sábado, 16 de diciembre de 2006

Jiddu Krishnamurti y el Sexo.

4. ¿POR QUE EL SEXO SE HA CONVERTIDO EN UN PROBLEMA?

Cuando no hay amor en nuestro corazón, sólo nos queda una cosa, que es el placer, y ese placer es el sexo; por lo tanto, éste se convierte en un problema gigantesco. Para resolverlo, tenemos que comprenderlo. Cuando lo comprendemos, comenzamos a liberar la mente.

Nueva Delhi, 25 de diciembre de 1966



Hay muchas cosas contenidas en el sexo, no sólo el acto ¿Qué es el sexo? ¿Es el acto, son las imágenes placenteras, los recuerdos en torno a todo eso? ¿O es sólo un hecho biológico? Y cuando hay amor -si es que puedo usar esa palabra sin estropearla-, ¿hay recuerdos, imágenes, excitación, necesidad? Creo que debemos comprender el hecho físico, biológico. Eso es una cosa. Otra cosa es todo el romanticismo, la excitación, el sentir que uno se ha entregado a otra persona, la identificación de uno mismo con el otro en esa relación, el sentimiento de continuidad, la satisfacción, etc. Cuando nos interesamos realmente en el deseo, en la necesidad, ¿hasta qué profundidad juega un papel el sexo? ¿Es una necesidad psicológica, tal como lo es biológica? Diferenciar entre la necesidad física y la necesidad psicológica exige una mente y un cerebro muy claros y agudos. Hay muchas cosas contenidas en el sexo, no sólo el acto. ¿Es amor el deseo de olvidarse de uno mismo en el otro, la continuidad de una relación, los hijos y el tratar de hallar la inmortalidad a través de los hijos, el sentimiento de entregarse a otro, con todos los problemas de celos, apego, temor, con la angustia que ello implica? ¿Es amor todo eso? Si la necesidad no se comprende básicamente completamente, a fondo, en los oscuros rincones de la propia conciencia, entonces, el sexo, el amor y el deseo causan estragos en nuestras vidas.

OBRAS COMPLETAS, volumen XII

París, 12 de septiembre de 1961



El acto en sí jamás puede ser un problema; lo que crea el problema es el pensamiento acerca del acto

PREGUNTA: Conocemos el sexo como una necesidad física psicológica ineludible, y parece ser una causa básica de caos la vida personal de nuestra generación. ¿Cómo podemos habérnoslas con este problema?

KRISHNAMURTI: ¿Por qué cualquier cosa que tocamos la convertimos en un problema? Hemos hecho de Dios un problema, hemos hecho del amor, de la relación, del vivir, un problema, y hemos hecho del sexo un problema. ¿Por qué? ¿Por qué todo lo que hacemos es un problema, un horror? ¿Por qué sufrimos? ¿Por que se ha convertido el sexo en un problema? ¿Por qué nos sometemos a este vivir con problemas? ¿Por qué no les ponemos fin? ¿Por qué no morimos para nuestros problemas en vez de cargarlos con nosotros día tras día, año tras año? El sexo es, por cierto, una gestión pertinente, pero está la pregunta primordial: ¿Por qué convertimos la vida en un problema? El trabajar, el sexo, el ganar dinero, el pensar, el sentir, el experimentar -ya saben, todo el asunto este del vivir- ¿por qué es un problema? ¿No es, en esencia, porque siempre pensamos desde un punto de vista particular, fijo? Siempre estamos pensando desde un centro hacia la periferia, pero la periferia es el centro para la mayoría de nosotros, y así, todo lo que tocamos es superficial. Pero la vida no es superficial; exige ser vivida completamente y, a causa de que la vivimos sólo superficialmente, no conocemos sino la reacción superficial. Cualquier cosa que hagamos en la periferia debe, inevitablemente, crear un problema, y eso es nuestra vida: vivimos en lo superficial y nos contentamos con vivir ahí con todos los problemas de lo superficial. Los problemas existen mientras vivimos en lo superficial, en la periferia, siendo la periferia del "yo" con sus sensaciones, las cuales pueden ser exteriorizadas o permanecer en lo subjetivo, pueden identificarse con el universo, con el país o con ultima otra cosa compuesta por la mente.

Mientras vivamos dentro del campo de la mente, tiene que haber complicaciones, problemas; y eso es todo lo que conocemos. La mente es sensación, es el resultado de sensaciones y reacciones acumuladas, y todo cuanto toca debe crear, por fuerza, desdicha, confusión, un problema interminable. La mente es la verdadera causa de nuestros problemas, la mente que funciona de manera mecánica noche y día, consciente o inconscientemente. La mente es una cosa muy superficial, y hemos pasado generaciones y pasamos toda nuestra vida cultivando la mente, haciéndola más y más ingeniosa, más y más sutil, astuta, deshonesta y retorcida, lo cual resulta evidente en todas las actividades de nuestra vida. La propia naturaleza de nuestra mente es ser deshonesta, retorcida, incapaz de afrontar los hechos, y eso es lo que crea problemas; eso es, en sí mismo, el problema.

