EL PROPÓSITO DE LA VIDA
Cuando despertaba la luz y la brisa transportaba el perfume del alba, vi un águila que al valle descendía de la cumbre de la montaña, sin remover las alas, y allí desapareció entre las sombras de las negras montañas.
Al terminar el día la vi retornar a su nido entre los picos de la montaña, lejos de la lucha, la contienda y los empellones del mundo.
Así es el hombre que tuvo la visión de la Verdad y que durante el batallar del mundo estableció su eterna meta. Aunque vague por entre las cosas transitorias y se pierda entre las sombras, estará guiada su conducta por aquella meta. Como el águila se remonta a su nido, así el hombre que tuvo la visión de la Verdad se sobrepone a toda tristeza y trasciende los fugaces placeres y pasajeros goces.
El establecimiento de esta eterna meta es de capital importancia para quien desee desprenderse de las complicaciones de la vida; pero no ha de ser la meta de otro ni la visión ajena, sino la meta nacida de su propia experiencia, de sus tristezas, sufrimientos y comprensión. Una vez establecida dicha meta iluminará todo confuso pensamiento y, en consecuencia, esclarecerá el propósito de la vida.
Como buque perdido, sin brújula, en el mar, así el hombre sin la percepción de una eterna y constante meta se pierde en este mundo de confusión. Así como el capitán de un buque establece el destino de su bajel y con auxilio de la brújula es capaz de guiar su rumbo entre tormentosas noches y sombrías aguas, así el hombre que conoce su meta puede guiar su vida con la brújula de la comprensión.
El individuo se halla en caótico estado de incertidumbre porque desconoce su propósito. El problema del mundo no está resuelto porque el individuo no ha resuelto su propio problema.
El problema individual es el problema del mundo. Si un individuo es infeliz y está descontento y disgustado, el mundo que le rodea estará sumido en tristeza, descontento e ignorancia. Si el individuo no encuentra su meta, el mundo no hallará la suya. No es posible separar al individuo del mundo. El mundo y el individuo son uno. Si el problema individual puede resolverse por comprensión, también por comprensión podrá resolverse el problema del mundo. Antes de que podáis dar comprensión a los demás, debéis tenerla vosotros. Cuando establezcáis la Verdad en vuestro corazón y vuestra mente, allí morará por toda eternidad.
Un día en Benarés iba yo en un bote río abajo del sagrado Ganges, observando a las gentes que en las orillas adoraban a Dios en demanda de felicidad, en demanda de su meta y del camino para alcanzarla. Vi a un hombre en profunda meditación, olvidado de cuanto le rodeaba y sin otro pensamiento en la mente que saber cuál era su meta y llegar a ella. Vi a otro que practicaba los ritos requeridos por su sistema de yoga. Vi a otro que repetía cánticos, abstraído del mundo y de sí mismo. Buscaban lo que vosotros buscáis, lo que todos buscan en momentos de profunda cavilación y de intenso deseo.
Como la corriente del río arrastraba al bote, así a cada cual le arrastran sus deseos, sus pasiones y anhelos, porque ninguno ha hallado ni establecido su propósito. Hay confusión, caos, interrogantes y dudas en la mente porque no se ha establecido la meta, porque no se ha hallado el sendero que a ella conduce. Mientras haya dudas en la mente no habrá paz ni certidumbre ni exaltación de propósito.
Esta condición existe en todo el mundo, por doquiera haya un corazón palpitante y una mente capaz de pensar. Por doquiera busca inconscientemente el hombre el medio de librarse de su estrechez y mezquindad. El objeto de esta investigación es libertad y eterna dicha. Sigue muchos caminos, todos la conducen a mayor complicación. De vida en vida, vaga de santuario en santuario, de un credo a otro, acumulando experiencias, aceptando, rechazando y volviendo a aceptar, y así camina hacia la meta que le aguarda, como aguarda a todos los hombres.
En el proceso de aceptación y rechazo, no sabe qué camino tomar para su consuelo, y cuando busca consuelo por algún medio o conducto particular se enmaraña y enreda.
A causa de que hay muchos intérpretes de la verdad y muchos opuestos caminos, creencias y religiones se pierde el hombre en sus complejidades. Como la mariposa que choca contra el vidrio de la ventana y pugna por escapar al aire libre, así luchan los hombres cuando no tienen ni vislumbre de su meta, que es difícil de establecer, pero como está en tinieblas le parece lejanísima.
Así como el alfarero moldea la arcilla a su arbitrio, así puede el hombre moldear su vida según el deseo de su corazón. Así como las vasijas de a pueden moldearse en formas hermosas o feas, así la vida puede ser hermosa o repugnante según el propósito que hayáis establecido.
Quiero ayudaros a establecer la meta que buscáis y deseáis alcanzar, la meta que aguarda a todas las gentes del mundo cualesquiera sean sus experiencias, pensamientos y emociones. Entonces seréis capaces de guiaros por entre las tinieblas del mundo, como el caminante se guía en noche obscura por la situación de las estrellas.
Una vez hayáis establecido vuestra meta, que es la liberación y por tanto la felicidad, la vida. Ya no habrá más confusión y desaparecerán el tiempo y las complicaciones del tiempo. Por no haber establecido vuestra meta, el presente os parece como una montaña después de puesto el sol: falta la luz, y la obscuridad de la montaña cubre el valle. El tiempo no es más que un sujetador de la vida, y en el momento en que os libréis de él, trascenderéis el tiempo.
Entonces podréis guiaros sin depender de autoridad alguna. Ya nada temeréis. No habrá para vosotros conflicto entre el bien y el mal. Una vez sea libre vuestra vida hallaréis la felicidad, la única meta, la única y absoluta Verdad.
