miércoles, 17 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y los Deportes.

Año 1958.

En mayo, Radhika, mi hija de dieciocho años, y Asit Chandmal, mi sobrino de diecisiete, fueron a visitar a Krishnaji y Madhavachari en Chowbatia. Más tarde habrían de viajar al extranjero para continuar su educación ­Radhika a Bryn Mawr en los EE.UU., donde estudió filosofía­, y Asit al Colegio Real de Ciencias en Londres.

Krishnaji se sentía dichoso de que dos personas jóvenes se alojaran con él. Madhavachari les servía cantidades de comida, y Krishnaji les enseñaba asanas, posturas del yoga. Les mostraba cómo caminar, cómo pararse, cómo ver desde la parte posterior de la cabeza. Esto consistía en dejar que la visión fluyera hacia atrás y entonces ver desde lo profundo. Los llevaba para largas caminatas, observando, escuchando y enseñándoles a ver y escuchar”.

"Levanten una hoja”, decía, “Mírenla miren a lo lejos los picos cubiertos de nieve y dejen que la mirada fluya más allá, y entonces miren muy cerca y relacionen el mirar con el escuchar­. Miren al estilo japonés” les decía. Según Radhika, eso consiste en bajar la cabeza y mirar entre las piernas el mundo invertido, de abajo hacia arriba. Asit recuerda que Krishnaji, en uno de los paseos, hablando de la cruz dijo. “La línea horizontal es el ‘yo’, y la barra vertical es la negación del ‘yo’“.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.

 

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