocía desde que yo tenía dos años. Cuando se lo dije, me contestó: «Bien, si eres amiga de Krishna y Nitya, supongo que todo está bien»). Su rostro se veía «agotado y lleno de dolor». Les preguntó a ellas quiénes eran y si habían conocido a Nitya. Después habló de Nitya, les contó que estaba muerto, y que él le había amado y había llorado su muerte. (Fue en Ooty, a principios de 1925, que Nitya estuvo a punto de morir. Cuando K volvió allá un año mas tarde, después de la muerte de Nitya, escribió: «Estoy alojado en la misma habitación de Nitya. Lo percibo, lo veo y hablo con él pero le echo dolorosamente de menos.» El estar allí otra vez, aunque en una casa diferente, puede muy bien haber traído algo de esto a la memoria de K). Les preguntó si estaban nerviosas pero no pareció interesarse en absoluto en la respuesta. Se contuvo en llamar a Krishna para que regresara: «“Él me ha dicho que no lo llame”». Después habló de la muerte. Dijo que estaba muy cerca «“sólo una hebra delgada”» habló de lo fácil que para él sería morir, pero que no quería hacerlo porque tenía una tarea que realizar. Hacia el final dijo: «“Está regresando. ¿No los ven a todos ellos con él inmaculados, incontaminados, puros? Ahora que ellos están aquí, él vendrá. Yo estoy muy cansado, pero él es como un pájaro siempre fresco ”. Luego, súbitamente era Krishna otra vez».

La anotación de este episodio no tiene fecha. La siguiente está fechada el 30 de mayo de 1948:

Krishna se preparaba para dar un paseo, cuando de pronto dijo que se sentía demasiado débil y fuera de su cuerpo. Dijo: «Qué dolor tengo», se tomó la parte posterior de la cabeza y se acostó. En pocos minutos, el K que conocíamos no estaba ahí. Durante dos horas le vimos atravesar por un intenso dolor. Sufría como jamás he visto sufrir. Dijo que le dolía la parte posterior del cuello. Le molestaban las muelas, tenía el estómago inflamado y duro y él gemía y se lo apretaba. Por momentos gritaba. Se desmayó varias veces. Cuando volvió en sí la primera vez dijo: «Ciérrenme la boca cuando me desmaye». Prosiguió diciendo: «Amma. (Significa madre. Así se dirigía a mí y a otras personas cuando estábamos a solas con él durante «el proceso». A veces se había comportado conmigo como si yo fuera su madre y él una criatura de unos cuatro años). Oh, Dios, dame paz. Sé lo que ellos están proyectando. Llámenlo para que vuelva, yo sé cuándo se ha alcanzado el límite del dolor entonces ellos regresarán . Ellos saben cuánto puede soportar el cuerpo. Si me vuelvo loco, cuídenme. No es que vaya a enloquecer. Ellos son muy cuidadosos con este cuerpo me siento tan viejo sólo un pedacito de mí está funcionando. Soy como un juguete de goma indio con que juegan los niños. Es el niño el que le da vida». Su rostro se veía totalmente consumido y atormentado por el dolor. Apretaba constantemente los puños y las lágrimas manaban de sus ojos. «Me siento como una locomotora que sube por la colina». Después de dos horas volvió a desmayarse. Cuando volvió en sí, dijo: «El dolor ha desaparecido. En lo profundo de mí sé lo que ha sucedido. Me han provisto de gasolina. El tanque está lleno».

Entonces él comenzó a hablar y describió algunas de las cosas que había visto en sus viajes; habló de amor: «¿Saben lo que es amar? Ustedes no pueden retener una nube en una jaula dorada. Ese dolor hace que mi cuerpo sea como el acero, así de flexible, de dúctil, sin un solo pensamiento. Es como un pulimento, un examen». Pupul Jayakar le preguntó si no podía detener el dolor, a lo cual él respondió: «Usted ha tenido un hijo. ¿Puede detenerlo una vez que comienza a llegar?» Ahora se sentó con las piernas cruzadas, el cuerpo bien erecto.

El dolor había desaparecido de su rostro [anotó Mrs. Jayakar]. Era intemporal. Sus ojos estaban cerrados. Sus labios se movían. Parecía crecer. Sentimos que algo tremendo se derramaba a raudales en él. Había una palpitación en la atmósfera. Llenaba la habitación. Entonces abrió los ojos y dijo: «Algo ocurrió ¿vieron ustedes alguna cosa? » Le dijimos lo que habíamos sentido. Él dijo: «Mi rostro será diferente mañana». Se acostó y su mano se extendió en un gesto de plenitud. Dijo: «Seré como una gota de lluvia –puro ». Después de unos cuantos minutos nos dijo que estaba muy bien, que podíamos irnos a casa.

Dos sucesos más de la misma naturaleza tuvieron lugar en junio. El día 17, antes de salir para un paseo solitario, les había pedido a Pupul y Nandini que le esperaran en su habitación. Cuando regresó era «un extraño».

El verdadero K se había ido. Comenzó diciendo que estaba lastimado por dentro; que había estado ardiendo; que le dolía toda la cabeza. Dijo: «¿Saben? mañana ya no le habrían visto; por poco no vuelve». Se palpaba el cuerpo para ver si estaba todo ahí. Dijo: «Debo volver y averiguar qué sucedió durante el paseo. Algo sucedió y ellos regresaron corriendo, pero no sé si yo he regresado. Pueden haber quedado pedacitos de mí en el camino».

A la tarde siguiente Pupul y Nandini le aguardaron nuevamente en su habitación mientras él salió para un paseo solitario. Cuando regresó cerca de las siete era «el extraño» una vez más. Fue a acostarse. «Dijo que se sentía quemado, completamente quemado. Lloraba. Dijo: “Descubrí qué ocurrió en ese paseo. Él volvió a mi cuerpo plenamente y tomó el mando por completo. Por eso no supe si yo había vuelto. No sabía nada. Ellos me han quemado para que pueda haber un vacío mayor. Quieren ver cuánto de él puede venir”». De nuevo Pupul y Nandini sintieron la misma vibración que llenaba la habitación como en la noche del 30 de mayo. 21

El hecho de que esas hermanas nada supieran de lo que había sucedido en el pasado con relación al «proceso» de K, da a este relato un valor particular, tantas son las similitudes con aquellos otros sucesos relatados en Los años del despertar, el cuerpo llamando a «Amma», sus frecuentes desmayos con el dolor, su reverencia hacia Krishna y el temor de llamarlo para que regresara, el darse cuenta de que el dolor cesaría si Krishna regresaba, pero que también se detendría el «proceso». Después su alusión a la cercanía de la muerte; en Ehrwald, en 1923, cuando de pronto sonaron las campanas de la iglesia mientras Krishna estaba «fuera», ocasionaron al cuerpo tal conmoción de agonía, que Krishna tuvo que regresar; más tarde dijo: «Eso fue salvarse de un pelo. Aquellas campanas casi doblan en mi funeral». Las notas de Pupul Jayakar nos cuentan que, aparte de Krishna, había otras presencias, igual que en aquellas otras ocasiones indicadas los «ellos» que cuidaban tanto el cuerpo, eran presumiblemente los mismos «ellos» que habían regresado con Krishna en la primera ocasión mencionada por Pupul «inmaculados, incontaminados, puros ». Después estaba el «él» que había venido «plenamente» durante el paseo del 17 de junio y había «tomado el mando completo». El ser que yacía agonizante en la cama, había sido «quemado» para crear un vacío mayor a fin de que más de ese «él» pudiera entrar en Krishna o en el cuerpo. De modo que ahora parecía haber tres entidades aparte del innominado número al que se refería como «ellos» el ser que se deja atrás para que soporte el dolor del cuerpo ; Krishna que se va y luego regresa, y el misterioso «él». ¿Son todas estas entidades aspectos diferentes de la conciencia de K, o son seres separados? ¡Ay! la única persona que podría ser capaz de iluminarnos, K mismo, no recuerda nada de estos sucesos de Ooty, como no recuerda nada acerca del «proceso» en los primeros tiempos. Puesto que él estaba fuera de su cuerpo, esto no es sorprendente. Él siempre ha tenido conciencia de que está «protegido» por algo o alguien exterior a él mismo, y cree que todo aquel que viaja con él, comparte esta misma protección. Pero no puede decir de dónde emana tal protección. ¿Cuál es, entonces, la explicación? ¿Quién o qué es Krishnamurti? Es objetivo fundamental de este libro tratar de averiguarlo.

21 De una copia de las notas de Mrs. Jayakar, citada con su gentil permiso


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)



 

Jiddu Krishnamurti y Jawaharlan Nehru.

Los musulmanes y los hindúes se estaban asesinando cruelmente en el norte; sin embargo, K fue a Karachi y Nueva Delhi después de unas semanas en Vasanta Vihar, Adyar; pero había abandonado Delhi antes de que Gandhi fuera asesinado allí el 30 de enero de 1948. Se escribió que: «Cuando la luz se apagó con el asesinato de Gandhi, fue a Krishnamurti a quien Jawaharlan Nehru trajo, en secreto, su solitaria angustia»20. K confirma que esto fue más o menos cierto; él había sentido un gran afecto por Nehru hasta que éste se sumergió en la política.

20 Trial of Mr. Gandhi por Francis Watson (1969).


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

 

Jiddu Krishnamurti y Rosalind Rajagopal.

 Los planes de K dependían de que pudiera conseguir una nueva extensión de su visa. Después que a la India se le concedió su independencia el 15 de agosto de 1947, a él, como a todos los indios y pakistanís, se le dio la opción de retener su pasaporte británico o sacar un pasaporte indio. Aun cuando K consideraba la nacionalidad como una fuente del mal y deploraba la necesidad de tener pasaportes en absoluto, optó sin pensarlo mucho por uno indio. Posteriormente tuvo motivos para lamentar esta decisión, porque se le hizo más difícil el viajar; con su pasaporte indio, necesitaba tener una visa para cada país de Europa excepto Inglaterra. Al menos ahora ya no necesita tener una visa para los EE.UU. porque recientemente obtuvo estado residencial, lo que le permite, más adelante, convertirse en ciudadano norteamericano si así lo desea.

Se le concedió una nueva extensión de la visa, y K pudo permanecer en Ojai hasta septiembre reuniendo fuerzas para viajar. El 9 de septiembre, zarpó con Rajagopal de Nueva York hacia Southampton en ruta a la India. Permaneció cerca de tres semanas en Londres. No había visto a Lady Emily por nueve años. K tenía ahora cincuenta y dos y ella setenta y tres. El esposo de Lady Emily había muerto a comienzos de 1944, pero ella había conservado un piso en lo alto de su casa en Mansfield Street, donde K pudo alojarse.

El día 26 de septiembre K vino a pasar un largo fin de semana conmigo y mi segundo esposo, en nuestra casita de West Sussex. Mi madre y Marcelle de Manziarly, que habían venido a Inglaterra especialmente para verle, puesto que él no iba a París, también pasaron el fin de semana con nosotros. Mi primer matrimonio en 1930 había sido el resultado de una fuerte reacción contra mi educación teosófica, y más adelante, durante la década de los treinta, yo había estado eludiendo a K todo lo que podía cuando me tocaba ir a Londres. Sabía que él no aprobaría mi más bien disipada existencia. El verle me hacía sentir avergonzada e impura. Era muy desdichada, pero no busqué su ayuda porque yo sabía que no tenía la más mínima intención de cambiar mi modo de vida, pese a que con frecuencia anhelaba vivamente aquella época en que estuve muy cerca de él durante los años 1926-1928. En 1945 me había divorciado y de inmediato me había casado nuevamente una unión de compatibilidad perfecta .

K había estado confinado en Ojai por demasiado tiempo. Se había sentido cercado allí y como prisionero de los Rajagopal, que eran propensos a intimidarlo y darle órdenes para todo. La única manera que tenía de escapar de ellos, eran sus largos paseos solitarios. Ahora lucía bien y, evidentemente, experimentaba una gran sensación de libertad y parecía estar lleno de energía. Se le veía más maduro y, al mismo tiempo, más bello. Fue para mí una gran alegría ver que él se sentía feliz y relajado mientras estuvo con nosotros; según sus palabras, estaba «igual que en los viejos tiempos». Durante los desayunos, nos quedábamos sentados por un largo rato charlando y riendo. Con todo, jamás se me ocurrió que un día yo podría trabajar para él. Siempre habría de tenerle un gran afecto, pero nunca quise, más de lo que mi madre quiso, comprender lo que él decía en sus pláticas. Marcelle, por otra parte, tuvo al menos dos conversaciones privadas con él, que ella describió como «magníficas». Todavía era una seguidora, mientras que yo estaba contenta de ser meramente una amiga y, puesto que mi esposo se llevaba bien con él y mi vida estaba ahora en orden, yo podía seguir disfrutando de su amistad.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona) 

Jiddu Krishnamurti y Rajagopal.

 Los planes de K dependían de que pudiera conseguir una nueva extensión de su visa. Después que a la India se le concedió su independencia el 15 de agosto de 1947, a él, como a todos los indios y pakistanís, se le dio la opción de retener su pasaporte británico o sacar un pasaporte indio. Aun cuando K consideraba la nacionalidad como una fuente del mal y deploraba la necesidad de tener pasaportes en absoluto, optó sin pensarlo mucho por uno indio. Posteriormente tuvo motivos para lamentar esta decisión, porque se le hizo más difícil el viajar; con su pasaporte indio, necesitaba tener una visa para cada país de Europa excepto Inglaterra. Al menos ahora ya no necesita tener una visa para los EE.UU. porque recientemente obtuvo estado residencial, lo que le permite, más adelante, convertirse en ciudadano norteamericano si así lo desea.

