martes, 9 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y la Mente.

“LA MENTE OPERANDO COMO PARTE
DE LA TOTALIDAD, ES INFINITA”


Mientras Krishnaji estuvo en Bombay, pronto se congregó un pequeño grupo de personas para sostener discusiones con él. El grupo lo integraban Rao Sahib, Achyut, Maurice Friedman, la Honorable Mrs. Lucille Frost (una dama inglesa que durante mucho tiempo había estudiado con Jung, y que había conocido a Krishnaji en Sri Lanka y después lo acompañó por la India), Nandini y yo. De estas discusiones habría de emerger la primera serie de los grandes diálogos que Krishnaji sostuvo en la India. Una dimensión nueva se había agregado a su enseñanza, un movimiento que en su impulso habría de liberar la mente de sus viejas rutinas.

Habíamos estado discutiendo la mente y la memoria, y Krishnaji nos planteó un interrogante. El se había despertado cerca de las tres de la madrugada, sintiendo la eclosión de un júbilo que estallaba en su interior. Parecía emerger del propio corazón del silencio. Permaneció en la cama con ello, y entonces surgió la conciencia y la experiencia adquirió nombre. La mente-conciencia recordó. ¿Cómo pudo la mente recordar ese estado, si se hallaba ausente durante la vivencia del mismo?

Se sugirió que era la mente superior la que había experimentado el júbilo y el silencio. Krishnaji dijo: “Cualquier postulación de una mente superior no es sino otra proyección de la mente. La sugerencia es muy poco apropiada. O bien ese estado de silencio era falso una proyección de la mente­ o fue real”. Hizo una pausa. “¿Cómo es que la mente pudo recordar? La mente es causa y efecto, está presa en el tiempo, tiene un comienzo y un final. La mente jamás puede experimentar aquello que es sin causa, lo intemporal, lo que no tiene principio ni fin. El estado de esta madrugada era sin causan ¿Cómo es que la mente, que es causa y efecto, que es limitada, recuerda aquello que es sin causa lo ilimitado­?”

Alguien sugirió que la mente no recordaba la experiencia sino que la revivía. Krishnaji dijo: “En el silencio, ¿qué hay ahí que sea experimentable? El silencio sólo puede experimentar el silencio. ¿Puede el silencio dejar una huella?

“Entonces, lo que la mente percibió fue tal vez el resplandor del sumergimiento en el silencio. Krishnaji dijo: “Hay una experiencia de silencio, y la mente recuerda la sensación, el perfume, la esencia; ¿cómo recuerda la mente? La conciencia es el pensamiento del instante anterior o del instante siguiente. El pensamiento es siempre del instante o de muchos instantes anteriores. El pensamiento es el resultado de un estímulo”. Krishnaji dejaba que sus palabras penetraran profundamente, que la mente de los que escuchaban reflexionara, que se moviera con él. “Nosotros vivimos en la causa y el efecto, reordenándolos constantemente. Rechazamos nuestro trasfondo, nuestro pasado de ayer o de miles de años, sin darnos cuenta de que el pasado que rechazamos es un aspecto que está enterrado profundamente dentro de nosotros. Y es por eso que el trasfondo permanece oculto y siempre está en conflicto, en contradicción”.

¿Vemos que la conciencia nunca está en el ‘ahora’, que siempre es una proyección, un movimiento hacia atrás o hacia adelante? ¿Qué jamás está en el presente?”

Se le preguntó: “¿Cómo puede el hombre comprender esto?” “La comprensión del ‘ahora’ jamás puede darse mediante el pensamiento, mediante la conciencia”, contestó Krishnaji. Miró a Rao Sahib. “¿Cuál es el estado de la mente cuando ve esto?”

“La mente rehúsa aceptarlo como un hecho”, dijo Rao”.

Pero es un hecho. La mente no puede comprender el ‘ahora’ que es lo nuevo. Es un hecho, como una pared es un hecho. ¿Qué hace usted cuando se enfrenta a una pared?, no dice que no puede aceptarla como un hecho. ¿Qué ocurre cuando ve como un hecho que la mente no puede comprender el ‘ahora’? ¿Cuál es el estado de su mente?”

“Está silenciosa el pensamiento ha cesado­”, sugerí”.

Investíguelo. ¿Qué ocurre cuando la mente ve el hecho de que el pensamiento ha cesado y, no obstante, hay movimiento, una fluidez?” “Veo eso y el pensamiento ha cesado; sin embargo yo escucho su voz, continúa una percepción sensoria”.

“Yo la veo a usted. Escucho su voz. La mente como pensamiento no está ahí y, no obstante, la percepción sensoria continúa, está presente. Sólo la identificación ha cesado”, dijo Krishnamurti.

A la mañana siguiente volvimos a discutir la conciencia.

“Primero viene la capa de la actividad cotidiana comer, ir a la oficina, beber, encontrarse con la gente, los hábitos condicionados que operan automáticamente­. Es obvio que se trata de un estado estático que se ajusta a un patrón”.

Cuando nuestra rutina es perturbada, esta capa superficial cesa de actuar por un instante, y se revela lo que está debajo. Por conveniencia llamaremos a ésta la segunda capa (desde luego, puesto que la conciencia no es ‘espacial’ no pueden usarse términos exactos para indicar capas o niveles). El pensamiento que emerge de esta capa es todavía la memoria condicionada, pero no es tan automático como el de la capa superficial. Es un pensar más activo, más elástico; tiene más matices. Aquí el pensamiento no necesita ajustarse tan completamente al patrón, tiene más vitalidad. La capa siguiente está condicionada para el agrado, el desagrado, el juicio, la opción, la identificación. Aquí está centrado y establecido el principio del ego”. En este punto Krishnaji se detuvo y preguntó: “¿Cómo han estado escuchando ustedes? ¿Cómo investigan? ¿Cómo funciona la mente?”

