“¿QUÉ ES EL TIEMPO?”
Desde comienzos de los años 60, Krishnamurti había estado muy interesado en el problema del tiempo. En la mesa del desayuno, en los paseos y en las pláticas y discusiones de grupo, se refería a las muchas dimensiones del tiempo. En noviembre de 1.983, cuando estábamos juntos en mi casa de Safdarjung Road, Nueva Delhi, continuó con el tema.
“¿Qué es el tiempo? ¿Podemos ser muy sencillos e investigar tan profundamente como sea posible la naturaleza del tiempo? Conocemos toda una serie de movimientos continuos del tiempo. Conocemos el tiempo físico y el tiempo psicológico como devenir, y el movimiento del no-devenir. Entre ‘lo que es’ y ‘lo que debería ser’ hay tiempo. El tiempo físico es distancia, de aquí hasta allá. Ahora bien, ¿está el tiempo físico relacionado internamente con el tiempo psicológico?”
“Respondí. “Conociendo el tiempo físico del reloj, uno aplica el mismo tiempo como un medio de llegar a lograr algo internamente. La ilusión es introducir el concepto de tiempo físico en lo interno, y querer moldear la estructura interna a base del movimiento lineal del tiempo físico. La medida del devenir es la medida del tiempo interno”.
“Cuando el movimiento externo se extiende a los estados psicológicos, se introduce la ilusión del tiempo. La idea de evolución en lo externo se traslada a lo interno”. Mientras K hablaba, escuchaba profundamente, nos escuchaba a nosotros y se escuchaba a sí mismo. El escuchar era, en sí, una investigación.
“El movimiento del devenir es el ‘yo debería ser’. Es un proceso de la fantasía; construye de ilusión en ilusión. La mente rumia: ‘¿Qué será qué irá a ocurrir después?’ Las ansiedades y los temores forman parte de esta estructura.
“El cerebro extiende el tiempo físico a la esfera interna psicológica, porque el cerebro está condicionado al tiempo lineal en lo externo. Como está condicionado para eso, acepta el tiempo psicológico en lo interno. Yo cuestiono esa ilusión que condiciona al cerebro. El cerebro está acostumbrado al movimiento del devenir. Se ve a sí mismo como un movimiento en el tiempo. Opera dentro de esta ilusión. El cerebro ha evolucionado en el tiempo, y entonces lo juzga todo en términos de tiempo. ‘Yo soy, yo fui’, modificado en ‘yo seré’. Ahora pregunto: ¿Es así? ¿Hay un mañana en la psique?”, preguntó K.
“Hay un mañana físico; por lo tanto, el mañana psicológico es inevitable”, dije.
“Eso es continuidad”, comentó K.
“Yo existo; por consiguiente, habrá un mañana. ¿Por qué la proyección del mañana queda enredada entre fuertes sentimientos de miedo?”, pregunté. Hubo un rato de silencio.
“No existe el tiempo”, dijo de pronto Krishnaji. “El tiempo físico lo conocemos como movimiento. No hay modo de medir el tiempo físico sin el movimiento. Si en la psique no hubiera un movimiento como el pensar, se terminaría la rueda del tiempo.
“Véalo”, dijo. “El movimiento es tiempo. El movimiento es pensamiento. El pensamiento es un proceso material. Eso es sencillo, ¿por qué lo complicamos? ¿Pueden aceptarlo, aunque sea lógicamente?”
“¿Qué significa aceptar una declaración como ésta lógicamente?”, pregunté.
“Ver que cualquier movimiento psicológico es un proceso del devenir. Ahora bien, ¿hay un movimiento donde el tiempo no exista? Si uno se sienta en una habitación a oscuras, sin movimiento alguno, sin un solo pensamiento, ¿hay tiempo? Esto es también así en lo interno. Cuando no hay pensamientos, ni movimiento en el tiempo, lo externo y lo interno son el mismo movimiento”
Dije: “Puede haber una cesación del movimiento físico en el cerebro por unos instantes, pero la acción del tiempo como duración, como continuidad, es una actividad que opera en cada célula de mi cuerpo. También actúa en el cerebro. La acción del tiempo es inevitable”.
