Los teósofos y Krishnamurti – Jinarajadasa.
Publicado en la revista “El Loto Blanco” de Febrero de 1930
Hace pocos días, en Santo Domingo, sufrí un pinchazo doloroso y profundo. Sentado a la mesa estaba un caballero que observó: «Según parece, los teósofos rechazan a Krishnamurti».
Si esa impresión en la mente del público es cierta, entonces aquellos de nosotros que durante diez y nueve años hemos trabajado entre los teósofos, hemos fracasado en nuestros esfuerzos. Pero, ¿hemos fracasado?
Porque ¿qué quiere Krishnamurti que hagamos? ¿Dejar de ser teósofos? No; quiere que seamos «uno con la Vida», y que veamos la «meta» con claridad, y que vayamos derechos a ella, como va la flecha al blanco. Pero éste su mensaje ¿es diferente del que ha dado la Teosofía? ¿Qué otra cosa ha proclamado la Teosofía sino que hay una «meta» para cada uno, una “Vida” para que lleguemos a ser uno con ella? Si el mensaje de Krishnamurti parece violentar el ideal proclamado por la Teosofía, es porque ese ideal no se ha comprendido realmente.
Krishnamurti proclama que hay una meta, que es el ser uno con la Vida. Afirma que él está libertado, y por tanto, que es uno con la Vida, y nos incita a cada uno de nosotros a libertarnos también ya ser uno con la Vida. Pero, ¿cómo?
No ciertamente siguiendo a Krishnamurti, y no yendo a su meta. Sobre esto es decisivo.
Para él, el llegar a ser uno con la Vida significa ir de país en país proclamando el mensaje de libertad. Pero, ¿pide a todos los millones de personas del mundo que viajen de país en país, imitándole? ¡Desde luego que no!
Krishnamurti quiere que cada uno vaya rápidamente a su meta, cada cual a la suya propia. Para todos existe la liberación al llegar a ser uno con la Vida. Pero Krishnamurti no da órdenes indicando a cada uno dónde está su meta. Al individuo le toca encontrarla.
Aquí es donde muchos teósofos fracasan hoy, justamente porque en el pasado sólo han comprendido parcialmente la Teosofía. Muchos han tomado como meta el ser «discípulos» de la Dra. Besant. ¿Por qué algunos hasta me escriben a mí implorando ser mis discípulos? ¿Es eso lo que ha enseñado la Teosofía?
Cuando era yo un muchacho de once años, antes de que tuviera idea ninguna de lo que fuera la Teosofía, tuve una confusa visión de mi meta. (No importa a otros lo que fuera.)
Y antes de que tuviera catorce años, la visión se hizo clara y precisa. Y desde entonces estoy caminando hacia mi meta, afanándome, esforzándome, sufriendo, con el fin de ser «uno con la Vida».
En verdad, soy discípulo de un Maestro a quien amo entrañablemente. Pero, ¿es El mi meta? No. El es un maravilloso poste indicador que me señala mi meta, una brújula infalible con la que me guío para llegar a ella. Pero El no es mi meta; no es mi "muleta», y no me ha impedido cometer errores, ni hacerme daño. La meta aparece clara; y porque día y noche la miro, algo de su gloria, de su belleza y de su fuerza, y el dolor de la distancia que aún me separa de ella, están siempre conmigo.
Que cada teósofo se pregunte a sí mismo: «Después de todo, ¿cuál es mi meta?», y luego que vaya hacia ella, sea desde dentro de la Sociedad Teosófica o desde fuera, El lugar no importa, pues sólo hay una Vida, que es el «Uno sin segundo». Mas cada cual debe mirar su propia meta, no la de Krishnamurti, no la de Mrs. Besant, claramente, directamente, por y para sí mismo.
Krishnamurti no desea discípulos; pero imitémosle en esto: en llegar a ser uno con nuestra meta, uno con la Vida, según nuestro modo peculiar. Veremos entonces que no hay contradicción entre la Sabiduría Divina que nos llega a través de la tradición de la Teosofía, y la Divina Sabiduría que trae Krishnamurti.
Sólo discuten y arguyen aquellos que aún no han visto su meta; sólo aquellos que emprendieron actividades, no porque vieran su meta a través de ellas, sino porque creyeron que los Maestros requerían tales actividades, son los que ahora están sacudidos como caña por el viento. Aquellos que han visto la meta no tienen ya más que un pensamiento único, una emoción, una acción : cómo llegar a ser uno con la Vida, hasta que nada exista sino Una Vida, el «Uno sin segundo». Para aquellos que, a través de cualquier línea de servicio, han visto ya su meta, Krishnamurti es, en verdad, el portador de «la buena nueva de gozo intenso» .
