viernes, 5 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Rajagopal.

Un rumor flotaba sobre el campamento de que Krishnaji había heredado una gran suma de dinero de un amigo. Este era un rumor totalmente sin base, pero Rajagopal y Rosalind estaban muy temerosos porque habían oído pasos por fuera en la noche. Cuando llegué a Arya Vihara en mi diaria visita de la tarde me encontré afuera de la casa con Byron Caselberry armado con un hierro atiza-fuego, listo para abrirme la cabeza. Él no había reconocido mi carro en la obscuridad y no estaba dispuesto a exponerse. Entré con él a la casa y encontré a Rajagopal armado también con otro atizador. Dijo él que un vagabundo o ladrón había sido visto hacía unos pocos minutos y que Krishnaji había salido a la huerta de naranjos para hacerlo desistir de cualquier tontería. Yo dije que no deberíamos dejar a Krishnaji solo afuera, y Rajagopal, que era muy dominante, replicó que él estaba harto con las simpatías mal elegidas de Krishnaji y que ya había llamado a la policía. Me interné en la huerta y encontré a Krishnaji con una lámpara de mano buscando al hombre. Le urgí que volviera adentro conmigo porque el hombre podía ser violento. “Yo quiero advertirle que se vaya, que el asunto no vale la pena. Eso no vale la pena”, repitió él. En ese momento yo lo hubiera abrazado. He aquí este hombre endeble con no más armas en su persona que una pequeña lámpara de mano, solo, en la oscuridad, determinado a convencer a un carácter posiblemente violento, que huyera antes de ser atrapado o golpeado por Rajagopal o Byron. Él continuó su búsqueda conmigo por un rato. Después ambos entramos a la casa. Rajagopal lo recibió con un fárrago de palabras duras diciéndole que él tenía talento especial para elegir sus simpatías. El asaltante debía ser duramente castigado. Krishnaji escuchó silenciosamente y como siempre hacía muchas veces cuando Rajagopal se volvía abusivo, simplemente se caló su gran sombrero mexicano y salió afuera. 


K R I S H N A M U R T I
El Cantor y la Canción
(Memorias de una amistad)
Sidney Field Povedano
EDITORIAL ORIÓN
MÉXICO
1988

No hay comentarios.:

Etiquetas