Año 1948.
En diciembre Krishnaji fue invitado a la Teen Murti House, la residencia oficial del Primer Ministro. Yo también estuve presente. Jawaharlal Nehru acababa de regresar del Congreso de Jaipur, y se le veía muy cansado y deprimido. Le dijo a Krishnaji. “He estado muy ocupado últimamente, haciendo no sé qué”. Preguntó cómo podrían detenerse las fuerzas de desintegración que estaban extendiéndose con tanta rapidez. Krishnaji contestó que la integración sólo podía empezar en el nivel individual.
“Este tiene que ser un proceso lento, mientras que la desintegración avanza muy rápidamente”, dijo Jawaharlal Nehrun “¿Qué hay ahí que pueda demostrar que las fuerzas de la desintegración no hundirán a las fuerzas integradoras?”
Krishnaji respondió: “Eso es posible”.
Después discutieron cómo el individuo habría de regenerarse a sí mismo. Krishnaji dijo: “La comprensión del yo sólo surge en la relación, al observarse uno a sí mismo en su relación con las personas, las ideas y las cosas; con los árboles, la tierra y el mundo que existe alrededor y dentro de uno mismo. La relación es el espejo en el cual el yo se revela. Sin el conocimiento propio no hay base para un pensamiento y una acción correctos”.
Jawaharlal Nehru interrumpió preguntando: “¿Cómo empieza uno?”
K replicó: “Empiece donde usted se encuentra. Lea cada palabra, cada frase, cada párrafo de la mente mientras operan a través del pensamiento”.
Nehru escuchaba, pero uno podía ver la fatiga en su rostro. Preguntó: “¿Cuál es el factor común entre toda la gente?”
“El deseo de evitar el dolor y buscar la felicidad”, dijo Krishnaji.
Nehru discutió después el miedo que estaba impulsando a la gente hacia actos de violencia. Le preguntó a Krishnaji si la acción originada en la comprensión podría liberar al hombre del miedo, del miedo psicológico que era la fuerza motriz de muchas de las acciones humanas.
Krishnaji dijo: “La libertad con respecto al miedo sólo surge cuando el hombre percibe el movimiento del miedo dentro de sí mismo. Ver el miedo es extinguirlo”.
Jawaharlal Nehru y Krishnaji no parecieron comunicarse realmente excepto una o dos veces. El primer ministro se veía muy interesado, pero muy agotado. Se mantenía despierto fumando. Su mente volvió otra vez al problema de la integración y a la manera de abordar el conocimiento propio. “¿Cómo se comprende el hombre a sí mismo?”, seguía preguntando en busca de algún indicio.
“Mire lo que hay fuera de usted y dentro de usted. Mire sus pensamientos”, decía Krishnaji. “¿Quién es el pensador? Y, ¿están los pensamientos separados del pensador?” Habló de la necesidad de una profunda revolución en la conciencia; dijo que era urgente que operara una percepción de lo global, sin la cual el hombre no podría sobrevivir. Estas fueron palabras proféticas; asumirían importancia suprema en el fragmentado, violento mundo de los años 80.
En el camino a la casa, después de la reunión, Krishnaji se veía perturbado y triste. Comentó que la mente de Nehru era muy fina y sensitiva. Estaba desgastada por la política. La política era perniciosa. Más tarde, en la cena, Krishnaji discutió con los hermanos Rao el problema de la desintegración de la India. “La sociedad se está desintegrando continuamente. ¿Cuál es, entonces, el lugar de un reformador en la sociedad? ¿Acaso no agrega lo suyo a la desintegración? Un reformador se interesa en los efectos y en el reordenamiento de estos. Sólo un revolucionario va a la raíz, a la causa en la que el fin está contenido”. Krishnaji se cuestionaba a sí mismo. Preguntó si Gandhiji era un revolucionario o un reformador.
“Gandhiji poseía la visión del revolucionario. Tenía la capacidad de pensar en grande. Su pensar no era el de un reformador”, dijo Sir B.N. Rao.
“Entonces era un revolucionario en pensamiento, pero en la ejecución la visión se estrechaba. Preso en la política, Gandhiji tenía que comprometerse, por lo que su sentido revolucionario quedaba sumergido, y él emergía como un reformador”, reflexionó Krishnaji. Después le preguntó a Sir. B.N. Rao si la India tenía líderes capaces de generar efectos transformadores.
“Los líderes de la India parecen ser ineficaces. Los efectos están barriendo con ellos. En esta rápida desintegración hay tanto desesperación como esperanza. La India tiene ante sí dos caminos: O arrasarán completamente con ella y dejará de tener importancia alguna en el mundo, o, por el propio contacto con las profundidades de la desintegración, el individuo despertará a su responsabilidad y rehusará ser arrastrado por la corriente. Emergerá entonces una sociedad nueva, por completo diferente de todas las que se han conocido”. Krishnaji agregó que estaba sumamente interesado en ver qué ocurriría.
Habló nuevamente de su entrevista con Jawaharlal Nehru. Se había sentido profundamente conmovido por la mente sutil del primer ministro, y era triste para él que una mente sensible como ésta hubiera sido atrapada por la política. Krishnaji dijo: “La política envejece la mente, es destructiva para el florecimiento de la mente”.
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar.
Editorial Kier.