“El cerebro es una cosa física. El cerebro envejece. Se deteriora. El interrogante es si el cerebro necesita por fuerza deteriorarse”, dijo K.
“Si es un proceso material, tan material como el hecho de que mi cabello se pone gris tiene que deteriorarse. ¿Cómo es posible que una parte del organismo permanezca sin ser afectada?”, pregunté.
“Usted dice que el cerebro se vuelve senil. La senilidad es el envejecimiento físico a causa del tiempo. Para mí, el cerebro no necesita envejecer jamás”.
“¿Cómo distingue usted entre el cerebro y los otros órganos? ¿Cómo puede ser que sólo el cerebro tenga la capacidad de renovarse?”, insistí.
“¿Está claro para nosotros lo que entendemos por tiempo? Es el mismo movimiento en lo externo y lo interno. No están separados. Ese movimiento ha proseguido milenio tras milenio. La pregunta es: ¿Puede ese movimiento detenerse? Ese movimiento constante es declinación, es el factor de deterioro, tanto orgánicamente como en la psique”.
“El cerebro recibe estímulos físicos, de modo que siempre responderá al reto como movimiento”, dije.
“Vaya despacio, vaya despacio”, dijo K. “Hay reacción y acción de lo contrario el cerebro está muerto. Pero esa acción tiene poco significado en sí misma”.
“El cerebro no puede estar totalmente en silencio”, dije. “¿Se presenta la vejez debido al movimiento de fricción?”
“El movimiento, tal como lo conocemos, es fricción. El movimiento es el factor de deterioro. Es como el pistón en una máquina. Cada movimiento en el cerebro desgasta físicamente al cerebro. Es el proceso psicológico el que afecta al cuerpo y al cerebro. No es a la inversa”, dijo K.
“¿Puede haber un movimiento sin fricción?” Habló Asit.
“Si no hay movimiento psicológico, entonces el movimiento ocurre como en un espacio absoluto, no hay fricción”, dijo K.
“Y sin embargo, hay un movimiento tremendo en el espacio exterior”.
“Cuando no hay movimiento psicológico, el tiempo como devenir no existe. Pero uno puede sentarse muy quietamente en una habitación oscura durante veinte años y el cerebro continuará envejeciendo porque el pensamiento, como devenir, sigue operando. Pero cuando el pensamiento se aquieta, cuando no se mueve, entonces no hay tiempo en la psique. Si no hay un movimiento como el pensar, no hay devenir. El devenir crea la dualidad; en consecuencia, hay conflicto, deterioro, tiempo. El tiempo es la barrera, es limitación. Sólo una nave espacial que se mueve sin fricción, puede viajar ilimitadamente. Si la fricción como movimiento, como tiempo psicológico, cesa, ¿hay factor de deterioro?”, preguntó K.
“Cuando el cerebro está quieto, ¿funciona el cuerpo naturalmente?”, quiso saber Asit.
“Sí, el cuerpo tiene su propia inteligencia”, dijo K. “¿Es esto una realidad? ¿Puede el cerebro estar alguna vez sin movimiento, excepto por su propio movimiento natural? El movimiento psicológico interfiere con el cuerpo. ¿Puede ese movimiento detenerse? Eso implica a su vez: ¿Puede no haber acumulación de ninguna clase?”
“¿Qué es lo que distingue la negación de todo tiempo como movimiento?”, pregunté. “¿Cómo se percata uno del tiempo?”
“Me doy cuenta de él cuando hay un reto”, dijo K.
“El cerebro extiende su mirada hacia atrás o hacia adelante, y formula preguntas”. Yo continuaba inquiriendo.
“Eso es movimiento”, dijo K.
“Pero lo real es que el cerebro está rumiando todo el tiempo”, dije. “Cuando no lo retan seriamente, se las pasa haciendo juegos consigo mismo. Lanza recuerdos”.
