EL ENIGMA QUE FUE KRISHNAMURTI
De acuerdo con el Kalki Purana
Doctor Susunaga Weeraperuma
La característica esencial, tradicionalmente aceptada, de las personas autorrealizadas es hallarse en un estado permanente de samadhi. Éste debe ser siempre continuo, no intermitente. En los escritos de Krishnamurti, descrito como la "otredad", la "intensidad" o la "inmensidad", hay evidencias que nos hacen pensar que sus estados de samadhi eran de corta duración.
"Muy temprano en la mañana, horas antes del amanecer, al despertar, había esa fuerza intensa y penetrante acompañada de austeridad. En dicha austeridad había bienaventuranza. Con intensidad creciente, aquello duró unos cuarenta y cinco minutos".
"Cada pensamiento y sentimiento desaparecieron y el cerebro quedó completamente quieto... y, de repente, esa inmensidad incognoscible estaba ahí, no sólo en el cuarto y más allá, sino también en lo más profundo del último recoveco de lo que una vez fue la mente".
Durante los periodos cuando Krishnamurti no estaba bajo el influjo de la "otredad", él se comportaba como un ser humano ordinario. A veces era presa de estados de temor, ansiedad, timidez, irritación y depresión. Aun así, era un ser excepcional ya que carecía por completo de envidia, odio o violencia.
Antes de dar sus pláticas públicas se sentía nervioso y tímido. Pero, una vez que era cimbrado por la "otredad", su personalidad cambiaba en forma notable, especialmente al dar sus discursos. Su timidez desaparecía temporalmente y hablaba como un hombre bajo la influencia de un poder invisible. Parecía estar en trance. De sus labios fluían palabras de sabiduría. A menudo, después de un discurso, él no recordaba lo que acababa de decir. Inmediatamente después de haber cumplido con su papel especial de maestro espiritual, Krishnamurti volvía al estado psicológico de un ser humano ordinario. Es una lástima que sus biógrafos hayan pasado por alto el hecho de que él tenía esta personalidad dual. Fallaron en entender que la mayor parte del tiempo Krishnamurti se comportaba como cualquier mortal, por cierto, muy amoroso; pero en otros momentos se volvía un canal humano para la manifestación de la divina "otredad".
¿Experimentan los seres realizados el estado de Brahman permanentemente o sólo en forma temporal? Ramana Maharshi escribió: "Una persona que ha estado bajo los rayos del sol, cuando alcanza la sombra se siente refrescada. El hombre sabio permanece todo el tiempo en la sombra. Similarmente, la mente de aquel que conoce la verdad no abandona a Brahman".
El pensamiento, según Krishnamurti, no puede curar ninguna herida psicológica porque él mismo es esa herida. El pensamiento no puede liberarnos porque él mismo es el obstáculo de la liberación. Krishnamurti dijo: "El pensamiento sólo puede pensar acerca de lo que ES pero nunca puede conocerlo". La Realidad está, entonces, en el intervalo entre dos pensamientos. Tanto tiempo como el hombre permanezca esclavizado al pensamiento, condicionado por él, no podrá encontrar nunca ese estado incondicional de bienaventuranza, más allá de toda descripción. La mente es incapaz de trascender sus propias fronteras. De ahí que, por más que trate la mente de mejorarse mediante las varias disciplinas espirituales, no obtenga resultados. Sin embargo, contradictoriamente, Krishnamurti insistía en que a menos que los aspirantes espirituales hicieran gran esfuerzo, nunca tendrían éxito en descubrir el Absoluto.
Ahora bien, ¿es posible, realmente, trabajar sin valerse de la mente en lo más mínimo? Cualquier tipo de esfuerzo necesariamente implica el uso de la mente condicionada. Krishnamurti desconfiaba del pensamiento a tal grado que nos exhortaba a no utilizarlo nunca para un propósito espiritual. "No deben invitar a la Realidad, ella debe venir a ustedes; no deben escoger la Realidad, ella debe escogerlos a ustedes". Después de comparar a la Realidad con una especie de gracia, aún quería que trabajáramos duro. El problema es que en el momento que me ocupo en cualquier actividad para mi desarrollo espiritual, enseguida pongo en marcha el proceso del pensamiento.