(Traducido del New and Notes de enero 1930 por L. G. Lorenzana)
http://www.upasika.com/krishnamurti5.html
Publicado en la revista “El Loto Blanco” de Febrero de 1930
Hace pocos días, en Santo Domingo, sufrí un pinchazo doloroso y profundo. Sentado a la mesa estaba un caballero que observó: «Según parece, los teósofos rechazan a Krishnamurti».
Si esa impresión en la mente del público es cierta, entonces aquellos de nosotros que durante diez y nueve años hemos trabajado entre los teósofos, hemos fracasado en nuestros esfuerzos. Pero, ¿hemos fracasado?
Porque ¿qué quiere Krishnamurti que hagamos? ¿Dejar de ser teósofos? No; quiere que seamos «uno con la Vida», y que veamos la «meta» con claridad, y que vayamos derechos a ella, como va la flecha al blanco. Pero éste su mensaje ¿es diferente del que ha dado la Teosofía? ¿Qué otra cosa ha proclamado la Teosofía sino que hay una «meta» para cada uno, una “Vida” para que lleguemos a ser uno con ella? Si el mensaje de Krishnamurti parece violentar el ideal proclamado por la Teosofía, es porque ese ideal no se ha comprendido realmente.
Krishnamurti proclama que hay una meta, que es el ser uno con la Vida. Afirma que él está libertado, y por tanto, que es uno con la Vida, y nos incita a cada uno de nosotros a libertarnos también ya ser uno con la Vida. Pero, ¿cómo?
No ciertamente siguiendo a Krishnamurti, y no yendo a su meta. Sobre esto es decisivo.
Para él, el llegar a ser uno con la Vida significa ir de país en país proclamando el mensaje de libertad. Pero, ¿pide a todos los millones de personas del mundo que viajen de país en país, imitándole? ¡Desde luego que no!
Krishnamurti quiere que cada uno vaya rápidamente a su meta, cada cual a la suya propia. Para todos existe la liberación al llegar a ser uno con la Vida. Pero Krishnamurti no da órdenes indicando a cada uno dónde está su meta. Al individuo le toca encontrarla.
Aquí es donde muchos teósofos fracasan hoy, justamente porque en el pasado sólo han comprendido parcialmente la Teosofía. Muchos han tomado como meta el ser «discípulos» de la Dra. Besant. ¿Por qué algunos hasta me escriben a mí implorando ser mis discípulos? ¿Es eso lo que ha enseñado la Teosofía?
Cuando era yo un muchacho de once años, antes de que tuviera idea ninguna de lo que fuera la Teosofía, tuve una confusa visión de mi meta. (No importa a otros lo que fuera.)
Y antes de que tuviera catorce años, la visión se hizo clara y precisa. Y desde entonces estoy caminando hacia mi meta, afanándome, esforzándome, sufriendo, con el fin de ser «uno con la Vida».
En verdad, soy discípulo de un Maestro a quien amo entrañablemente. Pero, ¿es El mi meta? No. El es un maravilloso poste indicador que me señala mi meta, una brújula infalible con la que me guío para llegar a ella. Pero El no es mi meta; no es mi "muleta», y no me ha impedido cometer errores, ni hacerme daño. La meta aparece clara; y porque día y noche la miro, algo de su gloria, de su belleza y de su fuerza, y el dolor de la distancia que aún me separa de ella, están siempre conmigo.
Que cada teósofo se pregunte a sí mismo: «Después de todo, ¿cuál es mi meta?», y luego que vaya hacia ella, sea desde dentro de la Sociedad Teosófica o desde fuera, El lugar no importa, pues sólo hay una Vida, que es el «Uno sin segundo». Mas cada cual debe mirar su propia meta, no la de Krishnamurti, no la de Mrs. Besant, claramente, directamente, por y para sí mismo.
Krishnamurti no desea discípulos; pero imitémosle en esto: en llegar a ser uno con nuestra meta, uno con la Vida, según nuestro modo peculiar. Veremos entonces que no hay contradicción entre la Sabiduría Divina que nos llega a través de la tradición de la Teosofía, y la Divina Sabiduría que trae Krishnamurti.
Sólo discuten y arguyen aquellos que aún no han visto su meta; sólo aquellos que emprendieron actividades, no porque vieran su meta a través de ellas, sino porque creyeron que los Maestros requerían tales actividades, son los que ahora están sacudidos como caña por el viento. Aquellos que han visto la meta no tienen ya más que un pensamiento único, una emoción, una acción : cómo llegar a ser uno con la Vida, hasta que nada exista sino Una Vida, el «Uno sin segundo». Para aquellos que, a través de cualquier línea de servicio, han visto ya su meta, Krishnamurti es, en verdad, el portador de «la buena nueva de gozo intenso» .
(Traducido del New and Notes de enero 1930 por L. G. Lorenzana)
http://www.upasika.com/krishnamurti5.html