“El cerebro es memoria”, dijo K. “El remordimiento, la culpa, son un movimiento constante en el cerebro la memoria. El cerebro es memoria, un movimiento desde el pasado, a través del presente, hacia el futuro”.
“La continuidad es eso. El cerebro crea la memoria. ¿Juega con ella?”, preguntó Asit.
“El cerebro sobrevive mediante la memoria”, dijo K.
“Conocemos la función del corazón. Bombea sangre a través de arterias y venas. ¿Cuál es la función del cerebro? ¿La de crear conocimiento como memoria acumulada?”, preguntó Asit.
Yo pregunté: “¿Cuál es el movimiento que debe detenerse? ¿O usted dice que todo el movimiento tiene que cesar?”
“El cerebro siente que en la memoria está la seguridad”, dijo Asit.
“En la terminación de este movimiento, ¿nace un movimiento nuevo que implica seguridad total para el cerebro? ¿Hay un movimiento fuera del tiempo?”, pregunté.
“No plantee esa pregunta”, dijo K. “Tal como el corazón funciona naturalmente, el cerebro tiene su propio movimiento cuando la memoria no interfiere. El cerebro tiene un movimiento que le es propio, sobre el cual ha superpuesto la memoria. Escuchen”, dijo, “el corazón no recuerda. El corazón late sin recuerdos. El cerebro puede funcionar sin el movimiento de la memoria si así se lo permite el pensamiento. No es a causa del conocimiento que el corazón bombea la sangre”.
“Deducir semejanzas entre el corazón y el cerebro no es correcto”, dije. “El cerebro físico ha evolucionado gracias a la memoria, gracias a las capacidades y experiencias del hombre. Pudo sobrevivir sólo confiando en su búsqueda de supervivencia”. “¿El cerebro enseña al cuerpo a sobrevivir?”, preguntó Asit.
“El cerebro que conocemos, ¿está formado a base de memoria? Hay una parte del cerebro de la cual no somos conscientes. Cuando opera la totalidad del cerebro, éste no tiene límites”, dije.
“El cerebro enseña las destrezas manuales. El pensamiento mismo crea la memoria para sobrevivir”, dijo Asit.
“Todo el cerebro no está ligado a la memoria”, dije yo.
“El cerebro ha buscado la seguridad en el conocimiento”, dijo K.
Pregunté: “¿Es a causa de su capacidad que el cerebro humano se ha vuelto más grande? ¿Está la mutación dentro del cerebro? ¿Seguramente la mutación no puede hallarse fuera del cerebro?” “¿Qué es lo que muta?”
“El conocimiento ha hecho que la base del cerebro fuera muy limitada. Al conocer, el cerebro descubre que la base que él mismo ha creado es inestable, y siente que la fricción como movimiento es indispensable para su supervivencia. ¿Qué ha de hacer, pues?”, preguntó K. “El cerebro ve que no hay seguridad en el conocimiento, se da cuenta de que su base fundada en el conocimiento es muy débil”.
“¿Puede ver que es posible una base por completo diferente?”, intervino Asit.
“Tal como funciona, el cerebro jamás puede desprenderse del pasado. Todo movimiento es tiempo. Así que pregunto: ¿Ha de permanecer uno en la vieja casa?” dijo K.
“Cuando no me muevo, no hay base sobre la cual la vieja casa pueda levantarse. Moverse lejos de la base inestable, crea la nueva base”, dijo Asit
“Cualquier movimiento implica dualidad”, dijo K.
Asit prosiguió: “Cuando no hay tiempo, no hay espacio. Si no hay movimiento, no hay tiempo. Cuando no hay nada en el espacio ni objeto alguno ni pensamiento- ¿dónde está el tiempo? Pero lo que digo se encuentra en el nivel intelectual”.
“Si no hay medida, ¿es el mismo cerebro el que funciona sin movimiento? Cuando el cerebro está silencioso, opera la mente. Esa es la inteligencia del universo. Krishnamurti había dado un salto inmenso, y nosotros nos quedamos muy atrás. No teníamos palabras. Después, fui yo quien rompió el silencio: “¿Acaso la inteligencia es una facultad propia del cerebro?”
