sábado, 3 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

 Año 1969.

Yo entendía que ya era tiempo de que K dijera algo respecto al tema del sexo, que podría estar perturbando a mucha gente que creía que el sexo era incompatible con una vida religiosa. Yo sabía que no era éste el sentir de K (aunque así lo hubiera sentido en su juventud), de modo que le pregunté si escribiría algo al respecto en la tercera edición del Boletín. Él accedió, pero dijo que preferiría exponerlo en forma de preguntas y respuestas. A continuación se transcribe la mayor parte de lo que K escribió:

EL AMOR, EL SEXO Y LA VIDA RELIGIOSA

Pregunta: Hace muchos años, cuando por primera vez me interesé en la llamada vida religiosa, tomé la firme resolución de eliminar el sexo por completo... Ahora veo que es estúpida esa clase de ajuste puritano, el cual implica represión y violencia; sin embargo, no quiero volver a mi antigua vida. ¿Cómo he de actuar ahora en relación con el sexo?

Krishnamurti: ¿Por qué no sabe usted qué hacer cuando hay deseo? Yo le diré por qué. Porque ésta rígida decisión suya aún está operando. Todas las religiones nos han dicho que neguemos el sexo, que lo reprimamos, porque dicen que es un desperdicio de energías y que uno debe tener energía para encontrar a Dios. Pero este tipo de austeridad, de dura represión y ajuste, ejercen una violencia brutal sobre nuestros más delicados instintos. Esta clase de austeridad es un desgaste de energía mayor que el de la entrega al sexo.

¿Por qué ha hecho del sexo un problema? No importa realmente en absoluto si usted se acuesta con alguien o si no lo hace. Siga con ello o déjelo, pero no lo convierta en un problema. El problema surge de esta constante preocupación. Lo que realmente interesa no es si nos acostamos o no nos acostamos con alguien, sino por qué tenemos todos estos fragmentos en nuestras vidas. En un agitado rincón está el sexo con todas sus preocupaciones; en otro rincón hay alguna otra clase de agitación; en otro, una lucha por esto o aquello, y en cada rincón está el continuo parloteo de la mente. ¡Hay tantos modos en que la energía se desperdicia!


Si un rincón de mi vida está en desorden, entonces toda mi vida está en desorden. Por lo tanto, yo no debería preguntar cómo puedo poner en orden un rincón, sino por qué he dividido mi vida en tantos fragmentos diferentes... Yo debería preguntarme si voy a seguir permaneciendo toda mi vida en algún sórdido e insignificante rincón de placer. Penetre usted en la esclavitud de cada placer, de cada fragmento, y dígase a sí mismo: «Dios mío, yo dependo, soy un esclavo de todos estos pequeños rincones, ¿es eso todo lo que hay en mi vida? Quédese con ello y vea lo que ocurre».

Pregunta: Me he enamorado, pero sé que no hay futuro en esta relación. Es una situación que ya he experimentado antes en diversas ocasiones, y no quiero involucrarme nuevamente en todo este caos y esa desdicha. No obstante, sin esa persona me siento desesperadamente desgraciado. ¿Cómo puedo escapar de este estado?

Krishnamurti: El aislamiento, la desolación, la desdicha que usted siente sin esta persona que ama, existían ya antes de que se enamorara. Lo que usted llama amor es mero estímulo, un disfraz temporal de su vacío. Usted escapaba de su soledad por medio de una persona, utilizaba a esta persona para encubrir la soledad. Su problema no es esta relación sino más bien su propia vacuidad. El escape es muy peligroso porque, al igual que una droga, oculta el verdadero problema. Debido a que carece de amor dentro de sí mismo, busca usted continuamente el amor para llenarse de él desde afuera. Esta falta de amor es su soledad, y cuando usted vea la verdad de esto, nunca tratará de llenar esa soledad con cosas y personas del exterior. Existe una diferencia entre ver la inutilidad de este escape y el decidir no involucrarse más en esta clase de relación. La decisión no tiene ningún valor, porque refuerza la cosa misma contra la cual usted se decide... Aun el llamarla «soledad» es una acción del observador para verse libre de ella. Una acción semejante nada cambia, fortalece meramente la soledad; el cambio está en la completa inacción con respecto a esta soledad; ello implica ir más allá del sentimiento y el pensamiento, dejarlos a un lado. Cualquier cosa que esté ocurriendo dentro de usted ­ira, depresión, celos o cualquier otro tipo de conflicto­, no importa cuál, despréndase de él inmediatamente.

Pregunta: ¿Es posible para un hombre y una mujer vivir juntos, tener sexo e hijos, sin todo el trastorno, la amargura y el conflicto inherentes a una relación semejante?

Krishnamurti: ¿No puede usted enamorarse sin tener una relación posesiva? Amo a una mujer y ella me ama y nos casamos eso es perfectamente correcto y sencillo, no hay conflicto en absoluto . (Cuando digo «nos casamos», lo mismo podría decir «decidimos vivir juntos»). ¿No puede uno tener eso sin lo otro, sin que ello tenga necesariamente que traer cola? ¿No pueden dos personas enamorarse y ser ambas tan inteligentes y sensibles que haya libertad y ausencia de un centro que produzca el conflicto? El conflicto no está en el sentimiento de estar enamorado. En el sentimiento del amor no hay conflicto en absoluto. La pérdida de energía está en todo lo que ello arrastra: los celos, el afán posesivo, las sospechas, las dudas, el miedo de perder ese amor, la constante demanda de confianza y seguridad. Ciertamente, tiene que ser posible vivir una relación sexual con alguien que usted ama, sin la pesadilla que habitualmente sigue. Por supuesto que es posible.

Anteriormente K se había expresado de manera más poética en relación con el sexo: «Los llamados santos han sostenido que uno no puede acercarse a Dios si se entrega al sexo; por lo tanto, ellos rechazan el sexo aunque el sexo los esté devorando. Pero al negar la sexualidad, se sacan los ojos y se cortan la lengua porque niegan toda la belleza de la tierra. Han matado de hambre la mente y el corazón; son seres humanos deshidratados; han proscrito la belleza porque la belleza se asocia con la mujer»29.

En el cuarto número del Boletín se citaba un largo extracto de un cuaderno de notas en el que K había escrito por breve tiempo en 1969. Había un pasaje que particularmente me impresionó profundamente: «No se refugien ni interna ni externamente; tengan una habitación, una casa o una familia, pero no permitan que ello se convierta en un escondite, en un escape de sí mismos». Renuncié a la edición del Boletín después del cuarto número, y la tomó a su cargo Miss Sybil Dobinson, quien ingresó en el Comité de Publicaciones y ha continuado editando el Boletín desde entonces.

29 Freedom from the Known.

 KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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