domingo, 1 de junio de 2008

Jiddu Krishnamurti y Aurelio del Portillo García.

¿Puedo contemplar algo sin pensar en ello, antes de nombrarlo? Incluso se plantea el tiempo, en su dimensión psicológica, como una forma de explicar, de desplegar realidades, y se ha definido su entidad como una creación del movimiento mental del pensar, como algo fabricado por el pensamiento y de alguna manera connatural con él (KRISHNAMURTI y BOHM, 1996). No se va a entrar en esta ocasión en el fondo de la idea, que seguramente pasa por valorar de qué antiguos miedos proviene esa pulsión imperiosa del ser humano por dominar todo tipo de realidades en las redes de múltiples lenguajes y representaciones mentales, pero sí se plantea como necesario precisar que no se está hablando de una sola modalidad del pensar, del pensamiento verbal, sino de otras muchas que pueden adquirir matices incluso más sutiles y por lo tanto más cercanos a las formas mentales implicadas en los procesos creativos. Estamos acostumbrados a tener en una muy alta estima el acto de pensar como algo definitorio de la categoría y dignidad humana, pero en muchos casos puede que no seamos conscientes de que al mismo tiempo estamos encerrándonos en nuestra propia trampa, al limitar nuestra experiencia al ámbito de estructuras conocidas y cerradas con las que de alguna manera nos hemos acostumbrado a filtrar e interpretar el mundo y la vida. Se habla, pues, para limitar la limitación, de diferentes tipos de pensamiento tales como el pensamiento visual (ARNHEIM, 1986), el pensamiento corporal o el pensamiento dimensional (ROOT-BERNSTEIN, 2002, pg. 197), aunque como denominador común estará siempre la figura limitada del pensador:

“El cambio supone cierto lugar en que me sitúo y desde donde veo desfilar las cosas; no hay acontecimientos sin un alguien al que ocurren y cuya perspectiva finita funda la individualidad de los mismos” (MERLEAU-PONTY, 1975; pg. 419).

LA ASIMETRÍA CEREBRAL. Pautas y Ritmo en los procesos creativos.
Aurelio del Portillo García.
Profesor de Realización Audiovisual. Universidad Rey Juan Carlos.

http://www.icono14.net/revista/num6/articulos/articulo%20aurelio/Aurelio_del_Portillo.pdf

Jiddu Krishnamurti y Freddy Quezada.

Krishnamurti (1997) no es un científico, sino un sabio. La diferencia entre uno y otro, entre otras, es el manejo de las paradojas, como lo han visto varios académicos ingleses (Sternberg, 1994). Tan es así, que Fitoj Kapra en su obra El Tao de la Física, conmovió a la nueva generación de científicos haciendo ver que a la física cuántica no le servía ya el viejo lenguaje dual, positivista y lineal de la antigua para describir las cosas. Karl Pribram y David Bohm, otros dos titanes científicos, dijeron también algo parecido que, curiosamente como Wilber, lo conocieron y escucharon.

Krishnamurti a diferencia de Wilber, no estima el pensamiento, lo concibe como la fuente de los problemas y en ningún caso de las soluciones. El pensamiento es el padre de los dualismos de todo tipo, tiene su origen, su principio, en la conciencia que genera la división entre el observador y lo observado, cuando en realidad, “el observador es lo observado, y cuando uno ve eso, cuando ve la futilidad del análisis, ya nunca volverá a analizar”. (Krishnamurti, 1997: 46).

Pero sobre todo, el pensamiento es tiempo. El pasado siempre está proyectando el futuro, buscamos lo que una vez perdimos (el paraíso) y: “Lo que somos es una serie de conclusiones. El pensar es la repuesta de la memoria. Somos el pasado”. (íbid: 129). El observador es memoria, es decir, el pasado. Todo lo que vemos ya lo vimos. “El pensamiento es siempre viejo, porque responde desde el pasado; por lo tanto, el pensamiento jamás puede ser libre” (íbid: 169). La vida, lo real no se repite; los conceptos, sí. Estos últimos tienen el poder performativo de hacernos creer que la realidad tiene regularidades. Mientras se mantenga la novedad se mantiene el asombro; nombrada, citada, para controlar o conocer que es lo mismo, pierde la frescura.

EL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO
Freddy Quezada
http://caosmosis.acracia.net/wp-content/uploads/2007/08/quezada-pensamiento-contemporaneo.doc

Jiddu Krishnamurti y Meenakshi Tapan.

