AMAD LA VIDA
Durante el invierno esperan anhelosamente los árboles los tibios aires primaverales; pero cuando llega la primavera, si no hay savia en el árbol no da hojas ni flores ni frutos. Os hablo de la vida residente en todas las cosas, y en el mantenimiento de esta vida pura, robusta y vital hallaréis felicidad, no en su limitación y esclavitud. Todo el mundo se fija más en las ramas y las hojas del árbol que en la savia que lo vitaliza. Yo me fijo en la, vida del árbol y no en las ramas, hojas, flores y frutos, porque opino que mientras tenga el árbol vida sana será bella su expresión. De la propia suerte, si vuestra vida es robusta, vital y pura, alcanzaréis la Verdad ilimitada e insusceptible de condición. Si tratáis de condicionarla la traicionaréis.
Vosotros atendéis al aspecto del árbol, a la poda de sus ramas y al examen de sus hojas. Os embriagáis con su perfume y no os place que se os invite a considerar la causa productora del árbol, de sus ramas, sus hojas y su perfume. Si una rama está, muerta, la desgajan los vientos invernales. Tal es el hombre que no antepone la vida a toda menudencia, que no la liberta de la esclavitud en que la mantienen las frivolidades que la abruman. Para liberar la vida debéis amarla; pero preferís adorar a una imagen antes que adorar la vida en sí mismo. No os encojáis de hombros al escuchar lo que digo, sino atended diligentemente y lo comprenderéis. Si os domina el prejuicio y retorcéis la vida para seguir vuestras particulares creencias, para posaros en vuestra particular rama de expresión de vida, no hallaréis la Verdad.
A fin de alumbrar aquel manantial que se convertirá en torrente y os llevará al logro de la liberación, de la Verdad y del cumplimiento de la vida, debéis descubrir lo esencial para vuestra comprensión y desechar todo cuanto sea de secundaria importancia; pero si anteponéis lo accesorio a lo esencial, seréis desdichados, lucharéis y sufriréis desengaños, ansiedades y angustias. Esto es lo que estáis haciendo, porque para vosotros no es importante, la vida ni su liberación. Cuando améis la vida no querréis eludir la tristeza ni la duda ni las pruebas que os sobrevengan, porque sabréis que os darán experiencia y que 1as venceréis, desbaratando las ligaduras con que sujetasteis la vida.
Para hallar la Verdad debéis de dar de lado a la adoración de 1a imagen y enamoraros de la vida. Entonces alcanzaréis la inmortalidad. No teme a la muerte quien ama la vida y ve la vida en los ojos del prójimo. Amad la vida y sed leales con la vida y no con las personas, porque la adoración de personalidades no os conducirá a la Verdad.
La Verdad no pertenece a determinado individuo ni a determinada religión. La Verdad no se encuentra en los obscuros santuarios de los templos ni en los vestíbulos de las asociaciones ni en los libros ni en las ceremonias. Yo quisiera conduciros a la comprensión de la Verdad, pero vosotros preferiríais más bien que os repitiese lo que tantas veces os dije. Preferiríais que os adormeciese y arrullase cómodamente, en vez de despertaros el deseo de abandonarlo todo para descubrir la vida.
Si conocierais la causa de la belleza del mundo, de las movientes sombras, no caeríais en la ilusión de las manifestaciones de vida, sino que por amor a la vida buscaríais la Verdad que es la misma vida.
J. Krishnamurti, La Vida Liberada, años 1922/1925.
Durante el invierno esperan anhelosamente los árboles los tibios aires primaverales; pero cuando llega la primavera, si no hay savia en el árbol no da hojas ni flores ni frutos. Os hablo de la vida residente en todas las cosas, y en el mantenimiento de esta vida pura, robusta y vital hallaréis felicidad, no en su limitación y esclavitud. Todo el mundo se fija más en las ramas y las hojas del árbol que en la savia que lo vitaliza. Yo me fijo en la, vida del árbol y no en las ramas, hojas, flores y frutos, porque opino que mientras tenga el árbol vida sana será bella su expresión. De la propia suerte, si vuestra vida es robusta, vital y pura, alcanzaréis la Verdad ilimitada e insusceptible de condición. Si tratáis de condicionarla la traicionaréis.
Vosotros atendéis al aspecto del árbol, a la poda de sus ramas y al examen de sus hojas. Os embriagáis con su perfume y no os place que se os invite a considerar la causa productora del árbol, de sus ramas, sus hojas y su perfume. Si una rama está, muerta, la desgajan los vientos invernales. Tal es el hombre que no antepone la vida a toda menudencia, que no la liberta de la esclavitud en que la mantienen las frivolidades que la abruman. Para liberar la vida debéis amarla; pero preferís adorar a una imagen antes que adorar la vida en sí mismo. No os encojáis de hombros al escuchar lo que digo, sino atended diligentemente y lo comprenderéis. Si os domina el prejuicio y retorcéis la vida para seguir vuestras particulares creencias, para posaros en vuestra particular rama de expresión de vida, no hallaréis la Verdad.
A fin de alumbrar aquel manantial que se convertirá en torrente y os llevará al logro de la liberación, de la Verdad y del cumplimiento de la vida, debéis descubrir lo esencial para vuestra comprensión y desechar todo cuanto sea de secundaria importancia; pero si anteponéis lo accesorio a lo esencial, seréis desdichados, lucharéis y sufriréis desengaños, ansiedades y angustias. Esto es lo que estáis haciendo, porque para vosotros no es importante, la vida ni su liberación. Cuando améis la vida no querréis eludir la tristeza ni la duda ni las pruebas que os sobrevengan, porque sabréis que os darán experiencia y que 1as venceréis, desbaratando las ligaduras con que sujetasteis la vida.
Para hallar la Verdad debéis de dar de lado a la adoración de 1a imagen y enamoraros de la vida. Entonces alcanzaréis la inmortalidad. No teme a la muerte quien ama la vida y ve la vida en los ojos del prójimo. Amad la vida y sed leales con la vida y no con las personas, porque la adoración de personalidades no os conducirá a la Verdad.
La Verdad no pertenece a determinado individuo ni a determinada religión. La Verdad no se encuentra en los obscuros santuarios de los templos ni en los vestíbulos de las asociaciones ni en los libros ni en las ceremonias. Yo quisiera conduciros a la comprensión de la Verdad, pero vosotros preferiríais más bien que os repitiese lo que tantas veces os dije. Preferiríais que os adormeciese y arrullase cómodamente, en vez de despertaros el deseo de abandonarlo todo para descubrir la vida.
Si conocierais la causa de la belleza del mundo, de las movientes sombras, no caeríais en la ilusión de las manifestaciones de vida, sino que por amor a la vida buscaríais la Verdad que es la misma vida.
J. Krishnamurti, La Vida Liberada, años 1922/1925.
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