Año 1980.
Días después, cuando estábamos en la mesa del desayuno, le pregunté a Krishnaji si estaba apuntando a un uso nuevo de los sentidos. Cuando los sentidos florecen en plenitud, en un estado de simultaneidad, cesa el centro. Le pregunté si en ese estado se disuelve el impulso de la conciencia del ‘yo’, que da una dirección a la mente. Esta totalidad de la inteligencia sensoria negaba la línea que divide lo externo de lo interno, el ayer del mañana.
“Véalo, Pupulji, véalo”, dijo Krishnaji. “Sólo existen el ser y el comenzar”.
En los días que siguieron Krishnaji habló una y otra vez de aquello que reside más allá de la creación misma. Dijo: “El orden es el principio, la fuente de una energía que jamás puede decrecer. Para investigar eso, tiene que haber una investigación de los sentidos y del deseo. Esa bendición del orden existe cuando la mente no contiene un solo deseo y los sentidos operan totalmente, en plenitud”. Le pregunté a Krishnaji si, esencialmente, estaba diciendo lo mismo que había dicho en años anteriores, pero empleando palabras nuevas; o si estas percepciones eran enteramente distintas. Dijo: “Esto es por completo diferente”.
Desde nuestros encuentros en el Valle de Rishi y en Madrás, yo venía observando que cuando él hablaba de la simiente, de los milenios de edad del cerebro humano, del principio, de la creación, su rostro experimentaba un cambio
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.
Días después, cuando estábamos en la mesa del desayuno, le pregunté a Krishnaji si estaba apuntando a un uso nuevo de los sentidos. Cuando los sentidos florecen en plenitud, en un estado de simultaneidad, cesa el centro. Le pregunté si en ese estado se disuelve el impulso de la conciencia del ‘yo’, que da una dirección a la mente. Esta totalidad de la inteligencia sensoria negaba la línea que divide lo externo de lo interno, el ayer del mañana.
“Véalo, Pupulji, véalo”, dijo Krishnaji. “Sólo existen el ser y el comenzar”.
En los días que siguieron Krishnaji habló una y otra vez de aquello que reside más allá de la creación misma. Dijo: “El orden es el principio, la fuente de una energía que jamás puede decrecer. Para investigar eso, tiene que haber una investigación de los sentidos y del deseo. Esa bendición del orden existe cuando la mente no contiene un solo deseo y los sentidos operan totalmente, en plenitud”. Le pregunté a Krishnaji si, esencialmente, estaba diciendo lo mismo que había dicho en años anteriores, pero empleando palabras nuevas; o si estas percepciones eran enteramente distintas. Dijo: “Esto es por completo diferente”.
Desde nuestros encuentros en el Valle de Rishi y en Madrás, yo venía observando que cuando él hablaba de la simiente, de los milenios de edad del cerebro humano, del principio, de la creación, su rostro experimentaba un cambio
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.
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