viernes, 19 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

En 1.979 Krishnaji sostuvo, con los maestros del Valle de Rishi, discusiones en las que participó Rajesh Dalal. K habló de que era necesario crear confianza en el estudiante. Rajesh, sentado a la derecha de K, estaba particularmente atento ese día. Toda la cuestión de que el estudiante tuviera profunda confianza en el educador era ­dijo Krishnaji­ “fundamental en el proceso de la educación”. Siguió planteando retos a quienes le escuchaban, devolviéndoles los problemas, obligándoles a inquirir y responder desde lo profundo.

Rajesh me contó: “Yo estaba alerta, observando y escuchando, cuando súbitamente Krishnaji se volvió hacia mí y preguntó: ‘Rajesh, ¿qué dice usted?’ Yo me quedé quieto, no sintiendo necesidad de responder. Nuevamente, después de cinco o diez minutos, les dijo a los maestros: ‘Señores, ¿se bajarán ustedes de sus estrados y les dirán a sus estudiantes que son ustedes iguales a ellos que tienen temores, celos, heridas psicológicas, etc.­, y que no saben qué hacer? Entonces ellos verán que ustedes son honestos y les tendrán confianza. ¿Lo harán?’ Yo tal vez esperaba escuchar algo más profundo que esto. Sentí también que tenía una relación así con mis estudiantes. De modo que expresé mi sentir, y mi voz estaba cargada de emoción: ‘Señor, yo he hecho eso. Pero no es suficiente. Tenemos que estar libres de temor si el estudiante ha de confiar en nosotros’”.

Rajesh continuó: “Krishnaji se volvió hacia mí, sostuvo mi mano y dijo: ‘Rajesh, hágalo ahora’. Su penetrante mirada y sus palabras eran como un lazo que me ahogaba. Era una experiencia extraña cuya intensidad me aturdía, y yo no podía hablar. Él se percató de ello rápidamente y alejando de mí su mirada empezó a discutir con otros maestros. Pero siguió sosteniendo gentil y afectuosamente mi mano, como diciendo: ‘Mi muchacho, comprendo por lo que estás pasando’”.

Al ver que Rajesh estaba viviendo una vida de total abstinencia y castidad, y al percibir las tensiones que se estaban manifestando, K le habló del sexo. Le dijo: “El sexo es como una tierna flor, una llama intensa, delicada y rara. Tiene que ser nutrida y cuidada. Usted debe estar especialmente atento si el sexo no opera según el propósito de la naturaleza. Permitirle que funcione libremente es disipar energía; reprimirlo brutalmente es destruir algo delicado e intensamente bello. Obsérvelo, pues, con simpatía, edúquelo, déjelo que se revele a sí mismo y se abra a la vida sin negarlo y sin sucumbir a él­”.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

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