Capítulo 9:
Krishnamurti y la Transformación.
A la entrada de Krishnamurti en el escenario teosófico, en todas las organizaciones teosóficas y de la nueva era cundía la creencia de que la teosofía --o la filosofía perenne bajo cualquier otro nombre-- es principalmente un sistema metafísico. Se creía (y aún se cree) que la teosofía consiste de una serie de enseñanzas que, por lo razonables que son, conducen a los seres humanos a vivir la vida espiritual, la cual se interpreta como el seguir una serie de reglas fijas. Sin embargo, si se investigan cuidadosamente todas las fuentes originales (las cartas de los maestros, los escritos de HPB, y los escritos de algunos de los chelas) se descubre que la verdadera enseñanza nunca fue meramente una exposición "racional" de "la realidad", que es lo que la metafísica es.
En lugar de ello, la teosofía se presentó en todo momento como una serie de recomendaciones y exhortaciones intuitivas, con el fin de inspirar interés en la vida de transformación, la vida de fraternidad y de aceptación de lo que es, sin condiciones. Esa es parte de la razón por la que han habido tan aparentemente incompatibles versiones de la enseñanza, por qué la mayoría de ellas están en desacuerdo unas con las otras (a veces hasta en puntos cruciales), y por qué en los primeros años tras la fundación de la sociedad (cuando la influencia de los maestros era más ostensiva) había tal gran confusión entre los miembros con respecto a cuál era la verdadera enseñanza. La mayoría de los miembros estaban en pos de un cuadro "racional" del universo, mientras que otros estaban escribiendo sobre la misma cosa. Los maestros y HPB, por otra parte, estaban enseñando una forma de vivir que implicaba descartar el intelecto como fuente de sabiduría, y la implementación de la fraternidad en la vida diaria. Esto implicaba en gran parte no prestar mucha atención a lo que cualquiera (incluyéndose uno mismo) creyese o no creyese. Como le dijo el maestro KH a Mrs. Besant,
Nadie tiene el derecho de pretender tener autoridad alguna sobre un discípulo, o sobre su conciencia. Nunca le preguntes lo que cree... Hay que aprovechar la presente cresta de la ola de avance intelectual, y guiarla hacia la espiritualidad. No se debe forzar, ni someterla a creencias o prácticas ceremoniales.1
Krishnamurti y teosofía
Por lo tanto, la presencia de Krishnamurti en medio del mundo teosófico se puede percibir como algo que no fue ni un error ni una extrañísima coincidencia. Fue a través de Krishnamurti que se dio límpida al mundo entero la primera lección de la enseñanza de Shambhala. Lo que él dijo a través de toda su vida subrayó la necesidad de morir de momento en momento (en terminología teosófica, la muerte de la personalidad), como lo indican claramente pasajes citados en capítulos previos. El enfatizó además el problema de que nunca podremos comprender, verdaderamente "saber", cualquier cosa, siempre y cuando la percepción proceda del condicionamiento, de un punto de vista. La vida de conceptos y condicionamiento es claramente también la vida de la personalidad, de la mente condicionada, de manera que (en términos teosóficos) él estaba señalando hacia la necesidad de permitir que algo aparte de la personalidad determinase nuestra comprensión de las cosas.
Pero él se negó absolutamente a dar un nombre a esa "otra cosa" que surge cuando la mente condicionada deja de ser, como se hace en algunas escuelas teosóficas, hindúes y budistas. Esta negación suya dejó estupefactos a muchos, que demandaban recibir un cuadro "racional" del mundo. El nunca habría dicho "aquí estamos hablando de Buddji", o "me estoy refiriendo a la tríada superior", como se hace en exposiciones metafísicas, es decir, estrictamente conceptuales.* Siempre que se usen palabras (o gráficas) para hacer referencia a esta "otra cosa" que está más allá de la mente conceptual, todo se relega de esa forma al plano de la mente condicionada, no importa cuán "profundo" o "espiritual" suene.