“Yo lo he estado dramatizando”, dijo Rao”.

Yo he estado observando mis respuestas”, dije.

La réplica de Krishnaji fue inmediata: “No, ustedes están equivocados”.

“Ciertamente, ¿qué otra cosa podemos hacer?”, preguntó Rao. Y entonces uno se dio cuenta de la intensidad que tenía la atención de Krishnaji, el modo en que escuchaba cada respuesta; la mente de Krishnaji percibía que nuestro observar era otra repetición, otro recuerdo. Él sabía, sencillamente, si el estado de que uno hablaba surgía del discernimiento directo, o era una repetición más.

Krishnaji dijo: “No he estado pensando acerca de ello. No ha habido un explorar en el pasado, en la memoria a fin de encontrar la respuesta siguiente. Las respuestas han surgido en la percepción misma del hecho”. Él nos apremiaba para que avanzáramos más.

“Luego vienen los recuerdos inconscientes individuales y colectivos, las tendencias, las capacidades, los impulsos, los instintos raciales; ésta es toda la red del deseo, la matriz del deseo. Aquí hay un movimiento extraordinario. El ego todavía sigue funcionando el ego como deseo moviéndose en sus patrones de causa y efecto­. El ego como deseo que continúa. El ego con sus tendencias inconscientes que reencarnan. Prosigamos más allá todavía”. Se detuvo y reflexionó: “¿Podemos proseguir más allá? ¿Es que existe algo más allá? ¿Es que la dimensión conocida ha llegado a su fin? ¿Es ésta la base fundamental del ego? ¿Es ésta la estructura de la conciencia, de la mente con su contenido?”

Alguien preguntó. “¿Qué es lo que sostiene eso?”

Krishnaji se quedó en silencio. Después de unos momentos dijo: “El propio movimiento de ello, su propio funcionamiento. ¿Qué hay debajo? ¿Cómo puede uno proseguir, ir más allá de la matriz?”

“Cortando el flujo de la mente”, dijo Rao”.

¿Quién es el que corta el flujo de la mente? ¿Aquel que es la misma mente?”, respondió Krishnaji de inmediato. “¿Cuál es, entonces, el camino? Viendo el hecho de la conciencia no la palabra, no de la teoría, sino el hecho­ ¿no es posible terminar con ella? Además, cualquier cosa que yo haga para moverme hacia lo otro, lo destruye, porque lo que hago pertenece al esfuerzo. No puedo desear lo otro, no puedo hacer nada excepto ser indiferente a ello. E interesarme en el ego, en lo que yo soy y en mis problemas”.

Una mañana Krishnaji dijo: “¿Podemos seguir investigando la conciencia? Ayer la hemos examinado desde un punto de la periferia hacia el centro. Fue como descender por un embudo. ¿Podemos hoy movernos desde lo interno a lo externo? ¿Podemos abordar la conciencia desde el centro?”

“¿Hay un centro?”, preguntó Rao”.

El centro existe solamente cuando se concentra la atención. El centro se forma cuando la periferia está agitada. Se forma como un punto en la periferia. Estos puntos periféricos son mi nombre, mi propiedad, mi esposa, mi fama, etc. Estos puntos se refuerzan constantemente. Todo el tiempo hay movimiento en los puntos periféricos. Existe el temor constante de que haya una ruptura de estos puntos”

“¿Puedo yo vivir sin que se formen los centros?”, preguntó Rao.

“Si para investigar comienzo desde el centro, ¿dónde está el centro desde el cual he de comenzar? No existe el centro, sino sólo el campo. Excepto para la periferia, no hay centro. Las barreras con respecto al campo, crean el centro. Yo sólo conozco el centro debido a la barrera, a la periferia. Las barreras son los puntos de atención, los límites que crean el centro. Elimine las barreras y, ¿dónde está el centro?”

“¿Puede uno eliminar las barreras?”, pregunté yo.

“Si uno se mueve en el campo, en el ‘no-centro’, no hay memoria. Vea lo que ocurre cuando usted se mueve desde el campo hacia la barrera. A medida que se aproxima a la barrera, empieza a actuar la memoria”.

Hasta ahora hemos estado pensando desde la periferia al centro. El pensar desde este ‘no-centro’, debe ser por completo diferente. Tengo que acostumbrarme al movimiento desde lo interno hacia la periferia”.

“¿Qué sucede con los puntos?”, pregunté.

“Es como escurrirse por debajo y a través de las barreras. Las barreras ya no importan. Ver el punto en la periferia es no ver punto alguno. Sin embargo, lo que hacemos es saltar inmediatamente dentro de la periferia, dentro de lo habitual. Uno no puede formar un hábito de aquello que no tiene centro.

“Ir de la periferia al centro es permanecer fijo en el centro. Cuando la atención se identifica, se convierte en el punto. Pensar dentro del hábito, es el movimiento de la periferia. No existe ningún punto desde el cual yo pueda reconocer el punto. Para conocer el centro, éste debe estar relacionado con el punto. Sólo puedo conocerlo si lo abordo desde la periferia.

“Cuanto más permanezco en el campo, más veo que no existe centro alguno”.

