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viernes, 9 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

 Año 1915.

A pesar de estas cartas, los hermanos se sentían muy solos, desdichados y totalmente rechazados. Cada vez más desilusionados, parecían haber perdido interés en las enseñanzas teosóficas. Krishna escribió a Leadbeater acerca de Nitya:

Se siente muy solo, como la mayoría de nosotros, y no hay nadie que le agrade o a quien ame especialmente, y eso hace que las cosas sean doblemente difíciles. Está amargado, se le ve duro, indiferente. Sufre muchísimo, y temo no poder ayudarle mayormente. Necesita de alguien que antes que nada le ame a él, y en quien él pueda descargar todas sus penas. Necesita una madre a quien amar, como yo tengo a Lady Emily19.

19 Archivos de la S.T. Adyar, Madrás, Originales K&R Foundation, Ojai, Calif.


Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar.
Editorial Kier.

sábado, 3 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

En septiembre de 1963, K había venido a Londres por unos cuantos días antes de viajar a la India en octubre. Fue la última vez que vio a mi madre. Ella murió de un aneurisma el 3 de enero de 1964. Le cablegrafié la noticia a K, y él contestó desde Madrás el 16 de enero:

La vida es una cosa extraña. Uno no podía haber deseado que Mum siguiera viviendo, pero a pesar de eso, Londres ya no será la misma. Ha sido una larga amistad, más que eso, por cerca de cincuenta y dos años, casi toda la vida de uno. ¡Por todo lo que hemos pasado! De cualquier manera será muy extraño no verla más. Yo la amaba.

K no la ha olvidado. A menudo, ahora que estoy envejeciendo, le recuerdo a mi madre. Suele decir con agrado: «Usted se ve exactamente como era Mum entonces». Recuerda en particular un anillo de turquesas y diamantes que ella siempre usaba y que yo he heredado. Ahora me lo pongo cada vez que lo veo, porque sé que le gusta. Ocasionalmente le he pedido que se lo ponga mientras almorzamos juntos en Londres. Él se lo pone en el dedo meñique, y cuando me lo devuelve los diamantes centellean brillantemente. Esto no es imaginación. La primera vez que sucedió, vi a una de mis nietas justo después de un almuerzo con K, y ella exclamó: «¡Has limpiado tu anillo! ¡Qué hermoso se ve!».


 KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

 Año 1963.

En febrero se había anunciado por medio de la lista de direcciones, que en el futuro K concentraría sus pláticas de Europa en un solo lugar. Saanen. Cuando llegó a Londres no hubo, por lo tanto, reuniones públicas; en cambio, sostuvo diez pequeñas reuniones de grupo para unas ochenta personas en el Marlborough Hall, Wimbledon. Doris Pratt había alquilado para él la misma casa en Wimbledon que en 1961 el l9 de Inner Park Road . Anneke Korndorffer y Joan Wright estaban nuevamente ahí. K se sintió bastante enfermo la mayor parte del tiempo; visitó a Mrs. Bindley y a mi madre. Mi madre había perdido ahora completamente la memoria, aunque su rostro solía iluminarse radiantemente cuando veía a K, y él se quedaba un largo tiempo con ella tomándole la mano y cantándole. Ella jamás perdió su alegría de ver a K, aun cuando no estaba segura de quién era él.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

 

martes, 30 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

 Año 1937.

A mediados de abril, K escribía desde Ommen a Lady Emily diciéndole que él y Rajagopal se sentían «mortalmente cansados», que habían estado en movimiento por siete meses, de modo que ahora iban a Chesierès sur Ollon en Suiza para tomar un descanso. A esto siguió una semana en Londres donde K se hospedó otra vez con Lady Emily; después regresó a Ommen para reuniones por todo el mes de junio. Aun cuando K hablaba cada mañana por una hora y media, estaba sufriendo de fiebre de heno y bronquitis que le enviaban a la cama en las primeras horas de la tarde. «Bastante horrible, no me deja dormir bien», le contaba a Lady Emily. Esta es la primera mención de la fiebre de heno, a menudo acompañada de bronquitis, de la que sigue sufriendo todavía.