No es de esperarse que el Buddji real a que se refiere la literatura teosófica sea meramente una palabra o un concepto. Ni es de esperarse que éste pudiese catalogarse creíblemente como parte de una gráfica en forma de pirámide, en donde se ubicaría cerca de la "cima". Términos como "cima", "fondo", "arriba", "abajo", con sus connotaciones de "superior" e "inferior", no deberían tener lugar alguno en el mundo de la verdadera "tríada superior" de la que se habla en la literatura perenne. Pero hablar de estas cosas como si uno supiese de lo que está hablando o escribiendo puede tener el efecto de degradarlas. Esa práctica alienta la pretensión de que es posible hablar de ellas racionalmente, con palabras y conceptos, lo cual contradice la enseñanza de Shambhala. Esa enseñanza propone, como se mostró anteriormente, que el comienzo de la comprensión toma lugar con la muerte de la mente condicionada --y con ella, de todos los conceptos.
Una prueba de tornasol
Krishnamurti mostró, sin componendas de tipo alguno, cuán grave y peligroso es el error de catalogar lo sublime. Cualquiera que sostenga la creencia en "la unidad de la vida", por ejemplo, no está de hecho por ello vivenciando el estado de ser toda la vida de transformación, en la cual no puede haber concepto alguno como base para la acción, incluyendo el concepto de "la unidad de la vida". Podría bien ser que, a la muerte de la mente condicionada, con todos sus conceptos y condicionamientos, surja el descubrimiento de que la vida es una, después de todo. Pero esa es una idea sumamente peligrosa, pues ese tipo de especulación no es sino una distracción conceptual más, que nos aleja de la vida de transformación.
En otras palabras, la presencia de Krishnamurti en el s. 20 ha hecho posible el que cada uno de nosotros pueda realizar una especie de prueba de tornasol sobre cuán serios en realidad somos con respecto a la teosofía, a lo que es. Implica que un teósofo no es necesariamente alguien que tiene ciertas creencias, sino alguien que vive la vida de transformación. Otra implicación en todo esto es que cualquiera que sostenga la creencia (o que la presente a otros) de que la teosofía es una serie de enseñanzas fijas, estaría, a pesar de las buenas intenciones, representando erróneamente la verdad, y posiblemente haciendo un mal servicio a la enseñanza esotérica.
Por lo tanto, quizás no debería sorprendernos demasiado, cuando leemos en la biografía de Krishnamurti escrita por Pupul Jayakar, declaraciones hechas a la vuelta del siglo por dos tantristas prácticos del linaje de Kalachakra a quienes Mrs. Besant consultaba con regularidad en Benares.
El pándita Yagannaz Upadjiaya de Varanasi, quien había hallado una copia del texto original del Tantra Kala Chakra, y quien estaba realizando investigaciones sobre el mismo, le dijo a Krishnashi que el pándita Gopinaz Kavirash sostenía que la Sociedad Teosófica obtuvo gran parte de su enseñanza interna de esta doctrina secreta. Le dijo además que el suami Vishudjanand y Gopinaz Kavirash, en los primeros años del s. 20, habían hablado a la Sra. Besant sobre la inminente manifestación del bodjisattva Maitreya, y sobre su encarnación en un cuerpo humano; según el suami, el cuerpo que se había escogido para dicha manifestación era el de Krishnamurti.2
Desafortunadamente, declaraciones de ese tipo en referencia a Krishnamurti se han interpretado en general como si quisiesen decir que o bien él era una gran autoridad a quien todos debemos seguir al pie de la letra, o que los que las hicieron se equivocaron garrafalmente. Aquí se ha mostrado que hay una relación íntima, clara e incontestable entre el linaje de Kalachakra, Nagáryuna y el zen, los maestros que comenzaron el movimiento teosófico, la enseñanza de la filosofía perenne, La Doctrina Secreta, y Krishnamurti. Sin embargo, esto no tiene que querer decir, necesariamente, que Krishnamurti (o los maestros) tengan que ser aceptados a priori como si fuesen autoridades supremas en cuestiones espirituales.
