jueves, 1 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y La Muerte.

 Rajagopal se reunió con K en Roma a fines de octubre y voló con él a la India, donde K permaneció hasta abril de 1955 hablando en todos los lugares habituales. Había estado bastante enfermo de bronquitis en Rajghat durante el mes de febrero, y después de ofrecer ocho pláticas en Bombay entre el 16 de febrero y el 13 de marzo, subió solo a Ranikhet, en la colina norte, porque no se sentía bien. Mientras tanto, Rajagopal le precedió en viaje hacia Europa. El 27 de abril K viajó por avión a Roma y luego se trasladó a Il Leccio donde permaneció descansando hasta mediados de mayo. Después se unió a Rajagopal en Holanda. Habían rentado una casa para él en Laren, no lejos de Amsterdam, por mediación de Stichting (Comité holandés) de la KWINC. Allí le atendió una vieja amiga holandesa, Miss Anneke Korndorffer, terapeuta profesional en trastornos del habla y principal representante de Stichting. K ofreció cinco pláticas en Amsterdam a partir del 17 de mayo en el Hotel Bellevue.

En junio K estaba nuevamente en Londres, esta vez con Rajagopal, para seis pláticas en la Friends Meeting House y varias reuniones de discusión. Una frase que empleó durante su tercera plática el 19 de junio, impresionó particularmente a Marcelle de Manziarly, que había venido a Londres para escucharle: «Uno puede entrar vivo en la muerte». Esta declaración, aunque no exactamente en las mismas palabras, había surgido en respuesta a la pregunta: «Le tengo miedo a la muerte. ¿Puede usted darme alguna seguridad?» La respuesta de K fue en parte la siguiente:

...El hecho es que la muerte existe; el organismo llega a su fin. Y el hecho es que puede haber o no haber continuidad. Pero yo quiero saber ahora, mientras estoy vivo, con salud, con vitalidad, qué es vivir plenamente; y también quiero descubrir ahora qué significa morir no esperar a que un accidente o la enfermedad me lleven a la tumba . Quiero saber qué significa morir entrar vivo en la mansión de la muerte . No teóricamente sino de hecho. Quiero experimentar la cosa extraordinaria que eso debe ser penetrar en lo desconocido, eliminar todo lo conocido .

No encontrarse con lo conocido, no encontrar a un amigo del otro lado eso es lo que nos asusta . Lo que temo es abandonar todas las cosas que he conocido, la familia, la virtud que he cultivado, la propiedad, la posición, el poder, el dolor, la alegría, todo eso que he acumulado y que es todo lo conocido en el fondo tengo miedo de desprenderme de todo eso , totalmente, desde las profundidades mismas de mi ser, y enfrentarme a lo desconocido que es, después de todo, la muerte... De modo que la pregunta es: ¿Puedo descartar todo lo conocido? No puedo descartar lo conocido mediante la voluntad, porque ello implica un hacedor de voluntad, una entidad que dice: «Esto está bien y esto está mal», «Deseo esto y no deseo esto otro». Una mente semejante está actuando desde lo conocido, ¿no es así? Dice: «Quiero penetrar en esa cosa extraordinaria que es la muerte, lo desconocido; por lo tanto, tengo que renunciar a lo conocido». Una persona así explora los diversos rincones de la mente con el fin de descartar lo conocido. Esta acción permite que persista la entidad que deliberadamente apartó lo conocido. Pero como esta entidad misma es el resultado de lo conocido, jamás puede experimentar ese estado extraordinario ni puede penetrar en él... ¿Puedo yo, que soy el resultado de lo conocido, penetrar en lo desconocido que es la muerte? Si deseo hacerlo, ello tiene que hacerse, por cierto, mientras uno está viviendo, no en el último instante... Penetrar en la mansión de la muerte mientras uno vive, no es precisamente una idea mórbida; es la única solución. Mientras vivimos una existencia rica, plena cualquier cosa que ello signifique o mientras vivimos una existencia desdichada, empobrecida, ¿no podemos conocer aquello que no es mensurable, aquello que el experimentador sólo vislumbra en muy raros momentos?... ¿Puede la mente morir de instante en instante a todo lo que experimenta, y no acumular jamás?


K habría de expresar la misma idea muy sencillamente en uno de sus libros: «¡Qué necesario es morir cada día, cada minuto a todo, a los muchos ayeres y al instante que acaba de pasar! Sin muerte no hay renovación, sin muerte no hay creación. La carga del pasado da origen a su propia continuidad, y las preocupaciones de ayer dan nueva vida a la preocupación de hoy»23.

23 Comentarios sobre el vivir (segunda serie 1957).

KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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