La discusión continuó en la mañana siguiente. Le preguntamos a Krishnaji: “¿Qué es la periferia? ¿Cómo está formada? ¿Cómo se erigen las barreras? ¿Son un material diferente al del centro sin punto [‘pointless center’]?” (“Pointles center” (centro sin punto) y “pointless point” (punto sin punto), son dos expresiones imposibles de traducir más que literalmente. Las introduce en el diálogo, según las anotaciones de la autora, Rao Patwardhan, y luego las adopta el propio K. Son esclarecedoras en su propio contexto, pero unidas a “field” (campo), “fences” (barreras) y “no-center” (no-centro), complican verbalmente este capitulo ya de por si complejo, exigiendo del lector una participación activa equivalente a la de los interlocutores que intervienen en la discusión, y entre los cuales hay un entendimiento mutuo acerca del sentido de estas expresiones. Nota del Traductor).

“¿Por qué permanecen ustedes en la periferia? ¿Por qué no pueden estar en el campo, viendo su flora y su fauna, percibiendo su perfume? ¿Por qué les interesa la barrera?”, respondió él.

“Yo me he estado torturando para descubrir. Toda la cosa parece incomprensible. Achyut me dijo que tengo que tomarlo como un juego”, dijo Mrs. Frost.

“Usted emplea tiempo, esfuerzo, ¿por qué?”, preguntó Krishnaji.

“Porque mi mente es como un muro de piedra”.

“¿Por qué? ¿Qué es lo que está mal ahí? Preste atención a lo que está mal”, dijo Krishnaji.

“Mis pensamientos”, dijo Mrs. Frost.

“Lo cual quiere decir que usted tiene un patrón dentro del cual quiere explicarlo. Sus propias palabras la están estorbando. Es el muro de piedra de las ideas, de las palabras a que está habituada. ¿Por qué no abandona eso?”

“No sé cómo”, protestó Mrs. Frost.

“¿Por qué? Para usted el pensar es importante. Está perdida cuando no puede pensar a lo largo de sus rutinas. Olvide todo eso, juegue con ello. Veamos si podemos comenzar no desde el muro de piedra sino desde el ‘no-centro’. ¿Cuál es la dificultad?”

“Yo estoy perfectamente consciente de que no hemos alcanzado esa etapa”. Mrsn Frost se veía agitada.

“No hay tal etapa ¿Por qué se aferra a la periferia y después quiere ir al centro? Borre ese estado; también se encuentra completamente en la periferia. Deshágase de él. Empiece como si estuviera entrando en un lugar nuevo. Usted ve la periferia y quiere proceder a crear el centro. Pero no hay centro sin periferia. Usted no puede pensar aparte de sus hábitos de pensamiento. Jamás puede pensar de un modo nuevo. La dificultad no está en el campo, sino en la periferia. La que ve esto es la mente sencilla”.

“Ver desde la periferia es como ver a través de un telescopio. Estar en el campo es fluidez”, comentó Nandini.

“¿Qué es el punto? ¿La atención identificada? ¿Qué es la barrera? ¿Qué es la barrera cuando uno la aborda desde el ‘punto sin punto’? Es la detención del movimiento. Si existe el campo fluido, ¿no es el campo de la misma cualidad que el movimiento interrumpido, que la barrera? Las detenciones del movimiento son puntos a lo largo de la barrera. Sigo estando dentro del campo.

“Ayer, después de la discusión, me fui a dormir. Cuando estaba comenzando a despertar, hubo un llegar desde lejos a un punto de propósito elaborado. Permanecí observando el propósito me tomó largo tiempo observarlo­. Después desapareció y desperté del todo. Cuando el movimiento se interrumpe forma un propósito, se convierte en un punto desde el cual uno actúa. El dolor es el resultado de la detención del movimiento y es el movimiento para escapar de ello. Si veo que el punto es de la misma sustancia que el campo, no hay esfuerzo. Si vivo en el ‘centro sin punto’, la detención es el punto. Es al poner en pugna un punto y otro punto que los fortalecemos”, dijo Krishnaji.

“¿Qué es lo que crea el punto? ¿Es que el fluir mismo cristaliza?”, pregunté.

“¿Está sujeto a presión, a una fuerza contraria?”, preguntó Rao.

“El fluir suyo y el fluir mío, ¿no son la misma cosa?”, dijo Krishnaji.

Friedman preguntó: “¿Por qué surge el impedimento? ¿Es irreal, falso?”

“¿Por qué ocurre eso? Veinte cosas suceden alrededor de mí. A veces hay un ver que es extenso; y a veces es limitado”, dijo Rao.

“Ningún centro se enfrenta al impedimento, a las respuestas nerviosas del cuerpo, que pueden ser sólo reacciones corporales. Usted me pregunta algo y yo le respondo de acuerdo con mi condicionamiento que interrumpe el fluir­. Este condicionamiento es el resultado del medio sobre el cuerpo y sus respuestas. Si el fluir es interrumpido si acepto la interrupción­ la vida es eso”, dijo Krishnaji.

“¿Qué es la interrupción?”, preguntó Rao.

“Es el enfoque de la atención. El río llega súbitamente a un punto en que queda apretado entre las dos márgenes, y el caudal se reduce. ¿Por qué nos quedamos ahí, en el punto? Esa es la pregunta. En el momento que usted me pregunta algo, por fuerza tiene que formarse un punto. Pero, ¿por qué le permitimos que cristalice?” Estuvo en silencio y después habló lentamente, pidiéndonos que estableciéramos contacto con su mente.

“El vasto campo no tiene un estado positivo. Lo positivo, lo afirmativo, está en la solidez. El estado de ‘no centro’ es negación. Esta negación se enfrenta a un reto, y hay una acción positiva. Este estado positivo crea su opuesto”.

“¿Tiene el estado positivo su propio impulso?”, preguntó Rao.

