domingo, 4 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y El Diario de Krishnamurti.

 Año 1974.

K y Mary arribaron a Brockwood procedentes de Nueva York el 2 de mayo. Acababa de completarse un agregado más a la casa; un salón de actos octogonal diseñado por Ian Hammond. Anexo al frente del edificio principal, armoniza perfectamente con el mismo.

Por entonces se había tomado la decisión de publicar el extraordinario manuscrito de 1961-1962 que K había logrado recuperar de Rajagopal el año anterior. El 8 de mayo bajé a Brockwood con el fin de someter a la consideración de K la breve introducción que se me había pedido que escribiera para el libro, en la cual yo subrayaba el hecho de que él jamás había tomado alcohol ni ningún tipo de droga; que nunca había bebido café o té, y que jamás había sufrido de epilepsia o de algunas de esas otras condiciones físicas que se dice suelen producir visiones, y que sus extraños estados de conciencia no eran producto del ayuno; yo esperaba de ese modo anticiparme a cualquier clase de explicaciones superficiales.

También traje conmigo un ejemplar adelantado del primer volumen de la Biografía publicado por Murray. K pareció complacido con él; por supuesto, lo que primero miró fueron las ilustraciones. Se interesó en el relato acerca de sus padres y en el «descubrimiento del niño». Yo creo que realmente leyó el libro poco a poco, pero que ahora ya debe haberlo olvidado. Me sigue preguntando cómo impresionaría a una persona completamente ajena a ello; ¿qué pensaría, por ejemplo, del libro «un común corredor de Bolsa»? Yo sólo pude contestar que era altamente improbable que «un común corredor de Bolsa» leyera el libro. Cuando Mary, después de leerlo, le preguntó por qué, si los Maestros existen, habían hablado entonces y no ahora, K sugirió que «ahora que el Señor está aquí, no hay necesidad de ello».


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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