jueves, 18 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y la Poesía.

Año 1959, Kashmir, India.

A principios de 1959 se decidió que Krishnaji no regresara a Ojai, sino que pasara su segundo año en la India. Había estado en el país desde el otoño de 1957 y no habría de regresar a Europa hasta la primavera de 1960. Fue el período más largo que permaneció en la India desde que dejó el país siendo un muchacho.

En las oscuras noches sin luna, solíamos salir a contemplar las estrellas y las lejanas tinieblas del espacio. El acostumbraba señalar las distintas constelaciones. Hablaba del viaje por el espacio exterior; y también del peregrinaje interno como el descubrimiento de lo infinito. Pero una mente mezquina no podía embarcarse en esta peregrinación a la eternidad.

Cada atardecer era una bendición.

En la noche, después de una temprana cena bajo la luz del petromax(1), él solía recitar poesía de Keats del Tesoro Dorado­. Su favorita era la “Oda al Ruiseñor”. Por las noches hacía frío y quemábamos leña y piñas secas en la chimenea abierta. Ocasionalmente, solía cantar en sánscrito. Los sonidos de su voz profunda llenaban la estancia y resonaban a través de los arrozales, llegando hasta más allá de las nieves. El escuchar y el ver florecían en su prístina presencia.

Krishnaji me contó que en uno de sus paseos se había encontrado con un grupo de monjes caminando en presencia de las cumbres coronadas de nieve. Estaban atravesando los brillantes campos de arroz, y los altísimos picos nevados ardían con el sol poniente. En la percepción de lo inmenso estaba la esencia de la divinidad. Sin embargo, los monjes caminaban con los ojos entrecerrados y fijos en el suelo delante de sus pies, totalmente ignorantes de la gloria que los rodeaba. Por silenciosas que quedaran sus mentes -­dijo Krishnaji­- ése sería el silencio de lo limitado, de los espacios pequeños, y dentro de esos espacios no tenía cabida el vasto universo en expansión.

(1)Petromax: antes de que se introdujera la electricidad en la India, para producir una luz brillante se utilizaban lámparas alimentadas con kerosene, que tenían unas mechas especiales y una bomba. El petromax se usa todavía en las procesiones nocturnas de los casamientos.

Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simplemente felicitar el excelente, completo y enriquecedor trabajo que has realizado acá, realmente esta cargado del verdadero conocimiento que K entregó al mundo, las fotografías, todo..., fantástico. Te felicito y agradezco lo que entregas.Desde hace tiempo estas linkeado en mi pagina pero no siempre me doy el tiempo para venir, entonces..., olvido, olvido lo que no se debe olvidar. Agradecer.
Patricia.

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