Se le concedió una nueva extensión de la visa, y K pudo permanecer en Ojai hasta septiembre reuniendo fuerzas para viajar. El 9 de septiembre, zarpó con Rajagopal de Nueva York hacia Southampton en ruta a la India. Permaneció cerca de tres semanas en Londres. No había visto a Lady Emily por nueve años. K tenía ahora cincuenta y dos y ella setenta y tres. El esposo de Lady Emily había muerto a comienzos de 1944, pero ella había conservado un piso en lo alto de su casa en Mansfield Street, donde K pudo alojarse.

El día 26 de septiembre K vino a pasar un largo fin de semana conmigo y mi segundo esposo, en nuestra casita de West Sussex. Mi madre y Marcelle de Manziarly, que habían venido a Inglaterra especialmente para verle, puesto que él no iba a París, también pasaron el fin de semana con nosotros. Mi primer matrimonio en 1930 había sido el resultado de una fuerte reacción contra mi educación teosófica, y más adelante, durante la década de los treinta, yo había estado eludiendo a K todo lo que podía cuando me tocaba ir a Londres. Sabía que él no aprobaría mi más bien disipada existencia. El verle me hacía sentir avergonzada e impura. Era muy desdichada, pero no busqué su ayuda porque yo sabía que no tenía la más mínima intención de cambiar mi modo de vida, pese a que con frecuencia anhelaba vivamente aquella época en que estuve muy cerca de él durante los años 1926-1928. En 1945 me había divorciado y de inmediato me había casado nuevamente una unión de compatibilidad perfecta .

K había estado confinado en Ojai por demasiado tiempo. Se había sentido cercado allí y como prisionero de los Rajagopal, que eran propensos a intimidarlo y darle órdenes para todo. La única manera que tenía de escapar de ellos, eran sus largos paseos solitarios. Ahora lucía bien y, evidentemente, experimentaba una gran sensación de libertad y parecía estar lleno de energía. Se le veía más maduro y, al mismo tiempo, más bello. Fue para mí una gran alegría ver que él se sentía feliz y relajado mientras estuvo con nosotros; según sus palabras, estaba «igual que en los viejos tiempos». Durante los desayunos, nos quedábamos sentados por un largo rato charlando y riendo. Con todo, jamás se me ocurrió que un día yo podría trabajar para él. Siempre habría de tenerle un gran afecto, pero nunca quise, más de lo que mi madre quiso, comprender lo que él decía en sus pláticas. Marcelle, por otra parte, tuvo al menos dos conversaciones privadas con él, que ella describió como «magníficas». Todavía era una seguidora, mientras que yo estaba contenta de ser meramente una amiga y, puesto que mi esposo se llevaba bien con él y mi vida estaba ahora en orden, yo podía seguir disfrutando de su amistad.


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Los años de plenitud
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Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

Jiddu Krishnamurti y Rosalind Rajagopal.

K había planeado partir de Ojai en septiembre para Nueva Zelanda, Australia y la India la primera vez que iba a estar fuera de California desde 1940 . Se habían hecho todos los arreglos, cuando pocos días antes de emprender viaje, y justo después de que se inaugurara la Escuela del Valle Feliz, K cayó seriamente enfermo de una infección en los riñones. Estuvo en cama con fiebre por dos meses (durante el primer mes con grandes dolores) y tardó más de seis meses en recuperarse. Durante esta enfermedad lo trasladaron de la cabaña donde habitualmente dormía, a Arya Vihara. No quiso ir a un hospital, de modo que Rosalind le cuidó, aun cuando ella tenía un pie fracturado y enyesado y estaba muy ocupada con la escuela, de la cual, según palabras de K, ella era «la luz rectora». K no se afeitó por seis meses y le creció «una buena barba». «No debo caer enfermo otra vez le escribió a Lady Emily el 12 de marzo de 1947 porque tardo demasiado en recobrarme». Ese verano se sintió demasiado débil como para ofrecer plática alguna en Ojai. 


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Los años de plenitud
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Jiddu Krishnamurti y Aldous Huxley.

 Por muchos años K había deseado fundar una escuela en Ojai. Cuando Mrs. Besant estuvo con él allí en 1926-1927, había lanzado un llamado mundial a fin de reunir la suma de 200.000 dólares para comprar tierras en el valle destinadas al trabajo del Instructor del Mundo. Se formó la Sociedad del Valle Feliz y se suscribió dinero suficiente para comprar 450 acres que iban a emplearse en la construcción de una escuela en el valle superior no lejos de Arya Vihara, y posteriormente se adquirieron 240 acres en el extremo inferior, que incluían El Robledal, para un Campamento como el de Ommen. Como hemos visto, el Campamento se inauguró en 1929, pero iban a pasar veinte años antes de que la escuela se convirtiera en una realidad. Con K, Rosalind y Aldous Huxley como tres de los síndicos originales, la Escuela del Valle Feliz, una pequeña escuela co educacional de enseñanza media, vegetariana, financiada por la Asociación, se inauguró en septiembre de 1946. Huxley, según cuenta su biógrafo, demostró un gran interés en ella


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Jiddu Krishnamurti y la Guerra.

Estas fueron las últimas pláticas que K revisó o ayudó él mismo a revisar. Como en la mayoría de sus pláticas anteriores, había preguntas y respuestas al final de cada reunión. ¿Qué frutos habían dado esos años de silencio durante la guerra? Evidentemente, en sus horas de meditación K había penetrado muy profundamente en sí mismo, porque las pláticas de 1944, 1945 y 1946 se ocuparon fundamentalmente del autoconocimiento. En su tercera plática de 1944, había sugerido a sus oyentes: «Traten de anotar todo pensamiento sentimiento cada vez que tengan un poco de tiempo. Si lo intentan, verán qué difícil es». Al año siguiente, un interlocutor le preguntó por qué, habiendo anotado cada pensamiento y sentimiento por algunos meses como K había sugerido, no había «logrado avanzar». A esto K contestó:

Para ahondar a gran profundidad tiene que tener usted el instrumento adecuado, no meramente el deseo de ahondar... Para que pueda cultivarse el instrumento adecuado de percepción, el pensamiento tiene que cesar de condenar, de rechazar, de comparar y juzgar, o de buscar consuelo y seguridad. Si usted condena lo que ha anotado o se siente gratificado por ello, pondrá fin al fluir de los pensamientos sentimientos y a la comprensión... La comprensión está siempre en el instante presente.

Hubo varias preguntas acerca de la guerra, tales como: «¿Qué debe hacerse con los que perpetraron los horrores de los campos de concentración? ¿No debe castigárseles?» La respuesta de K a esto era predecible:

¿Quién va a castigarlos? ¿No es el juez a menudo tan culpable como el acusado? Cada uno de nosotros ha edificado esta civilización, cada uno de nosotros ha contribuido a esta desdicha; cada uno es responsable por sus acciones... El poder de oprimir a otros es maligno, y todo poder que se organiza bien y ampliamente, se convierte en una potencial fuente del mal. Ustedes piensan que vociferando las crueldades de otro país pueden pasar por alto las propias. No sólo el país derrotado sino todos los países son responsables de los horrores de la guerra. La guerra es una de las mayores catástrofes; no hay mal mayor que matar a otro. Una vez que ustedes admiten en sus corazones un mal semejante, entonces dejan sueltos innumerables desastres menores.

Y a las preguntas: «¿Cómo puede uno defenderse de la agresión sin actuar? ¿La moralidad no nos exige acaso que hagamos algo contra el mal?», K contestaba: «Defenderse es ser agresivo. ¿Puede lo verdadero establecerse por medios falsos? ¿Puede haber paz en el mundo asesinando a los asesinos? En tanto sigamos dividiéndonos en grupos nacionales, en religiones e ideologías diferentes, existirán el agresor y el que se defiende». Una pregunta práctica, poco corriente, era: «¿Cómo puede uno ganarse decentemente la vida y, no obstante, hallarse separado de los engranajes de la explotación y la guerra?» Una parte de la respuesta que K dio a esto fue:

...Nuestros medios de subsistencia los imponen la tradición, o la codicia o la ambición, ¿no es así? En general, no comenzamos por elegir deliberadamente los correctos medios de vida. Sólo nos sentimos muy agradecidos por conseguir lo que se pueda, y seguimos ciegamente el sistema económico que nos rodea. Pero el interlocutor desea saber cómo separarse de la explotación y la guerra. Para ello no debe admitir en sí las influencias, ni seguir la ocupación tradicional, ni ser envidioso o ambicioso... Pero aunque sea importante y provechosa, la ocupación correcta no es un fin en sí misma. Usted puede tener un correcto medio de vida, pero si en su interior es insuficiente y pobre, será una fuente de desdicha para sí mismo y para otros; será irreflexivo, violento y agresivo.


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Jiddu Krishnamurti y la Meditación.

En 1942 había escasez de alimentos en los EE.UU. y se había impuesto una velocidad máxima de treinta y cinco millas por hora antes de que se introdujera el racionamiento del petróleo. El costo de la vida había subido. K y Rajagopal cultivaban vegetales en Ojai, y mantenían gallinas y una vaca de la que obtenían un poco de leche y mantequilla. También comenzaron a criar abejas.

A comienzos de septiembre de 1942, volvieron a subir al Parque Nacional de Sequoias. Permanecieron ahí juntos por tres semanas y después, cuando los Rajagopal tuvieron que regresar a Ojai para el comienzo de las clases de Radha, K se quedó otras tres semanas solo. Como siempre que estaba completamente solo, era completamente feliz. Se alojaba en una cabaña donde le proveían de agua caliente pero en la cual no se permitía cocinar, de manera que lo poco que necesitaba cocinar lo hacía en un hornillo bajo los enormes árboles. El restaurante que había en el parque era demasiado costoso; por lo tanto, K comía latas compradas en el mercado del Campamento. «El helecho está adquiriendo un color amarillo oro y el cerezo silvestre un rojo que es realmente indescriptible». Así escribía a Lady Emily el 9 de octubre, un día antes de regresar a Ojai. «No he visto un diario por un mes –proseguía . Es espléndido y hermoso, un lugar perfecto para la meditación, que he estado haciendo por dos o tres horas al día». También caminaba cerca de diez millas diarias sin sensación alguna de fatiga. Como ya era casi el fin de la temporada, había pocos visitantes y él raramente se encontraba con alguien en sus paseos, aunque sí había abundancia de animales osos, ciervos y miles de ardillas . El guardaparques le advirtió que tuviera cuidado con los osos.

Durante el año o dos que siguieron, una gran parte del tiempo de K estuvo dedicada al cuidado del huerto y de los animales ahora había dos vacas . También veía a más gente que venía a Ojai desde grandes distancias pese al racionamiento del petróleo para tener entrevistas con él. «Internamente estoy llevando una vida extraordinariamente enérgica le escribió a Lady Emily el 31 de agosto de 1943 , muy creativa y gozosa». Meditaba por lo menos dos horas al día. Su carta continuaba así:

La verdadera meditación es realmente el fenómeno más extraordinario que uno pueda experimentar. Es tanto un descubrimiento creativo como un proceso liberador donde lo Supremo se revela. No he hablado por más de tres años y es bueno mantenerse en silencio. Durante esos años uno se ha desarrollado profundamente, ha descubierto muchas cosas y ha redescubierto la luz y el amor de lo Eterno. Sólo ahora ello se ha establecido profundamente y es imperecedero. Como dije, medito varias horas por día y hay tesoros inagotables. Este amor es como una fuente surgente, siempre desbordante.

Posteriormente, él ha escrito y hablado muchísimo acerca de la meditación. El pasaje siguiente tal vez resume mejor que cualquier otro su concepto de la «verdadera meditación»:

La meditación es una de las artes más grandes en la vida quizá la más grande y no podemos aprenderla de nadie. Esa es su belleza. No tiene técnica y, por ende, no tiene autoridad. Cuando uno aprende acerca de sí mismo, cuando se observa cómo camina, cómo come, qué dice, la charlatanería, el odio, los celos; si está atento a todo eso en sí mismo, sin preferencia alguna, ello forma parte de la meditación. Por lo tanto, la meditación puede tener lugar cuando estamos sentados en un autobús o paseamos por los bosques llenos de luces y sombras, o cuando escuchamos el canto de los pájaros o contemplamos el rostro de nuestra mujer o nuestro hijo15.

Y recientemente ha escrito: «Todo esfuerzo que se hace para meditar, niega la meditación»16.

15 Freedom from the Known (1969).
16 Prólogo de Krishnamurti en Meditations (1980).

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Jiddu Krishnamurti y el Nacionalismo/Imperialismo.

