lunes, 8 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y La Teosofía.

SEGUNDA PLÁTICA EN ADYAR


Pregunta: ¿Está usted todavía categóricamente inclinado a negar que es el genuino producto de la cultura teosófica?

KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por cultura teosófica? Vea cómo esta cuestión se relaciona con la anterior del nacionalismo. Usted pregunta: “¿Acaso no lo han educado nuestra sociedad, nuestra religión, nuestro país?” Y a esto sigue la otra pregunta: “¿Por qué es usted ingrato con nosotros?”

La inteligencia no es el producto de ninguna sociedad, aunque sé que las sociedades y los grupos gustan de explotarla. Si yo estuviera de acuerdo con que soy “el genuino producto de la cultura teosófica” cualquier cosa que eso pueda significar-, ustedes dirían: “¡Vean qué hombre maravilloso es! Nosotros lo hemos producido; así que nos sigue a nosotros y a nuestras ideas”. (Risas). Sé que estoy exponiendo esto crudamente, pero así es como piensan muchos de ustedes. No se rían. Se ríen con demasiada facilidad, se ríen superficialmente, mostrando que no sienten de una manera vital. Quiero que consideren por qué me formulan esta pregunta, no si soy o no soy el resultado de la cultura teosófica.

La cultura es universal. La verdadera cultura es infinita; no pertenece a ninguna sociedad, a ninguna nación, a ninguna religión. Un verdadero artista no es, como tal, hindú ni cristiano, americano o inglés, porque un artista condicionado por la tradición o por el nacionalismo, no es un verdadero artista. Así que no discutamos si soy el resultado de la cultura teosófica o si no lo soy. Consideremos por qué formulan esta pregunta. Eso es más importante.

A causa de que ustedes se aferran a sus creencias particulares, dicen que su camino es el único camino, que es mejor que todos los otros caminos. Pero yo digo que no hay camino que conduzca hacia la verdad. Sólo cuando estemos libres de esta idea de los senderos, que no son sino ilusiones temperamentales, comenzaremos a pensar de manera inteligente y creativa.

Ahora bien, yo no ataco a la sociedad de ustedes. Han sido bastante amables al invitarme a hablar aquí, y no estoy abusando de esa amabilidad. La sociedad de ustedes es como miles de otras sociedades en todo el mundo, cada una sosteniendo sus propias creencias, cada una pensando: “El nuestro es el mejor camino; nuestra creencia es verdadera y las otras creencias están equivocadas”. En tiempos antiguos, a las personas cuyas creencias diferían de la ortodoxia aceptada, se las quemaba o torturaba. Hoy nos hemos vuelto lo que llamamos tolerantes, o sea, nos hemos intelectualizado. Eso es lo que viene a ser la tolerancia.

Ustedes me formulan esta pregunta porque quieren convencerse a sí mismos de que su cultura, su creencia son las mejores; desean atraer a otros hacia esa creencia, hacia esa cultura. Hoy Alemania sostiene que habrá un país compuesto sólo de gente nórdica, que no habrá más que una cultura. Ustedes dicen exactamente lo mismo, de una manera diferente. Dicen: “Nuestras creencias resolverán los problemas del mundo”. Y eso es lo que dicen los budistas y los mahometanos, es lo que dicen los católicos romanos y otros: “Nuestras creencias son las mejores; nuestra institución es la más preciosa”. Cada secta y cada grupo creen en su propia superioridad, y de tales creencias surgen los cismas, las disputas y guerras religiosas sobre cosas que no importan un comino.

Para un hombre que vive de manera plena, completa, para un hombre verdaderamente culto, las creencias son innecesarias. Él es creativo. Es auténticamente creativo, y esa creatividad no es el resultado de una reacción a alguna creencia. El hombre culto de verdad es inteligente. En él no hay separación alguna entre su pensamiento y su emoción; por lo tanto, sus acciones son completas, armoniosas. La verdadera cultura no es nacionalista ni pertenece a grupo alguno. Cuando comprendan esto, existirá el verdadero espíritu de hermandad; nadie pensará en términos de catolicismo romano o de protestantismo, en términos de hinduismo o de teosofía. Pero ustedes están tan conscientes de sus posesiones y de su lucha por adquirir más y más, que dan origen a las discriminaciones, y de éstas surgen el explotador y el explotado.

Algunos de ustedes, lo sé, han cerrado sus mentes contra lo que estoy diciendo y lo que voy a decir. Es obvio por sus rostros.


Comentario: Dudamos de usted, eso es todo.

KRISHNAMURTI: Es perfectamente correcto que duden de mí. Me alegra si dudan. Pero ustedes no dudan. Si de verdad dudaran, ¿cómo pueden formularme una pregunta como ésta, si soy o no soy el resultado de la cultura teosófica? El pensamiento no es para que se lo condicione, para que se lo moldee; no obstante, sé que es esto lo que está ocurriendo. Pero, por cierto, ustedes no pueden aceptar las cosas como son. Aceptan sólo cuando se sienten satisfechos, contentos. No aceptan cuando están sufriendo. Cuando sufren empiezan a cuestionar. En consecuencia, ¿por qué no deberían dudar? ¿No los he invitado desde el principio a examinar las cosas, a poner en tela de juicio todo lo que digo, de modo que puedan llegar a ser seres humanos inteligentes, afectuosos? ¿Han llegado a esa inteligente comprensión de la vida? Les pido que cuestionen, que duden, no sólo de lo que estoy diciendo, sino también de los valores pasados y de aquéllos en que están atrapados actualmente.

