sábado, 27 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Las Últimas Treinta Vidas de Alcyone.

 INTRODUCCIÓN

Las últimas treinta vidas de Alcione constituyen una obra eminentemente educativa desde el punto de vista del modo de obrar de la Ley, de cómo esta nos conduce de la ignorancia al conocimiento a través de un cúmulo de experiencias, cuyo resultado es desarrollo y perfección.

Las vidas sucesivas de un ser, están estrechamente relacionadas unas con otras, regidas por la Ley Kármica (ley de justicia distributiva y retributiva), la que combina las circunstancias que constituyen el destino del ser humano, obrando como efecto respecto del pasado y como causa para el futuro. Cada acción, cada pensamiento son causa y efecto a la vez.

El lector concienzudo no prestará, durante la lectura de estas treinta vidas, tanta atención a lo sensacional de los incidentes, como en el modo de desarrollarse las cualidades y aptitudes en cada existencia.

El principio de reencarnación, justifica da existencia del ser inmortal como receptáculo de las experiencias y conocimientos que van formando el carácter individual, y las disposiciones y aptitudes en cada vida.

La justicia, la libertad y la responsabilidad, están sabia e inextricablemente unidas y combinadas, hasta el punto de constituir el eje vital a través de las vidas terrenas y de ultratumba, que conducen al ser hacia la perfección y plenitud de conciencia, amor y sabiduría, que en un remoto futuro le convertirán en un dios. Tal es nuestro brillante porvenir.

La importancia capital del presente libro, es enseñar el valor de la vida, el reconocimiento de la propia alma, el auxilio que presta el conocimiento de la evolución de un ser, que en su presente vida terrena ha hollado el umbral del Templo. Estas enseñanzas pueden guiarnos para ponernos en condiciones de aprender en cada circunstancia y a cada momento, sin desperdiciar ninguna, todas las pequeñas y grandes lecciones de la vida que habla sin cesar, a fin de que el conocimiento que se deriva de la observación y la experiencia, amplíe los horizontes de nuestra conciencia hasta llegar a la emancipación de la serie sucesiva de vidas obligada, y podamos entonces venir al mundo voluntariamente a cooperar en la obra de los Santos Seres que lo guían y auxilian, por virtud de Su Gran Renuncia de la divina condición a que se habían hecho acreedores.

No de otro modo podemos comprender la Justicia Divina, tan severa como misericordiosa. Porque en esta serie de vidas vemos un proceso de educación, en el que las más penosas y difíciles pruebas son dadas cuando el alma es capaz de comprender su significado. Decimos el alma, porque este significado no llega siempre instantáneamente a la conciencia en el plano físico, sino que permanece en los estados supraconscientes de la mente hasta que, pronto o tarde, comprendemos en este plano el valor de la prueba.

Sin embargo, aunque todos perseguimos un mismo fin y hemos de desarrollar las mismas cualidades, para cada ser hay una vía distinta, la suya propia, aquella que constituye la característica dominante de cada uno.

Todos con el tiempo alcanzamos lo que deseamos, todos realizamos nuestras aspiraciones, y así, en el gran jardín de la humanidad cada uno es una flor distinta que manifiesta una característica del Dios que la emanó.

Se nos enseña que hay tres grandes Senderos, tres líneas de evolución distintas, por las que los seres humanos alcanzan la perfección.

Estos Senderos son: el Sendero de Acción o de Karma, el de Sabiduría y el de Devoción. Los tres están regidos por la gran Ley, pero la labor en cada uno de ellos es muy distinta y la hallaremos magistralmente descrita por Madame Besant en su obra. “Los tres Senderos que conducen a la Unión Divina”.

Alcione evoluciona en el Sendero de Devoción, o de Amor, y adquiere las cualidades obrando de acuerdo con su peculiar modo de ser, realizando las pruebas de valor, de sacrificio, de desinterés y abnegación, cuyo esfuerzo le capacita para hollar el Sendero y encontrarse al fin, “A los Pies del Maestro”.

Cómo se ven las Vidas pasadas

Se han recibido muchas consultas respecto al método exacto por el cual llegan los investigadores a leer con precisión el registro de tales vidas. Es difícil explicar la cuestión de un modo satisfactorio a los que no tienen en sí el poder de verlas, aunque una tentativa de descripción del proceso puede ayudar a los estudiantes en sus esfuerzos para comprenderlo.