J. Krishnamurti, La Vida Liberada, años 1922/1925.
Cuando despertaba la luz y la brisa transportaba el perfume del alba, vi un águila que al valle descendía de la cumbre de la montaña, sin remover las alas, y allí desapareció entre las sombras de las negras montañas.
Al terminar el día la vi retornar a su nido entre los picos de la montaña, lejos de la lucha, la contienda y los empellones del mundo.
Así es el hombre que tuvo la visión de la Verdad y que durante el batallar del mundo estableció su eterna meta. Aunque vague por entre las cosas transitorias y se pierda entre las sombras, estará guiada su conducta por aquella meta. Como el águila se remonta a su nido, así el hombre que tuvo la visión de la Verdad se sobrepone a toda tristeza y trasciende los fugaces placeres y pasajeros goces.
El establecimiento de esta eterna meta es de capital importancia para quien desee desprenderse de las complicaciones de la vida; pero no ha de ser la meta de otro ni la visión ajena, sino la meta nacida de su propia experiencia, de sus tristezas, sufrimientos y comprensión. Una vez establecida dicha meta iluminará todo confuso pensamiento y, en consecuencia, esclarecerá el propósito de la vida.
Como buque perdido, sin brújula, en el mar, así el hombre sin la percepción de una eterna y constante meta se pierde en este mundo de confusión. Así como el capitán de un buque establece el destino de su bajel y con auxilio de la brújula es capaz de guiar su rumbo entre tormentosas noches y sombrías aguas, así el hombre que conoce su meta puede guiar su vida con la brújula de la comprensión.
El individuo se halla en caótico estado de incertidumbre porque desconoce su propósito. El problema del mundo no está resuelto porque el individuo no ha resuelto su propio problema.
El problema individual es el problema del mundo. Si un individuo es infeliz y está descontento y disgustado, el mundo que le rodea estará sumido en tristeza, descontento e ignorancia. Si el individuo no encuentra su meta, el mundo no hallará la suya. No es posible separar al individuo del mundo. El mundo y el individuo son uno. Si el problema individual puede resolverse por comprensión, también por comprensión podrá resolverse el problema del mundo. Antes de que podáis dar comprensión a los demás, debéis tenerla vosotros. Cuando establezcáis la Verdad en vuestro corazón y vuestra mente, allí morará por toda eternidad.
Un día en Benarés iba yo en un bote río abajo del sagrado Ganges, observando a las gentes que en las orillas adoraban a Dios en demanda de felicidad, en demanda de su meta y del camino para alcanzarla. Vi a un hombre en profunda meditación, olvidado de cuanto le rodeaba y sin otro pensamiento en la mente que saber cuál era su meta y llegar a ella. Vi a otro que practicaba los ritos requeridos por su sistema de yoga. Vi a otro que repetía cánticos, abstraído del mundo y de sí mismo. Buscaban lo que vosotros buscáis, lo que todos buscan en momentos de profunda cavilación y de intenso deseo.
Como la corriente del río arrastraba al bote, así a cada cual le arrastran sus deseos, sus pasiones y anhelos, porque ninguno ha hallado ni establecido su propósito. Hay confusión, caos, interrogantes y dudas en la mente porque no se ha establecido la meta, porque no se ha hallado el sendero que a ella conduce. Mientras haya dudas en la mente no habrá paz ni certidumbre ni exaltación de propósito.
Esta condición existe en todo el mundo, por doquiera haya un corazón palpitante y una mente capaz de pensar. Por doquiera busca inconscientemente el hombre el medio de librarse de su estrechez y mezquindad. El objeto de esta investigación es libertad y eterna dicha. Sigue muchos caminos, todos la conducen a mayor complicación. De vida en vida, vaga de santuario en santuario, de un credo a otro, acumulando experiencias, aceptando, rechazando y volviendo a aceptar, y así camina hacia la meta que le aguarda, como aguarda a todos los hombres.
En el proceso de aceptación y rechazo, no sabe qué camino tomar para su consuelo, y cuando busca consuelo por algún medio o conducto particular se enmaraña y enreda.
A causa de que hay muchos intérpretes de la verdad y muchos opuestos caminos, creencias y religiones se pierde el hombre en sus complejidades. Como la mariposa que choca contra el vidrio de la ventana y pugna por escapar al aire libre, así luchan los hombres cuando no tienen ni vislumbre de su meta, que es difícil de establecer, pero como está en tinieblas le parece lejanísima.
Así como el alfarero moldea la arcilla a su arbitrio, así puede el hombre moldear su vida según el deseo de su corazón. Así como las vasijas de a pueden moldearse en formas hermosas o feas, así la vida puede ser hermosa o repugnante según el propósito que hayáis establecido.
Quiero ayudaros a establecer la meta que buscáis y deseáis alcanzar, la meta que aguarda a todas las gentes del mundo cualesquiera sean sus experiencias, pensamientos y emociones. Entonces seréis capaces de guiaros por entre las tinieblas del mundo, como el caminante se guía en noche obscura por la situación de las estrellas.
Una vez hayáis establecido vuestra meta, que es la liberación y por tanto la felicidad, la vida. Ya no habrá más confusión y desaparecerán el tiempo y las complicaciones del tiempo. Por no haber establecido vuestra meta, el presente os parece como una montaña después de puesto el sol: falta la luz, y la obscuridad de la montaña cubre el valle. El tiempo no es más que un sujetador de la vida, y en el momento en que os libréis de él, trascenderéis el tiempo.
Entonces podréis guiaros sin depender de autoridad alguna. Ya nada temeréis. No habrá para vosotros conflicto entre el bien y el mal. Una vez sea libre vuestra vida hallaréis la felicidad, la única meta, la única y absoluta Verdad.
J. Krishnamurti, La Vida Liberada, años 1922/1925.
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