sábado, 13 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y El Instructor del Mundo.

Año 1914.
Es quizá muy significativo que Krishna no dijera a Mrs. Besant que en septiembre, Lady Emily, acompañada de sus cinco hijos, había alquilado una casa en Bude cerca de la vicaria, donde pasaba la mayor parte del tiempo con Krishna. Su proximidad causó el habitual trastorno, agravado ahora porque George se había enamorado de Barbie, por lo cual Nitya, que también la amaba, se sentía muy desdichado. Krishna también se sentía muy desdichado.

Sin duda alguna él creía en la idea de los Maestros [decía Lady Emily por aquellos días] y frecuentemente solía “retransmitir” entrevistas con el Señor [Maitreya]. Él aceptaba su posición, pero jamás derivó de ella satisfacción personal alguna. Nunca quiso nada para sí mismo: dinero, poder, o posición. George estaba siempre urgiéndole a que recordara lo que había ocurrido en otros planos. “Por favor, transmítelo” solía decirle constantemente, pero Krishna permanecía inconmovible, y sólo cuando realmente recordaba algo, lo “retransmitía”.

Ella creía que él era desesperadamente desgraciado. Odiaba la publicidad; anhelaba una vida normal. A menudo le decía: “¿Por qué me escogieron a mí?” Los únicos placeres verdaderos que encontraba en Bude eran el golf y su motocicleta. Nada le gustaba más que dar lustre a la motocicleta y ocuparse del motor, y según decía Dick Clarke, era un mecánico de primera clase. Sin embargo, como conductor era más bien excéntrico, y cuando llevaba a dar una vuelta a Lady Emily en el sidecar, ella tenía que aferrarse al pensamiento de que él estaba protegido por la divinidad.


KRISHNAMURTI
Los Años del Despertar
MARY LUTYENS
EDITORIAL ORIÓN
M É X I C 0
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