(Extraído de "Crónicas desde la Cocina: 1001 comidas con Krishnamurti, por Michael Krohnen)
Cuando hablaba de la bondad como la fuente de una nueva cultura, Krishnamurti insistía en la sutil, aunque evidente, diferencia que existe entre la mente creativa de la cultura y la fuerza creativa original de la naturaleza y el universo, y señalaba que, en su opinión, el hecho de escribir un poema inspirado, de componer una sinfonía, o de construir una magnífica catedral , no llegaba a rozar siquiera los fundamentos del acto creativo. Aún las expresiones culturales más refinadas y sutiles se derivaban del pensamiento y del yo, es decir, del ego, y en consecuencia sus intereses eran limitados y concretos. En este sentido, solía decir que: "La verdadera creatividad no necesita expresarse" y también señalaba el aspecto holístico de una nueva cultura arraigada en la vida individual diciendo que: "El verdadero arte es el arte de vivir"
(...)
-¿Ha estado usted en Chartres?-preguntó Krishnamurti a uno de los responsables ingleses-. ¡Qué catedral tan hermosa! Piense en la energía y colaboración que debió exigir construir algo así. Debieron tardar décadas y quizás incluso siglos.
-Y todo ello inspirado por el fervor religioso, para mayor gloria de Dios.
-Y completamente anónimo, ¿entiende? Nadie sabe quién fue el arquitecto. En aquel entonces los artistas no firmaban sus obras, como sucede hoy en día. Cuando se lo proponen, los seres humanos pueden hacer las cosas más increíbles. Si no recuerdo mal, el viaje a la Luna requirió del funcionamiento coordinado de unas cien mil personas, y la verdad es que lo hicieron muybien.
Un visitante de la India empezó entonces a hablar de las maravillas arquitectónicas de su país, los templos, las cuevas y las mezquitas creadas por personas inspiradas por el sentimiento religioso, y puso como ejemplo los templos excavados en las cuevas de Ellora y Ajanta, el Taj Mahal, Konarak y Puri.
- Cerca de Bombay - dijo Krishnamurti que, hasta entonces, había permanecido en silencio - existe una isla donde, hará unos mil años, los monjes excavaron templos en la roca. Una de ellas es una enorme escultura trifronte en roca del dios Shiva.
- La isla de Elefanta y el Mahesh Murti - señalé, cuando reconocí la descripción de una visita que realicé años atrás.
-Este Tri-Murti, como se le llama - continuó - , es una imagen realmente extraordinaria, llena de profundidad y de dignidad. ¡Imagínense el estado mental en que debían de hallarse las personas que lo crearon!
Mientras se refería a la clase de conciencia que había erigido la escultura de la deidad de tres caras, su voz expresaba un respeto reverente y el silencio se extendió por toda la mesa, como si la mente religiosa se manisfestara entre nosotros. Finalmente me aventuré y dije:
-Han debido de ser personas muy inspiradas y devotas.
-No, señor - replicó Krishnamurti-, deben haber comprendido algo, ya sabe; deben haber tenido algún tipo de percepción directa de la... de la mente religiosa.
Entonces hizo un gesto enfático, con los dedos completamente extendidos, y todos entendimos que estaba refiriéndose a la mente religiosa que, para él, era la clave de la comprensión de la existencia humana, el sine qua non de la vida armoniosa y el origen mismo de cualquier nueva cultura.
Cuando hablaba de la bondad como la fuente de una nueva cultura, Krishnamurti insistía en la sutil, aunque evidente, diferencia que existe entre la mente creativa de la cultura y la fuerza creativa original de la naturaleza y el universo, y señalaba que, en su opinión, el hecho de escribir un poema inspirado, de componer una sinfonía, o de construir una magnífica catedral , no llegaba a rozar siquiera los fundamentos del acto creativo. Aún las expresiones culturales más refinadas y sutiles se derivaban del pensamiento y del yo, es decir, del ego, y en consecuencia sus intereses eran limitados y concretos. En este sentido, solía decir que: "La verdadera creatividad no necesita expresarse" y también señalaba el aspecto holístico de una nueva cultura arraigada en la vida individual diciendo que: "El verdadero arte es el arte de vivir"
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-¿Ha estado usted en Chartres?-preguntó Krishnamurti a uno de los responsables ingleses-. ¡Qué catedral tan hermosa! Piense en la energía y colaboración que debió exigir construir algo así. Debieron tardar décadas y quizás incluso siglos.
-Y todo ello inspirado por el fervor religioso, para mayor gloria de Dios.
-Y completamente anónimo, ¿entiende? Nadie sabe quién fue el arquitecto. En aquel entonces los artistas no firmaban sus obras, como sucede hoy en día. Cuando se lo proponen, los seres humanos pueden hacer las cosas más increíbles. Si no recuerdo mal, el viaje a la Luna requirió del funcionamiento coordinado de unas cien mil personas, y la verdad es que lo hicieron muybien.
Un visitante de la India empezó entonces a hablar de las maravillas arquitectónicas de su país, los templos, las cuevas y las mezquitas creadas por personas inspiradas por el sentimiento religioso, y puso como ejemplo los templos excavados en las cuevas de Ellora y Ajanta, el Taj Mahal, Konarak y Puri.
- Cerca de Bombay - dijo Krishnamurti que, hasta entonces, había permanecido en silencio - existe una isla donde, hará unos mil años, los monjes excavaron templos en la roca. Una de ellas es una enorme escultura trifronte en roca del dios Shiva.
- La isla de Elefanta y el Mahesh Murti - señalé, cuando reconocí la descripción de una visita que realicé años atrás.
-Este Tri-Murti, como se le llama - continuó - , es una imagen realmente extraordinaria, llena de profundidad y de dignidad. ¡Imagínense el estado mental en que debían de hallarse las personas que lo crearon!
Mientras se refería a la clase de conciencia que había erigido la escultura de la deidad de tres caras, su voz expresaba un respeto reverente y el silencio se extendió por toda la mesa, como si la mente religiosa se manisfestara entre nosotros. Finalmente me aventuré y dije:
-Han debido de ser personas muy inspiradas y devotas.
-No, señor - replicó Krishnamurti-, deben haber comprendido algo, ya sabe; deben haber tenido algún tipo de percepción directa de la... de la mente religiosa.
Entonces hizo un gesto enfático, con los dedos completamente extendidos, y todos entendimos que estaba refiriéndose a la mente religiosa que, para él, era la clave de la comprensión de la existencia humana, el sine qua non de la vida armoniosa y el origen mismo de cualquier nueva cultura.
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