¿Qué entendemos por el problema del sexo? ¿Es el acto, o es un pensamiento acerca del acto? Sin duda, no es el acto. El acto sexual no es un problema para ustedes, no más que el comer, pero si piensan en el comer o en alguna otra cosa durante todo el día porque no tienen otra cosa en qué pensar, entonces eso se vuelve para ustedes un problema. ¿El problema es el acto sexual o el pensamiento acerca del acto? ¿Por qué piensan en él? ¿Por qué lo intensifican con el pensamiento, cosa que obviamente hacen? Los cines, las revistas, las narraciones, el modo como visten las mujeres, todo eso refuerza el pensamiento del sexo. ¿Por qué la mente lo intensifica, por qué la mente piensa en absoluto acerca del sexo? ¿Por qué? ¿Por qué se ha vuelto un problema fundamental en nuestra vida? Cuando hay tantas cosas que llaman, que exigen nuestra atención, concedemos atención completa al pensamiento sexual. ¿Qué ocurre?, ¿por qué nuestras mentes se hallan tan ocupadas con eso? Porque es un modo de lograr el máximo de los escapes, ¿no es así? Es una manera de olvidarse completamente de uno mismo. Todo lo demás que hacemos en la vida acentúa el "yo", el "sí mismo". Nuestros negocios, nuestra religión, nuestros dioses, nuestros dirigentes, nuestras actividades políticas y económicas, nuestros escapes corrientes, nuestras actividades sociales, nuestro ingreso a un partido y nuestro rechazo de otro..., todo eso acentúa y fortalece el "yo".

O sea, que hay un solo acto en el que no se acentúa el "yo", y así ello se vuelve un problema, ¿verdad? Cuando en la vida hay una sola cosa que constituye una vía hacia el escape fundamental, hacia el completo olvido de nosotros mismos, así sea por unos cuantos segundos, nos aferramos a ella porque es el único momento en que somos felices. Toda otra cosa que tocamos se convierte en una pesadilla, en una fuente de sufrimiento y pena; por lo tanto, nos aferramos a lo único que nos brinda completo olvido de nosotros mismos, y a eso lo llamamos felicidad. Pero cuando nos aferramos a eso, también se convierte en una pesadilla, porque entonces deseamos librarnos de eso, no queremos ser sus esclavos. Así que inventamos, otra vez desde la mente, la idea de castidad, de celibato, y tratamos de ser célibes, castos mediante la represión, todo lo cual son operaciones de la mente para aislarse del hecho. Esto acentúa una vez más el "yo", que está tratando de llegar a ser algo, y así nos vemos atrapados nuevamente en afanes y dificultades, en el esfuerzo y el dolor.

El sexo se vuelve un problema extraordinariamente difícil y complejo en tanto no comprendemos la mente que piensa acerca del problema. El acto sexual en sí nunca puede ser un problema; lo que crea el problema es el pensamiento acerca del acto. Protegemos el acto; vivimos en forma disoluta o nos complacemos sexualmente en el matrimonio, convirtiendo de tal modo a nuestra esposa en una prostituta, todo lo cual es aparentemente muy respetable y estamos satisfechos de dejarlo como está. Lo cierto es que el problema puede resolverse sólo cuando comprendemos todo el proceso y la estructura del "yo" y de "lo mío": mi mujer, mi hijo, mi propiedad, mi automóvil, mi logro, mi éxito, hasta que comprendamos y resolvamos todo eso, el sexo seguirá siendo un problema. En tanto seamos ambiciosos, política, religiosamente o en cualquier otra forma, en tanto demos énfasis al "yo", al pensador, al experimentador, nutriéndolo de ambición, ya sea en nombre de uno mismo como individuo o en nombre del país, del partido o de una idea que llamamos religión, en tanto exista esta actividad auto expansiva, tendremos un problema sexual.

Por una parte, estamos creando, alimentando, expandiendo nuestra propia personalidad, y por la otra, procuramos olvidarnos de nosotros mismos, así sea por un momento. ¿Cómo pueden existir juntas ambas cosas? Nuestra vida es una contradicción: énfasis en el "yo" y olvido del "yo". El sexo no es un problema; el problema es esta contradicción en nuestra vida. Y la contradicción no puede ser salvada por la mente, porque la mente misma es una contradicción. La contradicción puede ser comprendida solo cuando comprendemos plenamente todo el proceso de nuestra existencia diaria. Ir al cine y contemplar a las mujeres en la pantalla, leer libros que estimulan el pensamiento, revistas con sus fotografías semidesnudas, la manera como miramos a las mujeres, los ojos subrepticios que atrapan los nuestros...; todas estas cosas alientan a la mente, por medios tortuosos, a poner el acento en el "yo"; y al mismo tiempo tratamos de ser buenos, afectuosos, tiernos. Ambas cosas no pueden marchar juntas.