Es posible ver, después de todo, que la autoridad no es sino resultado de conceptos creados por la mente condicionada --que se acepta o se rechaza según sus prejuicios-- de manera que no es probable que cualquiera que siga autoridades esté viviendo la vida de transformación. Es la mente condicionada la que arbitrariamente crea las nociones de lo "superior" y lo "inferior", que son tan indispensables para poder sostener autoridades de cualquier tipo. En realidad, sin embargo, tales distinciones no tienen valor alguno.
Krishnamurti no era una autoridad, en parte precisamente debido a que ahora se le puede ver como parte integral de un cuadro mucho más comprensivo --como parte de una pintura tibetana enrollada, o tanka, podríamos decir, creada en Shambhala.
Notas
* En el cuadro gráfico --y por lo tanto puramente conceptual-- que provee la Teosofía victoriana, "Buddji" es el nivel de consciencia que está inmediatamente más allá de la mente "concreta", y es uno de los tres elementos que componen la "tríada superior" de Atma (espíritu), Buddji (intuición), y Manas (mente "superior").
1 C. Jinaradasa, ed., Letters From the Masters of the Wisdom, First Series, Adyar: Theosophical Publishing House, 1964 [1919], p. 99.
2 Jayakar, Krishnamurti, op. cit., pp. 30-31.
Transformación Humana a la Luz de Krishnamurti y La Doctrina Secreta
por Aryel Sanat.
http://www.teosofia.com/transformacion1.html
Krishnamurti y la Transformación.
A la entrada de Krishnamurti en el escenario teosófico, en todas las organizaciones teosóficas y de la nueva era cundía la creencia de que la teosofía --o la filosofía perenne bajo cualquier otro nombre-- es principalmente un sistema metafísico. Se creía (y aún se cree) que la teosofía consiste de una serie de enseñanzas que, por lo razonables que son, conducen a los seres humanos a vivir la vida espiritual, la cual se interpreta como el seguir una serie de reglas fijas. Sin embargo, si se investigan cuidadosamente todas las fuentes originales (las cartas de los maestros, los escritos de HPB, y los escritos de algunos de los chelas) se descubre que la verdadera enseñanza nunca fue meramente una exposición "racional" de "la realidad", que es lo que la metafísica es.
En lugar de ello, la teosofía se presentó en todo momento como una serie de recomendaciones y exhortaciones intuitivas, con el fin de inspirar interés en la vida de transformación, la vida de fraternidad y de aceptación de lo que es, sin condiciones. Esa es parte de la razón por la que han habido tan aparentemente incompatibles versiones de la enseñanza, por qué la mayoría de ellas están en desacuerdo unas con las otras (a veces hasta en puntos cruciales), y por qué en los primeros años tras la fundación de la sociedad (cuando la influencia de los maestros era más ostensiva) había tal gran confusión entre los miembros con respecto a cuál era la verdadera enseñanza. La mayoría de los miembros estaban en pos de un cuadro "racional" del universo, mientras que otros estaban escribiendo sobre la misma cosa. Los maestros y HPB, por otra parte, estaban enseñando una forma de vivir que implicaba descartar el intelecto como fuente de sabiduría, y la implementación de la fraternidad en la vida diaria. Esto implicaba en gran parte no prestar mucha atención a lo que cualquiera (incluyéndose uno mismo) creyese o no creyese. Como le dijo el maestro KH a Mrs. Besant,
Nadie tiene el derecho de pretender tener autoridad alguna sobre un discípulo, o sobre su conciencia. Nunca le preguntes lo que cree... Hay que aprovechar la presente cresta de la ola de avance intelectual, y guiarla hacia la espiritualidad. No se debe forzar, ni someterla a creencias o prácticas ceremoniales.1
Krishnamurti y teosofía
Por lo tanto, la presencia de Krishnamurti en medio del mundo teosófico se puede percibir como algo que no fue ni un error ni una extrañísima coincidencia. Fue a través de Krishnamurti que se dio límpida al mundo entero la primera lección de la enseñanza de Shambhala. Lo que él dijo a través de toda su vida subrayó la necesidad de morir de momento en momento (en terminología teosófica, la muerte de la personalidad), como lo indican claramente pasajes citados en capítulos previos. El enfatizó además el problema de que nunca podremos comprender, verdaderamente "saber", cualquier cosa, siempre y cuando la percepción proceda del condicionamiento, de un punto de vista. La vida de conceptos y condicionamiento es claramente también la vida de la personalidad, de la mente condicionada, de manera que (en términos teosóficos) él estaba señalando hacia la necesidad de permitir que algo aparte de la personalidad determinase nuestra comprensión de las cosas.