La duda produce una comprensión perdurable; la duda no es un fin en sí misma. Lo verdadero se revela sólo a través de la duda, cuestionando las numerosas ilusiones, los valores tradicionales, los ideales. ¿Están haciendo eso? Si saben que esto es lo que están haciendo sinceramente, entonces también conocerán el significado perdurable de la duda. El corazón y la mente, ¿se están liberando del afán posesivo? Si ustedes estuvieran verdaderamente despiertos a la sabiduría de la duda, el instinto de adquisición debería destruirse completamente, porque ese instinto es la causa de mucha desdicha. En él no hay amor, sino sólo caos, conflicto, dolor. Si dudan verdaderamente, percibirán la falsedad del instinto de posesión.

Si son críticos, si cuestionan, ¿por qué se aferran a las ceremonias? No comparan una ceremonia con otra a fin de decidir cuál es la mejor; antes bien, descubran si las ceremonias son útiles en absoluto. Si ustedes dicen: “Las ceremonias que practico son muy satisfactorias para mí”, entonces no tengo nada más que decir. Su afirmación demuestra meramente que no conocen la duda. Sólo se interesan en estar satisfechos. Las ceremonias separan a la gente, y cada uno de los que creen en ellas dice: “Las mías son las mejores; tienen más poder espiritual que las otras”. Esto es lo que sostienen los miembros de todas las religiones, de todas las sectas o sociedades religiosas, y sobre estas distinciones artificiales ha habido disputas durante generaciones. Estas ceremonias y otras barreras irreflexivas semejantes han separado al hombre del hombre.

¿Puedo decir algo más? Si ustedes dudan, o sea, si desean intensamente descubrir, deben soltar esas cosas a las que tan profundamente se aferran. No puede haber verdadera comprensión si conservan las que tienen. No pueden decir: “Me aferraré a este prejuicio, a esta creencia, a esta ceremonia y, al mismo tiempo, examinaré lo que usted dice”. ¿Cómo podrían hacerlo? Una actitud así no es de duda, no es de inteligente espíritu crítico. Demuestra que están buscando meramente un sustituto.

Trato de ayudarlos a que comprendan verdaderamente la plenitud de la vida. No les pido que me sigan. Si están satisfechos con su vida tal como es, entonces continúen con ella. Pero si no lo están, entonces pongan a prueba lo que digo. No lo acepten, sino empiecen por ser inteligentemente críticos. Para vivir de un modo completo, tienen que estar libres de las corrupciones, de las ilusiones en que se hallan presos. Para descubrir el profundo significado de la ceremonia, deben examinarla críticamente, objetivamente, y para hacerlo no tienen que estar seducidos por ella ni enredados en ella. Esto es obvio, por cierto. Examinen tanto la práctica como la no práctica de las ceremonias. Duden, cuestionen, reflexionen profundamente sobre esto. Cuando comiencen a despojarse del pasado, crearán dentro de ustedes un conflicto y, de ese conflicto, tiene que surgir una acción nacida de la comprensión. Ahora tienen miedo de soltar, porque ese acto de despojo traerá disturbios; de ese acto podría surgir la decisión de que las ceremonias son inútiles, lo cual iría contra sus familias, sus amigos y sus propias afirmaciones del pasado. Hay miedo detrás de todo esto, por eso sólo dudan intelectualmente. Son como el hombre que se aferra a todas sus posesiones, a sus ideas, a sus creencias, a su familia y, no obstante, habla de la no posesión. Su pensamiento no tiene nada que ver con sus actos. Su vida es hipócrita.

Por favor, no piensen que hablo con dureza, no es así. Pero tampoco voy a ponerme sentimental o emocional a fin de provocarlos a la acción. De hecho, no estoy interesado en provocarlos a la acción; lo harán ustedes mismos cuando comprendan. Lo que me interesa es mostrarles lo que está ocurriendo en el inundo. Quiero incitarlos a que vean la crueldad, la opresión espantosa, la explotación que los rodea. La religión, la política, la sociedad, los están explotando y los condicionan; ustedes están siendo forzados en una dirección particular. No son seres humanos, son meras piezas de una máquina. Sufren pacientemente, se someten a las crueldades del medio, aun cuando ustedes, individualmente, tienen las posibilidades de cambiar todo eso.

Señores, es tiempo de actuar. Pero la acción no puede tener lugar mediante el mero razonamiento y las discusiones. La acción tiene lugar sólo cuando sienten intensamente. La verdadera acción ocurre sólo cuando sus pensamientos y sentimientos se vinculan armoniosamente entre sí. Pero han divorciado sus sentimientos de sus pensamientos porque, a causa de su armonía, la acción resultante tiene que crear conflicto, y ustedes no están dispuestos a afrontarlo. Pero yo les digo que se liberen de los valores falsos de la sociedad, de las tradiciones; vivan individualmente de un modo completo. Por individualmente no quiero decir de una manera individualista. Cuando hablo de la individualidad, entiendo por ella la comprensión de los valores genuinos, la cual los libera de la maquinaria social y religiosa que los está destruyendo. Para ser auténticamente individual, la acción debe nacer de la inteligencia creativa; esto implica ausencia de temor y no estar presos en ninguna ilusión.

Ustedes pueden hacer esto. Podrán vivir de un modo completo -no sólo ustedes, sino las personas cercanas a ustedes- cuando se vuelvan creativamente inteligentes. Pero ahora están empeñados en la ganancia, buscando siempre el poder. Son impulsados por tentaciones, por creencias, por sustitutos. En este no hay felicidad, no hay inteligencia creativa, no hay verdad.

30 de diciembre de 1933


J. KRISHNAMURTI
OBRAS COMPLETAS AÑOS 1933-1967
Tomo I (1933-1934)
EL ARTE DE ESCUCHAR
EDITORIAL KIER S.A.
Traducido del inglés por
Armando Clavier




 

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