domingo, 10 de diciembre de 2006

Jiddu Krishnamurti y El Instructor del Mundo.

Año 1926.

En la tarde del día 27, Lady Emily, de acuerdo con su diario, supo “que al instante en que Krishna apareció, Él (el Señor) estaba ahí. Tan severo se veía él y tan lleno de poder”. Mrs. Kirby, una italiana casada con un banquero inglés radicado en Génova, que conocía a K desde 1909 en Adyar y había estado con nosotros en Peregine, escribió que esa tarde había en la apariencia de K una dignidad inusitada y que el poder de su voz se fue incrementando y ésta sonaba más llena y profunda, hasta que “el Señor estuvo ahí y era Él quien hablaba… Cuando eso terminó, me descubrí temblando de pies a cabeza”. Cuando ella lo vio a la mañana siguiente, “él estaba tan amable y afectuoso como siempre, y cuando le conté cómo toda su apariencia había cambiado, dijo: “Desearía haber podido verlo también”… Krishnaji se veía como si tuviera urgente necesidad de un descanso... ¡Qué vida, pobre Krishnaji! No hay duda de que él es el Sacrificio”. [1]

A continuación se reproduce parte de su plática de esa tarde:
“Quisiera pedirles que vengan y miren a través de mi ventana, la que les mostrará mi jardín y mi morada. Entonces verán ustedes que lo que importa no es lo que hagan, lo que lean, lo que cualquier persona les diga que son o que no son, sino que tengan el intenso deseo de entrar en esa morada donde reside la Verdad… Quisiera que ustedes vinieran y la vieran; que vinieran y la sintieran… y no que me digan: “Oh, usted es diferente, usted está en la cumbre de la montaña, usted es un místico”. Ustedes me dan frases y cubren mi Verdad con sus palabras. Yo no quiero que ustedes rompan con todo aquello en que creen. No quiero que nieguen su temperamento. No quiero que hagan cosas que no sientan que son correctas. Pero, ¿es feliz alguno de ustedes? ¿Ha experimentado alguno de ustedes la eternidad?... Yo pertenezco a todos, a todos los que realmente aman, a todos los que sufren. Y si ustedes han de caminar, tienen que caminar conmigo. Si han de comprender, deben mirar a través de mi mente. Si han de sentir, deben mirar a través de mi corazón. Y porque yo amo en verdad, quiero que ustedes amen. Porque en verdad siento, quiero que ustedes sientan. Porque estimo todas las cosas, quiero que ustedes estimen todas las cosas. Porque quiero proteger, ustedes deben proteger. Y ésta es la única vida digna de vivirse y la única Felicidad digna de poseerse. [2]”


[1] Carta de María Luisa Kirby a R. G. Macbean, 31 de julio de 1926. (Theosophist, 19 de julio de 1948)
[2] The Pool of Wisdom (La Fuente de la Sabiduría) Star Publishing Trust (Fideicomiso de Publicaciones de La Estrella)

-Vida y Muerte de Krishnamurti, Mary Lutyens. Editorial Kier. Pág. 89.


Año 1927.

El día previo a la inauguración del campamento, antes del arribo de Mrs. Besant, K dio su primera respuesta pública al interrogante que preocupaba a tantos: ¿Creía o no creía él en los Maestros y en la jerarquía oculta? Fue tal vez la más importante declaración sobre su propia posición que haya hecho nunca:

"Cuando yo era un niño pequeño, acostumbraba ver a Sri Krishna, con la flauta, tal como lo representaban los hindúes, porque mi madre era una devota de Sri Krishna... Cuando fui mayor y me encontré con el obispo Leadbeater y la Sociedad Teosófica, comencé a ver al Maestro K.H.-también en la forma en que me lo describían, la realidad desde el punto de vista de ellos-, y entonces el Maestro K.H. fue para mí la meta. Más tarde, conforme crecía, empecé a ver al Señor Maitreya. Eso fue hace dos años, y le veía constantemente en la forma en que me fue presentado... Ahora, últimamente, ha sido el Buda a quien he estado viendo, y ha sido mi deleite y mi gloria estar con Él. Se me ha preguntado qué es lo que entiendo por "el Bienamado". Daré un significado, una explicación que ustedes interpretarán como gusten. Para mí, el Bienamado es todo: es Sri Krishna, es el Maestro K.H., es el Señor Maitreya, es el Buda, y está aún más allá de todas estas formas. ¿Qué importa el nombre que uno le dé?... Lo que les inquieta es si existe alguien como el Instructor del Mundo, que se haya manifestado a sí mismo en el cuerpo de cierta persona: Krishnamurti; pero en el mundo nadie se preocupa de esta cuestión... Es algo desafortunado que tenga que explicarlo, pero debo hacerlo. Quiero que ello sea lo más indefinido posible y espero lograrlo. Mi Bienamado es los cielos abiertos, la flor, cada ser humano... Hasta que no fui capaz de decir con certeza, sin excitación indebida ni exageración con el fin de convencer a otros, que era uno con mi Bienamado, nunca lo dije. Hablaba acerca de vagas generalidades que todos deseaban oír. Nunca dije: Soy el Instructor del Mundo; pero ahora que siento que soy uno con mi Bienamado, lo digo, no para imprimir mi autoridad sobre ustedes, no para convencerles de mi grandeza ni de la grandeza del Instructor del Mundo, ni aun de la belleza de la vida, sino meramente para despertar en sus corazones y en sus propias mentes el deseo de buscar la Verdad. Si yo digo, y lo diré, que soy uno con el Bienamado, es porque lo siento y lo sé. He encontrado lo que anhelaba, me he unido a ello; por lo tanto, de aquí en adelante, no habrá separación, porque mis pensamientos, mis deseos, mis anhelos-los del yo individual-, han sido destruidos... Soy como la flor que da su perfume al aire de la mañana. Ella no se preocupa del que pasa por su lado... Hasta ahora han estado dependiendo de la autoridad de lo dos Protectores de la Orden (Mrs. Besant y Leadbeater), o de algún otro que les revele la Verdad, mientras que la Verdad reside dentro de ustedes... No es bueno que me pregunten quién es el Bienamado. ¿De qué sirven las explicaciones? Porque ustedes no comprenderán al Bienamado hasta que sean capaces de verle en cada animal, en cada brizna de hierba, en cada persona que sufre, en cada individuo."(1)

(1)Who Brings the true (Quien trae la verdad) Star Publishing Trust (Fideicomiso de Publicaciones de La Estrella, 1928.)

Vida y Muerte de Krishnamurti, Mary Lutyens. Editorial Kier. Pág. 95.




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