“La inteligencia es la que ve el movimiento de la continuidad; lo ve como el proceso de envejecimiento. La inteligencia que ve esto, se encuentra fuera del cerebro”, declaró K.
“Si el cerebro no puede alcanzarla, ¿quién o qué es lo que ve la limitación del cerebro? Para ver eso, el cerebro tiene que hacer contacto con aquello”, dijo Asit.
“En su funcionamiento, el cerebro tiene su propia inteligencia. Ese cerebro limitado no tiene relación alguna con lo otro”, dijo K.
“¿Qué es, entonces, lo que puede detener el movimiento del cerebro?”, preguntó Asit.
“La percepción de su propia insuficiencia”, contestó K.
“Si el cerebro es solamente un movimiento del tiempo, ¿qué es, entonces, lo que ve su propia limitación?” Krishnaji habló después de un largo silencio. “¿Aceptaría usted el discernimiento directo como una operación de la totalidad del cerebro?”
“La operación del discernimiento, ¿no está relacionada, entonces, con la estrecha operación del cerebro?”, pregunté.
“El discernimiento en la limitación, libera al cerebro de la limitación. El discernimiento sólo puede surgir cuando la memoria no opera y, por tanto, no hay tiempo”, dijo K. “Cuando la totalidad del cerebro está operando, éste no tiene una dirección, un motivo. Está libre del pasado. El discernimiento total es la mente operando sobre el cerebro”. Otra vez hubo silencio.
Pregunté: “El cerebro es limitado. ¿Cómo puede la mente operar sobre el cerebro?”
“K ha observado cuidadosamente, sin motivo alguno. En ese observar hay una atención tremenda. Es como enfocar la luz sobre algo. Esa atención, la profundidad de esa atención, es la mente. Esa atención concentra luz sobre las limitaciones del cerebro. El amor está fuera del cerebro. El amor no es sensación. El discernimiento no es sensación; no es una reacción. Hemos llegado a un final”, concluyó el sabio.
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.
Desde comienzos de los años 60, Krishnamurti había estado muy interesado en el problema del tiempo. En la mesa del desayuno, en los paseos y en las pláticas y discusiones de grupo, se refería a las muchas dimensiones del tiempo. En noviembre de 1.983, cuando estábamos juntos en mi casa de Safdarjung Road, Nueva Delhi, continuó con el tema.
“¿Qué es el tiempo? ¿Podemos ser muy sencillos e investigar tan profundamente como sea posible la naturaleza del tiempo? Conocemos toda una serie de movimientos continuos del tiempo. Conocemos el tiempo físico y el tiempo psicológico como devenir, y el movimiento del no-devenir. Entre ‘lo que es’ y ‘lo que debería ser’ hay tiempo. El tiempo físico es distancia, de aquí hasta allá. Ahora bien, ¿está el tiempo físico relacionado internamente con el tiempo psicológico?”
“Respondí. “Conociendo el tiempo físico del reloj, uno aplica el mismo tiempo como un medio de llegar a lograr algo internamente. La ilusión es introducir el concepto de tiempo físico en lo interno, y querer moldear la estructura interna a base del movimiento lineal del tiempo físico. La medida del devenir es la medida del tiempo interno”.
“Cuando el movimiento externo se extiende a los estados psicológicos, se introduce la ilusión del tiempo. La idea de evolución en lo externo se traslada a lo interno”. Mientras K hablaba, escuchaba profundamente, nos escuchaba a nosotros y se escuchaba a sí mismo. El escuchar era, en sí, una investigación.
“El movimiento del devenir es el ‘yo debería ser’. Es un proceso de la fantasía; construye de ilusión en ilusión. La mente rumia: ‘¿Qué será qué irá a ocurrir después?’ Las ansiedades y los temores forman parte de esta estructura.