El hombre que es ambicioso en lo espiritual o de otro modo, jamás puede estar sin un problema, porque los problemas cesan sólo cuando olvidamos el "yo", cuando el "yo" no existe, y ese estado de la no existencia del "yo" no es un acto de la voluntad, no es una mera reacción. El sexo se vuelve una reacción; cuando la mente trata de resolver el problema, sólo logra hacerlo más confuso, más dificultoso, más aflictivo. El acto no es el problema; el problema es la mente, la mente que dice que debe ser casta. La castidad no es de la mente. La mente sólo puede reprimir sus propias actividades, y la represión no es castidad. La castidad no es una virtud, la castidad no puede ser cultivada. El hombre que cultiva la humildad no es, por cierto, humilde; podrá llamar humildad a su orgullo, pero es un hombre orgulloso y, por eso, busca volverse humilde. El orgullo jamás puede llegar a ser humilde, y la castidad no es cosa de la mente; uno no puede hacerse casto. Conocerá la castidad sólo cuando haya amor, y el amor no pertenece a la mente.

Así pues, el problema del sexo que tortura a tantas personas en todo el mundo no podrá ser resuelto hasta que la mente sea comprendida. No podemos poner fin al pensar, pero el pensamiento llega a su fin cuando cesa el pensador, y el pensador cesa sólo cuando hay comprensión de todo el proceso. El miedo aparece cuando hay división entre el pensador y su pensamiento; sólo cuando no existe el pensador, no hay conflicto en el pensamiento. Lo que está implícito no necesita esfuerzo para comprenderse. El pensador surge a la existencia por obra del pensamiento; entonces el pensador se esfuerza en moldear, controlar sus pensamientos o en ponerles fin. El pensador es un ente ficticio, una ilusión de la mente. Cuando el pensamiento es comprendido como un hecho, entonces no hay necesidad de pensar acerca del hecho. Si hay una percepción alerta simple y sin opciones, entonces aquello que está implícito en el hecho comienza a revelarse. Por lo tanto, el pensamiento como hecho se termina. Entonces verán ustedes que los problemas que consumen nuestros corazones y nuestras mentes, los problemas de nuestra estructura social pueden ser resueltos.

Entonces el sexo ya no es más un problema, tiene su lugar apropiado, no es ni una cosa impura ni una cosa pura. El sexo tiene su lugar, pero cuando la mente le da el lugar predominante, el sexo se convierte en un problema. La mente le da un lugar predominante porque no puede vivir sin algo de felicidad, y así es como el sexo llega a ser un problema. Cuando la mente comprende la totalidad de su proceso y, de este modo, le pone fin, cesa el pensamiento; entonces hay creación, y esa creación es lo que nos hace felices. Es una dicha hallarse en ese estado de creación, porque es el olvido de uno mismo, y en él no hay reacción alguna como las que provienen del "yo". Esto no es una respuesta abstracta al problema cotidiano del sexo; es la única respuesta. La mente desconoce el amor, y sin amor no hay castidad; debido a que no hay amor, hacen ustedes del sexo un problema.

LA LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA



En lo que se interesa la mayoría, es en la pasión de la lujuria

KRISHNAMURTI: El pensamiento es divisivo por su propia naturaleza. Es el pensamiento el que busca el placer y se aterra a él; es el pensamiento el que cultiva el deseo.

INTERLOCUTOR: ¿Querría usted investigar el deseo un poco más?

KRISHNAMURTI: Uno ve una casa y existe la sensación de que es hermosa; entonces surge el deseo de poseerla y de derivar pla­cer de ello, y después viene el esfuerzo para obtenerla. Todo esto constituye el centro, y este centro es la causa de división. Este centro es el sentimiento del "yo", el cual da origen a la división, porque este mismo sentimiento del "yo" es el sentimiento de separación. La gente lo ha llamado el ego y le ha dado toda clase de nombres: el "yo" inferior como opuesto a cierta idea de un "yo" superior, etc. Pero no hay necesidad de complicarse al respecto, es muy simple. Donde está el centro -que es el sentimiento del "yo", el cual se aísla a sí mismo mediante sus actividades-, hay división y resistencia. Y todo esto es el proceso del pensamiento. Por lo tanto, cuando usted pregunta qué es el amor, sepa que el amor no pertenece a este centro. El amor no es placer y dolor, no es odio ni violencia en ninguna de sus formas.

INTERLOCUTOR: Por consiguiente, en este amor del que usted habla, ¿no puede haber sexo, puesto que no puede haber deseo?

KRISHNAMURTI: Por favor, no llegue a ninguna conclusión. Estamos investigando, explorando. Cualquier conclusión o suposición impide el examen ulterior. Para responder a esta pregunta, también debemos considerar la energía del pensamiento. El pensamiento, como hemos dicho, alimenta el placer pensando en algo que ha sido agradable, cultivando la imagen, la representación mental de ello. El pensamiento engendra el placer. El pensar en el acto sexual se convierte en lujuria, la cual es por completo diferente del acto sexual. En lo que se interesa la mayoría, es en la pasión de la lujuria. Apetecer antes y después del sexo es lujuria. Esta apetencia es pensamiento. El pensamiento no es amor.

INTERLOCUTOR: ¿Puede haber sexo sin este deseo del pensamiento?

