sábado, 3 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Rajagopal.

Mary Zimbalist voló de regreso a California a principios de octubre, cuando K y Alain viajaron de Londres a Roma en camino a la India, donde permanecieron desde el 21 de octubre hasta febrero de 1968. Gérard Blitz, quien habría de ir a California en diciembre, les había ofrecido investigar los asuntos de la KWINC mientras estuviera ahí, y también verse con Rajagopal en un esfuerzo por romper el estancamiento. El resultado de sus averiguaciones, tal como K lo resumió en la siguiente declaración escrita en Bombay el 25 de enero de 1968, fue muy inquietante, a pesar de que explicaba la reiterada afirmación de Rajagopal acerca de que K no tenía responsabilidad alguna en las finanzas de la KWINC.

Mr. Blitz, a quien he conocido desde hace algunos años, me preguntó si él podía ayudarme de algún modo. Consideré esta oferta cuidadosamente y luego le pregunté puesto que él va con tanta frecuencia a California en asuntos de negocios si querría entrevistarse con Rajagopal y ver qué podía hacerse. Le entregué un breve resumen de la situación con Rajagopal, pero le dije que, bajo ninguna circunstancia, yo quería acudir a los tribunales ni perjudicar a Rajagopal. De modo que a fines de ese año vio a Rajagopal [tuvo una infructuosa conversación de cuatro horas con él en Ojai el 17 de diciembre de 1967]. De la indagación que hicieron los abogados de Mr. Blitz se reveló lo siguiente:

Hubo por varios años dos organizaciones paralelas, cada una independiente de la otra desde el punto de vista legal: en primer lugar estaba el Star Publishing Trust, fundado por mí en 1923 o 1924, y sobre el cual yo tenía un control completo, y después estaba el Ojai Star Institute, fundado en 1928 o 1929 por Rajagopal y un pequeño comité propio, sobre el cual él tenía un control completo. El Star Publishing Trust que yo fundé en Holanda, se cambió más tarde a la Krishnamurti Writings Incorporated. Ahora bien, como yo no me interesaba en los detalles administrativos de la KWINC y como Rajagopal se mostraba extremadamente reservado con respecto a los asuntos administrativos, yo naturalmente firmaba siempre todo lo que él me pedía que firmara. Yo tenía absoluta confianza en su integridad. Así es como firmé un papel transfiriendo, al parecer, todos los activos de la KWINC en Holanda al Star Institute sobre el cual Rajagopal tenía el control completo. Esto ocurrió en 1956. Por supuesto que yo no tenía idea de que estaba haciendo esto, ya que Rajagopal no me explicó qué era lo que estaba firmando. De esta manera él tiene ahora el control completo de todos los activos de la KWINC que son considerables y alcanzan a millones de dólares. También he cedido a esta Sociedad que él controla ahora completamente, los derechos de autor de todo cuanto se publica con mi nombre. Esto es lo que revelaron las investigaciones que realizó Mr. Blitz y la conversación subsiguiente que tuvo con Rajagopal.

Así que ésta es la situación tal como se encuentra ahora. Cuando vea a Mr. Blitz en la primavera, decidiré definitivamente qué debe hacerse. Ciertamente, no acudiré a los tribunales pase lo que pase, porque para mí es inconcebible ir alguna vez a los tribunales por cualquier cosa que fuere. Rajagopal sabe esto porque se lo dije muy reiteradamente en Ojai en 1966.