Dondequiera que fuera, K hacía largos paseos solitarios todos los días. En Ojai caminaba a solas incontables millas durante esos años de la guerra. Algún tiempo después de que presentara su solicitud para permanecer en los EE.UU., vino a verle en Ojai un hombre del FBI, y le hizo un montón de preguntas, en particular queriendo saber por qué K hacía tantos paseos y con quién se encontraba en dichos paseos. K estaba desconcertado ante las preguntas hasta que, al final de la entrevista, el hombre, aparentemente satisfecho, le dijo que el FBI había recibido informes reservados de una conspiración para asesinar a Roosevelt, en la cual K estaba complicado. K me contó recientemente esta extraña historia, uno de sus pocos recuerdos de entonces. No se enteró hasta noviembre de que le habían otorgado una larga extensión de su permiso de residencia.

El 7 de diciembre los japoneses bombardearon Pearl Harbour. El ingreso de EE.UU. en la guerra fortaleció aún más, de ser posible, el pacifismo de K. Para aquellos que en Inglaterra habían estado orgullosos de afrontar solos la agresión nazi, que se habían exaltado por la Batalla de Gran Bretaña, que se habían conmovido con las palabras de Churchill y que, de algún modo, habían logrado contener su terror durante el «blitzkrieg», creyendo apasionadamente que luchaban contra la encarnación del mal, las efusiones pacifistas de K desde paraísos como Ojai, Martha's Vineyard y el Parque Nacional de Sequoias, eran difíciles de aceptar. Lady Emily, evidentemente, le debe haber dicho algo de eso con cierta aspereza acusándole de escapar del horror, porque el 14 de abril de 1942, K le escribió:

Yo no creo que ningún mal pueda ser vencido por la brutalidad, la tortura o la esclavitud; sólo se puede vencer el mal con algo que no sea el resultado del mal. La guerra es el resultado de nuestra así llamada paz, que es una serie de brutalidades cotidianas, explotaciones, mezquindades, etc. Sin cambiar nuestra vida cotidiana, no podemos tener paz. Y la guerra es una expresión espectacular de nuestra conducta diaria. No creo que yo haya escapado de todo este horror, sino solamente que no hay respuesta, ninguna respuesta final, en la violencia, quienquiera la esgrima. Yo he encontrado la respuesta final a todo esto, no en el mundo sino fuera de él. Está en el desapego, en el verdadero desapego que llega cuando uno es o trata de ser más [palabra omitida] para amar y comprender. Esto es muy arduo y nada fácil de cultivarse. Aldous Huxley y su esposa están aquí por el fin de semana. Tenemos largas conversaciones acerca de todo esto y de la meditación he estado meditando mucho últimamente .

Si Aldous Huxley tenía la conciencia dolorida por estar fuera de Inglaterra durante la guerra, la presencia de K y las convicciones de éste deben haber sido un bálsamo para él. Él y K sentían exactamente lo mismo con respecto a la guerra, pero era más difícil para Huxley porque amaba a Inglaterra y tenía amigos y relaciones en las fuerzas armadas.

Lady Emily era incapaz de sentirse indiferente ante los hechos, aunque en circunstancias menos emocionales podría haber simpatizado más con el punto de vista de K. Otros no pueden hacerlo ni siquiera hoy. Pero la muerte es para K un asunto de poca importancia; para él es mucho mejor morir que vivir con odio en el corazón. K llega tan lejos como para decir que si realmente amáramos a nuestros hijos, no habría guerras. Esta afirmación de K requiere un profundo examen antes de que pueda captársela; somos los seres humanos, usted y yo, quienes hacemos las guerras; hay odio, confusión, conflicto, celos, envidia, codicia en nuestras vidas de todos los días; educamos a nuestros hijos «para que lleguen a ser soldados, para que sean nacionalistas y adoren la bandera, los educamos para que entren en la trampa del mundo moderno»14.

14 El vuelo del águila, (1971). 


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Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

 Año 1935. (Latinoamérica)

El único cambio real en el pensamiento de K, era su actitud hacia el sexo, que ya no le llenaba de horror como lo había hecho en sus veinte años. En respuesta a una pregunta que le formularon al finalizar otra de las pláticas: «¿Cuál es su actitud hacia el problema del sexo, que juega un papel tan dominante en nuestra vida cotidiana?», respondió:

El sexo se ha convertido en un problema porque no hay amor. Cuando realmente amamos, hay un ajuste al movimiento de la vida, hay comprensión. El problema del sexo surge sólo cuando hemos perdido el sentido del afecto verdadero, ese amor profundo en que no hay sentimiento alguno de posesión. Es sólo cuando nos hemos entregado completamente a la mera sensación, que existen múltiples problemas en relación con el sexo. Como casi todos hemos perdido el goce del pensar creativo, nos volvemos naturalmente a la sensación del sexo, el cual se convierte en un problema que corroe nuestras mentes y corazones.



KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

martes, 30 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Aldous Huxley.

A principios de febrero de 1938, K conoció al escritor inglés Gerald Heard, que residía en Hollywood y le había escrito solicitándole una entrevista. Heard fue invitado a Arya Vihara, donde pasó un día. «Parece un hombre muy agradable y tuvimos todos una interesante conversación. Está bien preparado en conocimientos científicos», fue el comentario de K. Heard había llegado a los EE.UU. en abril de 1937 con Aldous Huxley, la esposa belga de Huxley, María Nys, y el hijo de ambos, y todos habían recorrido en automóvil los Estados de la Unión hasta California. Huxley estaba ahora internado en un hospital con neumonía bronquial, pero envió con Heard un mensaje en el que expresaba lo mucho que le complacería conocer a K cuando volviera a su casa en Hollywood. En esa época, tanto Heard como Huxley eran discípulos del Swami Prabhavananda, Jefe de la Orden de Ramakrishna en Los Ángeles, cuyo ashram se conocía con el nombre de Centro Vedanta, porque la enseñanza se derivaba de las antiguas escrituras, los Vedas.

No fue sino hasta mediados de abril que tuvo lugar el encuentro entre K y Huxley. K fue a verle acompañado de Rajagopal.

Gerald Heard también estaba ahí [le decía K a Lady Emily el 9 de mayo]. Él nos agradó mucho a ambos. Por supuesto, Huxley es lo que se llama un intelectual, pero yo no creo que sea solamente eso. Hablamos acerca de casi todo la dificultad de la comunicación con tanta propaganda , cómo los seres humanos andan a tontas y a locas, lo difícil que es crear o formar un grupo sin intereses creados, el Yoga, etc. Tanto a Rajagopal como a mí, los dos nos gustaron mucho, y sería agradable continuar la amistad con ellos en el futuro. Huxley sufre de la vista, está ciego de un ojo y el otro está debilitado; recientemente estuvo muy enfermo. Vendrán con Mrs. Huxley a pasar el día aquí la semana próxima.

Rajagopal se había ido cuando los Huxley vinieron había partido para Europa el 19 de abril pero Rosalind estaba. «Mr. y Mrs. Huxley y Mr. Heard vinieron el otro día para pasarlo aquí escribió a Lady Emily el 30 de mayo . Hablamos de las reuniones, los grupos, las comunidades, la disciplina. Ambos están muy bien informados y son intelectuales eminentes. Pienso que vieron algunos de los puntos que estuve explicando. Creo que vendrán de nuevo. Me agradan».

Ese fue el comienzo de una íntima amistad con los Huxley. En noviembre de ese año Huxley comenzó un tratamiento para los ojos mediante ejercicios que introdujo el médico norteamericano W. H. Bates. (El Dr. Bates había colaborado con dos artículos para el Heraldo de la Estrella, en marzo y octubre de 1924). K mismo habría de practicar más adelante este tratamiento, no porque tuviera algún problema en la vista sino a fin de evitar el uso de anteojos cuando fuera envejeciendo. Como resultado de esto ahora puede, a los ochenta y seis años, leer perfectamente sin anteojos. Todavía sigue haciendo estos ejercicios por diez minutos al día.

Cuando Christopher Isherwood vino a California en 1939, su amigo Gerald Heard lo presentó al Swami Prabhavananda, del cual pronto se convirtió en discípulo. La meditación sobre una palabra determinada o «mantra» era fundamental para la enseñanza que impartía el swami, y todos los días tenía lugar el «puja» en el pequeño templo contiguo al Centro Vedanta. Isherwood estaba dispuesto a postrarse ante el swami y quitar el polvo de sus zapatos. Heard también presentó a Isherwood a Huxley, pero la relación entre estos nunca fue fácil.

El hecho de que ambos, Aldous y yo fuéramos oficialmente discípulos de Prabhavananda no fortaleció el vínculo entre nosotros hasta donde me hubiera interesado que lo hiciera [habría de escribir Isherwood]. Estaba empezando a darme cuenta de que Aldous y Prabhavananda eran temperamentalmente muy distintos. Prabhavananda era fuertemente devocional. Aldous se asemejaba mucho más a su amigo Krishnamurti, quien por entonces vivía en Ojai a unas dos horas de viaje de Los Ángeles. Krishnamurti exponía una filosofía de discriminación entre lo real y lo irreal; como hindú que ha roto con el hinduismo sentía repulsión por la religión y sus rituales. También desaprobaba grandemente la relación gurú discípulo. Según mi diario (julio 31) [l940], debo haberle dicho a Aldous al menos algo de las últimas instrucciones que me impartió Prabhavananda, y eso es lo que seguramente impulsó a Aldous a decirme que Krishnamurti nunca meditaba sobre «objetos» como flores de loto, luces, dioses y diosas y que incluso creía que hacer eso podía conducir a la demencia10.

Aún cuando el swami afirmaba que Huxley había sido «iniciado» por él, parece ser que Huxley no hizo más que flirtear con la enseñanza de Ramakrishna, y en tal caso solamente antes de conocer a K. Hay pocas referencias a K en las cartas de María Huxley citadas por Sybille Bedford en su biografía de Aldous: «Él [K] es encantador, entretenido y tan sencillo. ¡Cómo debe sufrir cuando le tratan como a un profeta!» K se contaba entre sus amigos «más queridos»; no obstante María pudo escribir: «Ella [la actriz inglesa Iris Tree] vive cerca de nuestros amigos, el grupo Krishnamurti, y usted sabe el horror que los brahmines tienen a los perros. Pero ellos le perdonaban a Iris por traer los perros y subirlos al auto, donde dejaban rastros de olor y pelos blancos... K ha viajado por todas partes y habla todos los idiomas, lo cual es también agradable». Lejos de sentir horror por los perros, K los amaba, y aparte del inglés, en esa época sólo podía hablar francés.

Cuando la sobrina de María Huxley, de veintiún años, vino a California en 1946, sentía timidez al tener que conversar con Aldous durante «aquellos maravillosos paseos de familia por las montañas mientras que con Krishnamurti experimentaba un alivio terrible al no tener que decir una sola palabra y sentirme completamente cómoda »11.

K realmente nunca quiere conversar durante un paseo, a menos que sea sobre la naturaleza; la conversación le distrae y le impide observar todo cuanto le rodea, como le gusta hacerlo. Su memoria para los escenarios naturales es notablemente exacta. Refiriéndose a sí mismo en tercera persona, él ha descrito así sus paseos con Huxley:

Él [Huxley] era un hombre extraordinario. Podía hablar de música moderna y clásica podía explicar con mucho detalle la ciencia y sus efectos en la civilización moderna y, desde luego, estaba muy familiarizado con la filosofía zen, vedanta y, naturalmente, el budismo. Pasear con él era una delicia. Acostumbraba discurrir sobre las flores que había al borde del camino y, aunque no podía ver bien, cada vez que en los cerros de California pasábamos junto a un animal, solía nombrarlo, y entonces se explayaba sobre la naturaleza destructiva de la civilización moderna con su violencia. Krishnamurti le ayudaba en ocasiones a cruzar un arroyo o un bache en el camino. Esos dos seres tenían una extraña relación el uno con el otro; afectuosa, considerada, y entre ellos parecía haber una comunicación no verbal. A menudo solían sentarse juntos sin pronunciar una palabra12.

10 My Guru and his Disciple por Christopher Isherwood, p. 50 (Eyre Methuen, 1980).
11 Bedford, II, 71 (Chatto & Windus, 1973).
12 MS por K, 1976, Archivos de Krishnamurti, Brockwood Park.

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Jiddu Krishnamurti y el Nacionalismo/Imperialismo.

Solo con Rosalind y Radha en Ojai durante la primavera de 1938, después de que Rajagopal había partido hacia Europa, K escribió a Lady Emily que había estado leyendo La Casa que Hitler edificó (de S. H. Roberts) y que se proponía leer La evolución de la Física de Einstein y Leopold Infell. Acababa de recibir de Lady Emily, Insanity Fair (de Douglas Reed). La guerra en Europa parecía inminente. «Hay guerra en España, en China y están tratando de iniciarla en México escribía en abril . Matanzas y más matanzas. ¡Para qué! Como soy un completo pacifista, más que eso, todo este derramamiento de sangre es para mí espantoso y absolutamente bárbaro. La violencia no produce paz, sólo engendra más violencia, más odio. Muchos norteamericanos están cancelando sus viajes a Europa».