Después del Campamento de Ommen que siguió a la reunión, K volvió a Londres por una semana, quedándose como era habitual, con Lady Emily. Esta visita, evidentemente, no fue feliz. Él había tenido una conversación con una de las hijas de Lady Emily, Ursula Ridley, que estaba pasando por una época desdichada conversación que fue completamente mal interpretada por Lady Emily, como lo demuestra la carta que K le escribió el 26 de agosto, cuando estuvo de regreso en Ommen :

Siento mucho que nos hayamos separado con irritación, pero estas conversaciones o charlas psicológicas no pueden arreglarse en unos pocos minutos. Tienen que madurar dentro de uno; es preciso reflexionar sobre ellas, no de vez en cuando sino constantemente. Usted dijo que yo estuve aconsejando a Ursula que fuera analítica, introspectiva, pero no es eso lo que hice. Mis conclusiones fueron que el análisis y la disección psicológica no conducen a ninguna parte. Sólo la percepción inmediata de la inutilidad del análisis, donde una parte de la mente desnuda a otra parte de la mente, lleva a «alguna parte». Para ver la inutilidad del autoanálisis, uno debe estar atento al proceso de disección. Esto es lo que estuve tratando de comunicar, pero todo ello requiere más que una charla casual después del té. Lamento realmente si la he irritado, mum, y, por favor, perdóneme. Espero que cuando nos encontremos la próxima vez, podré explicarme mejor.

K ponía y sigue poniendo en tela de juicio todo el concepto de la mente subconsciente; sostiene que existe una sola conciencia. Dividir la conciencia en diferentes capas, origina fricción y conflicto. «Cuando usted se dé cuenta de su condicionamiento, comprenderá la totalidad de su conciencia», ha dicho más de una vez en sus pláticas.

K pasó un invierno tranquilo en Ojai durante 1937-l938. Le gustaba estar allí:

Ojai es particularmente hermoso en esta época [le escribió a Lady Emily el 31 de enero de 1938]. Ha estado lloviendo y las lluvias han enverdecido la tierra. Hay suaves sombras cambiantes que cruzan las montañas. Están brotando las mimosas y se percibe muy ocasionalmente el aroma de los azahares, porque todavía no es la estación. Los naranjos se ven tan artificiales con sus hojas de color verdeoscuro y sus brillantes naranjas doradas. Las montañas que se recortan contra el suave cielo azul, me recuerdan a Taormina, su mar prodigioso y el Etna distante. ¡Cuántas cosas han ocurrido desde que estuvimos juntos allá! [en 1914]. Los cambios han sido tan dramáticos que uno se ha acostumbrado a ellos. Toda la cosa es fantástica.

K seguía diciéndole a Lady Emily que casi no veía a nadie excepto a los Rajagopal, que no sostenía reuniones ni concedía entrevistas. Rajagopal permanecía la mayor parte del tiempo en Hollywood. Radha asistía diariamente a una escuelita en el valle.

Estoy meditando muchísimo [continuaba] y me siento profundamente conmovido con los inesperados y asombrosos descubrimientos internos. Es muy bueno estar así, quieto, tranquilo; hay muchas ideas y, poco a poco, estoy tratando de encontrar palabras y expresiones adecuadas para ellas. Hay un éxtasis profundo. Existe una madurez que no puede forzarse, que no puede estimularse artificialmente. Sólo esta madurez puede dar origen a una vida de abundante plenitud y realidad. Estoy verdaderamente feliz por esta quietud y esta meditación que, aparentemente, no tiene un propósito determinado.