Después de recibir en Bombay el informe de Monsieur Blitz, K le pidió a Alain Naudé que escribiera de parte suya a Mr. Vigeveno, el vicepresidente de la KWINC para decirle que él [K] no quería tener más nada que ver con la KWINC mientras Rajagopal estuviera al frente de la misma y que, por lo tanto, no aceptaría más dinero que proviniera de ahí, ni lo haría Naudé. El 14 de febrero K y Alain viajaron en avión a Roma y cinco semanas después fueron a Londres, donde se hospedaron en White House cerca de Regent's Park, un cómodo servicio de pisos con un restaurante anexo. Mary Zimbalist había estado en Londres desde el 10 de marzo y había reservado el piso para ellos y ella misma. La razón que tenían al venir a Londres, era la de ver a un procurador, Michael Rubinstein, de Rubinstein, Nash & Co., un experto legal en derechos de autor. Gérard Blitz también se encontraba en Londres y sostuvo algunas discusiones con Mr. Rubinstein acerca de la situación de la KWINC.

A principios de abril, K, Mary y Alain viajaron a París, donde Mary había alquilado la misma casa que el año anterior en Boulogne Brillancourt. En esta época ella había contratado a un cocinero francés debido a la gran cantidad de personas que venían a comer. En París, además de ofrecer pláticas en la Maison de la Chimie y conceder muchas entrevistas, K tuvo tiempo para ir a varios cines. Como Mima Porter estaba de visita en París, el 11 de abril K la invitó a almorzar y le dijo que él no había recibido ninguna respuesta de Rajagopal a sus numerosas cartas. Al parecer, Rajagopal no había mostrado las cartas de K a los otros miembros de la Sociedad, tal como K le había pedido que hiciera. Más adelante, K le dijo a Mrs. Porter que, si hasta determinada fecha no tenía noticias de Rajagopal, se vería obligado a desvincularse completamente de la KWINC. Mrs. Porter le aseguró que tan pronto regresara a Ojai, vería a Rajagopal y trataría de resolver las cosas.

Mientras estuvo en Londres, K había informado a Doris Pratt y Mary Cadogan acerca de la situación con Rajagopal y le solicitó a Mrs. Cadogan que no enviara más información a Ojai sobre su labor. Por lo tanto, cuando Rajagopal le pidió a Mrs. Cadogan que le enviara las cuentas e informes trimestrales desde las oficinas de Londres, como lo había hecho por los últimos diez años, ella le escribió el 17 de abril diciéndole francamente que K le había confiado que no quería tener más nada que ver con la KWINC mientras él, Rajagopal, estuviera al frente de la misma. La carta terminaba así:

Para mí, la presente situación es en extremo lamentable... No me es fácil escribirle esta carta, ya que en el pasado hemos trabajado muy bien y nuestra relación personal ha sido buena. Pero me parece que lo más importante es que la labor de Krishnaji pueda proseguir, libre y plenamente, en todo el mundo. Por lo tanto, anhelo hacer todo lo posible para ayudar en esta labor, lo que a mi entender debe implicar el respeto a los deseos de Krishnaji acerca del modo en que la labor debe llevarse a la práctica.

Fue Byron Casselberry, ayudante de Rajagopal, no el propio Rajagopal, quien contestó a esto el 24 de abril. Dijo que Rajagopal había experimentado una gran conmoción al leer la carta; que él respetaba la libertad de ella en cuanto a ayudar o no ayudar a quien prefiriera, pero que la cuestión no era si ella prefería trabajar con Krishnaji o con Rajagopal; ella era la asistente de Doris Pratt, agente legal de la KWINC de Ojai, y como tal era su obligación enviar las informaciones requeridas. Si ella y Doris Pratt deseaban renunciar a la responsabilidad que tenían con la KWINC de Ojai, ella debía dar inmediatamente los pasos necesarios para rendir cuentas de todas las propiedades de la KWINC que ahora estaban en su poder. Agregaba que enviaba copia de esta carta a Doris Pratt.

Mrs. Cadogan replicó directamente a Rajagopal: «...estoy segura que usted comprenderá que mi obligación moral y, probablemente legal también, debe ser para con el trabajo tal como fuera determinado por el propio Krishnaji». Doris Pratt también contestó la carta de Casselberry directamente a Rajagopal:

Como usted sabe, querido Raja, nuestra asociación la suya conmigo, la de Mary con usted y la mía con Mary nunca ha sido principalmente legal. Toda la base de nuestra relación, tanto profesional como personal, ha tenido su fundamento no sólo en el respeto mutuo, la confianza y el afecto, sino mucho más fundamentalmente en nuestro deseo de ayudar a Krishnaji en su inmensa tarea. Ese ha sido el imperativo único, y me ha sostenido hasta el día de hoy por casi cuarenta y cinco años.

