domingo, 4 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Vanda Scaravelli.

 Año 1961.

Después de la reunión, K permaneció tranquilamente en el Chalet Tanneg por tres semanas con Vanda Scaravelli. Durante todo este tiempo, Vanda fue testigo constante de la «bendición», de «lo otro», cuya presencia K describía todos los días en su cuaderno de notas, y el relato que ella hizo de estos hechos en su diario personal, concuerda con los de K, aun cuando fueran observados desde afuera. Por ejemplo, en una de las anotaciones ella escribió: «Justo en el momento de sentarnos, sus ojos adquirieron un aspecto diferente por unos cuantos segundos. Era una mirada de extraña inmensidad, y de una fuerza tan arrolladora que una quedaba sin aliento». Y otro día lo siguiente: «Estábamos hablando y de pronto esa mirada se expandió nuevamente. Era tremenda y contenía en sí el fuego de la destrucción y un destello de algo increíblemente poderoso, como si la esencia del poder y de todos los poderes se concentrara en ella». y otra vez escribió:

Tarde en la mañana habíamos salido para un paseo en automóvil. Un instante después K, que se había sentado junto a mí y estaba contemplando las colinas que había frente a nosotros, lanzó un corto grito y todo su ser se animó con un estado de intensa atención; la mirada de sus ojos, su cabeza, sus manos, todo el cuerpo, y con él toda la mente, eran una sola cosa concentrada en un único punto; como un caballo de carrera que contienen hasta el instante anterior a la corrida, cuando cada parte del mismo se halla en tensión total y completamente alerta.

El 1º de agosto ella había escrito: «Esta mañana aquello estaba ahí, invadiendo y penetrando profundamente cada parte de nuestro ser. Estaba ahí con dulzura y vigor, con inmensa generosidad y desprendimiento. Aunque muy poderoso, también era suave y fácil de recibir, como la gracia».

En la anotación de K para el mismo día muy breve se lee: «Fue un bello día, y viajando por el hermoso valle estaba ahí aquello que no podía ser negado; ahí estaba como el aire, el cielo y esas montañas. Uno despertó temprano, gritando porque el proceso era intenso, pero durante el día y a pesar de la plática [su cuarta plática en Saanen], continuaba benignamente». Tres días después recordaba que el proceso era agudo pero que no era necesario referirse a él todos los días. En adelante, no lo mencionaba en absoluto, lo cual no significa que no continuara experimentado el dolor. El dolor, «el proceso» parece haber sido una parte integral de «la bendición». Él mencionó una vez en el diario que el dolor no le causaba agotamiento.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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