“El cerebro extiende el tiempo físico a la esfera interna psicológica, porque el cerebro está condicionado al tiempo lineal en lo externo. Como está condicionado para eso, acepta el tiempo psicológico en lo interno. Yo cuestiono esa ilusión que condiciona al cerebro. El cerebro está acostumbrado al movimiento del devenir. Se ve a sí mismo como un movimiento en el tiempo. Opera dentro de esta ilusión. El cerebro ha evolucionado en el tiempo, y entonces lo juzga todo en términos de tiempo. ‘Yo soy, yo fui’, modificado en ‘yo seré’. Ahora pregunto: ¿Es así? ¿Hay un mañana en la psique?”, preguntó K.
“Hay un mañana físico; por lo tanto, el mañana psicológico es inevitable”, dije.
“Eso es continuidad”, comentó K.
“Yo existo; por consiguiente, habrá un mañana. ¿Por qué la proyección del mañana queda enredada entre fuertes sentimientos de miedo?”, pregunté. Hubo un rato de silencio.
“No existe el tiempo”, dijo de pronto Krishnaji. “El tiempo físico lo conocemos como movimiento. No hay modo de medir el tiempo físico sin el movimiento. Si en la psique no hubiera un movimiento como el pensar, se terminaría la rueda del tiempo.
“Véalo”, dijo. “El movimiento es tiempo. El movimiento es pensamiento. El pensamiento es un proceso material. Eso es sencillo, ¿por qué lo complicamos? ¿Pueden aceptarlo, aunque sea lógicamente?”
“¿Qué significa aceptar una declaración como ésta lógicamente?”, pregunté.
“Ver que cualquier movimiento psicológico es un proceso del devenir. Ahora bien, ¿hay un movimiento donde el tiempo no exista? Si uno se sienta en una habitación a oscuras, sin movimiento alguno, sin un solo pensamiento, ¿hay tiempo? Esto es también así en lo interno. Cuando no hay pensamientos, ni movimiento en el tiempo, lo externo y lo interno son el mismo movimiento”
Dije: “Puede haber una cesación del movimiento físico en el cerebro por unos instantes, pero la acción del tiempo como duración, como continuidad, es una actividad que opera en cada célula de mi cuerpo. También actúa en el cerebro. La acción del tiempo es inevitable”.
“El cerebro es una cosa física. El cerebro envejece. Se deteriora. El interrogante es si el cerebro necesita por fuerza deteriorarse”, dijo K.
“Si es un proceso material, tan material como el hecho de que mi cabello se pone gris tiene que deteriorarse. ¿Cómo es posible que una parte del organismo permanezca sin ser afectada?”, pregunté.
“Usted dice que el cerebro se vuelve senil. La senilidad es el envejecimiento físico a causa del tiempo. Para mí, el cerebro no necesita envejecer jamás”.
“¿Cómo distingue usted entre el cerebro y los otros órganos? ¿Cómo puede ser que sólo el cerebro tenga la capacidad de renovarse?”, insistí.
“¿Está claro para nosotros lo que entendemos por tiempo? Es el mismo movimiento en lo externo y lo interno. No están separados. Ese movimiento ha proseguido milenio tras milenio. La pregunta es: ¿Puede ese movimiento detenerse? Ese movimiento constante es declinación, es el factor de deterioro, tanto orgánicamente como en la psique”.
“El cerebro recibe estímulos físicos, de modo que siempre responderá al reto como movimiento”, dije.
“Vaya despacio, vaya despacio”, dijo K. “Hay reacción y acción de lo contrario el cerebro está muerto. Pero esa acción tiene poco significado en sí misma”.
“El cerebro no puede estar totalmente en silencio”, dije. “¿Se presenta la vejez debido al movimiento de fricción?”
“El movimiento, tal como lo conocemos, es fricción. El movimiento es el factor de deterioro. Es como el pistón en una máquina. Cada movimiento en el cerebro desgasta físicamente al cerebro. Es el proceso psicológico el que afecta al cuerpo y al cerebro. No es a la inversa”, dijo K.
“¿Puede haber un movimiento sin fricción?” Habló Asit.
“Si no hay movimiento psicológico, entonces el movimiento ocurre como en un espacio absoluto, no hay fricción”, dijo K.
