domingo, 21 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y los Sentidos.

 Año 1980.

Empezamos a hacerle preguntas, y dijo: “Si ustedes ven el movimiento total del placer- placer sensual, placer del sexo­ -han comprendido todo el contenido de la conciencia”.

“¿Podríamos percibir de ese modo el cuerpo, la mente?”, preguntó Achyut.

“¿Podríamos explorar la atención?”, preguntó Krishnaji. “Hemos dicho ‘atender’. ¡Pero jamás hemos indagado en la atención! ¿Qué es atender?” Varios de nosotros contestamos, pero Krishnaji continuó inquiriendo.

“¿Qué ocurre cuando la atención indaga en sí misma? Cuando atienden de ese modo, todos sus sentidos están completamente despiertos. No es un solo sentido el que atiende, sino la totalidad de los sentidos. De lo contrario, no pueden atender. Cuando hay un solo sentido que ha sido altamente cultivado y los otros no, uno no puede atender. El estado de atención es una actividad sensoria completa. La actividad sensoria parcial conduce a la concentración. La atención no tiene un centro. La atención fluye desde sí misma, se mueve, jamás está quieta. La atención capta más y más no ‘más’ en un sentido comparativo, sino como un río que tiene tras de sí un inmenso caudal de agua, un tremendo volumen de energía, de atención, ola sobre ola, cada ola con un movimiento diferente­. Jamás nos hemos preguntado qué ocurre más allá de la atención. ¿Hay una suma total de la energía?” Los científicos le habían dicho que la materia y la energía eran una sola cosa. La ola seguía siendo energía, nunca podía estar inmóvil”. Al penetrar en una ola de percepción, que es energía, ocurren cosas extraordinarias. Hay un elevado sentido de éxtasis, un sentido de espacio sin límites; un vasto movimiento de color”. Hizo una pausa. “El color es Dios”, dijo, “no los dioses que adoramos, sino el color de la tierra, del cielo, el color extraordinario de una flor”.

Asit preguntó con vacilación: “¿Incluiría usted el aroma?”

“Por supuesto, el color es aroma”, dijo K.

Indagaba a medida que iba hablando. “¿Puede uno ver completamente, con todos los sentidos? ¿Ver no sólo con los ojos, sino con el oído; escuchar, gustar, tocar? Tiene que haber armonía. Esto sólo es posible cuando no hay movimiento alguno desde el centro”.

“Obsérvense a sí mismos un día”, nos dijo. “Miren la luz del sol y comprueben si pueden verla con todos los sentidos completamente despiertos y completamente libres. Esto nos lleva a un hecho interesante. Donde hay falta de armonía, está el yo.

“La atención es armonía completa. Tiene que haber un gran caudal de energía concentrada a consecuencia de la armonía. Es como el río Ganges. La atención es un movimiento hacia la eternidad”.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

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