viernes, 2 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Aldous Huxley.

Año 1961.

El 27 de julio, Aldous Huxley y su segunda esposa, Laura Archera (su primera mujer había muerto de cáncer en 1955), arribaron a Gstaad y se alojaron en el Hotel Palace por diez días. Fueron varias veces a oír hablar a K:

...entre las cosas más impresionantes que yo haya escuchado jamás [escribió Huxley]. Era como escuchar un discurso del Buda tal poder, tal autoridad intrínseca, tan inflexible rechazo a permitir al homme moyen sensuel (al hombre medio voluptuoso) cualquier tipo de escapes, sustitutos, gurús, salvadores, führers (líderes), iglesias . «Yo les muestro el dolor y la terminación del dolor» ­y si ustedes no se deciden a satisfacer las condiciones para terminar con el dolor, estén preparados, cualesquiera sean los gurús, iglesias, etc­. en que puedan creer, para la indefinida continuación del dolor25.

Huxley escribía, evidentemente, acerca de la sexta plática, el 6 de agosto, donde K trató el tema del dolor. «El tiempo no termina con el dolor había dicho en el curso de la misma . Podemos olvidar un sufrimiento particular, pero el dolor está siempre ahí, bien en lo profundo. Y yo pienso que es posible terminar por completo con el dolor, no mañana, no con el transcurso del tiempo, sino que podemos ver la realidad en el presente e ir más allá».

En la primera plática del 25 de julio, había hablado con una autoridad extraordinariamente severa:

Lo que nos interesa es que la mente se haga añicos a fin de que algo nuevo pueda ocurrir. Y eso es lo que vamos a discutir en todas estas reuniones; cómo producir una revolución en la mente. Tiene que haber una revolución; tiene que haber una destrucción total de todos los ayeres; de lo contrario, no podremos enfrentarnos a lo nuevo. Y la vida siempre es nueva, como el amor. El amor no tiene ayer ni mañana, es siempre nuevo... De modo que si están dispuestos, si también es ése el propósito de ustedes, entraremos en la cuestión de cómo transformar la lerda, cansada, asustada mente, esta mente surcada por el dolor, esta mente que ha conocido tantas luchas, tanta desesperación, tantos placeres, que ha llegado a ser tan vieja y que nunca ha sabido lo que es ser joven. Si quieren, investigaremos eso. Al menos, yo voy a investigarlo, lo quieran o no. La puerta está abierta y son ustedes libres de venir y de irse. Este no es un auditorio cautivo; de modo que si ello no les gusta, es mejor que no lo escuchen. Porque lo que escuchan sin desear escucharlo, se convierte para ustedes en desesperación, en veneno. Así que desde el principio mismo ya saben ustedes cuál es la intención de quien les habla: que no vamos a dejar piedra por mover, que exploraremos todos los rincones secretos de la mente, que los pondremos al descubierto y destruiremos el contenido de los mismos; y que gracias a esa destrucción se creará algo nuevo, algo por completo distinto de cualquier creación de la mente. 

25 Bedford II, 296-297

KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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