Krishnamurti exhortaba a sus escuchas a darse todo el tiempo cuenta de sus pensamientos y sentimientos sin condenarlos o justificarlos. Las divagaciones de la mente pueden terminarse al pensar y sentir cada pensamiento y sentimiento de una manera conciente. Tal actitud incluye la abstención de juzgar o evaluar la corriente de la conciencia. En 1940 abogó por una actitud conciente pasiva y sin esfuerzo, pero muchas personas que la practicaron se quejaron de que tal práctica no sólo era difícil sino que fracasaba en liberarlos. Luego, en 1956, Krishnamurti se contradijo al afirmar que el estado de permanecer conciente en forma completa no se podía mantener todo el tiempo; sugirió entonces mantenerse uno o dos minutos en un estado de completa conciencia seguido de un periodo de relajación en el que uno puede observar el funcionamiento de su mente. El mantenerse conciente es un factor principal en las enseñanzas de Krishnamurti. Él insistía en dicha práctica como una forma de trascender las limitaciones de la mente y el consecuente descubrimiento de la Verdad.
Krishnamurti decía que el pensamiento crea al pensador. El "yo" es simplemente una invención ficticia del pensamiento. Por lo tanto, la disolución del pensamiento da de modo automático como resultado la disolución del "yo". Más importante que el problema del origen del pensamiento es el de su terminación. Él rehusaba dar algún método o técnica para este fin, decía que el pensamiento terminaría por sí solo cuando se comprendiera totalmente el proceso del mismo. Supuestamente, esta facultad de comprensión surge cuando la mente está en silencio. ¿Puede ser de alguna ayuda el que me digan que uno obtiene este estado de no pensamiento, que ocurre espontáneamente, sin ningún esfuerzo de mi parte?
Por más de tres décadas yo estuve íntimamente asociado con Krishnamurti y sus actividades en el ámbito mundial. En mi libro sobre él he descrito sus cautivantes cualidades humanas, así como sus poderes (siddhis). Aunque su mente era en extremo lúcida y profunda, uno se asombra por el hecho de que al mismo tiempo estaba llena de contradicciones. El problema de reconciliar estos aspectos opuestos de su enigmática personalidad no es fácil. Le corresponde al lector descubrir, si es posible, los elementos de unidad y armonía que se observan en las siguientes contradicciones.
En general, en el mundo asiático se considera que las vidas de los santos deben estar regidas por cierta simplicidad y austeridad. Aunque Krishnamurti abogaba por una vida simple, en realidad llevaba una vida de lujo entre los ricos y famosos: era el favorito y protegido de ricos y privilegiados, se vestía con finos trajes hechos a la medida y sólo usaba zapatos hechos a mano y le gustaba viajar en coches de gran potencia. Sin embargo, llamaba la atención que aunque estaba rodeado de posesiones materiales, permanecía indiferente a ellas. De alguna manera no estaba atado a las cosas de este mundo y siempre estaba listo para desprenderse de ellas y ayudar a quien las necesitara.
Con toda la retórica a su alcance, Krishnamurti denunció las actividades de todos los gurús a quienes consideraba explotadores de la credulidad de la gente. En los asuntos espirituales insistía en una autodependencia absoluta. Aquellos que están confusos y actúan partiendo de su propia confusión no pueden sino elegir gurús que también están confusos. Los de visión clara no necesitan gurús, porque ellos son su propia luz, argüía él. Puede que sea así, pero, ¿cuántos poseen esa rara claridad que distingue a los iluminados?
Al denunciar a todos los gurús, ¿no estaba siendo injusto con esa minoría de gurús realizados y auténticos? Al lanzar calumnias sobre otros maestros, ¿no estaba, sutilmente, promoviendo su propia enseñanza? Aunque criticaba severamente la institución del gurú, ¿no era él mismo, en el fondo, un gurú? Claro que él no se dejaba la barba ni se vestía con túnica color azafrán, pero sí era el instructor espiritual de miles de sus admiradores. Como cualquier otro gurú, Krishnamurti aconsejaba a numerosas personas con problemas psicológicos. En privado, a los afligidos les prescribía sadhanas a pesar de que públicamente se declaraba en contra de todas las prácticas espirituales.
Krishnamurti evitaba a los fotógrafos que trataban de captar su radiante faz, pero no le importaba que personas especialmente seleccionadas le tomaran fotos. Daba la impresión de que desaprobaba la glorificación de su personalidad, sin embargo, permitió el uso de su nombre para el establecimiento de varias fundaciones, centros de información y escuelas. Pronto se volvió el expositor de un conjunto de enseñanzas a las que se les rendía cierto culto. Sus seguidores toman a mal llamarlo "gurú", pero acaso, ¿no es para ellos una figura paternal a la cual veneran?
