jueves, 11 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

ENERGÍA PARA AUTOEXAMINARSE

SW: Aconsejo a un colega que tiene un problema sexual. Me ha pedido que se lo comente.

K: ¿Por qué no ha venido con usted?

SW: Se muestra renuente a conocerlo porque le parece que se pondría nervioso en su presencia.

K: ¡No voy a morderlo! Dígale que será bien recibido. ¿Qué problema tiene?

SW: Está tratando de superar su homosexualidad.

K: La palabra homosexualidad es un tanto peyorativa. ¿Por qué no intenta dejar de usarla?

SW: Pero se trata de un término científico neutral.

K: Es posible, pero hoy en día son muchos los que tienen una actitud de condena con respecto a la homosexualidad. El mismo hecho de que desee superar su homosexualidad demuestra que está predispuesto en contra. No digo que la homosexualidad sea deseable o indeseable. Si se quiere entender un problema hay que empezar por no condenarlo de ningún modo. No habrá frescura en su forma de enfocar el problema si se muestra usted hostil a él. Las actitudes de censura impiden que lo analicemos desde el inicio. Hay que encarar el problema tal como es, sin querer alterarlo en modo alguno. Las palabras tienen diversas asociaciones. Evocan el pasado, son el pasado. ¿Es posible analizar el problema directamente, sin verlo a través del filtro de las palabras?

SW: Si no debo usar la palabra homosexualidad, ¿cómo debo referirme a ella?

K: ¿Es preciso que le ponga un nombre?

SW: ¿Quiere que la llame X?

K: ¿Se da usted cuenta de que la solución de un problema está en el problema mismo? Las palabras distraen su atención del problema.

SW: Krishnaji, por favor, déme usted unas pautas para ayudar a alguien que está desesperado.

K: Me temo que ése no es el método. El arte de entender correctamente resolverá todos los problemas. No es que usted entienda primero y actúe después porque entender es en realidad hacer.

SW: Le he sugerido que debería enfocar el problema sin condenarlo ni justificarlo.

K: En primer lugar es preciso despojar su mente de todo sentimiento de pecado. No logrará abordar este asunto honestamente mientras su espíritu esté atormentado por el temor o por la culpa. Cuando el espíritu se libera de tales cargas, ya es inteligente.

SW: Esta persona es poeta y novelista. Es muy inteligente y sensible.

K: El acto sexual es momentáneo. Es una experiencia efímera pero, ¿por qué a la gente le preocupa tanto? El sexo no es puro ni impuro pero el pensamiento lo magnifica más allá de toda proporción. La mente le da una importancia desmesurada. Se disfruta pensando en un acto sexual que ha concluido hace rato o se fantasea sobre las experiencias sexuales futuras.

SW: La mente es la culpable. Una persona ocurrente observó que la sexualidad no está en los genitales sino en la mente. La obsesión del hombre con el sexo es el precio que debe pagar por poseer una imaginación sumamente desarrollada.

K: A los intelectuales es a quienes preocupa el sexo. Para las personas cariñosas, de buen corazón, cuyas vidas no están dominadas por el intelecto, el sexo casi nunca es un problema.

SW: Existe otra categoría de personas que han hecho del sexo un problema. Pienso en los hombres y mujeres puritanos, edificados para luchar contra el sexo como si se tratara de una especie de monstruo.

K: Conocí a un sannyasin en la India que luchaba contra sus apetencias sexuales. Cuanto más intentaba reprimirlas, más incontrolables se volvían. No se daba cuenta de que el reprimir su instinto sexual era el modo más seguro de reforzarlo. En lugar de tratar de entender este poderoso impulso humano observándolo atentamente, intentaba con todas sus fuerzas de sojuzgarlo, pero no lo logró. Cometió entonces la tontería de someterse a una operación en la que le extirparon los órganos sexuales. Un día fue a verme con lágrimas en los ojos y me contó que a raíz de la operación le estaban saliendo pechos y otras características femeninas.

SW: Las tradiciones religiosas de la India dan mucha importancia a conservar las propias energías como condición sine qua non para conseguir la iluminación espiritual.

K: La indulgencia sexual produce una dispersión de energías. La represión sexual también produce una dispersión de energías porque lleva a la mente a un estado de conflicto. Y el conflicto, esta batalla entre el deseo poderoso de entregarse al sexo y el pensamiento opuesto que dice «no debes entregarte al sexo», produce una pérdida de energías. Se necesita una gran cantidad de energía para proceder al autoexamen, pero esta energía no se puede acumular a través de la represión sexual. Sólo habrá abundancia de energía cuando el espíritu esté libre de conflictos. Cuando se entiende que el «yo», la entidad que hasta ese momento intentaba por todos los medios controlar los movimientos del pensamiento, es en sí misma producto del pensamiento, entonces el conflicto entre «pensador» y pensamiento termina de inmediato. Observe la naturaleza ilusoria del «controlador» del pensamiento, e inmediatamente, todo conflicto tocará a su fin y una nueva energía revitalizará el espíritu.

SW: En algunos templos del sur de la India, se adora al linga, o falo de Siva. ¿Cuál es el significado esotérico de este culto, si es que lo tiene?

K: El hombre primitivo no entendía el funcionamiento del instinto de procreación. Era un misterio que lo dejaba perplejo. Por lo tanto, le tenía miedo. Y así comenzó a adorarlo de la misma manera que adoraba a los elementos. El espíritu teme aquello que no logra comprender. Y entonces reprime o adora aquello que teme. Todas las formas de adoración y plegaria se originan en el miedo.

SW: Cierta vez usted dijo que las ansias de actividad sexual existen porque son un medio para olvidarse de sí mismo.

K: Nuestras vidas se centran alrededor del yo. Casi todo lo que hacemos, pensamos o sentimos está en cierto modo directa o indirectamente relacionado con el yo. El sexo permite una liberación inmediata del mundo miserable y limitado del yo. Es por eso que nuestra cultura le da tanta importancia al sexo.

SW: Supongo que una persona liberada queda absolutamente libre del sexo de palabra, pensamiento y obra.

K: A una persona así no la angustian ni los problemas sexuales ni ningún otro problema psicológico. Cuando el yo deja de existir, sobreviene la dicha.


Susanaga Weeraperuma
KRISHNAMURTI TAL COMO LE CONOCÍ
Traducción de Celia Filipetto
Verdaguer, 1 08786 Capellades (Barcelona)

 

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