“Y sin embargo, hay un movimiento tremendo en el espacio exterior”.
“Cuando no hay movimiento psicológico, el tiempo como devenir no existe. Pero uno puede sentarse muy quietamente en una habitación oscura durante veinte años y el cerebro continuará envejeciendo porque el pensamiento, como devenir, sigue operando. Pero cuando el pensamiento se aquieta, cuando no se mueve, entonces no hay tiempo en la psique. Si no hay un movimiento como el pensar, no hay devenir. El devenir crea la dualidad; en consecuencia, hay conflicto, deterioro, tiempo. El tiempo es la barrera, es limitación. Sólo una nave espacial que se mueve sin fricción, puede viajar ilimitadamente. Si la fricción como movimiento, como tiempo psicológico, cesa, ¿hay factor de deterioro?”, preguntó K.
“Cuando el cerebro está quieto, ¿funciona el cuerpo naturalmente?”, quiso saber Asit.
“Sí, el cuerpo tiene su propia inteligencia”, dijo K. “¿Es esto una realidad? ¿Puede el cerebro estar alguna vez sin movimiento, excepto por su propio movimiento natural? El movimiento psicológico interfiere con el cuerpo. ¿Puede ese movimiento detenerse? Eso implica a su vez: ¿Puede no haber acumulación de ninguna clase?”
“¿Qué es lo que distingue la negación de todo tiempo como movimiento?”, pregunté. “¿Cómo se percata uno del tiempo?”
“Me doy cuenta de él cuando hay un reto”, dijo K.
“El cerebro extiende su mirada hacia atrás o hacia adelante, y formula preguntas”. Yo continuaba inquiriendo.
“Eso es movimiento”, dijo K.
“Pero lo real es que el cerebro está rumiando todo el tiempo”, dije. “Cuando no lo retan seriamente, se las pasa haciendo juegos consigo mismo. Lanza recuerdos”.
“El cerebro es memoria”, dijo K. “El remordimiento, la culpa, son un movimiento constante en el cerebro la memoria. El cerebro es memoria, un movimiento desde el pasado, a través del presente, hacia el futuro”.
“La continuidad es eso. El cerebro crea la memoria. ¿Juega con ella?”, preguntó Asit.
“El cerebro sobrevive mediante la memoria”, dijo K.
“Conocemos la función del corazón. Bombea sangre a través de arterias y venas. ¿Cuál es la función del cerebro? ¿La de crear conocimiento como memoria acumulada?”, preguntó Asit.
Yo pregunté: “¿Cuál es el movimiento que debe detenerse? ¿O usted dice que todo el movimiento tiene que cesar?”
“El cerebro siente que en la memoria está la seguridad”, dijo Asit.
“En la terminación de este movimiento, ¿nace un movimiento nuevo que implica seguridad total para el cerebro? ¿Hay un movimiento fuera del tiempo?”, pregunté.
“No plantee esa pregunta”, dijo K. “Tal como el corazón funciona naturalmente, el cerebro tiene su propio movimiento cuando la memoria no interfiere. El cerebro tiene un movimiento que le es propio, sobre el cual ha superpuesto la memoria. Escuchen”, dijo, “el corazón no recuerda. El corazón late sin recuerdos. El cerebro puede funcionar sin el movimiento de la memoria si así se lo permite el pensamiento. No es a causa del conocimiento que el corazón bombea la sangre”.
“Deducir semejanzas entre el corazón y el cerebro no es correcto”, dije. “El cerebro físico ha evolucionado gracias a la memoria, gracias a las capacidades y experiencias del hombre. Pudo sobrevivir sólo confiando en su búsqueda de supervivencia”. “¿El cerebro enseña al cuerpo a sobrevivir?”, preguntó Asit.
“El cerebro que conocemos, ¿está formado a base de memoria? Hay una parte del cerebro de la cual no somos conscientes. Cuando opera la totalidad del cerebro, éste no tiene límites”, dije.
“El cerebro enseña las destrezas manuales. El pensamiento mismo crea la memoria para sobrevivir”, dijo Asit.