Krishnamurti abominaba todos los ashrams y consideraba que la meditación, al ser un viaje al autodescubrimiento, sólo debía practicarse individualmente y nunca en comunidad. Consideraba a la meditación en grupo como una vulgaridad. Para él los ashrams eran como campos de concentración donde la mente estaba sujeta a influencias de condicionamiento. No obstante, Krishnamurti fundó varios centros educativos donde se esperaba que estudiantes y maestros, mientras vivían en comunidad, dedicaran bastante tiempo a la autobservación. Durante su vida en estos centros, que en esencia eran ashrams, Krishnamurti daba guía y dirección a sus seguidores.
Krishnamurti vehementemente censuraba a las grandes religiones y a las organizaciones espirituales. Así, en 1929, después de dieciocho años de existencia, disolvió su propia "Orden de la Estrella". Fue un acto intrépido. Miles de sus seguidores se sintieron perdidos y sin su líder. Después de declarar "mi única preocupación es situar al hombre en un estado de libertad absoluta e incondicional", ¿por qué después, en los sesenta, estableció varias fundaciones? Ello contradijo su oposición anterior a tales organizaciones.
Cuando el obispo Leadbeater descubrió al niño Krishnamurti, los teósofos rápidamente se percataron de su mente vacía con un enorme potencial espiritual. Poseía cierta vaguedad y apertura y todas las características de un maravilloso médium. Por ello declararon que Krishnamurti estaba destinado a ser el "Vehículo del Maestro del Mundo". Krishnamurti iba a ser el médium escogido del Señor Maitreya, el futuro Buda, pero no el gran Maestro mismo.
Cuando le preguntaban a Krishnamurti si él era el Maestro del Mundo, invariablemente evadía la pregunta diciendo que lo importante eran las enseñanzas y no la persona que las expresa. Lo valioso es la canción y no el nombre del cantante. Sin embargo, él estaba muy conciente de su misión especial y de su destino único en la vida, a pesar de sus negaciones constantes de tener una imagen de sí mismo.
¿Fue Krishnamurti la mayor parte del tiempo un ser humano ordinario que algunas veces dio expresión a mensajes divinos? Si aceptamos esta posibilidad, como lo hacen los teósofos, nos ayudaría considerablemente a comprender la naturaleza dual de Krishnamurti; ello explicaría sus múltiples contradicciones.
Ninguna descripción de Krishnamurti sería completa sin hacer referencia a su gran compasión por los demás. Él, verdaderamente, se preocupaba por el sufrimiento humano y con sinceridad sentía que era su responsabilidad personal aliviarlo. Su amor infinito incluso se extendía a los animales salvajes, con los que llegó a toparse en sus paseos solitarios en selvas y otros lugares. No les tenía temor. Los budistas creen que la compasión será el signo principal del futuro Buda Maitreya. Krishnamurti fue la encarnación de la bondad amorosa. Sus enseñanzas tienen cierto sabor budista. ¿Fue entonces él un precursor del futuro Iluminado?
El que Krishnamurti tuviera ciertas limitaciones fue motivo de tristeza para aquellos que lo adoraban. ¿Fue él internamente un maestro espiritual totalmente transformado, a pesar de las imperfecciones que eran evidentes en su comportamiento exterior? ¿Quién soy yo para juzgar? Quizá lo mejor sea concentrarse en las maravillosas enseñanzas espirituales dadas al mundo por medio de él.
Tomado de la revista The Mountain Path, vol. 28, junio de 1991.
http://www.yug.com.mx/elbuscador/00nov/enigma.html
De acuerdo con el Kalki Purana
Doctor Susunaga Weeraperuma
La característica esencial, tradicionalmente aceptada, de las personas autorrealizadas es hallarse en un estado permanente de samadhi. Éste debe ser siempre continuo, no intermitente. En los escritos de Krishnamurti, descrito como la "otredad", la "intensidad" o la "inmensidad", hay evidencias que nos hacen pensar que sus estados de samadhi eran de corta duración.
"Muy temprano en la mañana, horas antes del amanecer, al despertar, había esa fuerza intensa y penetrante acompañada de austeridad. En dicha austeridad había bienaventuranza. Con intensidad creciente, aquello duró unos cuarenta y cinco minutos".
"Cada pensamiento y sentimiento desaparecieron y el cerebro quedó completamente quieto... y, de repente, esa inmensidad incognoscible estaba ahí, no sólo en el cuarto y más allá, sino también en lo más profundo del último recoveco de lo que una vez fue la mente".