Acertada o erróneamente, siempre he sentido que al trabajar con la KWINC de Ojai, estaba contribuyendo, por muy poco que fuera, a promover la labor de Krishnaji, y naturalmente jamás he dudado hasta hace comparativamente muy poco¬ que usted como Presidente de la KWINC de Ojai, tenía también como única aspiración, la de interpretar y realizar los deseos del propio Krishnaji.

No puedo expresar la pena y conmoción que sentí cuando tuve que enfrentarme cara a cara con lo que parece ser el hecho real que por muchos años usted no sólo ha demostrado negligencia en compartir la dirección básica de la organización KWINC con su Junta de colaboradores, sino que incluso ha rehusado permitir la participación del propio Krishnaji por quien se ha fundado todo esto.

Si esto no es exacto, entonces por amor de Dios dígamelo, y aclare cuál ha sido y es su actitud. Siento que eso me lo debe, Raja, y mucho, porque me parece que es el funcionamiento de la KWINC de Ojai el que puede haber sido ilegal todo este tiempo, lo cual ahora forzará a Mary a que limite sus actividades a actuar como custodio de todos los fondos, libros y documentos que hay en Horsham [donde los Cadogan estaban viviendo ahora] hasta el momento en que ella pueda volver a discutir el asunto con el propio Krishnaji y con los otros que tienen parte en esto.

El trabajo en Horsham continuará y debe continuar. Todos los días se envían cartas y libros, y las existencias y fondos se necesitan para este propósito. Éste es un estado de cosas muy desdichado, por no decir algo peor. Pero confío en que ninguno de nosotros quiera perjudicar al otro personalmente; lejos, muy lejos de eso. Tal vez todo lo que Mary y yo podemos hacer por el momento es afrontar la situación con toda la humildad y el afecto que tenemos la situación tal como se presenta de día en día y actuar lo mejor que podamos.

Fue otra vez Byron Casselberry quien contestó esta carta el 6 de mayo. (Doris conocía bien a Casselberry desde los días en que ella había vivido en Ommen). Él comenzaba diciéndole que le escribía como síndico de la KWINC puesto que recientemente había llegado a ocupar; él y Rajagopal no querían entrar en ningún tipo de controversia sobre el asunto, ya fuera por correspondencia o de otro modo, y preferían que las cosas siguieran su curso y ver qué sucedía. Doris contestó a Casselberry el día 17.

En respuesta a su carta del 6 de mayo, escrita parcialmente en nombre de Raja y hasta cierto punto también en su propio nombre, quiero que usted sepa que no estoy en posición de acusar a nadie de nada. Yo solamente quería que usted y Rajagopal supieran lo sacudida y lastimada que me sentí cuando supe no sólo por Krishnaji que no habían existido verdaderas consultas, ni comunión ni participación real en la administración básica de la KWINC por un tiempo bastante considerable, y que Raja había rehusado la petición de Krishnaji de que se le permitiera integrar la Junta. Si, como da usted a entender en su carta, no hay necesidad de que yo me sienta conmovida por esto a causa de algunos otros hechos que obran en su poder entonces seguramente no habrá de «entrar en ninguna controversia» si simplemente le dice a su colaboradora y amiga, cuáles son esos otros hechos; es su deber decírmelo.

