martes, 13 de abril de 2010

Jiddu Krishnamurti y Mariano Vázquez Alonso.

El acercamiento al pensamiento de Krishnamurti implica toda una actitud de alerta, de atención suma y, sobre todo, de desnudamiento mental. Basta ver uno solo de sus videos, o leer un capítulo de cualquiera de sus múltiples obras, para darnos cuenta de que nos hallamos ante un excepcional investigador de la mente humana, con el cual no podemos adoptar una postura pasiva de mero oyente o lector. Krishnamurti, que siempre desdeñó el papel de los maestros y los gurús, que siempre se manifestó contrario a todo tipo de religiones y enseñanzas establecidas, nos exige con su palabra un verdadero compromiso con nosotros mismos. Una actitud de observación sincera y profunda. El ser humano, su pensamiento, está anclado entre el pasado y el futuro, pero no sabe, no quiere afianzarse en lo que verdaderamente «es», en el ahora, en el presente.

Lo real, nos dice Krishnamurti, no es un producto del pensamiento, ni una elaboración más de la memoria o del conocimiento; lo real es lo que surge cuando nos desprendemos de todo el lastre del intelecto “¡Mírese, obsérvese, vea lo que está pasando dentro de usted!” nos repite una y otra vez.

Aseguran aquellas personas que vivieron con Krishnamurti, o que compartieron con él prolongadas estancias, que la inmensa energía que se desprendía de su persona, la continua atención que prestaba a todo cuanto estaba sucediendo en su entorno, generaban algo así como la vibración de una potente e incansable dínamo.

“No siempre era fácil estar a su lado», confiesa alguien que lo conoció bien. Es comprensible. La mente humana normal, hiperactiva -y, sin embargo, casi siempre dormida-, queda fácilmente deslumbrada ante la luz cegadora que emana de un ser que vive en lo auténtico, en lo real, en “lo que es”.

Extraído del libro “Las escuelas esotéricas de Occidente”
http://www.upasika.com/krishnamurti5.html

1 comentario:

ljr dijo...

you still out there?

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