Para empezar diremos que no es nada fácil el explicar lo que es el archivo en que se han de buscar y leer. Se puede, quizá, dar una idea de ello, imaginándonos una habitación que en uno de sus lados tuviera un enorme espejo de cuerpo entero. Todo lo que ocurre en la habitación se refleja en el espejo. Si suponemos que está dotado de propiedades tales que lo conviertan en una especie de cinematógrafo perpetuo, de tal modo que registre todo lo que en él se refleja y pueda de nuevo reproducirlo en ciertas condiciones, habremos adelantado un paso hacia la comprensión del modo de presentarse el registro de que tratamos. Pero necesitamos añadir a nuestra concepción cualidades que ningún espejo posee: el poder de reproducir todos los sonidos como lo hace un fonógrafo, y también de reflejar y reproducir formas pensadas y sentimientos.

Después necesitamos avanzar un paso más para comprender lo que la reflexión de un espejo es en realidad. Si dos personas se hallan, en relación a un espejo, situadas de tal modo que cada una ve en él a la otra, claro está que en caso tal, la misma área de espejo está reflejando las dos imágenes. Por consiguiente, si suponemos que el espejo retiene permanentemente cada imagen que se ha fijado sobre él (quizá ocurre así), claro es también que la misma parte del espejo puede simultáneamente registrar ambas imágenes. Moveos en todos sentidos y pronto os convenceréis de que cada partícula de espejo registra simultáneamente todos los objetos que hay en la habitación, y que 1o que veis en él depende de la posición de vuestros ojos. De ahí se sigue que dos personas no pueden ver en el mismo instante la misma reflexión en un espejo, de igual manera que no pueden ver el mismo arco iris, porque dos ojos físicos no pueden simultáneamente ocupar con exactitud el mismo punto en el espacio.

Ahora bien; vamos a suponer que lo que ocurre respecto de nuestro espejo pasa realmente respecto de todas las partículas de todas las substancias. Cada piedra del camino contiene un indeleble registro de lo que ha ocurrido allí, aunque este registro no puede en cuanto a lo que hasta ahora conocemos ser recuperado de modo tal que pueda hacerse visible a los sentidos físicos, por más que el sentido más desarrollado del psicómetra lo percibe sin dificultad.

¿Cómo es posible preguntan los hombres- que una partícula inanimada registre y reproduzca impresiones? La respuesta, desde luego, está en que la partícula no es inanimada, y que la vida que reside en ella es parte de la Vida Divina. En efecto, otro modo de describir el registro es decir que consiste en la memoria del Logos mismo, y que cada partícula está de algún modo en contacto con tal parte de esa memoria que incluye en sí los acontecimientos que han tenido lugar en su proximidad, lo que podemos llamar, vista interna de ellos. Probable es que lo que nosotros llamarnos nuestra memoria no sea más que un poder similar de entrar en contacto aunque con frecuencia muy imperfectamente con esa parte de Su memoria que se refiere a acontecimientos que hemos visto o conocido. De modo, que podemos decir que cada hombre trae con él al plano físico dos memorias de lo que ha visto: su memoria cerebral, que con frecuencia es imperfecta o inexacta, y la memoria engastada en cualquier partícula no cambiada de su cuerpo o de los vestidos que usa, la cual es siempre perfecta y exacta, pero que aprovecha sólo a los que han aprendido a leerla. Recordemos también que la memoria cerebral puede ser inexacta, no sólo porque es en sí misma imperfecta, sino porque la observación original puede haber sido defectuosa. También puede haber sido matizada por un prejuicio; vemos en gran parte lo que queremos ver, y podemos recordar un acontecimiento sólo tal como se nos presenta, pudiendo haberlo visto de un modo parcial o equivocado. Pero el registro empleado se halla libre por completo de todos estos defectos.