Ese año no hubo pláticas en Ojai, probablemente porque Rajagopal se encontraba fuera. En julio K zarpó de Nueva York para Rotterdam, y fue directamente a Ommen donde Rajagopal le aguardaba. Rosalind no viajó a Europa este año porque el dinero escaseaba, de modo que ésta fue la primera vez en su vida que K viajó solo. En Plymouth, donde el barco hizo escala, él había despachado una carta a Lady Emily diciéndole que «ésta había sido la clase habitual de viaje. Había reporteros en Plymouth, y uno de ellos me pidió que hiciera algunos trucos de magia, ¡ya que era un místico hindú! Miss Lilian Gish está a bordo y la conozco. Estábamos tomando el té juntos cuando irrumpieron los reporteros. ¡Querían saber si había un romance entre nosotros!» K había conocido a Lilian Gish, la heroína de aquellos primeros filmes mudos Huérfanos en la tempestad y El nacimiento de una nación por medio de John Barrymore, amigo de K hasta su muerte acaecida en 1942. Era Barrymore quien había pedido a K que interpretara el papel del Buda en una película que él quería realizar sobre la vida del Buda.

El Campamento de Ommen, el decimoquinto, tuvo lugar en agosto. Fue el último en celebrarse ahí. Al año siguiente se canceló por la inminencia de la guerra, y en 1941 los alemanes convirtieron el lugar en un campo de concentración.

Después del Campamento, K pidió a Lady Emily que viniera y se quedara en Ommen ella podría permanecer en su cabaña, que tenía todas las comodidades, o en Heenan­. Cuando K se dio cuenta de lo renuente que estaba ella a hacer el viaje, él y Rajagopal fueron a Londres para verla. Llegaron el 16 de septiembre, día en que Neville Chamberlain volvía triunfalmente desde Munich con su «papel de la paz».

Rajagopal partió el otro día para los EE.UU., y K, después de pasar una noche en París, el día 24 tomó en Marsella el vapor Strathallan de la P & O Line en ruta a Bombay. Esta era la línea marítima en que los oficiales británicos viajaban siempre a la India. Un amigo indio, V. Patwardan, a quien todos llamaban Pat, y al que K conocía desde muchos años atrás, viajó con él. La visita de K a Lady Emily había sido más afortunada que la del año anterior cuando se separaron con irritación. También era bueno que así fuera, porque iban a pasar nueve años antes de que volvieran a encontrarse.

Estuve realmente muy apenado por tener que dejarla, mum [escribía K desde el barco el 27 de septiembre]. Me sentí triste cuando el tren arrancó. Estuvo usted tan dulce y ya sabe cuánto la amo. Creo que los barcos de la P & O son de lo peor; la gente es bastante ruda, la comida es mala y la distinción que se hace entre los nativos y los blancos es muy precisa y marcada. De qué sirve pelear con los alemanes si es lo mismo en todo el mundo. El otro día hubo plegarias; los protestantes en el salón de primera clase, los católicos romanos en el salón turista o de segunda clase. Cubrieron los altares con el pabellón nacional. Aun a Dios debe uno acercarse mediante banderas nacionales. ¿A dónde llevará todo esto? A la muerte y a la destrucción. ¡Qué mundo! La vida es extraña. Tiene que haber amor y belleza dentro de uno mismo, de otro modo el mundo es insoportable.

Y desde Aden, el 1° de octubre:

Los pasajeros de este barco representan al mundo. El prejuicio racial entre ingleses e indios es brutalmente obvio. Es bastante cruel y tan innecesario... pero usted sabe todo esto. Entre los mismos pasajeros ingleses hay diferencias de clase, prestigio y riqueza. Hay algunos franceses, pero se les deja severamente aparte como a los «nativos». Los australianos -el barco va a Australia-­ están solos. Así están las cosas, pues, ¡y hablamos de los brutales alemanes, de la persecución y la injusticia! Éste es realmente un mundo cruel, y los individuos son la única esperanza.

Al desembarcar en Bombay el 6 de octubre, K encontró a sus amigos indios inmersos en los «mezquinos celos» de la política. Muchos que eran seguidores de Gandhi, habían estado en prisión uno de ellos cuatro veces . K se había encontrado con Gandhi en varias oportunidades, pero jamás llegó a involucrarse en política. «Parezco fuera de lugar en todo esto, como lo estoy en otras partes», escribió. Y desde Vasanta Vihar, Adyar, volvía a escribir el 19 de octubre acerca de la degradación que casi había destruido la belleza de la India, y después continuaba diciendo:

Los diarios ingleses se lamentan de los horrores que los japoneses están perpetrando en China y de la devastación que tiene lugar en España, pero los mismos diarios y la misma gente cierran los ojos ante la brutalidad imperial que se desarrolla en Palestina y la India. El imperialismo es la maldición de este mundo, sea el imperialismo de los ingleses o el de los alemanes. Parece no haber fin para esta forma de crueldad. Le hace llorar a uno atravesar estas aldeas. Oh, Dios, uno debe mantenerse cuerdo, porque el odio es locura, y el odio prevalece en todo el mundo. Permanezcamos cuerdos y no perdamos el afecto.

K no veía diferencia entre la agresión germana y el imperialismo británico. Habiéndose «apoderado de la mitad de la tierra», los ingleses «podían darse el lujo de ser menos agresivos» aunque en el fondo fueran tan «brutales y codiciosos» como cualquier otra nación. El nacionalismo, como el imperialismo, era una de las maldiciones del mundo. K no tiene violencia dentro de sí. Si alguien le atacara dudo que él se defendiera, aun como un reflejo físico. Es probable que cayera inconsciente. Es peligrosamente fácil para él perder la conciencia; su asidero en la vida es como un hilo muy delgado, por bien que se encuentre de salud. La pregunta clisé: «¿Qué haría si viera que torturan a su esposa o a su hijo?», no tiene validez para él. Podría pedirle al atacante que se detuviera, y posiblemente el bruto, reconociendo una autoridad extraordinaria, lo haría, pero es en extremo improbable que K intentara un salvamento por la fuerza. Ciertamente, no hay en él más cobardía de lo que hay violencia. Casi toda la violencia y la crueldad surgen del miedo, y al no tener miedo, K no conoce la agresión ni la represalia.

Desde Poona subió a los cerros con Pat y Ratansi para alojarse con el hermano de Pat, el Rajá de Sangli en Malabeleshwar, un viaje de tres horas. Lady Emily le había escrito evidentemente para recordarle lo que los judíos sufrían bajo Hitler, porque el 21 de noviembre él escribía desde Malabeleshwar:

Estoy completamente de acuerdo con usted en que los judíos están pasando una época horrible y degradante. Toda la cosa es una absoluta demencia. Es repugnante que los seres humanos se comporten de esa manera bestial; a los kaffires los tratan del modo más bestial e inhumano; los brahmines en ciertas partes del sur han perdido todo sentimiento de humanidad en relación con los intocables; los dirigentes blancos y mestizos del país son en su mayoría máquinas que conducen un sistema brutal y estúpido; los negros en el sur de los EE.UU. la están pasando mal; una raza dominadora explota a otra, como puede verse en todo el mundo. No hay razón, no hay cordura detrás de toda esta codicia de poder, de riqueza y posición. Es difícil para el individuo no ser succionado por este vendaval de odio y confusión. Uno debe ser un individuo cuerdo y equilibrado, que no pertenezca a ninguna raza, país o ideología particular. Entonces tal vez puedan volver al mundo la cordura y la paz. Perdón por haber escrito como un predicador.

De Rajghat, donde permaneció dos semanas sosteniendo discusiones diarias con los maestros, K regresó a Madrás en los comienzos de 1939, y desde allí fue al Valle de Rishi; finalmente, al terminar marzo, viajó a Colombo, desde donde escribió manifestando su sorpresa por la cantidad de gente que acudía a sus pláticas y por el gran interés que demostraban los diarios. El 1° de abril se embarcó con Pat para Australia. Los pasajeros eran en su mayoría judíos desarraigados en viaje a Australia y Nueva Zelanda para iniciar una nueva vida. Muchos de ellos estaban aprendiendo inglés a bordo. «Éste es realmente un mundo de lo más brutal escribió K desde el barco a Lady Emily . Es tan fácil maldecir a Hitler, Mussolini y Cía., pero esta actitud de dominación y ansia de poder está en el corazón de casi todo el mundo; por eso tenemos guerras y antagonismos de clase. Hasta que la fuente de todo esto se clarifique, siempre habrá confusión y odio». La fuente es, por supuesto, el corazón humano; esta clarificación de la fuente es la base de la enseñanza de Krishnamurti.

K habló en Fremantle, Adelaida y Melbourne. En Sydney se alojó otra vez con los Mackay hasta fines de mayo cuando continuó a Nueva Zelanda. Cuando finalmente retornó a California, Pat regresó a la India. Habría de morir súbitamente en diciembre, víctima de una hemorragia cerebral


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Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

 Año 1937.

A mediados de abril, K escribía desde Ommen a Lady Emily diciéndole que él y Rajagopal se sentían «mortalmente cansados», que habían estado en movimiento por siete meses, de modo que ahora iban a Chesierès sur Ollon en Suiza para tomar un descanso. A esto siguió una semana en Londres donde K se hospedó otra vez con Lady Emily; después regresó a Ommen para reuniones por todo el mes de junio. Aun cuando K hablaba cada mañana por una hora y media, estaba sufriendo de fiebre de heno y bronquitis que le enviaban a la cama en las primeras horas de la tarde. «Bastante horrible, no me deja dormir bien», le contaba a Lady Emily. Esta es la primera mención de la fiebre de heno, a menudo acompañada de bronquitis, de la que sigue sufriendo todavía.

Después del Campamento de Ommen que siguió a la reunión, K volvió a Londres por una semana, quedándose como era habitual, con Lady Emily. Esta visita, evidentemente, no fue feliz. Él había tenido una conversación con una de las hijas de Lady Emily, Ursula Ridley, que estaba pasando por una época desdichada conversación que fue completamente mal interpretada por Lady Emily, como lo demuestra la carta que K le escribió el 26 de agosto, cuando estuvo de regreso en Ommen :

Siento mucho que nos hayamos separado con irritación, pero estas conversaciones o charlas psicológicas no pueden arreglarse en unos pocos minutos. Tienen que madurar dentro de uno; es preciso reflexionar sobre ellas, no de vez en cuando sino constantemente. Usted dijo que yo estuve aconsejando a Ursula que fuera analítica, introspectiva, pero no es eso lo que hice. Mis conclusiones fueron que el análisis y la disección psicológica no conducen a ninguna parte. Sólo la percepción inmediata de la inutilidad del análisis, donde una parte de la mente desnuda a otra parte de la mente, lleva a «alguna parte». Para ver la inutilidad del autoanálisis, uno debe estar atento al proceso de disección. Esto es lo que estuve tratando de comunicar, pero todo ello requiere más que una charla casual después del té. Lamento realmente si la he irritado, mum, y, por favor, perdóneme. Espero que cuando nos encontremos la próxima vez, podré explicarme mejor.

K ponía y sigue poniendo en tela de juicio todo el concepto de la mente subconsciente; sostiene que existe una sola conciencia. Dividir la conciencia en diferentes capas, origina fricción y conflicto. «Cuando usted se dé cuenta de su condicionamiento, comprenderá la totalidad de su conciencia», ha dicho más de una vez en sus pláticas.

K pasó un invierno tranquilo en Ojai durante 1937-l938. Le gustaba estar allí:

Ojai es particularmente hermoso en esta época [le escribió a Lady Emily el 31 de enero de 1938]. Ha estado lloviendo y las lluvias han enverdecido la tierra. Hay suaves sombras cambiantes que cruzan las montañas. Están brotando las mimosas y se percibe muy ocasionalmente el aroma de los azahares, porque todavía no es la estación. Los naranjos se ven tan artificiales con sus hojas de color verdeoscuro y sus brillantes naranjas doradas. Las montañas que se recortan contra el suave cielo azul, me recuerdan a Taormina, su mar prodigioso y el Etna distante. ¡Cuántas cosas han ocurrido desde que estuvimos juntos allá! [en 1914]. Los cambios han sido tan dramáticos que uno se ha acostumbrado a ellos. Toda la cosa es fantástica.

K seguía diciéndole a Lady Emily que casi no veía a nadie excepto a los Rajagopal, que no sostenía reuniones ni concedía entrevistas. Rajagopal permanecía la mayor parte del tiempo en Hollywood. Radha asistía diariamente a una escuelita en el valle.

Estoy meditando muchísimo [continuaba] y me siento profundamente conmovido con los inesperados y asombrosos descubrimientos internos. Es muy bueno estar así, quieto, tranquilo; hay muchas ideas y, poco a poco, estoy tratando de encontrar palabras y expresiones adecuadas para ellas. Hay un éxtasis profundo. Existe una madurez que no puede forzarse, que no puede estimularse artificialmente. Sólo esta madurez puede dar origen a una vida de abundante plenitud y realidad. Estoy verdaderamente feliz por esta quietud y esta meditación que, aparentemente, no tiene un propósito determinado.

«Hacer inesperados y asombrosos descubrimientos dentro de uno mismo» sin ninguna dirección ni propósito, es lo que entiende por meditar. El no aprueba esos sistemas de meditación que embotan y tranquilizan la mente mediante la repetición de una palabra o la concentración en un objeto o idea. Para él, la mente se encuentra en su máximo nivel de agudeza, energía y capacidad inquisitiva, durante la meditación



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Jiddu Krishnamurti y C. Jinarajadasa.

 Año 1936.

El 13 de enero de 1937, K escribía a Lady Emily desde Vasanta Vihar en Adyar, para decirle que sus pláticas en Madrás habían tenido una buena asistencia de público. Jinarajadasa había venido a verle dos o tres veces desde la oficina principal de la S.T.; se mostraba amistoso, pero K no sabía hasta dónde ello era genuino.