En diciembre Krishnaji fue invitado a la Teen Murti House, la residencia oficial del Primer Ministro. Yo también estuve presente. Jawaharlal Nehru acababa de regresar del Congreso de Jaipur, y se le veía muy cansado y deprimido. Le dijo a Krishnaji. “He estado muy ocupado últimamente, haciendo no sé qué”. Preguntó cómo podrían detenerse las fuerzas de desintegración que estaban extendiéndose con tanta rapidez. Krishnaji contestó que la integración sólo podía empezar en el nivel individual.
“Este tiene que ser un proceso lento, mientras que la desintegración avanza muy rápidamente”, dijo Jawaharlal Nehrun “¿Qué hay ahí que pueda demostrar que las fuerzas de la desintegración no hundirán a las fuerzas integradoras?”
Krishnaji respondió: “Eso es posible”.
Después discutieron cómo el individuo habría de regenerarse a sí mismo. Krishnaji dijo: “La comprensión del yo sólo surge en la relación, al observarse uno a sí mismo en su relación con las personas, las ideas y las cosas; con los árboles, la tierra y el mundo que existe alrededor y dentro de uno mismo. La relación es el espejo en el cual el yo se revela. Sin el conocimiento propio no hay base para un pensamiento y una acción correctos”.
Jawaharlal Nehru interrumpió preguntando: “¿Cómo empieza uno?”
K replicó: “Empiece donde usted se encuentra. Lea cada palabra, cada frase, cada párrafo de la mente mientras operan a través del pensamiento”.
Nehru escuchaba, pero uno podía ver la fatiga en su rostro. Preguntó: “¿Cuál es el factor común entre toda la gente?”
“El deseo de evitar el dolor y buscar la felicidad”, dijo Krishnaji.
Nehru discutió después el miedo que estaba impulsando a la gente hacia actos de violencia. Le preguntó a Krishnaji si la acción originada en la comprensión podría liberar al hombre del miedo, del miedo psicológico que era la fuerza motriz de muchas de las acciones humanas.
Krishnaji dijo: “La libertad con respecto al miedo sólo surge cuando el hombre percibe el movimiento del miedo dentro de sí mismo. Ver el miedo es extinguirlo”.
Jawaharlal Nehru y Krishnaji no parecieron comunicarse realmente excepto una o dos veces. El primer ministro se veía muy interesado, pero muy agotado. Se mantenía despierto fumando. Su mente volvió otra vez al problema de la integración y a la manera de abordar el conocimiento propio. “¿Cómo se comprende el hombre a sí mismo?”, seguía preguntando en busca de algún indicio.
“Mire lo que hay fuera de usted y dentro de usted. Mire sus pensamientos”, decía Krishnaji. “¿Quién es el pensador? Y, ¿están los pensamientos separados del pensador?” Habló de la necesidad de una profunda revolución en la conciencia; dijo que era urgente que operara una percepción de lo global, sin la cual el hombre no podría sobrevivir. Estas fueron palabras proféticas; asumirían importancia suprema en el fragmentado, violento mundo de los años 80.
En el camino a la casa, después de la reunión, Krishnaji se veía perturbado y triste. Comentó que la mente de Nehru era muy fina y sensitiva. Estaba desgastada por la política. La política era perniciosa. Más tarde, en la cena, Krishnaji discutió con los hermanos Rao el problema de la desintegración de la India. “La sociedad se está desintegrando continuamente. ¿Cuál es, entonces, el lugar de un reformador en la sociedad? ¿Acaso no agrega lo suyo a la desintegración? Un reformador se interesa en los efectos y en el reordenamiento de estos. Sólo un revolucionario va a la raíz, a la causa en la que el fin está contenido”. Krishnaji se cuestionaba a sí mismo. Preguntó si Gandhiji era un revolucionario o un reformador.
“Gandhiji poseía la visión del revolucionario. Tenía la capacidad de pensar en grande. Su pensar no era el de un reformador”, dijo Sir B.N. Rao.
“Entonces era un revolucionario en pensamiento, pero en la ejecución la visión se estrechaba. Preso en la política, Gandhiji tenía que comprometerse, por lo que su sentido revolucionario quedaba sumergido, y él emergía como un reformador”, reflexionó Krishnaji. Después le preguntó a Sir. B.N. Rao si la India tenía líderes capaces de generar efectos transformadores.
“Los líderes de la India parecen ser ineficaces. Los efectos están barriendo con ellos. En esta rápida desintegración hay tanto desesperación como esperanza. La India tiene ante sí dos caminos: O arrasarán completamente con ella y dejará de tener importancia alguna en el mundo, o, por el propio contacto con las profundidades de la desintegración, el individuo despertará a su responsabilidad y rehusará ser arrastrado por la corriente. Emergerá entonces una sociedad nueva, por completo diferente de todas las que se han conocido”. Krishnaji agregó que estaba sumamente interesado en ver qué ocurriría.
Habló nuevamente de su entrevista con Jawaharlal Nehru. Se había sentido profundamente conmovido por la mente sutil del primer ministro, y era triste para él que una mente sensible como ésta hubiera sido atrapada por la política. Krishnaji dijo: “La política envejece la mente, es destructiva para el florecimiento de la mente”.
Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar.
Editorial Kier.
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