KRISHNAMURTI: Tiene que descubrirlo por sí mismo. El sexo juega un papel extraordinariamente importante en nuestras vidas porque es quizá la única experiencia profunda y directa que tenemos. En lo intelectual y emocional nos amoldamos, imitamos, seguimos, obedecemos. Hay dolor y lucha en nuestras relaciones excepto en el acto sexual. Por ser este acto tan diferente y bello, nos volvemos adictos a él y, por eso, este acto se convierte a su vez en una esclavitud. La esclavitud es la exigencia de su continuación, la cual es, nuevamente, la acción del centro divisivo. Estamos tan cercados, intelectualmente, en la familia, en la comunidad, por la moralidad social, por las sanciones religiosas, estamos tan cercados que nos queda tan sólo una relación en la que hay libertad e intensidad. Por consiguiente, le damos una importancia tremenda.

Pero si respecto de todo eso hubiera libertad, entonces no habría semejante apetencia ni semejante problema. Hacemos del sexo un problema porque nunca podemos obtener lo suficiente de él o porque, habiéndolo obtenido, nos sentimos culpables, o porque tratando de obtenerlo rompemos las reglas establecidas por la sociedad. La vieja sociedad llama permisiva a la nueva, porque para la sociedad nueva el sexo forma parte de la vida. Al liberar a la mente de la esclavitud que implican la imitación, la autoridad, la conformidad y los preceptos religiosos, el sexo tiene su propio lugar, pero sin volverse devastador. Podemos ver, en consecuencia, que la libertad es esencial para el amor; no la libertad de la revuelta, no la libertad de hacer lo que nos plazca ni de ceder abierta o secretamente a nuestras apetencias, sino más bien la libertad que adviene con la comprensión de toda esta naturaleza y estructura del centro. Entonces, la libertad es amor.

INTERLOCUTOR: Entonces, ¿no es licencia la libertad?

KRISHNAMURTI: No. La licencia es esclavitud. El amor no es idilio ni celos ni ambición ni espíritu competitivo con su temor al fracaso. No es el amor de Dios ni el amor del hombre, lo cual constituye otra vez una división. El amor no es amor de uno ni de muchos. Cuando hay amor, es personal e impersonal, con o sin un objeto. Es como el perfume de una flor; uno o muchos pueden aspirarlo. Lo que importa es el perfume, no a quién pertenece.

THE SECOND PENGUIN KRISHNAMURTI READER



Cuando hay amor, el sexo jamás es un problema

Cuando somos jóvenes, tenemos fuertes impulsos sexuales casi todos tratamos de habérnoslas con estos deseos controlándolos y disciplinándolos, porque pensamos que sin alguna clase de restricción nos volveremos excesivamente lascivos. Las religiones organizadas se preocupan mucho acerca de nuestra moralidad sexual, pero nos permiten cometer violencia y asesinato en nombre del patriotismo, entregarnos a la envidia y a la crueldad más astuta, perseguir el poder y el éxito. ¿Por qué se interesan tanto en este tipo particular de moralidad y no atacan la explotación, la codicia y la guerra? ¿No es porque las religiones organizadas, siendo parte del medio que hemos creado, dependen para su existencia de nuestros temores y nuestras esperanzas, de nuestra envidia y nuestro espíritu separativo? Por consiguiente, en el campo religioso como en todo otro campo, la mente está presa en las proyecciones de sus propios deseos.

Mientras no haya una profunda comprensión de todo el proceso del deseo, la institución del matrimonio tal como hoy existe, ya sea en Oriente como en Occidente, no puede proporcionar la respuesta al problema sexual. El amor no es inducido por la firma de un contrato, ni se basa en un intercambio de gratificaciones ni en la mutua seguridad y confortación. Todas estas cosas pertenecen a la mente, y por eso el amor ocupa un lugar tan pequeño en nuestras vidas. El amor no es cosa de la mente, es por completo independiente del pensamiento con sus astutos cálculos, sus exigencias y reacciones auto protectoras. Cuando hay amor, el sexo jamás es un problema; lo que crea el problema es la falta de amor.

Los obstáculos y escapes de la mente constituyen un problema, y no el sexo o alguna otra cuestión específica; por eso es importante comprender el proceso de la mente, sus atracciones y repulsiones, sus respuestas a la belleza, a la fealdad.

LA EDUCACIÓN Y EL SIGNIFICADO DE LA VIDA



Un hombre que ama es puro aunque pueda ser sexual

El hombre intelectual, lleno de conocimientos -el conocimiento es diferente de la sabiduría-, el hombre que tiene esquemas que quiere salvar al mundo, que está lleno de conceptos, de (proyecciones mentales, ese hombre es el que está atrapado en el sexo. A causa de que su vida es superficial, de que su corazón está vacío, el sexo se vuelve importante; y eso es lo que está sucediendo en la presente civilización. Hemos cultivado en exceso nuestro intelecto, y la mente se halla presa en sus propias creaciones, tales como la radio, el automóvil, los entretenimientos mecánicos, el conocimiento tecnológico y las diversas aficiones a las que la mente se entrega. Cuando una mente así se halla atrapada, existe un solo alivio para ella; el sexo. Señores, miren lo que ocurre con cada uno de ustedes, no miren a otra persona. Examinen su propia vida y verán que están presos en este problema, verán cuan extraordinariamente vacía es la vida que llevan. ¿Cómo es la vida de ustedes, señores? Es árida, vacua, opaca, tediosa, ¿no es así? Concurren a sus oficinas, desempeñan sus tareas, repiten sus manirás, practican sus pujas. Cuando se encuentran en la oficina, están sometidos, embotados, tienen que seguir una rutina; en su religión se han vuelto mecánicos, aceptan meramente la autoridad.