Durante los periodos cuando Krishnamurti no estaba bajo el influjo de la "otredad", él se comportaba como un ser humano ordinario. A veces era presa de estados de temor, ansiedad, timidez, irritación y depresión. Aun así, era un ser excepcional ya que carecía por completo de envidia, odio o violencia.
Antes de dar sus pláticas públicas se sentía nervioso y tímido. Pero, una vez que era cimbrado por la "otredad", su personalidad cambiaba en forma notable, especialmente al dar sus discursos. Su timidez desaparecía temporalmente y hablaba como un hombre bajo la influencia de un poder invisible. Parecía estar en trance. De sus labios fluían palabras de sabiduría. A menudo, después de un discurso, él no recordaba lo que acababa de decir. Inmediatamente después de haber cumplido con su papel especial de maestro espiritual, Krishnamurti volvía al estado psicológico de un ser humano ordinario. Es una lástima que sus biógrafos hayan pasado por alto el hecho de que él tenía esta personalidad dual. Fallaron en entender que la mayor parte del tiempo Krishnamurti se comportaba como cualquier mortal, por cierto, muy amoroso; pero en otros momentos se volvía un canal humano para la manifestación de la divina "otredad".
¿Experimentan los seres realizados el estado de Brahman permanentemente o sólo en forma temporal? Ramana Maharshi escribió: "Una persona que ha estado bajo los rayos del sol, cuando alcanza la sombra se siente refrescada. El hombre sabio permanece todo el tiempo en la sombra. Similarmente, la mente de aquel que conoce la verdad no abandona a Brahman".
El pensamiento, según Krishnamurti, no puede curar ninguna herida psicológica porque él mismo es esa herida. El pensamiento no puede liberarnos porque él mismo es el obstáculo de la liberación. Krishnamurti dijo: "El pensamiento sólo puede pensar acerca de lo que ES pero nunca puede conocerlo". La Realidad está, entonces, en el intervalo entre dos pensamientos. Tanto tiempo como el hombre permanezca esclavizado al pensamiento, condicionado por él, no podrá encontrar nunca ese estado incondicional de bienaventuranza, más allá de toda descripción. La mente es incapaz de trascender sus propias fronteras. De ahí que, por más que trate la mente de mejorarse mediante las varias disciplinas espirituales, no obtenga resultados. Sin embargo, contradictoriamente, Krishnamurti insistía en que a menos que los aspirantes espirituales hicieran gran esfuerzo, nunca tendrían éxito en descubrir el Absoluto.
Ahora bien, ¿es posible, realmente, trabajar sin valerse de la mente en lo más mínimo? Cualquier tipo de esfuerzo necesariamente implica el uso de la mente condicionada. Krishnamurti desconfiaba del pensamiento a tal grado que nos exhortaba a no utilizarlo nunca para un propósito espiritual. "No deben invitar a la Realidad, ella debe venir a ustedes; no deben escoger la Realidad, ella debe escogerlos a ustedes". Después de comparar a la Realidad con una especie de gracia, aún quería que trabajáramos duro. El problema es que en el momento que me ocupo en cualquier actividad para mi desarrollo espiritual, enseguida pongo en marcha el proceso del pensamiento.
Krishnamurti exhortaba a sus escuchas a darse todo el tiempo cuenta de sus pensamientos y sentimientos sin condenarlos o justificarlos. Las divagaciones de la mente pueden terminarse al pensar y sentir cada pensamiento y sentimiento de una manera conciente. Tal actitud incluye la abstención de juzgar o evaluar la corriente de la conciencia. En 1940 abogó por una actitud conciente pasiva y sin esfuerzo, pero muchas personas que la practicaron se quejaron de que tal práctica no sólo era difícil sino que fracasaba en liberarlos. Luego, en 1956, Krishnamurti se contradijo al afirmar que el estado de permanecer conciente en forma completa no se podía mantener todo el tiempo; sugirió entonces mantenerse uno o dos minutos en un estado de completa conciencia seguido de un periodo de relajación en el que uno puede observar el funcionamiento de su mente. El mantenerse conciente es un factor principal en las enseñanzas de Krishnamurti. Él insistía en dicha práctica como una forma de trascender las limitaciones de la mente y el consecuente descubrimiento de la Verdad.