Pero él se negó absolutamente a dar un nombre a esa "otra cosa" que surge cuando la mente condicionada deja de ser, como se hace en algunas escuelas teosóficas, hindúes y budistas. Esta negación suya dejó estupefactos a muchos, que demandaban recibir un cuadro "racional" del mundo. El nunca habría dicho "aquí estamos hablando de Buddji", o "me estoy refiriendo a la tríada superior", como se hace en exposiciones metafísicas, es decir, estrictamente conceptuales.* Siempre que se usen palabras (o gráficas) para hacer referencia a esta "otra cosa" que está más allá de la mente conceptual, todo se relega de esa forma al plano de la mente condicionada, no importa cuán "profundo" o "espiritual" suene.
No es de esperarse que el Buddji real a que se refiere la literatura teosófica sea meramente una palabra o un concepto. Ni es de esperarse que éste pudiese catalogarse creíblemente como parte de una gráfica en forma de pirámide, en donde se ubicaría cerca de la "cima". Términos como "cima", "fondo", "arriba", "abajo", con sus connotaciones de "superior" e "inferior", no deberían tener lugar alguno en el mundo de la verdadera "tríada superior" de la que se habla en la literatura perenne. Pero hablar de estas cosas como si uno supiese de lo que está hablando o escribiendo puede tener el efecto de degradarlas. Esa práctica alienta la pretensión de que es posible hablar de ellas racionalmente, con palabras y conceptos, lo cual contradice la enseñanza de Shambhala. Esa enseñanza propone, como se mostró anteriormente, que el comienzo de la comprensión toma lugar con la muerte de la mente condicionada --y con ella, de todos los conceptos.
Una prueba de tornasol
Krishnamurti mostró, sin componendas de tipo alguno, cuán grave y peligroso es el error de catalogar lo sublime. Cualquiera que sostenga la creencia en "la unidad de la vida", por ejemplo, no está de hecho por ello vivenciando el estado de ser toda la vida de transformación, en la cual no puede haber concepto alguno como base para la acción, incluyendo el concepto de "la unidad de la vida". Podría bien ser que, a la muerte de la mente condicionada, con todos sus conceptos y condicionamientos, surja el descubrimiento de que la vida es una, después de todo. Pero esa es una idea sumamente peligrosa, pues ese tipo de especulación no es sino una distracción conceptual más, que nos aleja de la vida de transformación.
En otras palabras, la presencia de Krishnamurti en el s. 20 ha hecho posible el que cada uno de nosotros pueda realizar una especie de prueba de tornasol sobre cuán serios en realidad somos con respecto a la teosofía, a lo que es. Implica que un teósofo no es necesariamente alguien que tiene ciertas creencias, sino alguien que vive la vida de transformación. Otra implicación en todo esto es que cualquiera que sostenga la creencia (o que la presente a otros) de que la teosofía es una serie de enseñanzas fijas, estaría, a pesar de las buenas intenciones, representando erróneamente la verdad, y posiblemente haciendo un mal servicio a la enseñanza esotérica.
