lunes, 8 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y la Reencarnación.

SÉPTIMA PLÁTICA EN OMMEN


Pregunta: Usted contó de un niño a quien se le habló de la reencarnación cuando preguntó acerca de la muerte. El niño estaba llorando por la muerte de un compañerito de juegos. ¿Qué habría hecho usted o qué le habría dicho para ayudarle a comprender?

KRISHNAMURTI: Lo que voy a decir suena tan absurdamente simple, que espero lo comprenda. Yo personalmente le diría a ese niño: Mira una flor, se marchita y muere. Puedo decirlo porque no temo a la muerte, es una cosa natural, inevitable. Todas las cosas deben gastarse y morir. A causa de que uno teme a la muerte, no es capaz de afrontarla sencillamente.

No hablo de aceptar lo inevitable. Todos hacemos eso. Es una forma tonta de mirar la vida. Por lo tanto, si uno no tiene miedo, no da razones complicadas tales como la reencarnación. ¿Qué puede comprender el niño acerca de la reencarnación? Usted piensa que él la comprende porque usted misma se siente satisfecha con la idea. Si mamita está satisfecha, entonces yo debo satisfacerme con ello. Usted le transmite esa atmósfera de satisfacción y el niño, siendo muy sensible, la capta.

Entonces, ¿cuál es la causa de que usted tema a la muerte? Porque primero dice: “No sé qué vida hay más allá”, y dice eso porque esta vida no ha sido plena. Uno se interesa en lo que hay después de la tumba, en el más allá, sólo cuando esta vida no le ha entregado su riqueza, su plenitud. Si esta vida es rica, si cada día que vive es inmenso, completo, entonces no siente temor por el mañana; recurre al mañana cuando el hoy se ha desintegrado.

En la reencarnación hay siempre muerte, hay siempre un comienzo y una muerte. Esa idea no lo libera a uno realmente del temor, lo pospone momentáneamente, eso es todo. Uno puede estar unido con su amigo, su amante, su hermano o quien fuere, pero la muerte sigue existiendo. Uno se satisface con esa idea porque momentáneamente le ofrece satisfacción. Por lo tanto, como le ofrece satisfacción, la transmite a su hijo, a su vecino, a cualquier otra persona, porque todos ellos están anhelando satisfacción. Y así ellos recogen su idea y así han creado una sociedad maravillosa, una organización maravillosa en la cual todos creen en la reencarnación, y usted piensa que ha resuelto el problema.

No soy sarcástico, sólo le estoy mostrando que donde existe esa idea de la reencarnación, tiene que haber también, al mismo tiempo, una muerte. Por lo tanto, usted no ha comprendido realmente, sólo ha escapado. Lo que crea el miedo a la muerte es la insuficiencia, y la insuficiencia no es superada por una idea o por seguir un patrón o por vivir conforme a cierto conjunto de normas, Cuando la mente está libre de todas estas normas, hay comprensión de los valores genuinos. Entonces hay un acto completo, y en ese acto, en ese vivir completamente el cual es acción en lo infinito-, no hay comienzo ni final y usted no teme a la muerte.

Vea, uno no puede explicar todo esto a un niño. Si se tratara de un niño muy pequeño, yo le hablaría acerca de la flor, la mostraría a él o a ella y, a medida que el niño o la niña fuera creciendo, lo discutiría, despertaría su propia inteligencia, no empujaría mis ideas en su mente. Mire, para comprender la verdad, uno tiene que tener una mente exquisitamente flexible, una mente muy sutil. Porque el movimiento de la sabiduría es muy veloz y, para seguirlo, uno tiene que estar libre de trabas, y toda insuficiencia que crea la memoria, nos pone trabas, es una limitación, y una mente así no puede comprender.

Por lo tanto, usted conocerá ese devenir imperecedero sin final ni comienzo, cuando esté viviendo completamente. No diga: “¿Es eso todo o me llevará más lejos?” Entonces su día no es rico ni sencillo, entonces su acto no es completo, porque usted está siempre ocupándose de cosas futuras. Su acción es, entonces, meramente un medio para un fin. Una acción así sólo puede ser incompleta. Mientras que si vivo completamente en la acción, no tendrá miedo de la muerte, y la reencarnación se vuelve, entonces, algo muy pequeño.

¿Sabe?, si uno está viviendo sin ese sentido del “yo”, lo cual implica el descubrimiento de los valores genuinos, entonces ya no está más limitado por el tiempo. Ahora, estamos limitados por el tiempo. Hay ayer, hoy y mañana, no una cosa completa sin comienzo ni final. Ese devenir intemporal, ese devenir en el que no hay tiempo, en el que no existe la división de pasado, presente y futuro, sólo puede usted comprenderlo cuando su mente está libre de toda opción, porque la opción crea los opuestos. Y en el verdadero discernimiento, que no tiene su origen en los opuestos, hay una viviente realidad intemporal.
5 de agosto de 1933


J. KRISHNAMURTI
OBRAS COMPLETAS AÑOS 1933-1967
Tomo I (1933-1934)
EL ARTE DE ESCUCHAR
EDITORIAL KIER S.A.
Traducido del inglés por
Armando Clavier



 

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