No hemos entrado en la S.T [continuaba]. ¿No es algo peculiar? Convertir tan fácilmente el amor en odio o indiferencia. Ahora hay un definido antagonismo. Curiosamente, pero por razones obvias, todas las personas que uno conocía y acostumbraba tratar «íntimamente» se han dispersado como hojas en una tormenta. No hay otras nuevas, hasta ahora. Esta destrucción de lo viejo, de lo cristalizado, no es proceso de un día; requiere una constante y directa percepción sin opciones. Estoy embriagado y conmovido con todo ello. Destruir así es desarrollarse en todas las direcciones, pero sólo quienes están despiertos no cristalizarán nuevamente convirtiéndose en vasos. Esa es la constante dificultad, estar abierto, amar sin retener. Sí, siempre deseamos o diferenciamos el vaso, pero casi nunca soltamos el vaso y bebemos el agua.

«Percepción directa sin opciones» eran palabras que K iba a emplear en adelante una y otra vez, y que sigue empleando. Es dudoso que Lady Emily las entendiera realmente. La opción implicaba una dirección determinada, la acción de la voluntad. De lo que K hablaba era de percibir directamente, de instante en instante, todo lo que ocurría dentro de uno mismo, sin ningún esfuerzo para dirigirlo o cambiarlo un asunto de observación, de percepción pura, que daría por resultado una transformación sin esfuerzo alguno .

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Jiddu Krishnamurti y La India.

 Año 1936.

K estaba consternado por las condiciones imperantes en la India. Los indios creían que los problemas de inanición, enfermedad y desempleo podrían resolverse mediante el nacionalismo.

Es culpa de todos [escribía], de los ingleses y de los propios indios. Es algo terrible ver cada vez la pobreza, la miseria, la suciedad y la degradación. Están destruyendo la dignidad humana, tal como lo hacen diligentemente en Europa. Hay muchísimo odio, y supongo que ello terminará en una divertida guerra o en una revolución. ¡Hay tantos estudiantes sin empleo aquí, mendigando y perdiendo todo sentido de dignidad...! Tenemos que encontrar gente nueva [para su labor] y eso es difícil. Debemos empezar desde aquí como si nada hubiera ocurrido en los últimos diez años.

Desde el punto de vista de K, ninguna clase de reforma social podría dar jamás una respuesta al problema fundamental de la desdicha humana. Las reformas sólo arañaban la superficie. Su labor se interesaba en la naturaleza del hombre. Hasta que el hombre mismo cambiara radicalmente, todos lo otros cambios eran inútiles e improcedentes.


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Jiddu Krishnamurti en Latinoamérica.

La segunda operación de Rajagopal a fines de enero de 1935, fue mucho más seria que la primera, y posteriormente sufrió «dolores espantosos» según K. Al terminar febrero, K viajó a Nueva York, donde permaneció dos semanas, habló tres veces a grandes auditorios y dio una plática por radio. Después continuó a Edington, Bucks County, cerca de Filadelfia, donde se alojó con Robert Logan y su esposa Sarah, que tenían una casa y una gran finca llamada Sarobia (una combinación de sus nombres cristianos). K conocía a los Logan desde hacía varios años. (Fue Mr. Logan quien le obsequió el reloj Pathek-Philippe con el que K está tan encariñado). K ofreció tres pláticas en Filadelfia mientras estuvo allí.

Puesto que Rajagopal todavía estaba convaleciente, fue Rosalind quien acompañó a K a Nueva York y Sarobia, pero cuando él volvió a Nueva York, donde se le unieron Casselberry y Rajagopal, Rosalind regresó a Ojai. Los tres hombres se embarcaron para Río de Janeiro, Brasil, vía Bermudas, el 3 de marzo. Esta gira por Sudamérica, un continente que K nunca había visitado antes, iba a durar ocho meses. En total habría de ofrecer veinticinco pláticas mientras estuviera fuera siete en Brasil (Río, San Pablo y Niteroy) durante abril y mayo; cuatro en Uruguay (Montevideo) en junio; seis en la Argentina (Buenos Aires, La Plata, Rosario y Mendoza) en julio y agosto; cuatro en Chile (Santiago y Valparaíso) en septiembre y, a su regreso, cuatro en la ciudad de México en octubre y noviembre . K habló solamente en inglés. Centenares de personas que asistieron a sus pláticas no podían entender una palabra; aun así parecían quedar «completamente fascinadas». K precedía su primera plática en cada nuevo lugar, con una declaración donde afirmaba que no pertenecía a ninguna religión, secta o partido político, «porque la creencia organizada es un gran impedimento, divide al hombre contra el hombre y destruye su inteligencia; estas sociedades y religiones se basan fundamentalmente en intereses creados y en la explotación. Lo que yo quiero hacer es ayudarles, como individuos, a cruzar la corriente del sufrimiento, de la confusión y el conflicto, mediante una profunda y completa realización».

K había sido invitado a Montevideo por el Ministro de Educación, y las pláticas que ofreció allí se transmitieron por radio. El director de uno de los principales diarios era un amigo, que le dio mucha publicidad. En Buenos Aires también hubo mucha publicidad; y fueron tantas las fotografías que se publicaron en diarios y periódicos, que no podía salir sin que se reuniera una multitud que él encontraba «bastante desagradable». «Aquí también le escribió a Lady Emily transmitieron por radio todas mis charlas y, además, en algunos puntos de la ciudad había altavoces, de modo que la gente tenía que escuchar lo que yo decía, le gustara o no. Por supuesto, los sacerdotes católico romanos y los sacerdotes en general, han estado haciendo una fuerte oposición, tanto secreta como públicamente».

Buenos Aires era una fortaleza católico romana, y muchos artículos contrarios a las ideas de K se publicaron en los periódicos católicos. Un sacerdote católico publicó un folleto contra Krishnamurti que fue distribuido por niños en toda la ciudad. Los católicos hasta trataron de conseguir su deportación. Sin embargo, dos periódicos se pusieron de su parte «con tanto entusiasmo y sinceridad, que imprimieron todas sus pláticas traducidas al español.

Desde Buenos Aires, Rajagopal regresó a California. Continuaba enfermo y le habitan prevenido que Chile sería demasiado frío para él. K continuó la gira con Byron Casselberry. El punto relevante de aquellos meses fue para K el cruce de los Andes en un avión Douglas bimotor, un vuelo de una hora y veinte minutos que, según le habían dicho, era el más peligroso del mundo. Algunas personas le habían suplicado que no se arriesgara en este vuelo, pero él disfrutaba de su independencia, y más tarde no sintió que hubiera existido «el más mínimo peligro, aunque, desde luego, si alguna cosa le hubiera sucedido a la máquina en medio de los Andes, entonces adiós».

En Santiago, sus pláticas se traducían al español frase por frase a medida que hablaba. «Estoy realmente sorprendido de tanto interés y entusiasmo» le escribió a Lady Emily . En una de las pláticas, algunos hombres pertenecientes a una organización católico romana, entraron con bombas de gases lacrimógenos para desbaratar la reunión. «Algunas personas les preguntaron luego por qué no habían arrojado sus bombas, y ellos respondieron que no lo sabían con exactitud. Han ocurrido muchos incidentes curiosos como éste».

El texto auténtico de las pláticas de K en Latinoamérica, revisado por el propio K, se publicó por el Star Publishing Trust en 1936. Más de cinco años después de la disolución de la Orden de la Estrella, él seguía exponiendo en esencia las mismas ideas que había propuesto entonces, aunque había encontrado palabras diferentes con qué expresarlas. En Río de Janeiro, en su primera plática, había dicho:

Si ustedes realmente piensan en ello, verán que toda la existencia que viven se basa en la persecución de la seguridad y el consuelo individual. En esta búsqueda de seguridad nace, naturalmente, el temor. Cuando ustedes buscan consuelo, cuando la mente trata de evadir la lucha, el conflicto, el dolor, tiene que crear diversas vías de escape, y estas vías de escape se convierten en nuestras ilusiones. Esto nos empuja de una secta religiosa a otra, de una filosofía a otra, de un instructor a otro. Llamamos a esto la búsqueda de la verdad, de la felicidad.

Ahora bien, no existen la seguridad ni el consuelo, sino solamente la claridad de pensamiento, la cual produce la comprensión de la causa fundamental del dolor, y esto es lo único que liberará al hombre. En esta liberación reside la bienaventuranza del presente. Yo digo que hay una realidad eterna que uno puede descubrir sólo cuando la mente está libre de toda ilusión. Así que cuídense del que les ofrece consuelo, porque en esto tiene que haber explotación; esa persona crea una trampa en la que ustedes quedan aprisionados como peces en una red.


En respuesta a una pregunta acerca de la inmortalidad, contestó:

Ahora puedo decir que la inmortalidad existe, para mí es ésa una experiencia personal; pero sólo puede realizarse cuando la mente no mira hacia un futuro en el que vivirá más perfectamente, más completamente, más abundantemente. La inmortalidad es el presente infinito. Para comprender el presente en su plena, rica significación, la mente tiene que liberarse del hábito de la adquisición autoprotectora; cuando está absolutamente desnuda, entonces existe la inmortalidad.

El único cambio real en el pensamiento de K, era su actitud hacia el sexo, que ya no le llenaba de horror como lo había hecho en sus veinte años. En respuesta a una pregunta que le formularon al finalizar otra de las pláticas: «¿Cuál es su actitud hacia el problema del sexo, que juega un papel tan dominante en nuestra vida cotidiana?», respondió:

El sexo se ha convertido en un problema porque no hay amor. Cuando realmente amamos, hay un ajuste al movimiento de la vida, hay comprensión. El problema del sexo surge sólo cuando hemos perdido el sentido del afecto verdadero, ese amor profundo en que no hay sentimiento alguno de posesión. Es sólo cuando nos hemos entregado completamente a la mera sensación, que existen múltiples problemas en relación con el sexo. Como casi todos hemos perdido el goce del pensar creativo, nos volvemos naturalmente a la sensación del sexo, el cual se convierte en un problema que corroe nuestras mentes y corazones.

El 21 de septiembre K y Casselberry se embarcaron en Valparaíso para Mazalan, el puerto de México, donde arribaron el 11 de octubre. Fue un viaje lento, con transbordos en Bilbao y Panamá, y con paradas casi diarias en diferentes puertos. No hubo descanso para K, porque en todos los puertos los reporteros subían a bordo deseando escuchar lo que él tenía que decir, «de fuente fidedigna» según la expresión de K.

Rajagopal se unió a ellos en Mazalan y juntos fueron a la ciudad de México, donde K ofreció la última de cuatro pláticas el día 23 de noviembre. Había estado fuera de Ojai por nueve meses.


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Jiddu Krishnamurti y La Lectura.

 Año 1934.

Rajagopal había tenido una operación del seno frontal derecho, a comienzos de noviembre. K, que había estado con él durante la operación que se efectuó en un hospital de Hollywood, la describió como «bastante horrible». Rajagopal sufrió muchísimo. Una segunda operación en el seno izquierdo tuvo que posponerse porque no estaba en condiciones de soportarla. Tuvo que guardar cama por tres semanas. Durante ese tiempo K permaneció con él en Hollywood, y una gran parte de cada día la pasaba corrigiendo sus propias pláticas. «Estoy haciéndolo sin ayuda relataba , estoy aprendiendo. Es una tarea larga y tediosa». También estaba tratando de aprender español por medio de un «linguaphone», preparándose para la gira por América del Sur, que se había postergado hasta marzo de 1935. Aparte del inglés, K sólo podía hablar francés (más tarde habría de aprender italiano). Había olvidado por completo su nativo dialecto telegu y no conocía otros idiomas índicos, excepto lo suficiente de sánscrito como para poder cantar en esa lengua.

Lady Emily le recomendaba y enviaba libros para que los leyera. También le mandó en tandas el New Statesman. K le escribió el 10 de diciembre: «No he tenido tiempo, pero leeré Horizontes perdidos [de James Hilton]. Recibí los New Statesman y todavía no los he leído. Gracias por mandarme Dios, el rey invisible [de H. G. Wells]. Leí una reseña de la autobiografía de H. G. Wells. Debo conseguirla completa y leerla, parece interesante».

Es muy dudoso que K haya hecho otra cosa que hojear superficialmente algunos de los libros que Lady Emily le enviaba. Si los leyó, ciertamente los ha olvidado. En octubre de 1929, había leído la Comprensión creadora de Keysserling, y su comentario fue: «Keysserling es muy bueno, expresa en un lenguaje más filosófico lo que yo digo». Es muy difícil imaginar que él haya leído por completo este gran volumen de casi quinientas páginas. Como ya lo he dicho antes, K ha leído algo de Shakespeare, Keats y Shelley, y ciertas partes del Viejo Testamento. En un tiempo sabía el Cantar de los Cantares casi de memoria. En Pergine, Italia, nos había leído en voz alta, El evangelio del Buda según Paul Carus, y también La luz de Asia. Niega haber leído jamás el Baghavad Gita o los Evangelios. Un muy renombrado crítico literario inglés, hoy fallecido, sostenía que Krishnamurti no podía ser un verdadero instructor religioso, ¡en vista de que no había leído nunca los Evangelios!

