martes, 13 de abril de 2010

Jiddu Krishnamurti y María Solá.

Tras la afirmación de que el problema del mundo es el problema del hombre, se detiene Krishnamurti en consideraciones que ponen de manifiesto que mundo e individuo no son dos entidades, sino que constituyen una unidad que son, pues, un proceso total.

Pero surge un conflicto, lo que podríamos estimar desacuerdo entre el criterio común o corriente, y el de Krishnamurti. Generalmente se opina que hay que transformar al mundo para lograr una mejor realidad de la que tenemos. Y Krishnamurti considera que esto es un contrasentido: si cada uno de nosotros podemos ser punto de referencia para un cambio, ¿por qué inclinarse por el mundo que difícilmente puede ofrecerlo?

¿En qué sentido, partiendo del primer punto de vista, deberíamos movemos? ¿Yendo en pos de un modelo de perfeccionamiento individual? Esto conduciría, nos advierte Krishnamurti al autoencierro, al aislamiento, objetivo del todo contraproducente.

Desviémonos un poco observando lo que la sociedad estima como progreso, para patentizar que, si bien hay que reconocerlo en lo técnico, es nulo en el logro de una mayor sensibilidad del hombre. Efectivamente existen mejoras sorprendentes en el mundo material, pero, ¿qué es lo que se destaca en el individuo? El egoísmo por poseerlas, el afán de acumular en él todo beneficio. Hay, pues, un progreso sensorio, pero hay asimismo una creciente pobreza en la evolución de los valores individuales, los que pueden llamarse generosidad, desinterés, entrega.

Tenemos, por un lado, el progreso del intelecto que enriquece de dones la sociedad que el hombre integra y, por el otro, cada vez más pobreza de los valores que emanan de la inteligencia, los únicos que permitirían llamar auténtico el progreso no, en verdad, destrucción; autenticidad que depende de un cambio radical en la conducta humana Entremos de nuevo, nos sugiere Krishnamurti, a considerar el mecanismo del cambio. ¿No se ha puesto de manifiesto, tras las antecedentes consideraciones, que es el hombre quien ha de lograr en sí mismo aquello que falta en el mundo? El progreso intelectual nos encamina no sólo a la prosperidad material, sino al predominio de todo lo que le acompaña: violencia, ambición, competencia etcétera, y sólo el individuo, en ese proceso total, puede lograr la neutralización de aquel predominio, transformando su conducta. Quien desee comprender el significado de la existencia ha de comprenderse a sí mismo, no en oposición al todo, sino como proceso total.

Liberándose el hombre de antagonismos: creencias, nacionalismos, posesiones, se sentirá en proyección amorosa y en esa proyección se habrá convertido en elemento transformador del mundo.

María Solá, Antología comentada del mensaje de Krishnamurti
http://www.upasika.com/krishnamurti5.html

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