martes, 16 de febrero de 2010

Jiddu Krishnamurti y Rohit Mehta.

Krishnamurti es uno de los más notables pensadores de nuestro tiempo. Su contribución al pensamiento mundial es singular, pues expone el abordar la vida de forma completamente nueva. En una civilización dominada por la mente, todos los abordajes son mentales. Más Krishnamurti demostró, con incansable lógica, como la mente se mueve en círculo, y por lo tanto no consigue salir de su campo de continuidad. Por eso no es posible que la mente nos lleve a cualquier transformación radical; siendo que lo que la civilización necesita es una radical transformación en toda su estructura. Es obvio, por lo tanto que para llegar a esa transformación es esencial descubrir una manera de afrontarla que no sea mental.

¿Significa eso una regresión a lo emocional? Un gran número de cultos religiosos y semi religiosos que surgieron en los últimos tiempos, han trabajado en este sentido. Más una regresión emocional no resolvería nuestros problemas; al contrario introduciría más complicaciones en la ya tan complicada situación mundial, tanto a nivel individual como colectivo.

El abordaje de Krishnamurti no está en la línea de regresión emocional, sino en la percepción de aquello que está más allá de la mente, o del descubrimiento que está fuera del muro auto envolvente de continuidad que la mente erige de manera incesante. Esa manera de afrontar del tema, tiene fundamentalmente dos aspectos: el reconocimiento de las limitaciones de la mente y la percepción de aquello que está más allá de la mente.

En realidad este no es un doble proceso, ya que la propia percepción de limitaciones de la mente en relación a cualquier situación o círculo de continuidad está quebrada; por tanto, hay la percepción de aquello que está más allá de la mente. Es en esta percepción que puede ser descubierto un nuevo camino, un camino de nuevas relaciones con las cosas, personas e ideas.

Es en el plano de fondo de ese enfoque que el libro Educación y significado de la Vida, de Krishnamurti, puede ser en verdad valioso. En esa obra, problemas específicos de la educación son discutidos en la línea trazada por su enfoque general de la vida. En otras palabras, el libro traza una visión de educación donde lo inadecuado del enfoque mental es examinado de manera completa, en la que se vislumbra lo que la educación llega a ser cuando se libera de los factores condicionantes de la mente.

El contenido del libro puede ser resumido en tres tópicos: educación sin miedo, educación sin autoridad, educación sin disciplina. En cuanto a su valor intrínseco, esas afirmaciones sean inmediatamente aceptadas por todos los educadores progresistas. Es solamente cuando Krishnamurti refiere las profundas implicaciones de esas afirmaciones que comprendemos, quizás por vez primera, que precisamos revisar completamente todos nuestros conceptos y teorías sobre la educación.

En todas las instituciones y sistemas educativos está sucediendo un proceso de deshumanización. Krishnamurti llama la atención sobre esa tendencia fundamental, que si no es detenida, reducirá a los seres humanos a meros autómatas. Esa es, de hecho, una tendencia que en nuestra civilización, dominada por la mente, está sucediendo en todas las esferas de la actividad. En la educación, eso es particularmente desastroso.

Según Krishnamurti, estamos dejando las facultades y universidades "como si hubiésemos salido de un molde", transformados en un tipo de gente que busca la conformidad, que persigue el éxito, que está interesada en la seguridad. Krishnamurti afirma que "el conformismo lleva a la mediocridad". Donde existe mediocridad no puede haber creatividad; por tanto para que nuestra educación sea creativa, tenemos que soltarnos de todos los factores que nos llevan a la conformidad y a la seguridad. En la educación creativa, la inteligencia toma el lugar de la mediocridad. Conformidad y seguridad dan origen a la "estupidez de la mente y del corazón".

Un esbozo integrado de la vida solo es posible cuando hay una inteligencia despierta por medio de la cual el ser humano sea capaz de comprenderse a sí mismo como un proceso total. Ha de notarse, asimismo, que cuando hay conformidad de cualquier padrón de pensamiento o de acción, hay una completa ausencia de esa comprensión total. Nuestra educación está sobrecargada de técnicas para el desarrollo de capacidades específicas, en vez de estar ocupada con esa total comprensión. Según Krishnamurti, "el entrenamiento trae la eficiencia, pero no la plenitud". Esa plenitud es la integridad del ser humano, sin la cual la vida se torna "una serie de conflictos y sufrimientos".

El análisis de Krishnamurti sobre la educación actual merece ser considerado profundamente por los educadores de todo el mundo:
"Podremos graduarnos y tornarnos mecánicamente eficientes sin que seamos inteligentes. La inteligencia no es la mera información; no se deriva de los libros, no consiste en respuestas expertas y defensivas, ni en afirmaciones agresivas. Alguien que no haya estudiado puede ser más inteligente que un erudito: Hemos reducido los criterios de inteligencia, incluso hemos desarrollado mentes sagaces que soslayan las cuestiones humanas vitales. Inteligencia es la capacidad de percibir lo esencial, lo que es; educación es despertar esa capacidad en sí mismo y en otros."