De años a esta parte K ha leído muy poco aparte de novelas de misterio Rex Stout y Frederick Forsyth están entre sus autores favoritos . Durante un viaje en avión suele leer el Reader's Digest y el Time y disfruta inmensamente los chistes que publica el New Yorker. Estando en Europa y EE.UU. mira televisión por las noches y se interesa particularmente en las noticias. Puesto que en todo el mundo se encuentra con tantas personas de condición diferente a las cuales ansía hacer preguntas, está muy al tanto de lo que sucede en todos los países. Uno de sus placeres principales es, y lo ha sido siempre, una buena película emocionante. La última que vi con él fue Operación Entebbe. Cuando terminó la película estaba tan excitado que apenas si podía abandonar la sala. No le interesa la ciencia ficción, ni en películas ni en libros.



KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
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Jiddu Krishnamurti y El Canto de la Vida.

No puedo encontrar registros de este libro, a menos que fuera un libro de pláticas. K había publicado su último libro de poemas en 1931 -El canto de la vida- para el cual había escrito un prólogo: «La realización de la Verdad es una experiencia final, absoluta. Por la Verdad he vuelto a crearme a mí mismo. No soy poeta; he intentado meramente expresar en palabras la índole de mi realización»9.

9 Una edición completa de los poemas de Krishnamurti, bajo el título de From Darkness to Light fue publicada por Harper & Row en 1980 y por Gollancz en 1981 con el título Poems and Parables.


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sábado, 27 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Themis la Diosa de la Justicia.

 Año 1932.

K y Rajagopal zarparon de Bombay el 11 de mayo. K escribió a Lady Emily desde el barco el día 17, contándole que la gente lo interceptaba constantemente deseando hablar con él. Una mujer le había dicho: «Usted se ve tan inteligente y agradable que debe tener alguna filosofía de la vida». Como todavía no podía afeitarse debido a las manchas de la varicela, se había dejado crecer una espesa barba negra. «Me parezco al Cristo convencional -escribió , y ya puede imaginarse cómo se divierten con eso los pasajeros».

Dejaron el barco en Port Said y fueron a El Cairo y Alejandría antes de continuar a Atenas nuevamente para otra reunión. Esta vez pararon con algunos amigos a pocas millas fuera de la ciudad, y K se mostró aún más entusiasta con el lugar que cuando había estado allí en 1930; el 18 de junio escribió a Lady Emily:

Esto es como California pero más hermoso, más maduro, el aire es suave y la gente es extraordinariamente amistosa. Sería un país agradable para vivir en él. Cerros de color violeta, gran cantidad de flores, viñedos, cipreses, olivos y tomillos silvestres en púrpura fluorescencia. ¡Qué país! La Acrópolis es incomparable, y yo estoy enamorado. Desdichadamente, la dama es de mármol. ¡Ésa es mi mala suerte! Ella es la diosa de la Justicia, Themis. Es realmente soberbia y le he entregado mi mente y mi corazón.


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Jiddu Krishnamurti y C.W. Leadbeater.

K y Rajagopal llegaron a Madrás un mes después de la muerte de Mrs. Besant, y se hospedaron por primera vez en Vasanta Vihar, en el 64 de Greenways Road, una casa recientemente edificada sobre seis acres de nuevas tierras adquiridas para levantar en ellas la oficina principal de la Sociedad de Publicaciones de La Estrella en la India. Era una casa mucho más grande de lo que K quería o esperaba. Se encuentra en el lado norte del río Adyar, mientras que el complejo de 260 acres perteneciente a la Sociedad Teosófica, está en el lado sur, extendiéndose hacia el este en dirección del mar.

Leadbeater había sido llamado desde Sydney cuando se supo que Mrs. Besant iba a morir. Llegó justo a tiempo para verla aún viva, y se quedó en Adyar para la Convención de la S.T. en diciembre. K describió a Lady Emily la recepción que le hicieron los teósofos:

C.W.L. [Leadbeater] me recibió en la estación con una guirnalda de flores y lo mismo hicieron otros, pero fue una demostración vacua, y en el salón de Adyar había una multitud bastante grande, otra farsa. George [Arundale, el nuevo presidente de la S.T.] estaba allí y me tocó la mano ligeramente. La atmósfera era horrible, falsificación y falta total de cordialidad. Algunos de los antiguos amigos que acostumbraban visitarme, mantienen una prudente distancia si les ven cerca de mí, podrían no avanzar [en el Sendero Oculto] . Otros vienen y musitan que yo soy lo real, pero que ellos son viejos y no pueden abandonar sus antiguos hábitos, aunque sus corazones no estén en ello. Debato de la candela está la oscuridad; así es Adyar. Jamás me sentí tan cansado en mi vida como me sentí allí, y estaba realmente contento de irme. C.W.L. está evidentemente viejo y parlanchín. Fui a verle dos veces y hablamos acerca de todo cuanto no tiene importancia. Parecía amigable, ¡pero...! Por toda la India tengo multitudes muy grandes, pero son cantidades sin ninguna cualidad. En el diario de esta mañana publicaron una entrevista que me hicieron, en que se decía lo consentido que yo estaba, etc.

K escribió esto el 21 de enero de 1934 desde Colombo, en donde él y Rajagopal se embarcaron para Australia el día 27. Después de la Convención de Adyar a la que había asistido, K se dirigió a la Rishi Valley School, que él había fundado en 1928 en Andra Pradesh, a diez millas de Madanapalle su lugar de nacimiento y 170 millas al norte de Madrás. A casi 2400 pies sobre el nivel del mar, el hermoso valle de Rishi es dominado por la montaña Rishi Honda. La escuela co-educacional, no lucrativa, es residencial y tiene un campo de 300 acres que incluye una granja. La escuela también maneja un centro rural donde se educan y reciben atención médica setenta niños que provienen de aldeas adyacentes. Originalmente se había constituido como una institución de caridad bajo el nombre de Rishi Valley Trust, Sociedad del Valle de Rishi, de la cual Mrs. Besant y K entre otros, eran síndicos. G.V. Subba Rao fue el primer Director de la Escuela, puesto que retuvo durante treinta años. La escuela del Valle de Rishi fue la primera de las que hoy son ocho escuelas Krishnamurti. Mientras K estuvo allí durante ese año, habló a los maestros un día por semana en conversaciones que duraban cinco horas.


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Jiddu Krishnamurti y Annie Besant.

Por muchos meses Rajagopal había estado sufriendo reumatismo, especialmente en las manos, y temía que pudiera ser artritis. La amigdalectomía, de la que le tomó mucho tiempo recobrarse, le alivió sólo temporalmente.

Durante los primeros meses de 1932, K habló regularmente en el Robledal de Ojai; luego, en junio, el Campamento se celebró allí. Este mismo mes, K empezó una gira de cuatro meses por los EE.UU. y Canadá, y en diciembre regresó con Rajagopal a Europa en camino a la India, donde no había estado desde principios de 1929.

En enero de 1933 K ofreció sus pláticas públicas en Benarés y posteriormente viajó al norte de la India por un mes, hablando en todos los lugares que visitaba. Al final de este programa, cayó enfermo con un ataque muy fuerte de varicela. En mayo vio a Mrs. Besant en Adyar. Fue la última vez que estuvo ahí y la última vez que vio a Mrs. Besant. Para entonces ella había perdido completamente la memoria y apenas si le reconoció. «Querida Amma, es trágico verla en tal estado -escribió a Lady Emily¬. Todo es muy triste para ellos». Ella moriría en septiembre, a los ochenta y seis años.

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Jiddu Krishnamurti enamorado.

En cuanto a su apariencia física, K había alcanzado a partir de los treinta años la madurez de la belleza; con su cabello lacio, negro y brillante, su piel suave y morena, sus grandes ojos oscuros, luminosos, con largas, largas pestañas, orejas planas, boca y nariz idealmente proporcionadas, una flexible y esbelta figura atlética, de finas manos y pies delicados, K era un ser humano perfectamente formado. Innumerables mujeres estuvieron y todavía estaban enamoradas de él, y él llegó a enamorarse de dos o tres muchachas, un hecho que ahora ha olvidado completamente y que descarta como carente de toda importancia. Su estatura no pasaba del promedio; sin embargo, un porte erguido le daba prestancia a su figura. Aun cuando no se le hubiese educado de acuerdo con las reglas de urbanidad de una buena sociedad inglesa, es seguro que tendría excelentes modales gracias a su discreción y a su natural consideración por los demás. Además, era sumamente elegante.

Se le ha criticado a menudo por vestir tan bien. Muchas personas están condicionadas para pensar que «un hombre santo» no debería preocuparse por su apariencia externa; esperan ver a un swami con taparrabo, cabello y barba desordenados. K, por el contrario, cree en la necesidad de cuidar el cuerpo en todas las formas posibles viendo que tenga el alimento adecuado, la adecuada cantidad de ejercicio y descanso, que esté escrupulosamente acicalado y que vista no sólo bien sino con la ropa apropiada . Por eso en Europa y EE.UU. viste ropas europeas traje y corbata en las ciudades y vestimentas informales en el campo que cambia por atuendos hindúes tan pronto llega a la India. Su buen gusto en la ropa, como en todas las cosas, es natural en él. Siempre ha acudido a los mejores sastres y confeccionadores de camisas, y sus zapatos están hechos a la medida una necesidad que se debe a la extrema estrechez de sus pies. Él cuida sus ropas como lo hace con el cuerpo, colgando sus trajes apenas se los quita, no dejando jamás de poner sus zapatos en la horma (siempre calza zapatos de color marrón, que lustra él mismo hasta que brillan como castañas de Indias). Los taxistas de Londres se detienen invariablemente al verlo, tomándole por un príncipe o un millonario.

Con todo esto, yo nunca he conocido a nadie con tan poco interés por su cuerpo como K. Se ocupa de él porque tiene que servirle para su trabajo. Lo cuida como lo hace con un automóvil. Es inconcebible pensar que podría salir a viajar en su propio automóvil sin que éste hubiera sido lavado y lustrado. Uno siempre se esfuerza, cuando va a verle, por tener el mejor aspecto, porque él advierte todo, no con espíritu crítico o de desaprobación, sino a causa de su penetrante observación que en él es un hábito.

Esta pulcritud en la apariencia y el excesivo cuidado, puede que parezcan incompatibles con la naturaleza vaga y soñadora de K, así como el interés que durante toda su vida ha demostrado por las maquinarias. Un reloj Pathek Philippe que le obsequiaron hace muchos años, es la única posesión que parece apreciar realmente; y no obstante, aun esto sería capaz de regalarlo. Entregaría todas sus ropas a alguien que tuviera necesidad de ellas. Una vez obsequió su único sobretodo. Emerson ha dicho: «Una tonta congruencia es el espantajo de mentes insignificantes, glorificado por pequeños estadistas, filósofos y sacerdotes. Un alma grande, simplemente nada tiene que ver con la congruencia». Aunque no fuera más que por eso, las incongruencias en el carácter de K harían de él un alma grande.


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Jiddu Krishnamurti y El Instructor del Mundo.

Desde Londres, la gira europea se extendió a Edimburgo, Berlín, Hamburgo, Frankfurt y Viena, lugares todos en que ofreció pláticas, atrajo seguidores e hizo nuevos amigos. Después regresó a Ommen para otro Campamento en julio agosto. No fue hasta octubre que volvió a Ojai después de haber estado fuera dieciséis meses. Se sentía extático con el regreso. Rosalind y Rajagopal tenían ahora un bebé, una niña nacida en julio, de nombre Radha, que hacía las delicias de K.

Lady Emily, desde su estado de vacuidad y preocupada por cuestiones de familia, le escribió por ese entonces acusándole de escapar de las realidades de la vida al encerrarse en su hermoso valle aislado. Él contestó el 30 de diciembre:

El éxtasis que experimento es el resultado de este mundo. Yo quería comprender, quería conquistar el dolor, la pena del apego y el desapego, la muerte, la continuidad de la vida, todo lo que el hombre sufre diariamente. Lo he hecho. Así, mi éxtasis es real e infinito, no es un escape. Conozco la salida de esta incesante desdicha, y deseo ayudar a la gente a salir fuera de este pantano del sufrimiento. No, esto no es un escape4.

Y el 4 de febrero de 1932, todavía en Ojai, escribía nuevamente:

No es un escape no sumergirse en determinadas cosas cuando se ve que son innecesarias para uno. Vi que la vida de familia, con todos sus encantos y enredos, no era necesaria para mí, así que me mantuve fuera de ella. Ciertamente, Mum, ése no es un escape. Del mismo modo podía haber ganado un montón de dinero [había recibido una oferta para aparecer como el Buda en una película] pero no quise, y no por pereza o falta de oportunidad sino porque ciertamente deseaba hacer algo y no me interesa el dinero. Soy completamente feliz de ser un mendigo, que es lo que soy. Si Miss Dodge suspendiera su legado, tampoco me preocuparía, porque mis necesidades son muy pequeñas, ¡y siempre puedo sentirme cómodo en la India! ¡Y mendigar allá es una profesión honorable, a diferencia de lo que ocurre aquí! Estos bellos lugares no los he elegido con deliberación, y en realidad, honestamente, no me importa dónde estoy siempre que haya tranquilidad5.