“La verdadera solución está en un campo de negación. Si nos alejamos de este campo estamos perdidos. Si penetramos en el punto para examinarlo, estamos perdidos. Mírenlo desde el campo de la negación. ¿Por qué ocurre la cristalización?” Se detuvo, interrogándose a sí mismo: “¿Es ésta una pregunta incorrecta? La cristalización es inevitable, es un hecho. Mi dificultad es: ¿Por qué la mente permanece en la cristalización? Cuando comprendo el enfoque negativo, estoy libre de la cristalización, libre del punto. Acepto la fricción como algo inevitable y no me detengo”.

“¿Surge la dificultad porque vemos nuestro fluir como si estuviera separado?”, preguntó Rao.

“Si la negación estuviera ahí, ello tendría una respuesta. Mi problema es: ¿Por qué no permanezco en un estado de negación? El peligro está en que constantemente estoy midiendo y comparando esto con aquello. Los tontos entran en ese reino, no los prudentes” concluyó Krishnaji.

Krishnaji dijo: “¿Qué energía es la del campo? ¿Qué lugar ocupa la energía en esto que llamamos la conciencia? Nosotros conocemos la actividad que limita la energía. Conocemos el miedo, el deseo, la sublimación del deseo, conocemos las distintas razones y causas de identificación.

“¿Qué es esta energía? Obviamente, esta energía no tiene un espacio cercado, no tiene barreras ni opuestos. El campo es energía”.

“Cuando intentamos examinar esta energía, el examinador se convierte en el punto”, dijo Rao.

“¿Qué es el silencio? Abordemos esta energía de un modo diferente. ¿Qué es el silencio? ¿Están ustedes silenciosos? ¿Cómo descubrirán qué es el silencio? ¿Son ustedes ruidosos? ¿Cómo saben que están silenciosos?”

El silencio es el fluir sin punto del campo”, dijo Rao.

“No lo defina. ¿Veo yo el silencio? ¿Lo experimento? ¿Puedo decir, como observador, ‘Esto es el silencio’?” preguntó Krishnaji.

“Hay silencio cuando no estoy concentrado en algo”, dijo Rao.

“¿Qué entiende usted por concentrado?, no lo verbalice. Sólo vea qué es el silencio y cómo lo reconoce, cómo lo experimenta”. Krishnaji sostenía la mano de Rao, penetrando con él en el campo de lo desconocido.

“¿Qué es el silencio? ¿Cómo lo experimenta?, no haga nada, sólo escuche. ¿Lo está experimentando, o hay un estado de silencio que usted trata de describir?” Hizo una pausa. “¿Percibe la diferencia? Vea lo que es el silencio”.

“Yo digo que no es un estado que pueda obtenerse, de modo que renuncio a lograrlo”, dijo Achyut

“Ustedes primero pintan un cuadro, después adaptan las cosas al cuadro. Descubran qué es el silencio”. Krishnaji nos estaba apremiando.

“Yo puedo recordar épocas en que ha existido un estado de silencio”, dijo Mrs. Frost.

“Eso no es silencio. ¿Qué es el silencio? Se me preguntó qué es la energía, y dije que hay una manera diferente de abordar el problema. Sugerí que penetráramos en el silencio. Ese es el reto. Ahora bien, ¿qué es el silencio? ¿Tengo una imagen de él, o veo que está ahí y porque usted me lo pregunta se lo comunicaré?”

“No trato de verlo o no verlo, sólo lo dejo estar”. Rao había tocado el caudal por un instante, fue uno con él.

“Abandone sus ideas y vea qué es el silencio”, dijo Krishnaji. “O bien lo estoy imaginando, o el estado se encuentra ahí. No lo estoy experimentando. Con usted el mecanismo opera de inmediato. Sea sencillo, detenga su mecanismo. ¿Por qué opera éste antes que el silencio?”

“La mente es muy ingeniosa”, dijo Achyut.

“Esa no es la respuesta. ¿Por qué el mecanismo viene primero? En el momento que le pregunto qué es el silencio, su mecanismo responde. ¿Cómo descubre usted el silencio? Ciertamente, no a través del ruido del mecanismo. ¿Qué hace entonces?”

“La barrera empieza con el mecanismo”, dijo Rao.

“El silencio está ahí y no tiene fin. Yo quiero descubrir qué es la energía. Tal vez sea posible para ella funcionar perpetuamente. Pero la idea acude primero y enmarca el silencio. Pero el silencio es infinito; las cosas existen en él, son parte de él; no contradicen el silencio. El llanto de ese niño es silencio. Cuando el ruido está dentro del silencio, es el silencio. Si el silencio es extensivo, el ruido forma parte del silencio.

“Toda cosa con su propio mecanismo que contradice el silencio, no está en silencio. El mecanismo, como el observador que mira el silencio, por ser contradictorio con respecto al silencio, no es el silencio. La idea del silencio como algo que excluye lo demás, no es silencio. Toda cosa separada puede tener su propia energía, pero no es parte del silencio expansivo. Mediante su movimiento, la separatividad puede crear su propia energía y acción. Las dos energías son por completo diferentes. El movimiento de un mecanismo separado experimentando el silencio, y el ruido dentro del silencio, son dos cosas enteramente distintas.

“Todo cuanto está en silencio y no es contradictorio, es extensivo. Todo lo que es contradictorio y tiene su propia energía, es limitado; y cuando lo limitado trata de encontrar lo extensivo, no hay silencio.

“Yo puedo vivir en el silencio, y cualquier cosa que haga no será contradictoria en tanto viva en el silencio y no lo resista. Entonces todo está en el silencio, excepto la resistencia. Es la resistencia la que crea su propio remolino; como en el fuego, las llamas saltan a los cielos”.

“¿Es este silencio la fuente de la energía sin límite?”, preguntó Rao.

