martes, 30 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y C. Jinarajadasa.

 Año 1936.

El 13 de enero de 1937, K escribía a Lady Emily desde Vasanta Vihar en Adyar, para decirle que sus pláticas en Madrás habían tenido una buena asistencia de público. Jinarajadasa había venido a verle dos o tres veces desde la oficina principal de la S.T.; se mostraba amistoso, pero K no sabía hasta dónde ello era genuino.

No hemos entrado en la S.T [continuaba]. ¿No es algo peculiar? Convertir tan fácilmente el amor en odio o indiferencia. Ahora hay un definido antagonismo. Curiosamente, pero por razones obvias, todas las personas que uno conocía y acostumbraba tratar «íntimamente» se han dispersado como hojas en una tormenta. No hay otras nuevas, hasta ahora. Esta destrucción de lo viejo, de lo cristalizado, no es proceso de un día; requiere una constante y directa percepción sin opciones. Estoy embriagado y conmovido con todo ello. Destruir así es desarrollarse en todas las direcciones, pero sólo quienes están despiertos no cristalizarán nuevamente convirtiéndose en vasos. Esa es la constante dificultad, estar abierto, amar sin retener. Sí, siempre deseamos o diferenciamos el vaso, pero casi nunca soltamos el vaso y bebemos el agua.

«Percepción directa sin opciones» eran palabras que K iba a emplear en adelante una y otra vez, y que sigue empleando. Es dudoso que Lady Emily las entendiera realmente. La opción implicaba una dirección determinada, la acción de la voluntad. De lo que K hablaba era de percibir directamente, de instante en instante, todo lo que ocurría dentro de uno mismo, sin ningún esfuerzo para dirigirlo o cambiarlo un asunto de observación, de percepción pura, que daría por resultado una transformación sin esfuerzo alguno .

KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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