Rajagopal estaba en Hollywood con Rosalind y el bebé, recuperándose de una extracción de amígdalas. K, solo en Ojai, escribió que estaba pasando sus días en soledad, «y eso es extraordinario, extraordinario es la única palabra para ello. ¡He experimentado una revolución en mí mismo! No puedo expresarle, mum, qué cosa gloriosa es haber realizado lo supremo y lo más sublime. Cómo quisiera ayudarle para ello».

El 26 de marzo, después del regreso de Rajagopal, escribía nuevamente:

Estoy tratando de aclarar las cosas, tratando de edificar un puente a fin de que otros puedan cruzarlo, no para alejarse de la vida sino para tener una vida más rica. Yo siento eso, especialmente este último mes en que he comprendido algo que otorga mayor plenitud a la existencia. Todo esto está muy mal expresado, y uno espera hacerlo más y más claro expresándolo constantemente y hablando de ello... Yo trato de incitar a tantos como pueda a vivir rectamente, ¡¡y por Dios que son bien pocos!! Todo esto es muy extraño. No puedo perder mi entusiasmo, al contrario, es intenso, y quiero ir y gritar e incitar a la gente para que cambie y viva felizmente. Cuanto más pienso en lo que he «comprendido», más claramente puedo exponerlo y puedo ayudar a construir un puente, pero eso toma tiempo y exige un cambio constante de las frases hasta darles el verdadero significado. Usted no tiene idea de lo difícil que es expresar lo inexpresable y lo que se expresa no es la verdad6 .

K nunca ha perdido su entusiasmo, nunca cesó de intentar «la construcción de un puente» ni de encontrar palabras nuevas con que poder expresar lo inexpresable.

4 Los años del despertar.
5 Ibid
6 Ibid

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Jiddu Krishnamurti y las Curaciones.

A K le han preguntado frecuentemente acerca de las curas físicas. Es indudable que él posee el poder de curar, pero siempre le ha restado importancia. Respondiendo a una pregunta que le formularan en esta misma reunión ­«¿Cuál es su actitud hacia la cura espiritual?»­ contestó:

Una vez yo tenía un amigo a quien curé. Unos meses después fue a la cárcel por un crimen. ¿Qué preferirían ustedes: un Instructor que pueda mostrarles el modo de mantenerse permanentemente íntegros, o uno que pueda curarles momentáneamente sus heridas?.. Los milagros son un fascinante juego de niños. Los milagros ocurren todos los días. Los médicos están realizando milagros. Muchos amigos míos son curadores espirituales. Pero aunque ello puedan curar el cuerpo, a menos que también puedan integrar la mente y el corazón, la enfermedad volverá. Me interesa curar la mente y el corazón, no el cuerpo. Sostengo que ningún gran Instructor realizaría un milagro, porque ello significaría una traición a la Verdad3.

3 Star Bulletin, junio 1931.


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Jiddu Krishnamurti y el Parthenon.

Después del Campamento de Ommen en 1930, K viajó con Rajagopal a Francia y luego a Suiza, donde cayó muy enfermo de bronquitis; más adelante se trasladó a Taormina en Sicilia con el fin de recuperarse. Fue una época apacible, feliz. «Aquellos cálidos y tranquilos días soleados, han hecho accesibles muchas ideas y siento un gran entusiasmo en mi corazón. He escrito y llenado mi libro de notas mientras estaba allí». Así le escribió a Lady Emily el 11 de diciembre desde el Hotel Grande Bretagne en Atenas, donde había llegado con Rajagopal el día anterior y donde se había dispuesto para él una serie de pláticas. Era su primera visita a Grecia. La reunión que se celebró el día de su llegada estuvo abarrotada de público: «Creo que 1000 personas no pudieron entrar y en el vestíbulo había más de 2000. ¡Alguien dijo que si me quedaba por dos semanas me convertiría en el Alcalde de Atenas! ¡Pienso que es mejor que me vaya! Ellos son muy entusiastas y no puedo salir sin que literalmente una multitud venga detrás de mí». En esta misma carta, proseguía diciendo:

Jamás he visto nada más, bello, más simple e impresionante que el Parthenon. Toda la Acrópolis es maravillosa, quita el aliento, y todo lo demás que existe como expresión del hombre es vulgar, mediocre y confuso. Esto es magnífico. Para verlo recorrería miles de kilómetros. ¡Qué gente prodigiosa eran estos pocos griegos! Usted debe ver esto; toda otra cosa que no se encuentra en el camino de lo eterno, es insignificante, ridícula y estúpida.

K no se había mostrado tan entusiasta acerca de una obra de arte desde que, en 1924, en el Museo de Boston, había visto una cabeza del Buda tallada en piedra. (K escribió un artículo en relación con esta cabeza del Buda, en El Heraldo de la Estrella, en 1924). El único objeto de hechura humana que antes le había conmovido de esa manera, fue la Victoria alada en el Louvre.


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Jiddu Krishnamurti y Pupul Jayakar.

4 de Agosto... DIA VEINTISEIS

Estoy usando la nueva camisa de seda que U.G me dio anoche. Ha sido su favorita por algún tiempo. "Te estoy dando esta camisa porque quiero deshacerme de todo lo viejo que tengo," dice, arrojándome la prenda color crema en las manos. Hoy, por alguna razón inexplicable, el día parece tener la sensación de un nuevo comienzo.

Le pido a U.G. que haga algún comentario sobre los dos artículos que leí ayer en el Herald Tribune. "El mundo científico de hoy en día es impreciso, tonto y perdido como el mundo religioso del pasado. Somos unos tontos al poner nuestra fe y confianza en los científicos. Nos imaginamos que esos tipos tienen una visión especial sobre el significado y misterio de la vida. ¿Qué sentido tiene bombardearnos y tratar de impresionarnos con toda esa nueva jerga científica? El organismo humano sobrevivió por miles de años sin la ayuda de todas esas así llamadas nuevas y revolucionarias teorías y autoproclamados avances. Todas esas teorías que los científicos llaman "nuevas" no son nuevas en absoluto. Esta dimensión nueva que ahora están afirmando que están comenzando a leer en la naturaleza ha existido siempre. ¿Así que qué es lo que han logrado en realidad? Podrán recibir una palmadita en la espalda de parte de la Academia Nobel. Sus ideas maravillosas y revolucionarias serán usadas por los tecnócratas para enriquecer la tecnología y a ellos mismos. Un porcentaje muy pequeño de la población mundial disfrutará los beneficios de esta tecnología, pero déjame asegurarte que al final este conocimiento tecnológico se usará para dominar al prójimo.

"Hasta los farmaceutas, de hecho toda la industria médica, depende de tu paranoia. Y los medios, para su propia supervivencia, los ayudan a propagar esta paranoia. Tan solo porque le das un nombre elegante a una enfermedad no significa que hayas encontrado una cura para ella. Solo agregas más y más a la fuente del conocimiento. Hoy en día tenemos más palabras en nuestro arsenal que Shakespeare en su época. Pero eso no significa que las cosas vayan mejor, ¿verdad? Digan lo que quieran, nunca vamos a saber lo que la vida es en realidad."

Allí abajo en el pueblo de Gstaad están inflando un globo azul gigantesco. Una vez más, los vendedores de alegría se preparan para volar lejos por el cielo. Aquí arriba en la cocina, U.G. está volcando crema en su café. Le pregunto por qué la Fundación Krishnamurti ha editado un libro que, en cierta forma, trata de justificar sus amoríos con Rosalind Rajagopal. "Ellos quieren separar la enseñanza del maestro. De otra forma, la fundación colapsaría. Obviamente el libro de Radha Sloss los ha afectado. O si no, ¿qué necesidad tendrían de sacar un libro así ahora?"

Recuerdo el día cuando después de que mi artículo sobre el libro de Radha apareciera en el Sunday Times of India, en Bombay, Pupul Jayakar, me amenazó con iniciar acciones legales en mi contra por difamar la reputación del 'Sabio que Camina Solo'. Ella y los krishnamurtianos se enfurecieron conmigo y U.G., particularmente con U.G., cuyas corrosivas citas había usado en mi texto. Cuando acepté su reto, y la invité a sacar los trapos al sol, Pupil se retractó. Como ya lo suponía entonces, Pupil no llevó adelante las amenazas por miedo a quedar ella misma expuesta. Este folleto publicado por la Fundación Krishnamurti confirma mi sospecha.


Probando la Muerte. Treinta días con U.G. en Gstaad, Suiza. Por Mahesh Bhatt
Gstaad Verano de 1995




 

Jiddu Krishnamurti y Las Últimas Treinta Vidas de Alcyone.

VIDA XVI

Esta vida vuelve a tener la India por escenario, y en muchos aspectos ofrece vivo contraste con la anterior. En el Perú estuvo Alcione rodeado de gran número de amigos y parientes teósofos, a quienes conocimos, mientras que en esta encarnación apenas encontramos una docena de personajes con quienes estemos familiarizados. Se explica esto en parte, porque la mayoría de nuestros personajes dramáticos tardan, por término medio, doce siglos en reencarnar, y, en consecuencia, no pueden intervenir en la presente vida de Alcione.

Nació nuestro héroe el año 11182 en una ciudad de Rajputana, llamada Ranthambhor. Era hijo de un jefe ario de carácter enérgico, aunque áspero, que poseía vastas tierras y gozaba de respetuosa consideración en el país. No había aún definida distinción de castas, pero la familia de Alcione era de las más conspicuas, y varios de sus miembros ejercían el sacerdocio en los templos, por lo que bien podemos llamarlos brahmanes. La madre de Alcione era excelente y muy dispuesta ama de casa, pero siempre la preocupaban asuntos de poca monta, y su naturaleza no rebosaba ni mucho menos espiritualidad.

El niño Alcione era vivaracho y activo, si bien parecía de carácter muy reservado. Amaba más tiernamente a su tío Perseo que a sus padres, porque con éstos no había estado en relación hasta ahora, mientras que Perseo había sido su hermano mayor en el Perú. El tío vivía en la misma casa, y su influencia tuvo mucha eficacia en la formación de la mente del niño. Perseo era propenso a especular e inquirir toda clase de ocultas influencias, y aunque no recordaba sus pretéritas relaciones peruanas con Alcione, se sintió vigorosamente ligado a él desde un principio con lazos de simpatía, más firmes aún cuando advirtió la extraordinaria receptibilidad del niño, mucho mayor que la suya respecto de las ocultas influencias cuya evocación había aprendido.

Con inesperado éxito ensayó Perseo en su sobrino algunos experimentos mesméricos, viendo que, al ponerle en trance, podía servir de medio de comunicación a varias entidades, y de instrumento de investigaciones clarividentes; pero jamás consintió en que otro sino él le hipnotizara, y además enseñóle las prácticas hipnóticas y a invocar los espíritus de la naturaleza con curiosos experimentos, como la escritura automática, por cuyo medio recibía frecuentes comunicaciones de seres ya fallecidos y aun de los todavía vivientes, que más tarde añadieron la comunicación oral a la escrita.

Tío y sobrino vivían en íntimas relaciones psíquicas, sin contacto frecuente con la demás familia, pues aunque los padres de Alcione estaban enterados de todos aquellos experimentos fenoménicos, no hacían caso alguno de ellos y aun se inclinaban a tenerlos por locura, sin perjuicio de aprovecharse gozosamente de los útiles avisos que una o dos veces, dio la clarividencia de Alcione.

Producíanse otros varios fenómenos, muy parecidos algunos a los del moderno espiritismo, pero generalmente se miraban con sospechosa vacilación como efecto de nigromancia, aunque no faltaban quienes respetuosamente los consideraban debidos a la inspiración. El joven Alcione quedaba a veces en trance, durante el cual ocurrían fenómenos de materialización.

Todos estos experimentos estaban dirigidos por un espíritu protector llamado Narayán, a quien Perseo y Alcione respetaban profundamente como manifestación divina. Esta entidad prometió cuidar de Alcione en toda contingencia y desenvolver sus facultades, como así cumplió según fue creciendo el muchacho. Entre otras cosas, enseñóle la psicometría, y, en consecuencia, se tomaron tío y sobrino el trabajo de procurarse pedazos de piedra y otros objetos menudos que, procedentes de diversos países, tuvieran indicios de haber estado en contacto con las civilizaciones antiguas. Alcione demostró muy luego excelentes aptitudes para esta clase de labor psíquica, de modo que en repetidas experiencias adquirió con su tío abundantes noticias respecto de los primeros periodos de la historia del mundo, de los animales prehistóricos y de los primitivos pobladores de la tierra. Por medio de algunos objetos traídos del Asia Central investigaron varios puntos referentes a los orígenes de la civilización aria; y con ayuda de otros objetos procedentes de tierras atlantes, tuvo Alcione visiones de la populosa ciudad de las Puertas de Oro y una serie de cuadros representativos de la historia de la cuarta raza. De este modo fueron compilando textos históricos de la India, el Asia Central y la Atlántida. El guía, que a sí mismo se llamaba Narayán, les daba explicaciones comentadas de cuanto ellos veían. Así reunieron gradualmente una copiosa labor literaria que constituyó para Perseo la preferente labor de su vida.

