sábado, 3 de febrero de 2007

Jiddu Krishnamurti y los Sanyasis

En la India, K ofreció pláticas en los lugares habituales entre octubre, 1963 y marzo, 1964. Hay un pasaje particularmente memorable en la cuarta plática pronunciada en Bombay el 16 de febrero:

Voy a describir una escena que realmente ocurrió [en Rajghat]. Nosotros [quiere decir él mismo] estábamos sentados en el anochecer a la orilla de un río muy ancho. Los cuervos regresaban cruzando el río y la luna acababa de asomar sobre la copa de los árboles. Y junto a nosotros estaba sentado un hombre. Era un sanyasi; no prestaba atención al agua ni a la luna sobre el agua. No reparaba en el canto de ese aldeano, no advertía los cuervos que regresaban, tan absorto estaba en su propio problema. Y empezó a hablar quedamente, con un tremendo sentimiento de dolor. Era un hombre lascivo –dijo brutal en sus requerimientos, nunca estaba satisfecho, siempre pidiendo, exigiendo, apremiando, dirigiendo; y por muchos años se había esforzado y obligado a superar todo eso. Y finalmente había hecho consigo mismo lo más brutal que un hombre puede hacerse; y desde ese día ya no era más un hombre. Y mientras uno le escuchaba sentía un dolor extraordinario, una conmoción tremenda por el hecho de que un hombre en la búsqueda de Dios pudiera mutilarse a sí mismo para siempre. Él había perdido todo sentimiento, todo sentido de la belleza. Lo único que le interesaba era llegar hasta Dios. Se torturó a sí mismo, se maltrató, se destruyó a fin de encontrar eso que él llamaba Dios. Y a medida que iba oscureciendo, las estrellas aparecían abundantes, ilimitadas en el espacio inmenso. Y él se mantenía por completo inconsciente de ellas. Y la mayoría de nosotros vive de ese modo. Nos hemos embrutecido por completo de diferentes maneras. Hemos formado ideas, vivimos a base de fórmulas. Las fórmulas que la sociedad, los santos, las personas religiosas o nuestras propias experiencias han establecido, moldean, controlan, subyugan, dominan todas nuestras acciones, todos nuestros sentimientos, todas nuestras actividades. Estas fórmulas moldean nuestro ser, toda nuestra vida.

KRISHNAMURTI
Los años de plenitud
MARY LUTYENS
Impreso por Romanyà/Valls
Verdaguer, l. Capellades (Barcelona)


 

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