sábado, 20 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Radha Burnier.

El 28 de noviembre de 1.979 estábamos en el Valle de Rishi. Radha Burnier había venido desde Madrás para pasar unos días con nosotros. Nos trasladamos al salón principal. Una mañana, durante el desayuno, Krishnaji le preguntó a Radha Burnier si se postularía para la presidencia de la Sociedad Teosófica. Ella contestó que no lo sabía. Él dijo: “¿Qué quiere decir con que no lo sabe?”

Súbitamente, la atmósfera se llenó con una energía nueva. Krishnaji dijo: “Mrs. Besant tenía el propósito de que los terrenos de Adyar fueran para la enseñanza. La Sociedad Teosófica ha fracasado, el propósito original se ha destruido”. Habló del verdadero espíritu religioso que investiga, cuestiona y niega. Y dijo que América no lo había alcanzado. Europa no lo, había alcanzado. Y en la India había sido extirpado y destruido. Sin embargo, ahí estaba en el suelo de la India, aguardando. “¿Podemos hacer algo al respecto?”, preguntó.

Por primera vez el énfasis no estaba puesto en el individuo, sino en el suelo, en la tierra el suelo físico de la India y su santidad, y la capacidad que el mismo tenía para contener la fuente de la creación­. Era como si Krishnamurti hubiera encontrado algo precioso; había en él un gran júbilo, como si el tiempo largamente aguardado hubiera llegado al fin. Apenas si hablábamos. Se volvió hacia nosotros en busca de confirmación. “Pupulji”, preguntó: “¿qué siente usted?” Cuando dije que ésta era una nueva mística, él no lo negó. Después habló nuevamente de la Sociedad Teosófica y de Radha Burnier convertida en presidenta. Le pregunté: “En un punto usted dice que Radha se encuentra profundamente comprometida con la Krishnamurti Foundation, y en otro punto dice que ella debe postularse para la presidencia de la Sociedad Teosófica. ¿Cómo concilia usted ambas declaraciones?”

Él respondió: “Yo puedo decirlo, otros no”. Y repitió: “Yo puedo decir cualquier cosa”. Eso me recordó el verso del Brihadaranyaka Upanishads que, hablando del ser iluminado, dice: “Por lo tanto dejemos que un Brahmana, después de haber cumplido con el aprendizaje, deseé vivir como un niño. Cuando ha realizado el estado de niño y el de aprendizaje, se convierte entonces en el meditador silencioso. Cuando ha cumplido con los estados meditativo y no meditativo, entonces llega a ser un Brahmana. De cualquier modo que se comporte, él está en lo correcto”.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

No hay comentarios.:

Etiquetas