Apenas hay necesidad de decir que el cuerpo físico de un hombre no puede tener ni memoria ni registro de una pasada encarnación en la que no participó, y lo mismo ocurre con sus cuerpos astral y mental, puesto que todos estos vehículos son nuevos para cada nueva encarnación. Esto nos muestra en principio que el plano más bajo en el cual podamos esperar alcanzar realmente una información digna de confianza sobre vidas pasadas es el del cuerpo causal, porque nada que esté por bajo de él puede darnos una evidencia de primera mano. En aquellas anteriores existencias el Ego estaba presente en su cuerpo causal a lo menos lo estaba una pequeña porción y, por lo tanto, es un testigo actual, mientras que los vehículos inferiores no son testigos y sólo pueden manifestar lo que de él han recibido. Cuando recordamos cuán imperfecta es la comunicación entre el Ego y la personalidad en el hombre ordinario, podemos ver en principio cuán enteramente inseguro es el tal testimonio de segunda, tercera o cuarta mano. Se puede obtener a veces de los cuerpos astral o mental cuadros aislados de acontecimientos sucedidos en una vida pasada; pero no un registro en serie y coherente de ellas, y aun hay que decir que tales cuadros sólo son reflexiones del cuerpo causal y, probablemente, reflexiones muy opacas y borrosas.

Por consiguiente, para leer las vidas pasadas con exactitud, la primera cosa necesaria es desarrollar las facultades del cuerpo causal. Enfocando aquellas facultades sobre el cuerpo causal del hombre que se quiere examinar, tememos ante nosotros las mismas dos posibilidades, como en el caso del hombre físico. Podemos tomar la propia memoria de Ego sobre lo ocurrido o podemos operar como si estuviéramos psicometrizándole y ver por nosotros mismos las experiencias a través de las cuales pasó. El último método es e1 más seguro, porque aun el Ego, desde el momento que ha visto estas cosas a través de una personalidad pasada, puede tener impresiones imperfectas o llenas de prejuicios sobre ellas.

Este es, por lo tanto, el mecanismo del método ordinario de investigar vidas pasadas: usar las facultades del cuerpo causal propio y por sus medios psicometrizar el cuerpo causal del sujeto. Esto pudiera hacerse en planos más bajos por la psicometrización de los átomos permanentes; pero como sería proeza mucho más difícil de realizar que el desdoblamiento de los sentidos del cuerpo causal, no es verosímil que pueda intentarse con éxito. Otro método que requiere, sin embargo, mucho mayor desarrollo, consiste en usar las facultades búdhicas (unificarse con el Ego que se investiga y leer sus experiencias como sí fueran las propias) desde dentro en vez de desde fuera. Ambos métodos han sido empleados por quienes han preparado las series de vidas próximas a publicarse en The Teosophist, y los investigadores han tenido también la ventaja de la cooperación inteligente del Ego, cuyas encarnaciones son descriptas.

La presencia física del sujeto cuyas vidas se leen es una ventaja, pero no una necesidad. Los medios no son especialmente importantes; pero el reposo es esencial, porque el cerebro físico necesita estar en completa calma si las impresiones han de ser traídas a través suyo con claridad. Todo lo que viene al plano físico desde el cuerpo causal necesita pasar a través de los vehículos astral y mental, y si alguno de éstos estuviera turbado, reflejaría imperfectamente, así como la más pequeña ondulación de la superficie de un lago quebrará o falseará las imágenes de los árboles o casas de sus orillas. Preciso es, asimismo, desarraigar absolutamente todos los prejuicios; de otro modo los vehículos producirán el efecto de cristales empañados, que colorearían todo lo que se ve a través y darían una impresión falsa.

Al observar las vidas pasadas siempre ha sido nuestra costumbre el retener la plena conciencia física, de modo que fuera posible tomar nota de lo visto, mientras se observaba. Se ha visto que era un método mucho más seguro que el dejar el cuerpo físico durante las observaciones y confiar en la memoria para su reproducción. Existe sin embargo una etapa en la cual este último método es el único servible, y es cuando el estudiante, aunque capaz de usar el cuerpo causal, puede hacerlo así únicamente mientras el vehículo físico está en reposo.