“En el momento que tiene límite, hay resistencia”, dijo Krishnaji.

“¿Qué es este estado?”, preguntó Rao.

“¿Qué es lo que está operando? En ese estado yo huelo estos jazmines. Oigo, veo. ¿Qué es lo que no contiene ese estado? Lo exclusivo, la contradicción, la idea que es siempre exclusiva­. Cualquier forma de resistencia destruye este estado.

Para mí en silencio, un llanto no es exclusivo, pero el llanto de un bebé como un acto exclusivo, se aparta del estado de silencio. El silencio no tiene límites. Cuando hay resistencia, hay exclusión; el ruido se vuelve exclusivo cuando la sensación forma un punto que actúa como una perturbación se convierte en un ruido separado cuando uno concentra su atención en él­”.

“Esto ocurre en el momento en que empieza a operar un sistema de valores”, intervino Friedman.

“Cuando la mente opera como idea, eso implica contradicción. Pero este estado de silencio requiere extraordinaria inteligencia e integridad. Puesto que esta cosa es ilimitada, tiene que ser energía. Aquí la energía es ilimitada porque no hay causalidad. La energía creada por la mente tiene una causa y, por tanto, un final. Pero el silencio no es de la mente, de modo que esa energía no tiene límite”. K se detuvo. Viendo nuestros rostros dijo: “No traduzcan esto para adaptarlo a sus mentes. La mente no puede comprender lo que no le pertenece. Pero esto es ilimitado. Este estado lo incluye todo, excepto las cosas de la mente. Cada ruido cabe dentro de este estado, y entonces no es ruido. Después aparece la contradicción y surge la actividad de la mente que crea un patrón exclusivo con su propia energía”.

Maurice Friedman dijo que estaba experimentando una completa saciedad. Sentía que escuchaba a Krishnaji a través de una mente que ya sabía de antemano lo que Krishnaji iba a decir. No percibía nada nuevo. Sentía que no podía captar nada más.

Rao Sahib dijo que, si bien no se sentía saciado todavía, tenía deseos de salir afuera con Krishnaji. Sentía que este estar sentados en derredor era completamente erróneo.

Nandini dijo que también sentía lo mismo. Si había comprendido a Krishnaji, algo tenía que suceder. Ella estaba aguardando que eso sucediera, pero nada ocurría.

Achyut dijo que sentía igual que Rao, y yo dije que me sentía como muerta, una completa sensación de no estar funcionando.

Krishnaji dijo: “Eso se reduce a una sola cosa. Todos ustedes están esperando que algo suceda. Algunos poseen una técnica pero no tienen el impulso, y esperan que actúe el impulso. Algunos poseen el impulso pero carecen de una técnica, y entonces también esperan. Algunos se sienten como muertos, y esperan que se les dé vida para que puedan actuar.

“¿Por qué están ustedes esperando y qué es lo que esperan? ¿Esperan a fin de actuar? No están seguros y quieren pruebas antes de actuar. ¿Cómo pueden tener pruebas? Todavía no han abandonado el campo de la acción conocida y del resultado conocido.

“Quieren estar seguros de lo nuevo antes de actuar. ¿Cómo pueden estar seguros?, no están viviendo, sólo están esperando; eso no es vivir. Rao ha dejado su acción política y está esperando; no está viviendo.

“Hasta ahora han estado ustedes de cara al norte, y yo digo que se vuelvan y se enfrenten al sur. Ustedes desean enfrentarse al sur sin dejar el norte.

“¿Por qué están esperando? ¿Para estar seguros? ¿Seguros de qué? ¿De que la acción que emprendan será lo nuevo? Pero no están viviendo, y esperar es muerte. Vivan, muévanse, caminen.

“Se lo digo a usted, Rao, usted tiene aquello, camine.

“Yo siento que algo está ocurriendo. Si tuviera un hijo, me gustaría compartir eso con él. Cuando uno ama desea compartir, y yo le digo, Rao, que extienda su mano. Si usted quiere, lo tendrá.

“Cuando lo pequeño opera en lo total como parte de lo total, entonces lo pequeño es ilimitado. Cuando actúa separadamente, es limitado. La mente operando como parte de lo total, es infinita”.

“¿Qué es la energía, y puede ser que esté continuamente libre y operando jamás limitada­?” El rostro de Rao estaba fulgurante.

“Si la mente no la limita, entonces la energía es siempre ilimitada. ¿Puede la acción surgir de ahí, y no de la mente? ¿Qué le ocurre, entonces, a la acción? ¿Cuál es su acción hacia el mendigo en la calle? ¿Puede responder? No. Pero habrá una acción que operará con respecto a él. En tanto opere esa energía, no hay problema”.

Al día siguiente, Krishnaji volvió a preguntar. “¿Cuál es el problema? En lugar de estas flores” señaló un cuenco con claveles que estaba frente a él­ “pongan flores artificiales. Ustedes saben cuáles son las reales. Estas flores tienen lo que ninguna otra cosa tiene. ¿Cuál es el problema? ¿Qué es lo que falta entre lo artificial y lo real?”

“Simplemente son lo que son”, dijo Rao.

“No, ¿cuál es el problema central?”

“Rehusamos vernos a nosotros mismos; llegar a conocernos en cada respiración”, respondió Achyut.

“Sé todo eso, ¿pero qué es lo que falta? Tomemos a Rao, él es serio. Tiene la capacidad de aprender, de asimilar, es capaz de sacrificarse. Posee la facultad de reunir los hechos, y dice: ‘¿qué he de hacer? Yo no soy la flor real. ¿Por qué se ha vuelto él la flor artificial?”

