sábado, 13 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

Año 1962.
Cuando la fiebre cedió, subieron hasta Il Leccio, donde K pronto cayó muy enfermo. Parecía sufrir una recurrencia de su problema renal, complicada con un severo ataque de paperas. Se puso tan enfermo que por varias noches Vanda durmió en el piso junto a su puerta. Cuando estuvo mejor él le pidió a Doris Pratt que se quedara muy tranquila respecto de su dolencia, porque la gente «se inquieta con mucha facilidad».

Dos meses después de haber dejado la India, K llegó a Londres, donde Doris Pratt había alquilado para él otra casa amueblada en Wimbledon, la «Casa Romagna», en el 36 de Ridgway Place (ahora reemplazada por la Lantern House). Doris se alojó allí con él, Anneke Korndorffer vino otra vez para encargarse del cuidado de la casa y Joan Wright para conducirlo a todas partes en el automóvil. Se había dispuesto que las pláticas públicas se efectuaran en la Friends Meeting House y en el Ayuntamiento de Wimbledon, y algunas reuniones en el Community Center de Wimbledon para pequeños grupos invitados a reunirse en los meses de mayo y junio .

Lady Emily tenía ahora ochenta y siete años, y la memoria le estaba fallando; sin embargo, K iba a verla con frecuencia y solía sentarse tomándole la mano y cantándole en voz baja, cosa que a ella le encantaba. También visitaba a Mrs. Bindley. Lo llevé varias veces en automóvil a Sussex para pasear por nuestro bosque de campánulas. Durante estos paseos solía preguntarme acerca de varios miembros de mi familia y yo le hacía preguntas sobre nuestros mutuos amigos en la India. En aquellos días jamás hablamos sobre nada importante, y mientras paseábamos por el bosque casi no hablábamos en absoluto. Él se deleitaba con la belleza de los árboles, con el canto de los pájaros, con las hojas nuevas de las hayas y con el perfume y el espectáculo que ofrecía el denso vapor que emanaba de las campánulas. Se detenía a menudo y miraba hacia atrás entre las piernas, la alfombra azul que cubría toda la tierra que pisábamos. Yo sentía que para él era un alivio no tener que sostener una conversación.





KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)



 

No hay comentarios.:

Etiquetas