Usted dice que ahora es Síndico de la KWINC. Esa, en relación con esto, es una palabra casi sagrada, Byron, como usted debe saberlo. Usted no puede ser Síndico de la KWINC sin tener una responsabilidad directa hacia el propio Krishnaji, por quien la KWINC se fundara. Y Krishnaji ha dicho que no puede considerar que la KWINC está trabajando para él mientras Rajagopal siga siendo la fuerza dominante en o detrás de dicha organización. Usted podrá sentir esto como una situación desesperadamente lamentable, como todos la sentimos, pero no puede evadir su propia relación con Krishnaji y su responsabilidad hacia él, por los fondos, propiedades, etc., que se han reunido en su nombre, y por el adecuado funcionamiento democrático de la organización.

Si usted meramente «deja que las cosas sigan su curso» estará eludiendo su responsabilidad hacia Krishnaji y hacia todos nosotros que tenemos parte en ello. Esta sería una situación sumamente peligrosa para todos nosotros, y no menos para el propio Raja. Así que, como amiga, yo le ruego profundamente considere su posición de síndico.

En una breve carta de fecha 24 de marzo, Casselberry contestó que él comprendía muy bien cómo Doris se sentía y por qué escribió como lo hizo, pero que había mucho más con respecto a toda la situación de lo que ella y los otros tenían siquiera idea, como Krishnaji mismo lo sabía muy bien. No era asunto de él, Casselberry, explicarlo o hablar de ello; era algo que sólo podían decidir Krishnaji y Rajagopal tratando directamente la cosa entre ellos. Mientras tanto él, Casselberry, continuaría haciendo lo que había hecho durante todos estos años, cooperando tan tesoneramente como pudiera con Rajagopal en la tarea a la que había dedicado toda su vida: hacer que las enseñanzas fueran ampliamente asequibles. Casselberry terminaba con la cita: «Dejen que un hombre haga lo que a él le parece correcto».

Tan pronto recibió esta carta, Doris telefoneó a K, que acababa de llegar a Gstaad, y sostuvo con él una larga conversación desde su casa en Harrow. Después dirigió una apelación a Casselberry:

Yo siento que usted y Raja tienen que hacer un gran esfuerzo final para arreglar este asunto, porque si nosotros tres, amigos de toda la vida, no podemos de algún modo llegar juntos a la verdad, entonces podríamos con igual razón entregar el alma a Dios. Y esto no es ampulosidad. Siento más profundamente de lo que puedo expresar que la verdad, por terrible que sea, puede ayudarnos y reconciliarnos a los tres.

Quiero examinar su carta paso a paso, si usted me lo permite. Lo más importante de todo es su afirmación: «Como el propio Krishnaji sabe, hay mucho más en toda esta situación de lo que usted y otros conocen». Esta afirmación implica que tanto usted como Raja conocen alguna cuestión oculta, secreta, personal entre Krishnaji y Raja, o que concierne al modo de actuar de Krishnaji, y de la cual nosotros, chiquillos menores, nada podemos saber. Este mismo día me he atrevido a preguntarle a Krishnaji acerca de esto, y Krishnaji, categórica e instantáneamente respondió que lo que usted dice y sugiere no es la verdad. El único punto que ha originado el presente estado desastroso de cosas, ha sido la casi total usurpación que Raja hizo de las responsabilidades propias de K. Es tan simple, claro y fundamental como esto; y no hay otras cuestiones ocultas ni están involucradas ninguna clase de implicaciones personales o privadas en todo caso, dice Krishnaji , hasta donde a él le concierne. Krishnaji me dijo, Byron, que desde hace diez años a esta parte, él ha estado pidiéndole a Raja, sin resultado alguno, que le mantuviera informado y que consultara con él acerca del trabajo. El le ha preguntado a Raja quién integra la Junta, y por qué su propio nombre fue eliminado de ella, y pidió que se le incluyera nuevamente en la Junta todo sin resultado . Telegramas de Krishnaji, cartas, largas llamadas telefónicas, conversaciones personales, todo extendiéndose por un período de muchos años hasta la fecha, ha sido obstruido e ignorado por Raja. Finalmente, Krishnaji solicitó a un amigo, Mr. Blitz, que investigara los asuntos de Ojai, y de esta investigación surge que, hace mucho tiempo, Krishnaji firmó inocente y confiadamente, un documento que transfiere todos los activos del Star Publishing Trust (del cual él fue el fundador) al Ojai Star Institute, del cual Rajagopal fue el fundador. Jamás fue el deseo de Krishnaji que se le relevara totalmente de cualquier responsabilidad respecto de los fondos, etc., reunidos en su nombre, pero en los últimos diez años (y justo tras el fin del S.P.T.) Raja se ha constituido él mismo en el único árbitro de los asuntos de la KWINC hasta el extremo de negar a Krishnaji dinero que él específicamente ha solicitado .