“Todo el cerebro no está ligado a la memoria”, dije yo.
“El cerebro ha buscado la seguridad en el conocimiento”, dijo K.
Pregunté: “¿Es a causa de su capacidad que el cerebro humano se ha vuelto más grande? ¿Está la mutación dentro del cerebro? ¿Seguramente la mutación no puede hallarse fuera del cerebro?” “¿Qué es lo que muta?”
“El conocimiento ha hecho que la base del cerebro fuera muy limitada. Al conocer, el cerebro descubre que la base que él mismo ha creado es inestable, y siente que la fricción como movimiento es indispensable para su supervivencia. ¿Qué ha de hacer, pues?”, preguntó K. “El cerebro ve que no hay seguridad en el conocimiento, se da cuenta de que su base fundada en el conocimiento es muy débil”.
“¿Puede ver que es posible una base por completo diferente?”, intervino Asit.
“Tal como funciona, el cerebro jamás puede desprenderse del pasado. Todo movimiento es tiempo. Así que pregunto: ¿Ha de permanecer uno en la vieja casa?” dijo K.
“Cuando no me muevo, no hay base sobre la cual la vieja casa pueda levantarse. Moverse lejos de la base inestable, crea la nueva base”, dijo Asit
“Cualquier movimiento implica dualidad”, dijo K.
Asit prosiguió: “Cuando no hay tiempo, no hay espacio. Si no hay movimiento, no hay tiempo. Cuando no hay nada en el espacio ni objeto alguno ni pensamiento- ¿dónde está el tiempo? Pero lo que digo se encuentra en el nivel intelectual”.
“Si no hay medida, ¿es el mismo cerebro el que funciona sin movimiento? Cuando el cerebro está silencioso, opera la mente. Esa es la inteligencia del universo. Krishnamurti había dado un salto inmenso, y nosotros nos quedamos muy atrás. No teníamos palabras. Después, fui yo quien rompió el silencio: “¿Acaso la inteligencia es una facultad propia del cerebro?”
“La inteligencia es la que ve el movimiento de la continuidad; lo ve como el proceso de envejecimiento. La inteligencia que ve esto, se encuentra fuera del cerebro”, declaró K.
“Si el cerebro no puede alcanzarla, ¿quién o qué es lo que ve la limitación del cerebro? Para ver eso, el cerebro tiene que hacer contacto con aquello”, dijo Asit.
“En su funcionamiento, el cerebro tiene su propia inteligencia. Ese cerebro limitado no tiene relación alguna con lo otro”, dijo K.
“¿Qué es, entonces, lo que puede detener el movimiento del cerebro?”, preguntó Asit.
“La percepción de su propia insuficiencia”, contestó K.
“Si el cerebro es solamente un movimiento del tiempo, ¿qué es, entonces, lo que ve su propia limitación?” Krishnaji habló después de un largo silencio. “¿Aceptaría usted el discernimiento directo como una operación de la totalidad del cerebro?”
“La operación del discernimiento, ¿no está relacionada, entonces, con la estrecha operación del cerebro?”, pregunté.
“El discernimiento en la limitación, libera al cerebro de la limitación. El discernimiento sólo puede surgir cuando la memoria no opera y, por tanto, no hay tiempo”, dijo K. “Cuando la totalidad del cerebro está operando, éste no tiene una dirección, un motivo. Está libre del pasado. El discernimiento total es la mente operando sobre el cerebro”. Otra vez hubo silencio.
Pregunté: “El cerebro es limitado. ¿Cómo puede la mente operar sobre el cerebro?”
“K ha observado cuidadosamente, sin motivo alguno. En ese observar hay una atención tremenda. Es como enfocar la luz sobre algo. Esa atención, la profundidad de esa atención, es la mente. Esa atención concentra luz sobre las limitaciones del cerebro. El amor está fuera del cerebro. El amor no es sensación. El discernimiento no es sensación; no es una reacción. Hemos llegado a un final”, concluyó el sabio.
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.
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