jueves, 1 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Rajagopal.

Doris Pratt había encontrado a Rajagopal en una condición muy desdichada cuando él vino a Londres en diciembre. En una carta a K fechada el 11 de enero de 1961, lo describió como «una mezcla de afecto, clara agudeza y gran violencia». Miss Pratt le dijo que en adelante ya no le remitiría más copias de las cartas que K le escribiera a ella, ni de las de ella a él, como lo había hecho siempre en el pasado, pero que «le informaría de cualquier hecho consumado en relación con las futuras reuniones». Ella agregaba en su carta a K: «Tuvimos varios violentos y desagradables cambios de palabras», pero se habían separado «con muchísimo afecto y espero que podamos mantenerlo así».

Yo misma vi una vez a Rajagopal en el Hotel Athenaeum Court en Picadilly, donde él paraba. Sin saber nada del cambio en su relación con K, experimenté desaliento y una profunda conmoción cuando él comenzó a denostar a K sin dar ninguna razón para su hostilidad. Le dije que con un sentimiento como el que manifestaba, debía renunciar a su trabajo con K, porque debía ser nocivo para ambos trabajar en esas condiciones. Al mismo tiempo sentí por él gran compasión, particularmente porque le tenía mucho cariño. Él estaba cerca de los sesenta, ¿Y qué otra cosa podía hacer? Yo creía que su angustia obedecía al hecho de que, siendo él mismo tan profundamente afectuoso, nunca se había sentido lo suficientemente amado. Deduje que su matrimonio no era feliz; en efecto, él y Rosalind pronto habrían de divorciarse.

Rajagopal también denostó a K ante mi madre durante esta visita, cosa que a ella la angustió tanto como a mí, porque también sentía mucho afecto por Rajagopal. Ninguna de nosotras dijo una palabra de esto a K, porque sentíamos que ello sólo podía causar daño; rogamos para que la actitud de Rajagopal fuera una etapa transitoria.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

 

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