viernes, 5 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

Año 1926, Ojai, California.

Yo había escrito rápidamente algunas notas, las cuales Krishnaji pensó que eran inútiles. Hablamos algo más y después Krishnaji se caló su sombrero mexicano y salió advirtiéndome ir a la cama temprano porque yo necesitaba descanso. Pero esto probó ser una tarea nada fácil. Volví sobre mis notas y las extendí. Después busqué algunos de los interesantes libros que había en los anaqueles del salón. Mi mente estaba desbocada, no había posibilidad de dormir. Salí para dar un paseo, pero rápidamente volví a causa del frío de la noche. Arya Vihara es un lugar espectral por la noche. Me habían dicho que la Doctora Besant había sellado magnéticamente el lugar para defenderlo de “entidades astrales intrusas”. Pero el hecho era que los ruidos nocturnos aquí eran notables. No hay duda de que eran causados por la expansión de las maderas en el día con el calor y la contracción de ellas con el frío de la noche. E1 efecto, no obstante, era perturbador. Y sobre todo esto estaba la gran fuerza generada por Krishnaji, la cual no se iba con él. La casa se sentía como la central de una gran dinamo en una planta poderosa.

Me fui a la cama, cerré los ojos y traté de dormir. Imposible. Los crujidos, golpes ásperos y desiguales ya no me molestaban. Era ese inevitable y penetrante poder retador que llenaba la casa a lo cual me parecía imposible adaptarme. Cerca de las tres de la mañana, sin pizca de sueño, no podía ya hacer frente a aquello que un amigo mío que conocía bien a Krishnaji, había llamado “el rugiente Kundalini de Krishnaji”. Me vestí y salí afuera para un largo paseo. E1 sol estaba saliendo sobre el Topa Topa cuando regresé. Había caminado millas, pero estaba tan lleno con la energía incansable que había “atrapado” en Arya Vihara, que sentía que hubiera podido caminar de regreso a Hollywood.

En el desayuno esa mañana Krishnaji me preguntó si había tenido una noche buena y descansada. Le conté todo lo que había sucedido. E1 se rió. “Yo pensé que si no hubiera salido a tomar el paseo tan rápidamente, me hubiera vuelto loco, como Fenn Germer”. Fenn Germer era un joven devoto de Krishnaji, quien había trabajado para él en Arya Vihara y en Eerde y había tenido un trastorno nervioso por el que había tenido que ser llevado a un sanatorio mental.

-“E1 problema con Fenn fue que él había reprimido completamente el sexo. No creo que sea el mismo caso tuyo Sidney.” El rió.


K R I S H N A M U R T I
El Cantor y la Canción
(Memorias de una amistad)
Sidney Field Povedano
EDITORIAL ORIÓN
MÉXICO
1988



 

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