miércoles, 10 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Helen Knothe.

Año 1923.

K había decidido, con renuencia, que no podría ir a la India ese otoño como anhelaba, sino que debía regresar a Ojai para completar la labor de preparación de su cuerpo. Sentía, que durante ese periodo, por largo que fuese, él no estaría en condiciones de realizar labor pública alguna. Nitya, mientras estuviera en Ojai, podría estudiar para sus exámenes finales. Por lo tanto, después de una semana o dos en Londres que siguieron a su estancia en Eerde, los hermanos se embarcaron para Nueva York el 22 de octubre y finalmente llegaron a Ojai el 8 de noviembre. Helen había viajado con ellos en el barco, pero se separaron de ella en Nueva York. “Helen se veía muy desdichada cuando nos dejó y se reunió con su familia”. Le contaba K a Lady Emily. “Yo creo que está pasando por un mal momento, aunque sea para su bien”. Esta última observación, aparentemente tan despiadada, era característica en K; pasar por un mal momento era un preámbulo esencial para cambiar y crecer; estar satisfecho era estancarse, lo que conducía a la mediocridad. 


KRISHNAMURTI
Los Años del Despertar
MARY LUTYENS
EDITORIAL ORIÓN
M É X I C 0
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