martes, 9 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y la Relación.

Al ver una piedra en el camino, Krishnaji la removió para que no pudiera lastimar los pies desnudos de algún aldeano. Estaba muy alerta, escuchando los sonidos del río, atento a la gente que pasaba, a las aguas, a los árboles, a los pájaros, y a los perros de la aldea que ladraban incesantemente. Acostumbraba estar en silencio, y nosotros permanecíamos en silencio con él.

En uno de sus paseos habló: “El hombre existe porque está relacionado; sin la relación, el hombre no existe. Para comprender la vida, uno tiene que comprenderse en la acción, en la relación con la gente, con la propiedad y con las ideas”.

Se volvió y señaló hacia el ondeante río, y después hacia una añosa higuera. “La mayoría de nosotros no está atenta a su relación con la naturaleza. Cuando miramos un árbol, lo vemos desde un punto de vista utilitario cómo aprovechar su sombra, cómo utilizar su madera­. De igual modo tratamos a la tierra y a sus productos. No hay amor por la tierra, sólo una utilización de la tierra. Si la amáramos, seríamos sobrios con las cosas de la tierra. Hemos perdido el sentido de la ternura, de la sensibilidad. Sólo en la renovación de esa sensibilidad es posible comprender la relación. Tal sensibilidad no adviene cuando colgamos meramente unas cuantas pinturas en la pared o nos ponemos flores en el cabello. Sólo llega cuando dejamos de lado la actitud utilitaria. Entonces ya no dividimos la tierra, entonces ya no decimos que la tierra es ‘mía’ o ‘tuya’.

Krishnaji estaba ofreciendo pláticas públicas en Kammacha, en pleno corazón de la ciudad. Como en todas sus pláticas, los que asistían eran monjes budistas, sanyasis, devotos de la Sociedad Teosófica que seguían viendo en Krishnaji al Instructor del Mundo, turistas, educadores, y un gran número de personas jóvenes que venían por curiosidad. Los grandes pandits de Varanasi empapados en la tradición del estudio, gramáticos y lógicos, tántricos y devotos, también se encontraban ahí para escuchar a este maestro que negaba todos los sistemas y todos los gurús. Algunos de ellos lo entrevistaban a solas. Poca discusión era posible debido a las dificultades del idioma, pero Rao y Achyut estaban ahí para traducir.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar.
Editorial Kier.
 

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