domingo, 10 de diciembre de 2006

Jiddu Krishnamurti y Kishore Kairmar. Prólogo.

Jiddu Krishnamurti (1895-1986), de padres indios, se educó en Inglaterra y dio charlas por todo el mundo. No estaba vinculado a ninguna casta, nacionalidad o religión, ni se basaba en tradición alguna.

Sus enseñanzas, que superan los veinte millones de palabras, han sido publicadas en 1200 vídeos, 700 casetes, y más de 75 libros, de los cuales se han vendido hasta el momento más de cuatro millones de ejemplares en 22 idiomas. Junto con el Dalai Lama y la Madre Teresa, Krishnamurti fue considerado por la revista Time como uno de los cinco santos del siglo XX.

Krishnamurti viajó por todo el mundo durante sesenta y cinco años, hablando de forma espontánea a un público numeroso hasta el final de su vida, a los noventa años. El rechazo de toda autoridad espiritual y psicológica, la suya inclusive, es uno de los temas fundamentales. Decía que el hombre tiene que liberarse del miedo, del condicionamiento, de la autoridad y del dogma a través del conocimiento propio. Sugería que este conocerse producirá, inevitablemente, orden y un cambio psicológico real. Un mundo tan conflictivo y violento no puede transformarse en una vida llena de bondad, amor y compasión mediante ninguna estrategia política, social o económica. Solamente se puede trasformar por medio de una mutación en los individuos, que surgirá de la propia observación, sin gurúes o religión organizada.

La talla de Krishnamurti como un filósofo original atrajo el interés de muchos pensadores y filósofos, tanto tradicionalistas como no tradicionalistas. Muchos fueron los que mantuvieron diálogos con Krishnamurti: jefes de estado, eminentes físicos como David Bohm, destacados líderes de las Naciones Unidas, psiquiatras, psicólogos, líderes religiosos y profesores de universidad. Estudiantes, maestros y millones de personas de todas las profesiones y condiciones sociales acudieron a escucharle y leyeron sus libros. Con un lenguaje simple tendió un puente entre la ciencia y la religión, de manera que tanto los científicos como la gente común pudieran entender sus conferencias sobre el tiempo, el pensamiento, la percepción y la muerte.

Estableció fundaciones en los Estados Unidos, la India, Inglaterra, Canadá y España, con función expresa de proteger las enseñanzas, de manera que no fueran distorsionadas, y de difundir sus trabajos, sin autoridad para interpretarlas o para deificar a la persona o a estas enseñanzas.

Las diversas escuelas que Krishnamurti fundó en la India, Inglaterra y los Estados Unidos, responden a su manera de concebir la educación, cuyo énfasis debería estar en la comprensión del corazón y de la mente, y no sólo en los temas académicos o las capacidades intelectuales; en aprender el arte de vivir, y no solamente el aspecto técnico necesario para ganarse la vida.

Krishnamurti decía: "Sin duda la escuela es un lugar en el que uno debe aprender sobre la totalidad y la integridad de la vida. La excelencia en los estudios es absolutamente necesaria, pero la escuela debe incluir mucho más que eso. Es un lugar donde, tanto el maestro como el estudiante, deben explorar no sólo el mundo exterior, el mundo del conocimiento, sino también su propio pensar y conducta."

Referente a su obra, él mismo decía:"No se pide o exige creencia alguna, no hay seguidores, no hay culto, ni tampoco ningún tipo de persuasión, en ningún sentido, porque sólo así podemos encontrarnos en el mismo estrado, en el mismo terreno, en el mismo nivel. Entonces podemos observar juntos el extraordinario fenómeno que es la existencia humana."



Kishore Khairmar, Director del Sahyadri Study Centre, Fundación Krishnamurti India.

Prólogo del Libro: ¿Qué estas haciendo con tu vida?, J. Krishnamurti, Comentarios sobre el vivir para jóvenes. Editorial Océano, 2003.













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