Así pues, religiosamente, en el mundo de los negocios, en su educación, en su vida cotidiana, ¿qué es lo que de hecho ocurre? No hay un estado creativo del ser, ¿verdad? No son felices, no son vitales, no son alegres. Tanto en lo intelectual como en lo religioso, económico, social y político, están embotados, regimentados, ¿no es así? Esta regimentación es el resultado de sus propios temores, de sus propias esperanzas y frustraciones; y puesto que para un ser humano tan atrapado no hay liberación posible, es natural que acuda al sexo para liberarse; allí puede darse el gusto, allí puede buscar la felicidad. De este modo, el sexo se vuelve automático, habitual, rutinario; y eso también llega a ser un proceso embotador y nocivo. Ésa es, de hecho, la vida de ustedes; verán que es así si la consideran, si no tratan de eludirla, de buscarle excusas. El hecho real es que no son creativos. Pueden engendrar criaturas, innumerables criaturas, pero eso no es una acción creativa, es una acción accidental de la existencia.

Por lo tanto, una mente que no es alerta, vital, un corazón que no es afectuoso, pleno, ¿cómo pueden ser creativos? Y, al no ser creativos, ustedes buscan estímulo por medio del sexo, del entretenimiento, de los cines, teatros, observando cómo otros interpretan mientras ustedes permanecen siendo espectadores; otros pintan el paisaje o danzan, y ustedes no son sino observadores, Eso no es creación. Asimismo, se imprimen tantos libros en el mundo porque ustedes tan sólo leen. No son creadores. Donde no hay creación, la única liberación es mediante el sexo, y entonces convierten a sus esposas en prostitutas. Señores, ustedes no tienen idea de las implicaciones, la perversidad, la crueldad de todo esto. Sé que se sienten incómodos. No reflexionan sobre ello. Cierran sus mentes; en consecuencia, el sexo se ha vuelto un problema inmenso en la civilización moderna: o la promiscuidad o el hábito mecánico del alivio sexual en el matrimonio. El sexo seguirá siendo un problema en tanto no haya un estado creativo del ser. Ustedes pueden usar el control de la natalidad, pueden adoptar diversas prácticas, pero no están libres del sexo. La sublimación no es libertad, ni lo es la represión ni el control. Hay libertad sólo cuando hay afecto, cuando hay amor. El amor es puro y, cuando falta el amor, el tratar de volvernos puros mediante la sublimación del sexo es mera estupidez. El factor que purifica es el amor, no nuestro deseo de ser puros. Un hombre que ama es puro aunque puede ser sexual; y sin amor, el sexo es lo que es actualmente en sus vidas: una rutina, un proceso desagradable, algo para ser evitado, ignorado, para prescindir de él o para complacerse en él.

OBRAS COMPLETAS, volumen V

Bangalore, 8 de agosto de 1941



Si uno niega la sexualidad, debe cerrar los ojos y no mirar nunca nada

KRISHNAMURTI: ¿Qué entiende usted por sentimiento sexual? ¿Mirar a una mujer? ¿Todos los impulsos biológicos? Y mirar un árbol, ¿no es también sexualidad? Mirar una flor de gran belleza, eso también es una forma de sensualidad, ¿no es así? ¿No?

COMENTARIO: Sí.

KRISHNAMURTI: Por consiguiente, si usted niega la sexualidad, como lo ha hecho la mayoría de las religiones, entonces debe cortarse la lengua, cerrar, apagar sus ojos y no mirar nunca nada. No se rían, señores, de cualquier modo, esto es lo que están haciendo, porque no son en absoluto conscientes de la belleza. Para ustedes, la belleza está asociada con una mujer o con un hombre. En consecuencia, los Shankaras del mundo han dicho: “No tengas nada que ver con la mujer si es que deseas ser espiritual “. Y así niegan ustedes toda la belleza de la Tierra.

¿Alguna vez se han detenido a mirar un árbol, a mirar una flor? ¿Alguna vez han mirado a una mujer hermosa sin decir: «Deseo obtener algo de ella»? ¿Han mirado simplemente la belleza de algo, de los cerros, los árboles, las flores, los rostros, las sonrisas? No lo han hecho; por eso no saben qué es el amor, qué es la belleza. Todo lo que conocen es "no debes" y "debes". Así es como han despojado sus mentes y sus corazones; son seres humanos desecados. Y sonríen y aceptan esto y continúan igual. Por lo tanto, señores, lo primero es no condenar, y entonces sabrán qué es el amor

Valle de Rishi, India, 9 de noviembre de 1967



Si el sentimiento sexual nace del amor, no es lujuria, aun cuando pueda haber en ello un gran deleite

INTERLOCUTOR: ¿Qué es la pasión?