La identificación de los variados caracteres encontrados en esos vislumbres del pasado presenta a veces, una pequeña dificultad, porque, naturalmente, los Egos cambian de un modo muy considerable en el curso de veinte mil años. Por fortuna, con un poco de práctica es posible pasar el registro en revista tan rápidamente o de un modo tan lento como se quiera; cuando existe alguna duda en cuanto a la identificación, adoptamos siempre el plan de pasar con rapidez por la línea de vidas del Ego que se observa, hasta que llegamos al presente. Algunos investigadores cuando ven un Ego en alguna vida remota sienten enseguida la intuición de su personalidad presente; pero aunque tal vislumbre de intuición pueda con frecuencia ser exacta, puede también alguna vez ser falsa, y el método más laborioso es el único digno de toda confianza. Hay casos en que después de muchos miles de años los Egos de gentes vulgares se pueden reconocer instantáneamente; pero esto no les favorece, porque significa que durante todo ese tiempo han hecho muy pocos progresos. Tratar de reconocer hace veinte mil años a alguien que uno conoce hoy, es como encontrar a un adulto que se conoció de niño. En algunos casos se le reconoce, en otros el cambio ha sido demasiado grande. Los que han llegado a ser Maestros de la Sabiduría son con frecuencia reconocidos instantáneamente, aun después de millares de años; pero esto es debido a una razón muy diferente. Cuando los vehículos inferiores están ya plenamente en armonía con el Ego, se forman en semejanza del Augoeides, y así es que cambian muy poco de una vida a otra. Del mismo modo, cuando el Ego llega a ser una perfecta reflexión de la Mónada, también cambia muy poco, pero se desarrolla lenta y gradualmente, y por esto se le reconoce con facilidad.

Una de las más enojosas tareas relacionadas con esta rama de la investigación es la determinación exacta de las fechas. De hecho muchos investigadores abandonan la empresa francamente, diciendo que no merece la pena trabajar en ello y que un número redondo es suficiente para todos los objetos prácticos. Probablemente así es, aunque existe un sentimiento de satisfacción en dar los detalles tan correctamente como sea posible, aun a costa del aburrido cálculo sobre números elevados. Nuestro plan es, desde luego, el de establecer ciertos puntos fijos y usarlos como una base para el cálculo posterior.

En general, es algo más fácil leer vidas en su sentido natural que hacia atrás, porque en el primer caso operamos en el sentido del tiempo en lugar de ir contra él. Por esto el plan habitual ha consistido en pasar muy rápidamente a algún punto que se selecciona en el pasado, y después observar con lentitud desde ese punto en adelante. Necesitamos recordar que a primera vista es raramente posible el estimar correctamente la importancia relativa de los acontecimientos de una vida, y por esto nos deslizamos sobre ella al comienzo para ver desde cuales acciones o acontecimientos se desprenden los cambios realmente importantes, y después volvemos atrás para describirlos más en detalle. Si ocurre que el mismo investigador es uno de los caracteres en la vida que examina, se abre ante él la muy interesante alternativa de observar desde fuera o retroceder hasta esa vieja personalidad, sintiendo de nuevo lo que sintió en el tiempo pasado. Pero en este caso ve todo exactamente como entonces lo veía, y no conoce más que lo que conocía.

Pocos de los que lean las historias de vidas, que son con frecuencia débiles bosquejos, tendrán una idea de la cantidad de labor que se les ha dedicado, de las horas de trabajo que algunas veces se han precisado para la plena comprensión de algún insignificante detalle, para que la pintura presentada fuera tan próxima a la verdad como fuera posible. Al menos, nuestros lectores pueden tener la seguridad de que nada se ha economizado para lograr la mayor exactitud, aunque esto no es con frecuencia una tarea fácil, cuando nos encontramos con condiciones y modalidades del pensamiento tan completamente diferentes de las nuestras, como si se tratara de cosas pertenecientes a otro planeta. Los idiomas empleados son casi siempre ininteligibles al investigador; pero como los pensamientos trascienden a las palabras, esto le facilita la comprensión de las escenas. La serie de vidas expuestas con incansable paciencia representa una gran labor. ¡Que pueda dar su fruto, procurando una vívida sensación de las poderosas civilizaciones del pasado y una comprensión más clara de las leyes del Karma y la Reencarnación! Desde el momento que la serie de vidas que aparecerán al principio ha culminado en la iniciación del héroe en su presente encarnación, será seguramente un estudio valioso para aquellos cuya aspiración está en llegar a ser discípulos de un Maestro de Sabiduría, pues sus propios progresos serán más rápidos, cuando hayan aprendido cómo un hermano alcanzó el objetivo hacia el cual se encaminan sus esfuerzos.

Cerca de un centenar de los que al presente son miembros de la Sociedad Teosófica, son los caracteres más acusados en el drama que lentamente se desarrollará ante los lectores de The Teosophist, y es profundamente interesante el notar cómo quienes en el pasado han estado ligados con frecuencia por los lazos de la sangre, aunque nacidos ahora en países distanciados en miles de millas, se encuentran hermanados por su interés común en el estudio de la Teosofía, y se hallan ligados más estrechamente por su amor a los Maestros que pudieran jamás haberlo estado por cualquier conexión terrestre.