Usted debe creer todo esto, Byron, por mucho que pueda sorprenderle, porque es la verdad. Si nosotros usted y yo podemos contribuir a cambiar el curso de los acontecimientos en esta última etapa, es algo que realmente no sé. Pero es imperativo que lo intentemos, porque tal como lo veo, hemos sido en parte responsables por toda esta desdichada situación. Nuestra misma incuestionable aceptación de la autoridad suprema de Raja, puede haber perjudicado tanto el trabajo como a nosotros y a Raja; nuestro mismo sentimiento de dedicación sin que en nosotros esté claro como el cristal a qué o con respecto a qué estamos consagrados debe haber confundido el verdadero problema.

Después de todo, mirando hacia atrás, el sentimiento de que uno ha consagrado toda su vida a hacer que unos pocos libros sean ampliamente asequibles y a cuidar algunos excelentes archivos, difícilmente tiene sentido, ¡especialmente cuando uno se las ingenia para alimentar el sentimiento de que el autor de los libros puede ser muy incorrecto o injusto! Esto se asemeja a ese otro sentimiento que tal vez alguno alberga (en compañía de muchos teósofos) de que, de alguna manera, Krishnaji es dos personas diferentes en parte totalmente incondicionado ¡y en parte algún tanto inmaduro! Esto, francamente, es ridículo, y sería visto como tal por miles de personas que a menudo han hablado íntimamente con Krishnaji y han seguido sus pláticas advirtiendo la pura cualidad de las mismas durante todos estos largos años. La estratagema de la «personalidad dual» puede ser altamente perjudicial y un siniestro manto para ocultar la propia falta de comprensión.

Le estoy diciendo, Byron, que Raja, ha tratado de «manejar» a Krishnaji, y en el proceso ha usurpado la completa autoridad aun cuando lo haya hecho bajo el pretexto o la ilusión de motivos puros o de proteger a Krishnaji . En vista de todo esto usted no puede decir: «Ese no es asunto mío, y yo meramente voy a continuar haciendo lo que he estado haciendo todos estos años». Es asunto nuestro; usted y yo estamos profundamente comprometidos en todo esto, porque quizá lo que hemos estado haciendo tan despreocupadamente todos estos años, ha sido básicamente una cosa falsa. Ciertamente no podemos refugiarnos en la que yo espero me perdone si llamo una frase tramposa: «Dejen que un hombre haga lo que a él le parece correcto». Una frase así debe haber confortado a Herodes, Pilatos y Hitler. ¿No es mejor, si bien más incómodo, decir: «Déjenme cuestionar siempre, y dudar profundamente en especial de mis propios motivos »? Léale todo esto a Raja, Byron, y ruéguele en nombre de nosotros dos que no complique el problema y que no sugiera más que entre él y Krishnaji hay cuestiones personales, ocultas. Ruéguele, por mí y por todos sus amigos, que se aparte totalmente de la faz organizativa y que lo ponga todo a los pies de Krishnaji a donde ha pertenecido desde el comienzo mismo . y por él mismo y por nosotros, no es todavía demasiado tarde para explorar un campo por completo diferente de relación mutua y de relación con todas las cosas.

Doris no recibió ninguna respuesta a esta petición.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)




 

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