KRISHNAMURTI: Creo que deberíamos tener bien claro que la pasión y la lujuria son dos cosas diferentes. La lujuria es alimentada por el pensamiento, manejada por el pensamiento, crece cobra consistencia en el pensamiento hasta que estalla sexualmente o, si es la lujuria del poder, lo hace en sus propias y violentas formas de realización personal. La pasión es algo por completo diferente; no es el producto del pensamiento ni el recuerdo de un suceso del pasado, no es impulsada por ningún motivo personal de realización; tampoco es dolor.

INTERLOCUTOR: ¿Es lujuria toda pasión sexual? La respuesta sexual no siempre es el resultado del pensamiento; puede ser un contacto, como cuando nos encontramos de pronto con alguien cuya belleza nos subyuga.

KRISHNAMURTI: Dondequiera que el pensamiento forma la imagen del placer, tiene que haber lujuria, no la libertad de la pasión. Si el impulso principal es el placer, entonces se trata de lujuria. Cuando el sentimiento sexual nace del placer, es lujuria. SI nace del amor no es lujuria, aunque pueda haber en ello un gran deleite. Aquí debemos ser claros y descubrir por nosotros mismos si el amor excluye el placer y el disfrute. Cuando vemos una nube y nos deleitamos en su vastedad y en la luz que la ilumina, hay placer en ello, desde luego, pero hay muchísimo más que placer. No condenamos esto en absoluto. Si seguimos regresando a la nube con el pensamiento o de hecho para estimularnos, entonces nos estamos complaciendo en un vuelo imaginativo de la fantasía; obviamente, los incentivos que aquí operan son el placer y el pensamiento. Cuando en un principio contemplábamos esa nube y veíamos su belleza, no operaba tal incentivo de placer.

La belleza en el sexo es la ausencia del "yo", del ego, pero el pensamiento acerca del sexo es la afirmación de este ego, y eso es placer. Este ego está todo el tiempo, o bien buscando el placer o eludiendo el dolor, deseando su realización propia e invitando, de tal modo, a la frustración. En todo esto, el sentimiento de pasión es alimentado y perseguido por el pensamiento; en consecuencia, ya no es más pasión sino placer. La perspectiva, la búsqueda de la pasión recordada, es placer.

INTERLOCUTOR: ¿Qué es, entonces, la pasión en sí?

KRISHNAMURTI: Tiene que ver con el júbilo y el éxtasis, que no son placer. En el placer hay siempre una sutil forma de esfuerzo, un ver, pugnar, exigir, luchar para obtener eso, para conservarlo. En la pasión no hay exigencia alguna y, por ende, no hay lucha. En la pasión no existe ni el más leve vestigio de realización egoísta; por lo tanto, no puede haber ni frustración ni dolor. La pasión es libertad con respecto al "yo", el cual es el centro de toda la realización personal y del dolor. La pasión no tiene exigencias, porque es, y no estoy hablando de algo estático. La pasión es la austeridad de la abnegación, en la que no existen el "yo" y el "tú"; por consiguiente, la pasión es la esencia de la vida. Es lo que actúa y vive. Pero cuando el pensamiento introduce todos los problemas del poseer y del retener, la pasión se termina. Sin pasión, la creación es imposible.

INTERLOCUTOR ¿Qué entiende usted por creación?

KISHNAMURTI: Libertad.

INTERLOCUTOR: ¿Qué libertad?

KISHNAMURTI: Libertad con respecto al "yo", el cual depende del medio y es el producto del medio; el "yo" es generado por la sociedad y el pensamiento. Esta libertad es claridad, es la luz no encendida desde el pasado. La pasión es sólo el presente.

INTERLOCUTOR: Esto me ha inflamado con un sentimiento nuevo y extraño.

KRISHNAMURTI: Ésa es la pasión del aprender.

INTERLOCUTOR: ¿Qué acción particular en mi vida cotidiana asegurará que esta pasión está ardiendo y operando?

KRISHNAMURTI: Nada asegurará eso, excepto la atención del aprender, la cual es acción, es el ahora. En ella se revela la belle­za de la pasión, que es la total entrega de uno mismo, el abando­no del "yo" con su tiempo.

the second penguin krishnamurti reader



Cuando hay amor, el acto sexual tiene un significado por completo diferente

¿Cómo podemos afrontar la exigencia sexual y no convertirla en un problema?

Y bien, ¿qué entendemos por sexo? ¿El acto puramente físico, o el pensamiento que excita, estimula, fomenta ese acto? Por cierto, el sexo es de la mente y, a causa de que es de la mente, tiene que buscar realizarse; de lo contrario, hay frustración. No se sientan nerviosos con el tema. Veo que todos se han puesto muy tensos. Hablemos sobre ello como si fuera cualquier otro tema. ¡No se muestren tan serios y desorientados! Trataremos esto de una manera muy simple y directa. Cuanto más compleja es una cuestión, más requiere un claro pensar, más sencilla y directamente debe ser abordada.