«Hacer inesperados y asombrosos descubrimientos dentro de uno mismo» sin ninguna dirección ni propósito, es lo que entiende por meditar. El no aprueba esos sistemas de meditación que embotan y tranquilizan la mente mediante la repetición de una palabra o la concentración en un objeto o idea. Para él, la mente se encuentra en su máximo nivel de agudeza, energía y capacidad inquisitiva, durante la meditación



KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

 

sábado, 13 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

Año 1962.
Cuando la fiebre cedió, subieron hasta Il Leccio, donde K pronto cayó muy enfermo. Parecía sufrir una recurrencia de su problema renal, complicada con un severo ataque de paperas. Se puso tan enfermo que por varias noches Vanda durmió en el piso junto a su puerta. Cuando estuvo mejor él le pidió a Doris Pratt que se quedara muy tranquila respecto de su dolencia, porque la gente «se inquieta con mucha facilidad».

Dos meses después de haber dejado la India, K llegó a Londres, donde Doris Pratt había alquilado para él otra casa amueblada en Wimbledon, la «Casa Romagna», en el 36 de Ridgway Place (ahora reemplazada por la Lantern House). Doris se alojó allí con él, Anneke Korndorffer vino otra vez para encargarse del cuidado de la casa y Joan Wright para conducirlo a todas partes en el automóvil. Se había dispuesto que las pláticas públicas se efectuaran en la Friends Meeting House y en el Ayuntamiento de Wimbledon, y algunas reuniones en el Community Center de Wimbledon para pequeños grupos invitados a reunirse en los meses de mayo y junio .

Lady Emily tenía ahora ochenta y siete años, y la memoria le estaba fallando; sin embargo, K iba a verla con frecuencia y solía sentarse tomándole la mano y cantándole en voz baja, cosa que a ella le encantaba. También visitaba a Mrs. Bindley. Lo llevé varias veces en automóvil a Sussex para pasear por nuestro bosque de campánulas. Durante estos paseos solía preguntarme acerca de varios miembros de mi familia y yo le hacía preguntas sobre nuestros mutuos amigos en la India. En aquellos días jamás hablamos sobre nada importante, y mientras paseábamos por el bosque casi no hablábamos en absoluto. Él se deleitaba con la belleza de los árboles, con el canto de los pájaros, con las hojas nuevas de las hayas y con el perfume y el espectáculo que ofrecía el denso vapor que emanaba de las campánulas. Se detenía a menudo y miraba hacia atrás entre las piernas, la alfombra azul que cubría toda la tierra que pisábamos. Yo sentía que para él era un alivio no tener que sostener una conversación.





KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)



 

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

El 11 de noviembre fueron a Londres para asistir a la boda de Raja, que había estado en una gira de conferencias por Europa: se casaba con una dama inglesa, Miss Dorothy Graham, a quien había conocido en Adyar, Krishna consideró este matrimonio como “sumamente extraordinario; él es la última persona de quien hubiera pensado que se casara”. Realmente, la idea de que un Iniciado se casara era de lo más chocante para la mayoría de los teósofos, muchos de los cuales habían arruinado sus matrimonios ya establecidos al abstenerse del sexo. Una semana después los muchachos fueron nuevamente a ver a la pareja de recién casados cuando partían para la India. Después de dos días de haber regresado a Rochester, Krishna escribió a Lady Emily. Aunque se sabe, por el diario de ella, que después de dejar Varengeville, en septiembre de 1913, se escribían casi a diario cuando estaban separados, esta es la primera de sus cartas a ella que ha sobrevivido, por lo tanto, se transcribe completa:

19 de noviembre de 1916
11.30 a. m.
Mi muy querida Mummy:

Fue terrible dejarla, madre, y yo sabía que usted estaría triste, y yo lo estaba también. Todo el tiempo pensé en usted mientras viajaba en ese coche en donde había 8 soldados y todas las ventanillas estaban cerradas. Fueron groseros cuando les pregunté, muy cortésmente, si podía abrir la ventana. Sin embargo, al final me salí con la mía. Mummy querida, habrá tantas despedidas en esta vida que debemos acostumbrarnos a ello si deseamos ser felices. La vida es, en realidad, una gran separación si uno ama a alguien mucho y con pureza. En esta vida tenemos que vivir para los demás y no para nosotros mismos, y no debemos ser egoístas. Madre mía, no sabe usted cuánto me ha ayudado últimamente. Es usted quien ha creado en mí el deseo de trabajar y de hacer lo que el Maestro quiere que haga. También es usted quien ha hecho que yo viva puramente y piense en cosas puras y deseche esos pensamientos que a tantos perturba. Ya ve, mi santa madre, que me ha ayudado aun cuando usted piensa frecuentemente que ha sido un obstáculo para mí. Ahora es mi turno ayudarla y hacer de usted lo que el Maestro quiere que sea. Deseo que Él vea que mi amada madre no es como el resto del mundo y que usted estará a la altura de lo que Él espera. No crea, madre, que le estoy predicando; sólo quiero ayudarla como usted me ayuda; no quiero recibirlo todo y, a mi vez, no dar nada. Mi amor por usted es muy grande y ese amor pasará por todo con tal de ayudarla al menos un poquito. Usted sabe, hay muy pocas cosas que yo no haría por usted. No estoy jactándome, madre, pero quiero que sepa que por usted haría y lo haré todo. ¡Bueno! no más prédicas o ambos nos aburriremos.

Recibí su grata carta esta mañana y antes de contestarla le diré lo que he estado haciendo. Cuando regresamos el viernes, preparamos café, luego hicimos algún trabajo y nos acostamos. Hacía mucho frío y, afortunadamente, nos habían dado botellas con agua caliente. Todo el día de ayer nevó y llovió a intervalos y por la tarde cortamos madera y tratamos de calentarnos. Prentice, ese individuo sucio de cara larga, por fin se ha ido de una vez por todas y no volveremos a ver más su espantoso aspecto. Todos estamos muy contentos de ello. Esta mañana escribí a Mrs. Besant y al resto de ellos y leí un poco los dos periódicos que usted nos envió [el New Statesman y The Nation]. Vamos a guardarlos todos y si usted o nosotros queremos encuadernarlos podemos hacerlo. Nitya está sumergido en ellos. Después del almuerzo los examinaré completa y detenidamente y, madre, si usted quiere que yo o Nitya leamos algún artículo en especial, por favor, márquelo y también aquellos que usted crea que son interesantes. Nos agradará mucho.

Ahora contestaré su carta de hoy. Mummy, no se preocupe por nosotros pues estamos, en realidad, muy abrigados y no necesitamos almohadas de plumas porque aquí hay muchas cosas y sería un lamentable derroche. Le prometo, madre, que nosotros nos cuidaremos. Nunca debe usted preocuparse por eso, querida madre. No hay mucho más para contestar en su carta. Por favor, dígame cuánto debemos o bien, sírvase decirlo a Mr. B.W. y él lo pagará. Debe usted decírmelo, nosotros no podemos vivir a expensas suyas, querida madre.

Usted sabe que pienso en usted todo el tiempo y le envío todo mi amor y devoción. Ya oigo a los otros muchachos que regresan de la iglesia, así es que voy a terminar. Volveré a escribir el lunes o el martes. ¡Oh, madre! usted es sagrada para mí y la amo mucho.

Su más devoto hijo,
Krishna.


KRISHNAMURTI
Los Años del Despertar
MARY LUTYENS
EDITORIAL ORIÓN
M É X I C 0
1 9 7 9

 

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

Año 1934.
Rajagopal había enviado a Lady Emily un Boletín de Noticias que informaba acerca del Campamento de Ojai, que duró una semana, y de las pláticas que K ofreció en el mismo. Ella se mostró evidentemente criticona con respecto a algunas de las actividades de K y de las cosas que él estaba diciendo, así como de la cercanía que la nueva casa de Adyar tenía con la oficina principal de la S.T., porque K le escribió el día 27 de agosto:

Usted dice, mum, en su carta a propósito del Boletín de Rajagopal: 1. Que yo he estado negando ser el I.M. [Instructor del Mundo]. Usted sabe, mum, que yo nunca lo he negado. Solamente he dicho que no importa quién o qué soy yo, sino que ellos deben examinar lo que digo eso no significa que he negado ser el IM­. 2. En relación con los proyectos, hay muy pocos que hayamos puesto en marcha deliberadamente. Ellos se originaron en el pasado con todas sus confusiones. 3. Usted dice que yo destruyo sus ideales [de los teósofos] y hago añicos lo que ellos consideran sagrado. Sus ideales y sus creencias y sus cosas sagradas no son, en modo alguno, diferentes de los del mundo. Es la totalidad de las ilusiones del hombre la que intento abordar, no sólo las de los teósofos. Lo que digo es para mí más verdadero que nunca, y si nadie lo comprende ni se preocupa por ello, continuaré igual. Digo esto no desde las trágicas alturas de la superioridad, sino porque no puedo evitarlo no puedo evitar seguir haciendo lo mismo . Estoy enamorado de ello más que nunca, y es más inmenso, profundo e imprevisible que nunca, y estoy estallando con ello.

Con respecto al terreno para el Star Publishing Trust, Rajagopal y yo sentimos que Madrás era el mejor lugar por varios motivos, por la cuestión de las publicaciones, por la gente, los colaboradores, etc. Hemos tratado de conseguir tierras lejos de la oficina principal de la S.T. Después de andar buscando alrededor de Madrás, nos decidimos finalmente por este lugar. No tenemos nada contra la S.T. y sus doctrinas. Yo no los combato a ellos; combato los ideales, las ideas del mundo. No me siento en competencia o rivalidad con ellos. Si así fuera y hubiese comprado tierras cerca de ellos, eso habría sido de muy, muy mal gusto. Mum, el mundo es como la persona promedio de la S.T. y yo estoy realmente abordando el problema del mundo, y no particularmente el de los miembros de la S.T., pero si es aplicable a ellos, ¿qué puedo hacer? Espero estar expresándome con claridad. Me siento estallar con ideas y escribo todos los días.

K le rogaba en esta carta a Lady Emily que le criticara lo más que pudiera: «Mientras más sentido crítico tenga uno, más podemos entendernos uno y otro». Continuaba informándole que Rajagopal tendría que hospitalizarse en Hollywood a fin de mes para una seria operación de sinusitis; él tenía esperanzas de que esa operación curara su reumatismo. Tenía las manos completamente entumecidas. El caso es que la operación se pospuso, y en los meses de septiembre y octubre K y los Rajagopal se trasladaron a Carmelo, una atractiva pequeña ciudad situada en la costa, a unas doscientas sesenta y cinco millas al norte de Ojai. Allí se hospedaron como invitados de unos amigos que manejaban un hotelito llamado Peter Pan Lodge, que se levantaba sobre una colina detrás de la ciudad. K salía en paseos solitarios de seis o siete millas cada día mientras permanecieron allí. «Es imposible describir estos paseos le escribió a Lady Emily el 16 de octubre , son encantadores, y lo paso magníficamente bien en mi soledad». Empezaba esta carta disculpándose por no haber escrito durante tanto tiempo, «pero algo está ocurriendo internamente que toma la mayor parte de mi tiempo libre». Él y Rajagopal pasaban todas las mañanas corrigiendo pláticas y trabajando en un libro.


KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

  

jueves, 11 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y Emily Lutyens.

En enero de 1911, Mrs. Besant y Arundale crearon una organización llamada «Orden de la Estrella de Oriente», cuyo objeto era preparar el camino para la Llegada del Instructor del Mundo. A Krishna se le designó Jefe de esta Orden. Dos meses más tarde Mrs. Besant llevó a los dos muchachos a Inglaterra, donde muchos se habían convertido a la O.E.O. Allí los muchachos se encontraron por primera vez con Lady Emily Lutyens (mi madre), esposa del arquitecto Edwin Lutyens; recientemente convertida a la Teosofía, Emily Lutyens habría de ser la amiga más íntima de Krishna en los años por venir. 



KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)

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