sábado, 20 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y los Ángeles.

 Año 1979.

Krishnaji continuó hablando de la India como de la tierra donde lo sagrado podía florecer, aun cuando la hubieran destruido la fealdad de la política, la corrupción y destrucción de los valores. La India era el suelo donde la semilla había sido sembrada. A pesar de todo lo ocurrido, la tierra sembrada aún estaba ahí. K dijo que sentía que algo estaba aguardando. Le pregunté si el suelo de que hablaba era el suelo físico o si quería decir alguna otra cosa. Dijo que se refería a la tierra y su santidad. Él percibía que este suelo había sido preparado.

La atmósfera era intensa, viva, palpitante. En un punto dijo: “Ellos me proporcionaron dos ángeles- he reunido muchos más a través de los años­-”. Rió; era una risa amplia, y en medio de ella exclamó: “Lo digo muy en serio”. No se había reído de esta manera por años. “Ahora descubro que soy capaz de arreglármelas sin algunos de ellos”. Se volvió hacia Radha y dijo: “¿Puedo darle dos?” Reía, gozoso, pero profundamente serio, sugiriendo algo.

Contó que muchas personas le habían dicho que no fuera más a la India. El siempre había percibido lo sagrado del país, y le gustaba venir. Algo se había destruido en la India, pero una presencia aguardaba ahí. “La bendición de lo intemporal está aguardando, el suelo está preparado. ¿Podemos crear algo que pertenezca a esta bendición?”

Lo que surgió de esto fue una gran profundidad, una inmensidad. Era el vaticinio de que una energía sagrada estaba despierta nuevamente en el suelo de la India.



Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

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