viernes, 21 de diciembre de 2007

Jiddu Krishnamurti y Mukund Pada.

En aquellos años K era muy accesible. Mukund Pada, un joven que más tarde vestiría la túnica azafranada, me escribió muchos años después de su encuentro con K en l947:

De regreso en Madrás, asistí por primera vez en diciembre de 1947 a una plática de un teósofo llamado J. Krishnamurti, como lo describió una persona de edad avanzada. La plática me pasmó y me sacudió hasta sacarme de mi centro. Estando yo ahí de pie, perdido e indefenso. Krishnaji, que pasaba a mi lado, súbitamente se detuvo y rodeándome con un brazo le pidió a Sri Madhavachari que me concediera algún tiempo para una entrevista. La entrevista, entre un guijarro insignificante y los Himalayas, fue una ráfaga de lo Eterno, un hálito cósmico. Me dejó destrozado y con los miembros temblando. Mientras Krishnaji hablaba, quedé estupefacto al percibir que las semillas de su mensaje estaban ya ahí en mi cerebro. Era la voz de la verdad la que me había hablado. Las últimas palabras que me dedicó al partir, cuando llegábamos a la puerta: “Señor, dos flores o dos cosas pueden ser similares, pero no son lo mismo”, abrieron de pronto un espacio inmenso. Las palabras emergieron serenas en mi mente: “Sí Señor, usted es la Bienaventuranza que camina en medio de la humanidad. Dos flores pueden ser similares. Usted es la flor sin espinas ­yo, yo soy más espinas que flor”. ¡Oh, cómo se rió! su risa era como un relámpago en una nube de tormenta.

Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

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