Rasgaduras en el velo del Tiempo

NOTAS SOBRE LA REENCARNACIÓN

Tal es el título del primero de dichos trabajos preliminares, debido a la pluma del eminente escritor Leadbeater.

Empieza haciendo notar que entre los hombres hay una gran diversidad de clases, y que, por tanto, el orden de sus reencarnaciones varía también mucho a causa de que, como el objeto principal consiste en el progreso de su evolución, han de diferir precisamente los procedimientos para cada Ego. En la gran mayoría de los casos, cuando una persona nace entre las clases cultas, es probable se encuentre en un medio parecido en su próximo renacimiento. Dos razones hay para que así sea: primera, que tal es el medio del cual el Ego puede sacar provecho, pues, de lo contrario, no debía ser colocado en él; y segunda, que el Karma que él ha de crear en ese medio, es demasiado complicado para que pueda producirse viviendo entre los ignorantes o los salvajes. Por consiguiente, los Egos de las clases elevadas nacen generalmente, entre las gentes cultas; y, sin embargo, con frecuencia encontramos excepciones notables.

Entre estos Egos de clase elevada hay varios y grandes tipos. Un Ego del tipo que nos es más conocido suele pasar por las distintas subrazas, siguiendo un orden regular, naciendo una vez en cada una de ellas y transcurriendo entre sus nacimientos un espacio de tiempo de unos mil doscientos años. Parece ser que cada subraza está dispuesta para desarrollar ciertas cualidades en el Ego y enseñarle determinadas lecciones, pasando éste por ellas para su perfeccionamiento. Así ocurre que si un Ego posee ya las cualidades características de una subraza, prescinda de ella y encarne en la que sigue; y, por el contrario, si el Ego carece en absoluto de aquellas cualidades, nace una y otra vez en esa subraza hasta adquirirlas.

Las investigaciones hechas últimamente y relacionadas con estos pormenores aclaran muchos conceptos; pero antes de poder darse los resultados deben ordenarse y estudiarse cuidadosamente. Hay otros tipos entre estos Egos, de clase superior, que parece no pasan ordenadamente por las respectivas subrazas y que, por el contrario, tienen tendencia a volver una y otra vez a determinada subraza. Parecen dedicarse especialmente a evolucionar en aquella subraza, y sólo accidentalmente hacen escapadas a otra para procurarse cualidades especiales. Entonces el intervalo entre dos vidas es más corto, por ejemplo: setecientos años en lugar de mil doscientos.

Evidentemente los Egos que llegan hasta aquí procedentes de la cadena lunar, lo hacen en grupos, con notables intervalos entre ellos, y los individuos de cada grupo tienen características comunes que les distinguen de los otros grupos. En un principio se creyó que esto era una prueba de que los Egos procedían de los diferentes rayos o tipos planetarios; pero se ha observado que no es así, porque hemos encontrado en un mismo grupo individuos de muy diferentes rayos. También hemos de hacer notar que durante las últimas investigaciones hemos encontrado un nuevo tipo cuya existencia ni siquiera habíamos sospechado, y que nos hace suponer que como éste pueden existir otros tipos aún no conocidos. Es sabido que los judíos son una excepción de la regla general, pues constituyen una raza aparte de los demás, y sus individuos raramente reencarnan fuera de su raza; y no debe sorprendernos el saber que los chinos y japoneses empiezan hoy a ser otra excepción en el mismo sentido.

Los Egos de las diferentes clases inferiores encarnan muchas veces en cada raza, pues son más tardíos en aprender sus lecciones, y como su desarrollo espiritual no es grande, crean menos energías y, por consiguiente, los intervalos entre sus nacimientos han de ser más cortos, transcurriendo de una vida a otra trescientos años y aun menos. Los salvajes que viven África, o las gentes de los suburbios de Londres, permanecen unos cuantos años en el plano astral y luego vuelven a la tierra inmediatamente. De aquí se sigue que la diferencia en número entre las gentes cultas y evolucionadas y la gran masa de los incultos no sea tan grande como parece a primera vista, pues en tanto que estos últimos están viviendo en casi su totalidad, puesto que permanecen muy poco tiempo en los planos elevados, los primeros están ausentes del plano físico un 90 a 95 por 100 del tiempo.