Por lo tanto, quizás no debería sorprendernos demasiado, cuando leemos en la biografía de Krishnamurti escrita por Pupul Jayakar, declaraciones hechas a la vuelta del siglo por dos tantristas prácticos del linaje de Kalachakra a quienes Mrs. Besant consultaba con regularidad en Benares.
El pándita Yagannaz Upadjiaya de Varanasi, quien había hallado una copia del texto original del Tantra Kala Chakra, y quien estaba realizando investigaciones sobre el mismo, le dijo a Krishnashi que el pándita Gopinaz Kavirash sostenía que la Sociedad Teosófica obtuvo gran parte de su enseñanza interna de esta doctrina secreta. Le dijo además que el suami Vishudjanand y Gopinaz Kavirash, en los primeros años del s. 20, habían hablado a la Sra. Besant sobre la inminente manifestación del bodjisattva Maitreya, y sobre su encarnación en un cuerpo humano; según el suami, el cuerpo que se había escogido para dicha manifestación era el de Krishnamurti.2
Desafortunadamente, declaraciones de ese tipo en referencia a Krishnamurti se han interpretado en general como si quisiesen decir que o bien él era una gran autoridad a quien todos debemos seguir al pie de la letra, o que los que las hicieron se equivocaron garrafalmente. Aquí se ha mostrado que hay una relación íntima, clara e incontestable entre el linaje de Kalachakra, Nagáryuna y el zen, los maestros que comenzaron el movimiento teosófico, la enseñanza de la filosofía perenne, La Doctrina Secreta, y Krishnamurti. Sin embargo, esto no tiene que querer decir, necesariamente, que Krishnamurti (o los maestros) tengan que ser aceptados a priori como si fuesen autoridades supremas en cuestiones espirituales.
Es posible ver, después de todo, que la autoridad no es sino resultado de conceptos creados por la mente condicionada --que se acepta o se rechaza según sus prejuicios-- de manera que no es probable que cualquiera que siga autoridades esté viviendo la vida de transformación. Es la mente condicionada la que arbitrariamente crea las nociones de lo "superior" y lo "inferior", que son tan indispensables para poder sostener autoridades de cualquier tipo. En realidad, sin embargo, tales distinciones no tienen valor alguno.
Krishnamurti no era una autoridad, en parte precisamente debido a que ahora se le puede ver como parte integral de un cuadro mucho más comprensivo --como parte de una pintura tibetana enrollada, o tanka, podríamos decir, creada en Shambhala.
Notas
* En el cuadro gráfico --y por lo tanto puramente conceptual-- que provee la Teosofía victoriana, "Buddji" es el nivel de consciencia que está inmediatamente más allá de la mente "concreta", y es uno de los tres elementos que componen la "tríada superior" de Atma (espíritu), Buddji (intuición), y Manas (mente "superior").
1 C. Jinaradasa, ed., Letters From the Masters of the Wisdom, First Series, Adyar: Theosophical Publishing House, 1964 [1919], p. 99.
2 Jayakar, Krishnamurti, op. cit., pp. 30-31.
Transformación Humana a la Luz de Krishnamurti y La Doctrina Secreta
por Aryel Sanat.
http://www.teosofia.com/transformacion1.html
1 comentario:
Hola Guzman, he leído la nota que has colocado en el area de comentarios en mi blog (http://www.syljoc.blogspot.com/). Me hubiera gustado que pusieras tus comentarios y no palabras que pronunciaron otras personas refiriendose a este tema tan interesante como complejo. En tu blog veo la claridad en vos pues si bien las notas no son tuyas, fueron tus selecciones, aquellas que te parecieron certeras, sigue usando esa apreciación para apropiarte de ese conocimiento perenne !!, que por cierto lo comparto yo también con vos.
Voy con frecuencia a Colonia (Santa Ana) y si sos de la zona te invito en algún momento a tomar algo y charlar sobre estos temas que elevan el espíritu.
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