Muchos de los que iban a pedir ayuda o consejo, estaban aquejados de diversas enfermedades, y, por consejo de Narayán, les recetaban Perseo y Alcione infusiones de ciertas hierbas medicinales que producían salutíferos efectos, sobre todo si el enfermo se sujetaba a las higiénicas reglas de limpieza y aireación pura en que, anticipándose a las modernas terapéuticas, insistía vehementemente Alcione. Sus conocimientos anatómicos y quirúrgicos eran muy limitados, pero penetraba, clarividentemente la constitución de los órganos internos y podía, por lo tanto, diagnosticar acerca de su estado y establecer el debido tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, no siempre estaba Alcione seguro de lo que hacía, pues algunas veces no se presentaba Narayán cuando era preciso, y otras no quería resolver el caso particular de que se trataba.

Al llegar Alcione a la edad conveniente, quedó en definitiva adscrito al servicio del templo para la celebración de las ceremonias. Cierto día en que estaban presentes gran número de peregrinos, sugirióle Narayán la idea de dirigir la palabra a la multitud, pero sin obsesionarle por completo, pues durante el discurso tuvo Alcione vaga conciencia de lo que decía y pudo sentarse y levantarse por su propio impulso, aunque las frases salían de su boca como sonidos de un instrumento hábilmente tañido. La primera alocución, que dirigió a los peregrinos fue muy del agrado del sacerdote mayor del templo (Adrona), quien con ello podo percatarse de las relevantes condiciones mediumnímicas de Alcione, que sin duda serían de gran utilidad para acrecentar la reputación del templo. Así es que estimuló a Alcione con objeto de que se abandonara a la influencia de Narayán, aunque cabe dudar de si efectivamente creía en la elevada intervención de este espiritual guía.

Desde entonces creció considerablemente la importancia de Alcione en el templo, y con mucha frecuencia pronunciaba inspiradas pláticas y conmovedores sermones, sin que pudiera describrirse cuándo y cuándo no los dictaba el espíritu protector. Además de las oraciones sagradas en público, daba Alcione particulares instrucciones al gran número de gentes que de todas partes acudían en demanda de consejo y socorro. Algunas respuestas eran del enigmático y doble sentido peculiar de los oráculos, pero en cambio otras eran categóricas, precisas y en un todo adecuadas a las preguntas, y útiles, por lo tanto, para que los demandantes recobraran las cosas perdidas o tuvieran noticias ciertas de sus parientes fallecidos.

Aunque gran parte de esta labor se realizaba pública o medio públicamente en el templo, no por ello perdían Perseo y Alcione oportunidad alguna de celebrar sesiones privadas en que se producían gran número de notables fenómenos. En varias ocasiones se encontraron con menudos objetos procedentes según, toda apariencia, de puntos muy distantes. También se les aparecieron espíritus luminosos y observaron fenómenos de levitación y transporte. Las materializaciones no eran muy frecuentes, pero sí lo bastante para que con ellas conocieran la apariencia de varios espíritus familiares. A pesar de lo nociva que casi siempre es la mediumnidad, no sufrió quebranto la salud de Alcione. Sus experimentos, sermones y psicometrías continuaron con alternativo éxito por buen número de años, durante los cuales afianzó su posición en el templo.

La fama de los hechos de Alcione se extendió por los países colindantes, y de todas partes llegaban peregrinos cuyos donativos acrecentaron las rentas del templo. El soberano del país mandó llamar en cierta ocasión a Alcione, por ver si podía curarle una dolorosa enfermedad sobrevenida a causa de un accidente cinegético. Afortunadamente, estuvo entonces propicio Narayán, y aunque las instrucciones que dio para el caso repugnaban al rey, obedeciólas éste a regañadientes y se curó muy luego, con lo que la familia de Alcione estuvo en mayor predicamento. En muchos casos sirvió Alcione de instrumento de comunicación a los espíritus de los muertos, pero Narayán ejercía una especie de censura sobre ellos y a veces no permitía que se comunicaran. Sin embargo, en algunos casos daban lo que hoy llamamos pruebas, y en una ocasión, gracias a los informes de Narayán, se encontró valioso tesoro perdido.

Las sesiones íntimas y los experimentos de psicometría prosiguieron en unión de Perseo, aunque ya no se les depararon tantas coyunturas. En una de estas sesiones íntimas presentóse de pronto otra entidad que dio distinta y nueva dirección a las investigaciones. Ya dijimos que de cuando en cuando encontraban tío y sobrino menudos objetos procedentes de puntos lejanos. En cierta sesión les vino a las manos un sello hermosamente esculpido que, según les dijo Narayán, había de psicometrizar Alcione, como así lo hizo éste, resultando el sello uno de los que en la anterior encarnación había usado oficialmente Mercurio en el Perú. A consecuencia de ello, se le representaron vívidamente a Alcione dos o tres escenas de la vida anterior, que después pudo abarcar en conjunto, y revivirla en sus más, culminantes sucesos día tras día, durante muchas horas.

En todas aquellas escenas de su pasada vida descollaba la figura de Mercurio, y el firmísimo afecto y profunda veneración que a éste profesaba Alcione, dio al recuerdo de la vida anterior más intensa, realidad que la vida presente.

Hasta entonces había consultado siempre Alcione al espíritu protector, a cuyas instrucciones conformaba su conducta en todo cuanto era preciso resolver; pero en el caso de la psicometrización del sello, vióse henchido da tan gran sabiduría y de tan pura y elevada actitud respecto de todos los seres, que quiso consultar con quien fuera su tío en la vida precedente y no con el protector en la actual. Mas a pesar de ser intensas y vívidas las representaciones de la existencia peruana, no pasaban de recuerdo, y los personajes que en ella habían intervenido sólo podían reproducir la parte de acción que en ella les cupiera ocho siglos antes.

Un problema espinoso se suscitó respecto al modo de emplear la influencia religiosa del templo en lo concerniente a la sucesión a la corona del país. El sacerdote mayor era declarado partidario de un príncipe a quien no le correspondía la corona, pero de cuyo eventual apoyo estaba seguro para realizar ciertos proyectos que en mente traía. Alcione, por su parte, opinaba que favorecer la injusticia con la influencia sacerdotal no sólo sería delictuoso en sí mismo, sino evidente incumplimiento del deber, por lo que le ponía en grave turbación este asunto.

Aconsejóle Narayán que cediese al deseo del sacerdote mayor, pues de este modo se acrecentaría el poderío del templo; pero a Alcione no le satisfizo semejante consejo, y demandó vehementemente el de Mercurio, cuya sabiduría de tan firme apoyo le sirviera en el recuerdo de las escenas peruanas. Conviene advertir que, al examinar Alcione psicométricamente estas escenas, no las veía como simples cuadros, sino que, por decirlo así, era capaz de revivirlas nuevamente en su prístina intensidad, sin perder por ello la conciencia de su vida presente.

Durante aquel período de vacilación, reconcentróse Alcione psicométricamente, por medio del sello peruano, en el actualizado espectáculo de su vida pasada, e invocó anhelosamente a Mercurio, en súplica de consejo, para resolver el grave embarazo en que se veía, o más bien para que corroborase sus propias convicciones respecto a la solución que más justa consideraba. De pronto echó de ver, en respuesta a su demanda, algo que hasta entonces no había visto, pues notó que se le explayaba la mente, hasta el punto de no sólo reproducir con toda vividez las escenas peruanas, sino de contemplar físicamente la materializada persona de Mercurio en figura de caudillo indio, quien respondió a la invocación diciendo que, en efecto, había sido su tío en el antiguo Perú, pero que ahora tenía existencia carnal en lejana parte de la India. Díjole después que su opinión era acertada, pues la influencia religiosa sólo debía emplearse en favor del legítimo heredero del trono, por lo que encomendó a Perseo que representase enérgicamente estas razones al sacerdote mayor. Luego reprendió Mercurio paternalmente a Alcione por haberse sometido con tanto riesgo a la voluntad de Narayán, y le dijo que en adelante ejercitara tan sólo sus facultades con plena conciencia y sin prestar su cuerpo a otra entidad, fuese quien fuese, pues le estaba reservada una difícil labor en muy lejano porvenir, para cuyo cumplimiento debía ser en extremo sensitivo y, a la par, sumamente positivo. Añadió que por ello le había sido necesario aquel ejercicio psíquico del cual ya tenía bastante.

Después de recibir Alcione gozosa y ansiosamente este consejo, preguntó a su nuevo protector cómo podría realizar aquella mudanza, pues al cabo de tantos años de completa sumisión a Narayán, no se hallaba con fuerzas suficientes para resistir victoriosamente. Replicó Mercurio diciéndole que le auxiliaría con todo su conocimiento en esta materias, y que si bien le era imposible convivir con él en cuerpo físico, le daría astralmente las necesarias instrucciones, a fin de sacudir la influencia de Narayán y apartar toda ocasión propicia a esta nociva especie de mediumnidad, para lo cual le pondría en trance cuya duración fortaleciera y vigorizara sus varios vehículos, de modo que nadie sino él mismo pudiera utilizarlos. A este propósito dio Mercurio a Perseo minuciosas instrucciones respecto a cómo había de tratar el cuerpo de Alcione durante aquel prolongado trance, y encargóle que cuidara celosamente de él. Dicho esto, fijó su penetrante mirada en Alcione y dióle unos cuantos pases magnéticos, a cuya influencia cayó inmediatamente en trance, con sonrisa de inefable felicidad en los labios.

Siete años estuvo Alcione en tal estado, según Mercurio había predicho, y durante todo este tiempo siguió Perseo escrupulosamente las instrucciones recibidas. Los sacerdotes del templo tuvieron por prodigio aquel éxtasis, cuya fama atrajo cuantiosos donativos al templo, pues la noticia del caso se extendió por todas partes, y multitud de peregrinos acudieron a ver al extático sacerdote.

Durante el trance permaneció la conciencia de Alcione casi por completo en el plaño mental, en íntimo contacto con la de Mercurio, aunque aparentemente bajo el influjo de una todavía más elevada conciencia, que a uno y otro dirigía hacia un fin desconocido hasta el presente. Todo el tiempo del éxtasis se mantuvo el cuerpo físico de Alcione en perfecta salud, y sus partículas se renovaban como de ordinario, mientras los cuerpos astral y mental se modelaban consistentemente por efecto de aquellas elevadas influencias. Cuando al término del período, previamente señalado por Mercurio, despertó Alcione sin esfuerzo alguno, no tradujo a su cerebro físico la conciencia de cuanto le había pasado, excepto la aparición y palabras de Mercurio, como si este acontecimiento hubiese ocurrido la víspera del despertar. Al decirle Perseo que había estado en éxtasis durante siete años, mostróse de pronto incrédulo, pero por fin convenciéronle las numerosas pruebas justificativas del sorprendente fenómeno sobrevenido.

Desde entonces perdió sus anteriores aptitudes mediumnímicas, aunque conservando su receptividad y facultades psicométricas. Ya no estuvo sujeto a la influencia de Narayán, de quien ya nada más supo, ni tampoco sirvió de oráculo a ninguna otra entidad en el resto de su vida. Las gentes siguieron acudiendo a él en busca de alivio para sus dolencias, que ya no curo como instrumento de otros, sino por su propia intuición y poder saludador.

Así cobró más ruidosa fama que antes, y cuando a instancia del sacerdote mayor, hubo de reanudar los sermones, notó que había de prepararlos y pensarlos por sí mismo, aunque con más acabada potencia mental y de expresión. Nuevamente psicometrizó el sello peruano, y vióse capaz de representarse toda su vida pasada tan lúcidamente como antes. Sin embargo, ya no volvió a ver transmutada la querida forma de su tío del Perú en la actual de caudillo indio, ni pudo relacionarse en el plaño físico con el ser a quien tanto debía.

El mensaje que de orden de Mercurio había llevado Perseo siete años antes al sacerdote mayor, puso toda la influencia del templo en favor de Orfeo, legitimo heredero del trono que a la sazón ya ocupaba. Mantuvieron, por lo tanto, excelentes relaciones el templo y el palacio, y reconocido el nuevo rey a los valiosos servicios de Alcione, demostróle de diversos modos su agradecimiento, hasta el punto de que al fallecer el sacerdote mayor, a edad muy avanzada, sucedióle Alcione, que desempeñó tan elevado cargo el resto de sus días.

A los veintidós años de edad sé había casado Alcione con una excelente señorita, llamada Cisne, que siempre le tuvo entrañable amor, aunque nada llamaba la atención en el carácter de ella. De este matrimonio nacieron nueve hijos, que también profesaron la psicometría, y en uno de ellos, Osiris, aventajó en esta ciencia a su propio padre. Todos le sobrevivieron y a todos los dejó colocados en posiciones sociales correspondientes a la influencia de que gozaba.

Murió Alcione el año 11111, a los setenta y un años de edad, profundamente venerado por multitud de gentes.

PERSONAJES DRAMÁTICOS

Mercurio Instructor astral.
Osiris Padre, Alcione.
Adrona Primer Sacerdote del templo. Esposa, Heracles. (Murió joven)
Orfeo Rey de la comarca.
Alcione Padre, Olímpia. Madre, Tolosa. Tío, Perseo. Esposa, Cisne. Hijos: Osiris, Régulo, Polar. Hijas: Mizar, Proteo.
Mizar Marido, Telémaco.
Ifigenia Sacerdote del templo. Esposa, Glauco.



LAS ÚLTIMAS TREINTA VIDAS DE ALCIONE
Por C. W. Leadbeater y otros colaboradores.
Traducción directa del Inglés por Federico Climent Terrer.
Biblioteca Orientalista,
Barcelona 1925.

 

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