La inteligencia de la que habla Krishnamurti es la habilidad con la cual un individuo enfrenta la vida tal y como se presenta, de instante en instante. Cierto que eso presupone una flexibilidad infinita en la mente, y la mente solo puede ser maleable cuando es completamente libre, no identificada con cualquier padrón de pensamiento. Tan solo una mente como esa “puede descubrir los verdaderos valores que advienen con una investigación no tendenciosa y con auto percepción”. Solo una mente flexible consigue encarar la vida de la manera como la ve. Una mente presa de un padrón de pensamiento y que busca conformidad está naturalmente inmersa en mecanismos de defensa, y por lo tanto, dominada por el miedo.

La actual educación ofrece a hombres y mujeres un entrenamiento para construir mecanismos de defensa en varios niveles, para que puedan alcanzar éxito en la vida. La sociedad rinde culto al hombre de éxito, o sea, al hombre que manipula eficientemente sus mecanismos de defensa. Sin embargo una persona que procura defenderse psicológicamente contra el impacto de la vida, está naturalmente dominada por el temor. El miedo, por tanto, es una oculta influencia en nuestra educación.

La técnica sin la comprensión lleva a la crueldad. Más allá de esto, un hombre técnicamente eficiente afronta la vida tan solo a través de sus propias zonas de seguridad psicológica. Cuando se encara la vida a partir de un punto psicológico fijo, naturalmente no se puede comprender la totalidad de la vida. De otro modo, cuando se comprende la totalidad de la vida, se puede adoptar cualquier instrumento necesario para afrontar los desafíos.

La moderna educación tiene innumerables elementos de superficialidad, a pesar de la cada vez mayor especialización introducida. La superficialidad, incluso, se debe fundamentalmente a la especialización. Una vida superficial, naturalmente es una vida de imitación, no de iniciativa. La educación nos hace ser imitadores, de modo que somos capaces de demostrar gran eficiencia mecánica en reproducir el estilo que tengamos memorizado. Tenemos miedo de actuar por nosotros mismos, porque no hay experimentación dentro de nosotros. Como estamos empobrecidos internamente, nos agarramos cada vez más a instrumentos externos, a estilos y a modos de expresión.

¡He aquí! Donde el problema educacional precisa ser atacado, no en el nivel de la técnica. Más de manera bastante curiosa, solo nos preocupamos de colocar delante de los estudiantes un padrón particular de pensamiento o de acción, queremos que lo imiten. Ese tipo de educación, obviamente choca con la propia raíz de la iniciativa.

Un ejemplo de padrón puede ser un héroe o una ideología. Éstos se tornan una autoridad a ser obedecida por el niño, y crea un punto psicológico fijo a partir del cual, él debe encarar la vida. La vida pasa a ser examinada solamente a partir de un padrón. Una mente ligada a un padrón, por más bello que sea, no consigue ver la vida como un todo.

Krishnamurti afirma que:
"El idealista, como el especialista, no están preocupados con el todo, tan solo con una parte. No puede haber integración en tanto que se esté persiguiendo una parte. No puede haber integración en tanto se está persiguiendo un padrón ideal de acción; la mayoría de los profesores idealistas dejaran de lado el amor. Para educar a un niño se tiene que estar alerta, vigilante, consciente de sí mismo."

El papel del profesor

La educación correcta depende del profesor. Debe haber una total libertad para el niño, en relación a todos los factores condicionantes. Más el alumno que va a la escuela ya está condicionado por las influencias del hogar y de la sociedad. El profesor transmite su propia experiencia al alumno; a partir de ahí, hay una perpetuación del condicionamiento de ambos, profesor y alumno.

El papel de la educación es, por tanto, el no condicionamiento del alumno. Esa tarea solo puede ser realizada cuando el profesor comienza a entender su propio condicionamiento. A partir de ahí, él puede abstenerse de transmitir su propia experiencia al alumno. Naturalmente un profesor así se va a tornar verdaderamente sensible, y solamente por medio de esa sensibilidad es que el niño puede ser entendido.

Existe la idea de que la libertad de todo condicionamiento resulta en indisciplina, caos moral o degradación social. Más esa libertad es un estado en el cual no hay reacción. Tanto la disciplina como la indisciplina son reacciones a ciertas posiciones fijas asumidas por la mente. Esas posiciones resultan de un condicionamiento psicológico. Por tanto, la libertad que se manifiesta como indisciplina no es absolutamente libertad, pues no está libre de condicionamiento.

Es el no condicionamiento psicológico lo que produce una sensibilidad de mente y corazón. La sensibilidad no puede ser despertada por el conformismo a un padrón de pensamiento y acción. Una persona sensible jamás podrá ser indisciplinada, y mucho menos descortés. Según Krishnamurti, "es la inteligencia la que trae orden, no la disciplina."

La transformación del profesor es el punto crucial del problema educativo. El profesor inteligente y sensible es capaz de ayudar al alumno a deshacer los núcleos de seguridad psicológica que éste pueda tener establecidos a causa del miedo, habiéndose por ello vuelto dependiente de una autoridad.

Por tanto el educador se educa a sí mismo en cuanto enseña a sus alumnos. La educación es un proceso interactivo, por eso exige una atmósfera de perfecta igualdad. A no ser que el profesor olvide que es superior, no podrá haber verdadera libertad en una institución educativa. Solo así la educación inspirada por el amor substituirá el sistema dominado por el miedo o por la autoridad.

http://www.sociedadteosofica.es/Articulos/Mehta_EducacionCreativa.htm

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