“¿Por qué no tengo el canto?”, preguntó Rao.

“Sí, ¿por qué no existe la llama? ¿Qué es lo que falta?, no tenemos amor, y sin él, hagamos lo que hagamos, lo artificial no nos convertirá en lo real. Hemos cultivado el intelecto, que es la flor artificial. Hemos arrancado de raíz lo real. ¿Cómo, entonces, hemos de tener amor?

“¿Por qué carecemos de amor? Este requiere extraordinaria inteligencia. Debido a que no tengo amor he creado templos e instituciones”. Señaló las flores que tenía frente a él. “Esa flor acaba de abrirse. ¿La han visto?”

Rao continuó: “Falta el amor, y yo sigo diciendo que deseo un hálito de él. No tengo amor y he gastado mi energía fabricando flores artificiales. ¿Qué he de hacer? A menos que tenga ese amor, ninguna otra cosa tiene significado alguno. ¿Por qué no amo?

“Sé que existo en un nivel artificial. Mi cerebro puede discutir cualquier cosa, y no obstante veo que debo tener lo otro. ¿Cómo he de dar con ello?”, preguntó Rao.

“¿Cuál es el estado de su mente cuando usted dice que ve lo artificial y que eso le causa una conmoción? ¿Cuál es el estado cuando anhela lo otro? Debe haber un modo de abrir la cerradura de la puerta. Y debe haber un modo de recibir aquello. ¿Cómo? Ese es el verdadero milagro. Ello no puede ser puesto ahí; debe ser algo indestructible; no es una cosa que continúa. No puedo ocuparme de ello, no puedo crearlo.

“Sólo puedo actuar desde el centro, que está abierto tanto a la cesación como a lo que vendrá.

“No puedo tratar de retener eso. En el momento que digo que debo tener una experiencia de ello, que debe estar siempre ahí, le cierro las puertas.

“Veo la falsedad de lo artificial, pero no tengo lo real. ¿Qué le ocurre a uno cuando ve esto? En el momento que dejo de jugar con lo artificial, se han terminado todos los esfuerzos, todas las explicaciones”, dijo Krishnaji.

“Todo deseo, todo anhelo de hacer algo al respecto, toca a su fin. Me siento relajado, de buen humor. No estoy tratando de lograr nada,” expresó Rao.

“¿Y eso qué significa, señor? ¿Desde qué punto de vista lo está viendo? ¿Está ello libre de todo razonamiento?”

“Funcionar sin aquello es el único pecado”, intervino Friedman.

“Por lo tanto, no va usted a jugar con lo artificial. Puede hacerlo, pero está fuera de ello”, dijo Krishnaji.

“Nosotros creemos que el primer signo de sensibilidad es pensar, razonar. Pero pensar no es tener sensibilidad. Yo actúo”, dijo Rao, “y mi ser toma conciencia sólo cuando ello se procesa a través del pensar. Esto absorbe toda mi vitalidad. Ahora lo veo muy claramente”.

Krishnaji dijo: “¿Puede uno, acaso, dudar, vacilar entre la flor artificial y la verdadera? Usted lo examinará todo muy cuidadosamente, será precavido. Es solamente no estando claro que vacilará.

“Empezamos diciendo que estábamos secos. Llevamos con nosotros una cesta llena de lo artificial. Hemos dado a la cesta valores falsos. Usted ve esto y lo desecha. Está libre de la cesta, que es lo artificial. ¿Cuál es su actual estado?”

“Todas las arrugas internas han desaparecido. Dentro de uno se extingue el sentimiento de querer alcanzar algo. No estoy seco”, dijo Rao.

“Usted no está seco, lo cual significa que tiene un canto. Quiero saber cuál es su estado interno de sentirse libre”.

“Después de tres horas veo que la artificialidad es la responsable de la falta de calidez. Al desprenderme de la artificialidad, la áspera sequedad ha desaparecido”, respondió Rao.

“Es difícil comunicar la cualidad que surge durante el diálogo”, dije. “Hay un instante de comprensión, de ser totalmente uno, un estado donde ha terminado el pensamiento y sólo el silencio está despierto”.

Comenzó Rao: “El silencio no es mi estado normal de conciencia, los momentos de silencio son raros. Una vida basada en la acción y la reacción, no ha terminado para mí. Llego a la acción, la cual en ese momento pienso que no es una reacción. ¿Qué diferencia hay entre esta acción y la acción como reto?”

Contestó Krishnaji: “La única prueba es si tal acción produce una reacción ulterior, si hay para ella una continuidad. Si fuera usted feliz, haría lo correcto. Una cosa es la acción que nace de la verdadera felicidad. Otra cosa es la acción en un estado exento de infelicidad, la cual tiene su propia reacción; éste no es el estado de felicidad. Nosotros no conocemos la felicidad que no sea una reacción. Conocemos la felicidad de la reacción”.

“Yo me siento desdichado y, habiendo conocido momentáneamente un estado en el que no era desdichado, me siento más desdichado todavía. Quiero un modo de vivir que me libere”, dijo Rao.

“Aunque vivo en este mundo, quiero vivir sin la infelicidad con sus reacciones. ¿Cómo he de hacerlo? no estoy fuera de este patrón. Veo esto en toda su complejidad. Vivo en ese campo. Mi problema es que quiero vivir en él de un modo completamente nuevo, porque veo la futilidad del patrón con todas sus expansiones. No puedo escapar ni zafarme de él. ¿Qué puedo hacer estando dentro del patrón?”, preguntó Krishnaji.

“En los últimos días mis actos reflejos han disminuido. Los instintos y las tendencias se han aplacado. El voltaje está muy bajo. Tengo la sensación de que no deseo nada. Quiero permanecer a solas conmigo mismo”, dijo Rao.

