Soy como la fresca brisa de los montes.
No tengo asilo;
Soy como las aguas sin dique.
No tengo santuarios cual los dioses misteriosos,
Ni estoy en, la cúpula de los templos solemnes.
No tengo sagradas escrituras,
Ni estoy atado a la tradición.
No estoy en al incienso
Que sube a los altares
Ni en la pompa de las grandes ceremonias,
Tampoco estoy en la dorada imagen,
Ni en las notas de un órgano suntuoso.
No estoy limitado, por teorías,
Ni corrompido por creencias.
No soy esclavo de, las religiones,
Ni de la pía asistencia.
De sus sacerdotes.
No soy engañado por filosofías;
Ni el poder de sus sectas me da nombre.
No soy humilde ni conspicuo
Ni apacible ni violento;
Yo soy el Adorador y el Adorado,
Yo soy Libre.
Mi canción es la canción el río
En su anhelo por la mar es inmenso
Divagando, divagando, divagando...
¡YO SOY LA VIDA!
Jiddu Krishnamurti, La Vida Liberada, años 1922/1925.
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