Tres factores principales determinan las condiciones de los renacimientos: Primero, y el más importante de todos, es la influencia ejercida por la Ley de la Evolución. El Logos desea que el hombre progrese, y este deseo ejerce sobre él una presión constante y firme. La acción de esta ley tiende incesantemente a situar al hombre en el medio mejor para desarrollar en él aquellas cualidades de que carece, sin tener en cuenta si éste le es o no agradable. El segundo factor es su propio Karma, el resultado de sus acciones pasadas. La Ley de la Evolución le colocará en las mejores condiciones para su desarrollo, pero sus vidas anteriores pueden haber sido tales que estén en oposición a estas condiciones. De aquí se deduce que el lugar que por su nacimiento ocupa un individuo es el mejor para él y el único que le corresponde, y ningún otro le sería adecuado dadas sus condiciones. Sentado esto, no se puede presentar dificultad alguna a las divinidades que rigen el Karma. Si se trata de un Ego salvaje, nacerá en el Africa Central, en el Sur de América o entre los aborígenes de Australia; si ha de nacer en un suburbio, lo hará en Montmartre, en Bowey o en Seven Dials. Pero no ocurre lo mismo al tratarse del hombre desarrollado, para el cual el problema se complica, por haber puesto en juego muchas y sutiles fuerzas de todas clases y necesitar un medio adecuado donde éstas puedan ejercer su acción. Para un alma joven habrá cien lugares, cualquiera de ellos adecuado, donde podrá recibir las muchas lecciones que tiene que aprender; pero tratándose de un alma antigua, ésta necesita un tratamiento especial, y la casilla especial que se le asigna es, por regla general, la única en todo el mundo que le será realmente adecuada. Es lógico y natural que él no lo crea así, porque ni sus gustos ni sus intereses han sido consultados al hacer la distribución. El tercer factor que influye en el nacimiento de un hombre es otra variedad de su Karma, los lazos que creó con otros Egos en sus vidas pasadas. Las pequeñas porciones de bien, y de mal, que hacemos, forman un debe y haber, como un trabajo impersonal; pero si afectamos considerablemente la vida de los demás ayudando o retardando su evolución, formamos un fuerte vínculo con ellos, haciendo preciso el que nos encontremos una o varias veces más durante las vidas sucesivas. El amor desinteresado es una de las más poderosas fuerzas del mundo que atrae a los Egos reiteradamente, modificando grandemente con el tiempo la acción de las fuerzas de la evolución y del Karma. Jamás puede el hombre eludir las consecuencias de algo que él haya hecho, pues la deuda debe ser inexorablemente pagada; pero el momento y las circunstancias pueden modificarse profundamente bajo la acción de la fuerza poderosa de un afecto intenso. Muchos ejemplos de esto se verán en las vidas que ahora publicamos para que sirvan de estudio.

Es evidente que en el flujo corriente de nuestras vidas nos reunimos en grupos, o quizá venimos desde luego formando parte de esos grupos, los cuales tienen por centro algún Ego dominante. En la historia que comprende las vidas de Alcione podemos observar uno de estos grupos o quizá las trazas de dos formado alrededor de las poderosas individualidades de dos Grandes Egos que han alcanzado el nivel del Adeptado. A medida que ahondamos más y más en las nebulosidades del pasado remoto, encontramos este pequeño grupo de Egos más íntimamente asociados. Esto no quiere decir que con el tiempo los lazos que hoy los unen se hayan aflojado lo más mínimo, pues, por el contrario, hoy son más fuertes y apretados que nunca. Lo ocurrido es que se han visto obligados a separarse por un cierto tiempo, sin romper esos lazos, para que cada uno pueda marchar al sitio preciso donde sea apto para desarrollar o aprender determinadas cualidades sin perjudicar a sus camaradas. Últimamente, durante unos cuantos miles de años, se han encontrado reunidos con menos frecuencia que lo hacían antes, con lo cual cada uno ha aprendido a permanecer en su puesto; pero en la encarnación presente se han sentido atraídos de nuevo, no por relaciones de parentesco, sino por el fuerte lazo de un interés común en obra también común, siguiendo como siempre a los augustos Campeones, a quienes deben todo lo que tienen y lo que son; nos referimos a los Maestros de Sabiduría, en cuyas manos está el destino de la próxima Raza. En esta vida son miembros leales de la Sociedad Teosófica, y por medio de ella han consagrado al servicio de la humanidad todos los poderes que han conquistado a través de las tempestades y bonanzas, de las alegrías y de las penas pasadas durante las muchas vidas que han permanecido unidos a ellos. A algunos se les ha prometido últimamente que no se separarán más, y que todo su futuro estará dedicado a trabajar en la obra que tanto aman, y bajo la dirección de los Grandes Capitanes, con los que están íntimamente ligados.