“Ese es un sentimiento de retracción”, dije yo.

“El problema es que volamos muy alto y después nos precipitamos hacia abajo”, fue el comentario de Friedman.

“¿Por qué vuelan alto y por qué se retraen?”, preguntó Krishnaji.

“¿Por qué acudo con una escudilla de mendigo? Tengo que eliminar la escudilla del mendigo”, dijo Rao.

“La escudilla debe desaparecer, y yo tengo que vivir dentro del campo con felicidad. Vendré a usted, pero no quiero depender. ¿Qué debo hacer?”

“El voltaje de la vida es muy bajo, no hay felicidad”, dijo Rao.

“¿Realmente se siente usted así como un cubo que no puede retener el agua, lo cual implica que no tiene usted amor? ¿Por qué no lo tiene? ¿Es porque en lo emocional su mente ha perdido elasticidad, y se siente muerto?”

“No estoy muerto, todavía me siento vivo”, contestó Rao.

“La elasticidad está ahí, pero ya no reacciona”, dijo Krishnaji.

“Existe la sensación de una marea menguante”, dijo Rao.

“¿Es que acaso hemos tocado el fondo de las cosas? ¿Ha llegado usted hasta ahí y se siente como la nada?”, preguntó Krishnaji.

“¿Está usted diciendo que si no hay deleite, es porque se ha tocado fondo? La mente es muy sutil. No quiere ver eso”, dijo Rao.

“¿Ha tocado usted el fondo?” Krishnaji lo apremiaba.

“En la oscuridad veo un pequeño rayo de luz, pero es todavía demasiado débil para poder usarlo”, dijo Rao con vacilación.

“Acompáñelo”, dijo Krishnaji.

“Uno está muy atento para no ser nada de lo viejo, pero uno no es todavía lo nuevo. Las sensaciones de identificación han cesado, pero la felicidad está ausente”.

“¿Qué va a hacer usted? Déjelo estar. Es como un campo que ha sido sembrado y cosechado; ahora déjelo estar en barbecho”, dijo K. Y agregó:

“Yo siento que debe haber una explosión desde adentro y no desde afuera. ¿Cómo he de hacerlo? Percibo que hay una pista hacia ese misterio. Si fuéramos capaces de encontrarla, podríamos lograr verlo. En los últimos diez días algo está ocurriendo conmigo, dentro de mí tiene lugar una cosa extraordinaria. No sé adonde se dirige. Es como un río en movimiento. Algo está haciendo eso físicamente. No he pensado acerca de ello, y me pregunto por qué no ocurre en alguna otra persona. Tengo la sensación de que ello está aguardando. Cuando me despierto, algo está sucediendo. ¿Por qué no le sucede a otros?, no es cuestión de ser inteligente o tonto. Yo conozco todas las razones que impiden eso en ustedes. Pero digo que es como pasar juntos por algo. Hemos atravesado esto juntos. No podemos hacer más. Ahora extiendan la mano y reciban el diploma. Mucho más en lo profundo, es realmente la misma cosa”.

Se volvió hacia Nandini: “Y quiero saber por qué usted no lo recoge. Le digo, inclínese y recójalo.

“Ustedes saben acerca del bebé que me han estado trayendo. Según el diagnóstico del médico, su cerebro no había terminado de formarse. El bebé no podía ver, no podía sonreír, no podía reconocer, y yo he estado posando mis manos sobre él. Algo está funcionando muy intensamente dentro de mí.

“Siento un ardor en mi mano, y el bebé ha comenzado a sonreír, a reconocer a las personas. Ustedes pueden hacer lo mismo que yo. Todo cuanto tienen que hacer es recoger aquello. La cosa que está operando en mí, operará igualmente en ustedes, recójanlo.

“Es inútil decir que no saben cómo hacerlo. Yo sólo les digo: recójanlo”.

Los diálogos terminaron y Krishnaji se preparó para regresar a Ojai. El 10 de marzo, en una de sus discusiones matinales, habló con un tono de gran urgencia sobre la necesidad de penetrar la mecánica de su propia mente.

“Estuve pensando esta mañana que si yo pudiera comprender mi propia mente y el modo en que trabaja, podría decirles a ustedes: miren cuidadosamente y podrán tener aquello.

“¿Cómo trabaja mi mente? Ayer, cuando hablaba de la meditación, ¿estaba operando mi cerebro? Si no, ¿qué es, entonces, lo que estaba operando? Mis respuestas fueron lógicas. ¿Cómo surgieron? ¿Qué sucedió? Dije que el pensamiento y el pensador eran una sola cosa. ¿Cuál era el mecanismo que producía ese pensamiento? Uno puede especular y decir que era la mente superior que me estaba utilizando ­Maitreya­ que yo soy una caja armónica; ésa sería una buena explicación teosófica. Pero no me satisface.

“Si yo pudiera mostrárselo muy claramente a Achyut, él podría tenerlo. ¿Qué es la cosa que está operando? Ayer, en el momento que Rao dijo ‘punto’, yo dije ‘opción’. ¿Y quién es el que opta?, no hay un pensar gradual; ¿qué es, entonces, lo que opera?”

“Esta vez creo que comprendo lo que Krishnaji está diciendo”, dijo Rao. “Krishnaji se da cuenta cuándo la gente que le escucha lo acompaña. Pero ésta sería la experiencia de cualquier persona auténtica con Krishnaji es algo más­”.

“Conocer a los oyentes y cambiar, adaptarse, es sencillo. Vayamos un poco más allá”, dijo Krishnaji.

“¿Qué intelecto es el que no necesita de libros ni conocimientos?”, preguntó Rao.