La influencia del filósofo J. Krishnamurti en la idiosincrasia de la educación alternativa india ha sido inconmensurable, aunque muchas veces no se deje sentir en la educación secundaria formal. Krishnamurti no era un educador en el sentido estricto o formal de la palabra, ya que carecía de títulos oficiales que lo autorizaran a divulgar o promover objetivos de la educación o a fundar centros educativos. A todas luces, su preocupación por lo que él entendía como “buena educación” no obedecía al deseo de ofrecer soluciones temporales a los problemas de la sociedad, ni a un intento de paliarlos enseñando simplemente a la población a leer y escribir. Se ha descrito a Krishnamurti como “un maestro revolucionario […] que trabajaba incansablemente para despertar a la gente, despertar su inteligencia, su sentido de la responsabilidad, despertar una chispa de descontento”, y su compromiso con este despertar de las conciencias se basaba indudablemente en una “fuerte pasión moral” (Herzberger y Herzberger, 1998), que fue el fundamento de su búsqueda incesante de una “buena sociedad”, fundamentada a su vez en los “valores correctos” y las “relaciones correctas”.

Krishnamurti fue un filósofo cuya apasionada búsqueda de la “buena sociedad” no se basaba en ninguna tradición religiosa o política concretas. No pretendía seguir una vía determinada para infundir la “bondad” en los individuos y en la sociedad. Para ello no se apoyaba en ningún instrumento o medio externos, sino en un descubrimiento interior que debía trascender la materialidad del cuerpo y originar una “mutación” en la mente humana.1

Así pues, el cambio no podía venir por medios externos, ya fueran éstos revoluciones políticas o movimientos sociales, sino solamente a través de una transformación total de la conciencia humana que no requería prácticas de tipo mecánico, como ciertos ritos religiosos, ni la adhesión a ningún dogma. Krishnamurti fomenta, por el contrario, la “mirada crítica” o el “conocimiento sin elección” como forma de autodescubrimiento (Martin, 1997, pág. xi), en lugar del “pensamiento crítico”, procedimiento más conocido.

La filosofía de Krishnamurti, que rechazaba todo apoyo espiritual o emotivo y que no admitía ningún apego psicológico o intelectual a la persona del maestro, no podía ser vista con buenos ojos en la India. Además, su tarea resultaba bastante difícil, sobre todo teniendo en cuenta que la tradición hindú de la India se basa en una fe inquebrantable al maestro y una devoción incondicional a su persona como medios para alcanzar el bienestar psicológico, espiritual y social. La ruptura de Krishnamurti con la tradición y con toda forma de autoridad demuestra su gran fuerza como filósofo, pues de hecho fue como una bocanada de aire fresco para cuantos pugnaban por penetrar en las profundidades de la conciencia y la existencia por las vías tradicionales del entendimiento.

1. Krishnamurti creía de hecho que gracias a una renovación interna y a la introspección correspondiente, se producirían una modificación real de las células del cerebro y una renovación de las mismas (Krishnamurti, 1978). Mary Lutyens, su biógrafa, añade que se ha dicho que Krishnamurti estimaba que “el autoanálisis puede modificar físicamente el cerebro y actuar de manera progresiva hasta producir la curación del daño ocasionado por todos los años de mal funcionamiento” (Lutyens, 1988, pág. 19). David Bohm, el famoso físico, ha analizado a fondo la teoría de Krishnamurti sobre la mutación de las células cerebrales y ha llegado a la conclusión de que “la investigación moderna del cerebro y del sistema nervioso viene a apoyar en buena medida la pretensión de Krishnamurti de que la introspección puede modificar las células cerebrales [...]

Existen sustancias importantes en el organismo, las hormonas y los neurotransmisores, que afectan fundamentalmente a todo el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso. Estas sustancias reaccionan [...] a lo que una persona sabe y piensa, y a lo que todo esto significa para ella” (citado en Lutyens, 1988, pág. 19); ver Bohm (1986). Para su famosa obra en la que propone una teoría revolucionaria de la física, similar a la idea del “todo de la existencia” de Krishnamurti, ver Bohm (1980); como obra más reciente, ver Krishnamurti y Bohm (1999).

http://www.ibe.unesco.org/publications/ThinkersPdf/krishnamurtis.pdf

* Meenakshi Thapan (India)

Doctora en sociología por la Universidad de Delhi. Actualmente es catedrática en el Departamento de Pedagogía de esa Universidad. También ha enseñado en el Departamento de Sociología de la Facultad de Economía de Delhi y en la Universidad de Chicago. Es especialista en sociología de la educación, en temas relacionados con el género y en métodos de investigación. Autora de Life at school: an ethnographic study (1991) [La vida en la escuela: estudio etnográfico], ha editado Embodiment. essays on gender and identity. (1997) [La personificación: ensayos sobre el género y la identidad] y Anthropological journeys: reflections on fieldwork (1998) [Viajes antropológicos: reflexiones sobre trabajo en el terreno]. También ha publicado reseñas de trabajos de investigación en revistas indias y extranjeras.

Etiquetas