viernes, 5 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Aldous Huxley.

Los frecuentes viajes a Arya Vihara disminuyeron durante los años de la guerra. El trabajo del Consulado, además de escribir asuntos colaterales, me tenían muy ocupado y el agudo racionamiento de gasolina me impedía manejar, a pesar del hecho de que yo era capaz de conseguir cupones extra para gasolina debido a mi status diplomático.

Hubo, de todas maneras visitas periódicas a Arya Vihara e interesantes sesiones de almuerzo. Fue en uno de éstos donde primero encontré a Aldous Huxley y a su primera esposa María, quienes se habían hecho íntimos amigos de Krishnaji y de Rajagopal. Huxley era una personalidad fascinante, uno de los más brillantes pensadores de su tiempo y una enciclopedia andante. El admiraba y respetaba a Krishnaji como un gran maestro espiritual, aunque no dudaba en discutir con él cuando estaba en desacuerdo. Sus discusiones filosóficas y metafísicas eran particularmente vivaces. Krishnaji a menudo hacia una afirmación que barría, como le gustaba hacerlo, minimizando el significado del intelecto para resolver los enormes problemas de la vida. Huxley, con tranquilidad, siempre con la palabra exacta que dominaba, y hablando en la forma más correcta del inglés, lanzaba su refutación armada con toda clase de evidencia científica e histórica para indicar el gran papel que el intelecto siempre había jugado para disipar algunas de las obscuras nubes de la ignorancia y superstición. Es una lástima, desde luego, que esos fascinantes almuerzos y sesiones no fueran grabadas, ya que esas dos mentes extraordinarias que miraban a la vida desde sus altos puntos de vista individuales, a menudo producían titilantes fuegos verbales de artificio.


K R I S H N A M U R T I
El Cantor y la Canción
(Memorias de una amistad)
Sidney Field Povedano
EDITORIAL ORIÓN
MÉXICO
1988




 

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