¿Por qué el sexo ha llegado a ser un problema semejante en nuestras vidas? Examinemos esto sin apremio, sin ansiedad, temor ni condena. ¿Por qué se ha convertido en un problema? Indudablemente, para la mayoría de ustedes es un problema. ¿Por qué? Es probable que jamás se hayan preguntado por qué es un pro­blema. Averigüémoslo.

El sexo es un problema porque parecería que en ese acto hay completa ausencia del "yo". En ese momento son felices porque ha cesado la conciencia de uno mismo el "yo"; y deseando más de ello, más de la abnegación del "yo" en la que hay completa fe­licidad sin pasado ni futuro, requiriendo esa felicidad completa mediante la fusión plena, la integración..., es natural que el sexo se vuelva extremadamente importante. ¿No es así? A causa de causa de que es algo que me brinda genuina alegría, completo olvido de mí mismo, deseo más y más de ello. Ahora bien, ¿por qué deseo más de ello? Porque en todas las otras cosas estoy en conflicto; en todas las otras cosas y en todos los diferentes niveles de la exis­tencia, hay fortalecimiento del "yo". En lo económico, social y religioso existe este constante espesamiento de la conciencia egocéntrica, lo cual implica conflicto. Después de todo, somos conscientes de nosotros mismos sólo cuando hay conflicto. La con­ciencia de nosotros mismos, la conciencia egocéntrica es, por su propia naturaleza, resultado del conflicto. Así pues, en todas las otras cosas estamos en conflicto. En todas nuestras relaciones con la propiedad, con la gente, con las ideas, hay conflicto, dolor, lucha, infelicidad; pero únicamente en este acto hay cesación completa de todo eso. Naturalmente, ustedes quieren más de ello porque les brinda felicidad, mientras que todo lo demás conduce a la desdicha, la agitación, el conflicto, la confusión, el antagonismo la ansiedad, la destrucción; por eso, el acto sexual se vuelve sumamente significativo e importante.

Así que el problema no es, por cierto, el sexo, sino cómo liberarnos del "yo". Uno ha gustado ese estado del ser en el que el "yo" se halla ausente, aunque sea por unos pocos segundos, por un día o lo que fuere; y donde está el "yo" hay conflicto, infelicidad, lucha. Existe, pues, este constante anhelo por disfrutar de ese estado sin "yo". Pero el problema fundamental es el conflicto en diferentes niveles y cómo llegar a la negación del "yo". Ustedes buscan la felicidad, es estado en el que el "yo", con todos sus conflictos, se halla ausente, lo cual encuentran momentáneamente en el acto sexual. O se disciplinan a sí mismos, luchan, controlan, hasta se destruyen mediante la represión; todo eso significa que están buscando librarse del conflicto porque, con la terminación del conflicto, hay bienaventuranza. Si puede haber libertad respecto del conflicto, entonces hay felicidad en todos, los diferentes niveles de la existencia.

¿Qué contribuye a que haya conflicto? ¿Cómo surge este conflicto en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, en la enseñanza, en todo? Hasta cuando escriben un poema, o cantan, o pintan, hay conflicto. ¿Cómo surge a la existencia este conflicto? ¿No surge a causa del deseo de llegar a ser? Uno pinta, desea expresarse por medio del color, quiere ser el mejor de los pintores. Estudia, se preocupa, espera que el mundo llegue a aclamar su pintura. Pero, dondequiera que exista el deseo de llegar a ser lo "más", tiene que haber conflicto. Es el impulso psicológico el que exige lo "más". La necesidad de "más" es psicológica, el impulso por "más" existe cuando la psique, la mente está deviniendo, buscando, persiguiendo un objetivo, un resultado. Cuando uno desea ser un mahatma, cuando desea ser un santo, cuando desea comprender, cuando practica la virtud, cuando a causa de su conciencia de clase se considera una entidad "superior", cuando la función le ayuda a realzar la propia personalidad, todas estas son, obviamente, indicaciones de una mente que está deviniendo, tratando de llegar a ser esto o aquello. Por consiguiente, el "más" es conflicto. Una mente que busca el "más" nunca tiene conciencia de lo que es. Hasta que uno resuelva todo el contenido de ese conflicto, esta única manera de liberarse del "yo" por medio del sexo, seguirá siendo un problema terrible.

Señores, el "yo" no es una entidad objetiva que pueda ser estudiada bajo el microscopio o aprendida por intermedio de los libros o comprendida citando lo que otros han dicho, por importantes que puedan ser esas citas. Puede ser comprendido solo en la relación. Al fin y al cabo, el conflicto existe en la relación, sea con la propiedad, con una idea, con la propia esposa o con el vecino; y, sin comprender este conflicto fundamental, el mero aferrarse a esa única liberación mediante el sexo implica, obviamente, que uno está desequilibrado. Y así es, exactamente, como estamos. Estamos desequilibrados porque hemos hecho del sexo la única vía de escape. Y la sociedad, la así llamada cultura moderna, nos ayuda a hacerlo. Observen los anuncios publicitarios, los cines, los gestos sugerentes, las posturas, la apariencia de todo eso.