“Usted es siempre nuevo. Tiene que haber una fuente creativa operando todo el tiempo. ¿Cuál es la naturaleza de esta fuente?”, preguntó Friedman.

“Usted está frente a la ola, frente a la conciencia. ¿Es consciente de esa fuente creativa?”, agregó Rao.

“Usted es una trinidad. Está Krishnamurti el hombre, tal como es; luego él es el gurú acuciando, apremiando; después es la verdad, el poder de ‘lo que es’. No están separados, sino que son tres aspectos de la misma verdad. Uno se pregunta: ¿Quién es Krishnamurti?”, dijo Friedman.

“¿Por dónde empezaría yo para captar esta cosa que está operando?”, preguntó Krishnaji.

Rao respondió: “Desde el primer día en que usted habló del movimiento a partir del ‘punto sin punto’, uno vio que este estado era para usted una realidad de instante en instante. Si uno puede permanecer ahí, el conflicto se termina. Si veo eso, la cualidad del hablar es diferente”.

“¿Cómo hace un hombre para transmitir a otro el contacto creativo?”, preguntó Krishnaji.

“Esto no puede hacerse excepto mediante la identificación”, sugirió Friedman.

“No; hay algo que está operando a través de K que me gustaría compartir. Sé que es posible. Siento que es tan posible como compartir la luz”, dijo Krishnaji.

“¿Atrae usted una corriente desde un manantial que no está limitado a usted? Si es así, ¿cómo podemos nosotros tocar ese manantial? “Friedman retaba a Krishnaji.

“Desde el principio siento que esa fuente está abierta para mí. Siempre ha estado ahí, cada vez más clara, más cercana ¿por qué X no puede alcanzar esto?­ ¿Lo tendría usted si estuviera junto a K todo el tiempo? No lo creo. Quiero ver cómo opera eso. Sé cómo opera conmigo. Esta mañana desperté con un sentimiento. No era ‘yo’ sintiendo. Mañana en la mañana, cuando despierte, habrá ahí algo nuevo. Ello prosigue todo el tiempo. Cuando estoy hablando, estalla. Nunca es un atesorar y después vaciar lo atesorado. Con la mayoría de la gente, el atesoramiento es siempre lo viejo. Aquí no hay atesoramiento alguno, no hay caja fuerte. K quiere que usted tenga aquello. ¿Cómo puede hacerse? Aun cuando sea cierto que K fue adiestrado especialmente, que está siendo usado por Maitreya, esa entidad le dice: ‘Usted debe tenerlo’. Admitiendo todas las diferencias, esa entidad dice: ‘Venga, usted puede tenerlo’. Él quiere que usted lo tenga; por lo tanto, suprime todas las divisiones. Percibo que eso está operando, percibo que el campo está abierto y que algunos se encuentran en él.

“¿Cuál es nuestro problema? Yo tengo eso, usted no lo tiene, y yo le digo que puede tenerlo. Pero si usted pregunta: “¿Lo tengo? ¿Cuál es la prueba? ¿Existe una prueba? ¿Cómo puedo saber que tengo eso? entonces está perdido­. Porque no existe tal prueba. Usted pregunta: ‘¿Es eso suficiente?’ Y este requerimiento de ‘más’ es el que origina el bloqueo.

“Le digo a Rao: ‘Salga, inténtelo’. Recuerdo mi primera charla en Madurai. La Dra. Besant me dijo: ‘Mi querido, tu postura estuvo excelente, tus gestos fueron correctos, sólo que tú te veías demasiado inexperto. Yo sé que para ti es posible tener aquello. Anda, comienza, habla y observa qué ocurre. Aunque te hagas un lío, sigue vacilando. Con esto debes permanecer en la completa incertidumbre’. Y ahora yo le digo: usted lo tiene. Vaya y abra la puerta.

“Esto es así en mis relaciones. Jamás existe un sentido de volver atrás a una relación. No hay anclajes, hay un movimiento permanente.

“Se me ha dicho que lo que expreso hoy es diferente de lo que dije anteriormente y de lo que fui; y seré diferente de nuevo. K es así. K no tiene puntos fijos de retorno”.

Me vi con Krishnaji a solas cuando los diálogos terminaron. Me preguntó cómo me sentía, qué efecto habían causado en mí las cinco semanas de discusiones. Contesté que me habían dejado con poca voluntad propia. Me estaba sintiendo internamente muy joven. Era como haber reencarnado estando viva aún. Me sentía parte de algo que tenía que ser. Las cosas que me sucederían serían las correctas tal como se entendía que debían sucederme; había poco que yo pudiera hacer.

También le conté lo que me había ocurrido hacia el final de las discusiones sobre la conciencia. El diálogo había generado un estado intenso de observación de la mente durante el día; cuando me dormí, la observación continuó. Una noche tuve una percepción explosiva del pensador y el pensamiento como una sola cosa; hubo una luz deslumbrante y caí en un sueño profundo. La segunda noche hubo la misma intensidad alerta, la percepción del observador y lo observado como una sola cosa, la luz explosiva y el sueño profundo. En la tercera noche hubo un instante en que se extinguió todo pensamiento, luego una luz inmensa y el dormir sin sueños. Krishnaji me escuchó hablar, pero rehusó dar importancia alguna a las experiencias. Dijo: “Eso ya pasó, muévase”. Después me preguntó qué iba a hacer. Dije: “No lo sé. Siento el impulso de escribir. También siento como si no quisiera hacer nada”. Él dijo: “No haga nada, y vea lo que ocurre”.


Biografía de J. Krishnamurti. Pupul Jayakar. Editorial Kier.
 

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