El héroe de esta primera serie de vidas que hoy presentamos a nuestros lectores, será designado con el nombre de la estrella Alcione. Pertenece al tipo o grupo de los que pasan de una vida a otra con un intervalo de unos setecientos años. No reencarna en las subrazas, siguiendo un orden regular, pero aparece especialmente consagrado a la primera subraza de la Raza-raíz; primero, tomando parte en varias de sus emigraciones desde el centro de Asia a las llanuras de la India, y después, encarnando, siempre que le ha sido posible, en aquel antiguo y maravilloso país de belleza y misterio. De las treinta vidas que hemos examinado, veinte se han desarrollado en el histórico suelo de la India, y aunque estas vidas le han conducido a la puerta del Sendero de Santidad, se ve que su devoción a una sagrada patria no ha retardado su desarrollo. Estudiad sus vidas, pues pueden seguirse sus pisadas; vea el lector cuáles son las cualidades necesarias para alcanzar aquel Sendero, y para que, a su vez, pueda “entrar en la corriente”, como hizo Alcione, y figurar entre aquellos que se han salvado para siempre, y cuyo destino dedican al servicio de la humanidad.

Los dos párrafos con que el articulista termina estas explicaciones se refieren al método seguido para observar y estudiar esas vidas lejanas, que nuestros lectores encontrarán ampliamente explicado en el artículo del mismo autor, Cómo se ven las vidas pasadas.

El otro escrito preliminar se titula:

LAS HISTORIAS EN SÍ MISMAS

y es debido a la pluma de Madame Annie Besant y C.W. Leadbeater.

Comienzan diciendo que estas historias no se presentan como modelo por su bondad, aunque frecuentemente lo son, sino como ejemplos de la labor que Karma ejecuta vida tras vida, llenos de valiosa instrucción para los estudiantes y de ayuda para la realización de la continuada vida humana. Debe recordarse, al leerlas, que se pierden de vista con frecuencia las hondas causas y que, al recordar una de estas vidas, se olvida gran parte de la acción y poco del sentimiento o juicio y de la percepción, aunque el pensamiento y la percepción son más potentes generando las causas que las acciones, pues las acciones son el resultado de los pensamientos y de las percepciones pasadas más bien que las generadoras del futuro. Aparte de esto, muchos de los trabajos de Karma pueden comprenderse por el estudio de una serie de vidas, y así vemos cuáles son las relaciones entre los individuos, los resultados de sus favores o agravios, los lazos que unen a los Egos y las repulsiones que los alejan. Nosotros damos las épocas en que se forman los grandes grupos de dichos Egos, sus dispersiones por siglos y milenios, sus nuevas reuniones y sus recientes separaciones. Y por encima de todo esto se ve surgir un sentimiento de seguridad, una ley superior, una Sabiduría que dispone, una Fuerza que ejecuta; obreros de un gran propósito, agentes elegidos, probados, aceptados o rechazados; ocasiones que se presentan, se aprovechan o se desdeñan, y una firme y progresiva evolución entre la complejidad de los flujos y reflujos. Puede observarse una sola vida en su debida proporción, y precedida y seguida por otras muchas. Un sentimiento de seguridad y dignidad invade al lector cuando piensa: “Yo también poseo un pasado extenso tras de mí y un amplio futuro delante”. Las perturbaciones del presente pierden su importancia cuando se consideran a la luz de la inmortalidad; los fracasos y las omisiones se convierten en simples incidentes del vasto panorama. ¡Con cuánta frecuencia hemos nacido y muerto! Se ve cómo es un hecho la profunda verdad predicada por Shri Krisna cuando dice que el Morador del cuerpo puede siempre abandonarle y tomar uno nuevo; “por tanto, ¡oh hijo de Kunti!, no debes llorar”.