La mayoría de ustedes se casa cuando son muy jóvenes, cuando el instinto biológico es muy fuerte. Toman esposa o marido, y con esa esposa o ese marido tienen que vivir por el resto de su vida. La relación de ustedes es puramente física, y todo lo demás tiene que ajustarse a eso. ¿Qué ocurre, entonces? Usted, quizás, es intelectual y ella es muy emocional. ¿Dónde está su comunión con ella? O ella es muy práctica y usted es soñador, impreciso, más bien indiferente. ¿Dónde está el contacto entre usted y ella? Usted está superdotado sexualmente y ella no; pero usted la usa porque tiene derechos. ¿Cómo puede haber comunión entre usted y ella cuando usted la usa? Nuestros matrimonios se basan actualmente en esa idea, en ese instinto, pero cada vez hay más contradicciones y más conflicto en el matrimonio; por consiguiente, tenemos los divorcios.

Así pues, este problema requiere un manejo inteligente, lo cual implica que debemos cambiar toda la base de nuestra educación; y eso requiere comprender no sólo los hechos de la vida, sino también nuestra existencia de cada día, conocer y comprender no sólo el impulso biológico, el instinto sexual, sino ver también como podemos habérnoslas inteligentemente con él. Pero ahora no hacemos eso, ¿verdad? Es un tema del que no se habla, algo secreto que sólo se comenta detrás de las paredes. Cuando el instinto es muy fuerte -sin tomar en cuenta ninguna otra cosa-, quedamos enredados en él por el resto de nuestra vida. Vean lo que uno se ha hecho a sí mismo y a otros.

¿Cómo puede la persona intelectual encontrarse, comunicarse con otra que es sentimental, lenta de comprensión o poco educada? ¿Qué comunicación hay, entonces, excepto la sexual? La dificultad de todo esto está, ¿no es así?, en que la realización del impulso sexual, del instinto biológico, necesita ciertas regulaciones sexuales; en consecuencia, tienen ustedes las leyes que rigen el matrimonio. Disponen de todos los medios para poseer aquello que les da placer, seguridad, comodidad; pero lo que nos da placer constante embota la mente. Tal como el dolor constante embota la mente, así el placer constante deteriora la mente y el corazón.

Y ¿cómo puede uno dar con el amor? Por cierto, el amor no es cosa de la mente. El amor no es tan sólo el acto sexual, ¿verdad? El amor es algo que la mente no puede concebir, algo que no puede ser formulado. Y nosotros nos relacionamos sin amor, nos casamos sin amor. Entonces, en ese matrimonio, “nos adaptamos” el uno al otro. ¡Hermosa frase! Nos adaptamos el uno al otro, lo cual es otra vez un proceso intelectual, ¿no es así? Ella se ha casado con uno, pero uno es una desagradable masa de carne arrastrada por sus pasiones. Y ella tiene que vivir con uno. A ella no le gusta la casa, los alrededores, lo horrible de todo eso, la brutalidad de uno. Pero dice «Sí, estoy casada, tengo que soportarlo», Por lo tanto, como una forma de protegerse a sí misma, ella cede y pronto empieza a decir: «Te quiero». Ustedes saben, cuando a causa del deseo de seguridad toleramos algo feo, eso que es feo parece volverse hermoso, porque es una forma de protegernos; de lo contrario, podríamos ser lastimados o completamente destruidos. Vemos, pues, cómo aquello que era feo, horrible, gradualmente se ha ido volviendo hermoso.

Este amoldamiento es, obviamente, un proceso mental. Todos los amoldamientos lo son. Pero el amor es, por cierto, incapaz de amoldarse. Ustedes saben, señores, que cuando aman a alguien no hay "amoldamiento", ¿verdad?, sólo hay fusión completa. Únicamente cuando no hay amor, empezamos a adaptarnos, a amoldarnos. Y a este amoldamiento lo llamamos matrimonio. En consecuencia, el matrimonio fracasa porque es la fuente misma del conflicto, una batalla entre dos personas. Este es un problema extraordinariamente complejo, como todos los problemas, pero lo es más a causa de la enorme fuerza que tienen los apetitos, los instintos.

Así pues, una mente que tan sólo se amolda jamás puede ser casta. Una mente que busca la felicidad por medio del sexo, jamás puede ser casta. Aunque momentáneamente pueda uno experimentar, en ese acto, abnegación y olvido del "yo", la búsqueda misma de esa felicidad hace que ésta sea inmoral, puesto tal búsqueda es cosa de la mente. La castidad existe sólo cuando hay amor. Sin amor no hay castidad. Y el amor no es algo que pueda ser cultivado. El amor existe sólo cuando hay completo olvido del "yo" y, para experimentar la bendición de ese amor, tiene que haber libertad, la cual adviene cuando comprendemos la relación. Entonces, habiendo amor, el acto sexual tiene un significado por completo diferente. Entonces ese acto no es un escape, no es hábito. El amor no es un ideal, es un estado del ser. El amor no pude existir donde hay deseo de "llegar a ser". Sólo cuando hay amor, hay castidad, pureza; pero una mente que está tratando de "llegar a ser", o que intenta volverse casta, no conoce el amor.

OBRAS COMPLETAS, volumen V

Benarés, 20 de febrero de 1949







 

No hay comentarios.:

Etiquetas