Tal es la ayuda que intentamos poner ante nuestros lectores con la publicación de estas distintas series de vidas. Muchos encontrarán en ellas un fuerte apoyo en los días de turbación y una antorcha que ilumine el embrollado sendero de la vida.

Para designar los distintos Egos que toman una acción principal en estas series de vidas, hemos empleado varios nombres tomados principalmente de los que sirven para distinguir las estrellas, las constelaciones, y de los que en la antigüedad han llevado los héroes de Grecia. Recomendamos a nuestros lectores se familiaricen con estos dramatis personæ para que puedan seguirlos a lo largo de su línea de reapariciones.

Los que aparecen designados con los nombres siguientes:

Júpiter. Marte. Virâj.
Saturno. Venus. Mercurio.
Brhaspati. Neptuno. Vulcano.
Urano. Osiris.

han alcanzado el nivel del Adeptado. El nombre de Mahâguru es usado para Aquel que hace dos mil quinientos años alcanzó la categoría de Buddha. Surya es el actual Bodhisattva, el Señor Maitreya. El nombre de Manú se ha reservado para designar al que en el presente desempeña este puesto, Vaivasvata.

Con estas sugestivas e interesantes palabras terminan Madame Annie Besant y C.W. Leadbeater tan importantes escritos preliminares.

ADVERTENCIA.- Las vidas del protagonista de esta historia no pueden tomarse como riguroso ejemplo de la serie de vidas que han dejado tras sí el común de los hombres. Son las últimas treinta vidas de un ser que, en su actual reencarnación, acaba de hollar el dintel del Adeptado, y su relato ofrece instructiva utilidad, porque traza el Sendero que le condujo a la Puerta Magna, a la “entrada en la corriente”. Veremos cómo se desarrollan ciertas cualidades, cómo se vigorizan ciertas relaciones que podremos estudiar en su tendencia a la meta puesta ante sí por la misma Mónada. Porque análogas cualidades y relaciones habremos de formar y desenvolver todos nosotros; unos más pronto, porque surgieron más temprano, y otros más tarde, porque surgieron posteriormente. El estudio de estas vidas nos ayudará a comprender que como fue en un principio es ahora, que la puerta está tan abierta como lo estuvo en tiempos pasados, y que del mismo modo que entonces, se huella en nuestros días el Sendero. Aquellos que amaron, sufrieron y lucharon al lado de Alcione en tiempos pretéritos, están en él todavía, unos para auxiliarle y otros para recibir auxilio.

Las últimas treinta vidas de Alcione

Núm Nacimiento Duración Muerte Intervalo Sexo Lugar Raza Subraza
            A. de C.         Años         A. d. C.  Años
1 22662 84 22578 819 F América del Norte IV 2
2 21759 17 21742 275 F India IV 6
3 21467 85 21382 808 M India IV 2
4 20574 109 20465 911 M India IV 3
5 19554 69 19485 600 M China IV 4
6 18885 79 l8862 597 M Asia Central V 1
7 18209 71 18138 674 M Norte de África IV 5
8 17464 60 17404 528 M Asia Central V 1
9 16876 84 16792 797 M Poseidonis IV 6
l0 15995 58 15937 535 F Asia Central V 1
11 15402 79 15323 772 F India V 1
12 14551 91 14460 809 F India V 1
13 13651 82 13569 692 F Poseidonis IV 2
14 12877 82 12795 702 M India V 1
15 12093 90 12003 821 M Perú IV 3
16 11182 71 11111 682 M India V 1
17 10429 73 10356 684 M India V 1
18 9672 86 9586 811 M Poseidonis IV 5
19 8775 83 8692 840 M India V 1
20 7852 78 7774 788 M India V 1
21 6986 77 6909 945 F Egipto V 1
22 5964 17 5947 312 F India V 1
23 5635 47 5588 618 F India V 1
24 4970 69 4901 866 F India V 1
25 4035 75 3960 901 F Egipto V 1
26 3059 81 2978 798 M India V 1
27 2180 56 2124 596 M India V 1
28 1528 87 1441 811 M Persia V 3
29 630 71 559 1183 M India V 1
30 D.C.624 70 D.C.694 1202 M India V 1
31 1895 90 1987 693 M India VI 1


LAS ÚLTIMAS TREINTA VIDAS DE ALCIONE
Por C. W. Leadbeater y otros colaboradores.
Traducción directa del Inglés por Federico Climent Terrer.
Biblioteca Orientalista,
Barcelona 1925.

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