Krishnamurti decía que el pensamiento crea al pensador. El "yo" es simplemente una invención ficticia del pensamiento. Por lo tanto, la disolución del pensamiento da de modo automático como resultado la disolución del "yo". Más importante que el problema del origen del pensamiento es el de su terminación. Él rehusaba dar algún método o técnica para este fin, decía que el pensamiento terminaría por sí solo cuando se comprendiera totalmente el proceso del mismo. Supuestamente, esta facultad de comprensión surge cuando la mente está en silencio. ¿Puede ser de alguna ayuda el que me digan que uno obtiene este estado de no pensamiento, que ocurre espontáneamente, sin ningún esfuerzo de mi parte?
Por más de tres décadas yo estuve íntimamente asociado con Krishnamurti y sus actividades en el ámbito mundial. En mi libro sobre él he descrito sus cautivantes cualidades humanas, así como sus poderes (siddhis). Aunque su mente era en extremo lúcida y profunda, uno se asombra por el hecho de que al mismo tiempo estaba llena de contradicciones. El problema de reconciliar estos aspectos opuestos de su enigmática personalidad no es fácil. Le corresponde al lector descubrir, si es posible, los elementos de unidad y armonía que se observan en las siguientes contradicciones.
En general, en el mundo asiático se considera que las vidas de los santos deben estar regidas por cierta simplicidad y austeridad. Aunque Krishnamurti abogaba por una vida simple, en realidad llevaba una vida de lujo entre los ricos y famosos: era el favorito y protegido de ricos y privilegiados, se vestía con finos trajes hechos a la medida y sólo usaba zapatos hechos a mano y le gustaba viajar en coches de gran potencia. Sin embargo, llamaba la atención que aunque estaba rodeado de posesiones materiales, permanecía indiferente a ellas. De alguna manera no estaba atado a las cosas de este mundo y siempre estaba listo para desprenderse de ellas y ayudar a quien las necesitara.
Con toda la retórica a su alcance, Krishnamurti denunció las actividades de todos los gurús a quienes consideraba explotadores de la credulidad de la gente. En los asuntos espirituales insistía en una autodependencia absoluta. Aquellos que están confusos y actúan partiendo de su propia confusión no pueden sino elegir gurús que también están confusos. Los de visión clara no necesitan gurús, porque ellos son su propia luz, argüía él. Puede que sea así, pero, ¿cuántos poseen esa rara claridad que distingue a los iluminados?
Al denunciar a todos los gurús, ¿no estaba siendo injusto con esa minoría de gurús realizados y auténticos? Al lanzar calumnias sobre otros maestros, ¿no estaba, sutilmente, promoviendo su propia enseñanza? Aunque criticaba severamente la institución del gurú, ¿no era él mismo, en el fondo, un gurú? Claro que él no se dejaba la barba ni se vestía con túnica color azafrán, pero sí era el instructor espiritual de miles de sus admiradores. Como cualquier otro gurú, Krishnamurti aconsejaba a numerosas personas con problemas psicológicos. En privado, a los afligidos les prescribía sadhanas a pesar de que públicamente se declaraba en contra de todas las prácticas espirituales.
Krishnamurti evitaba a los fotógrafos que trataban de captar su radiante faz, pero no le importaba que personas especialmente seleccionadas le tomaran fotos. Daba la impresión de que desaprobaba la glorificación de su personalidad, sin embargo, permitió el uso de su nombre para el establecimiento de varias fundaciones, centros de información y escuelas. Pronto se volvió el expositor de un conjunto de enseñanzas a las que se les rendía cierto culto. Sus seguidores toman a mal llamarlo "gurú", pero acaso, ¿no es para ellos una figura paternal a la cual veneran?
Krishnamurti abominaba todos los ashrams y consideraba que la meditación, al ser un viaje al autodescubrimiento, sólo debía practicarse individualmente y nunca en comunidad. Consideraba a la meditación en grupo como una vulgaridad. Para él los ashrams eran como campos de concentración donde la mente estaba sujeta a influencias de condicionamiento. No obstante, Krishnamurti fundó varios centros educativos donde se esperaba que estudiantes y maestros, mientras vivían en comunidad, dedicaran bastante tiempo a la autobservación. Durante su vida en estos centros, que en esencia eran ashrams, Krishnamurti daba guía y dirección a sus seguidores.
Krishnamurti vehementemente censuraba a las grandes religiones y a las organizaciones espirituales. Así, en 1929, después de dieciocho años de existencia, disolvió su propia "Orden de la Estrella". Fue un acto intrépido. Miles de sus seguidores se sintieron perdidos y sin su líder. Después de declarar "mi única preocupación es situar al hombre en un estado de libertad absoluta e incondicional", ¿por qué después, en los sesenta, estableció varias fundaciones? Ello contradijo su oposición anterior a tales organizaciones.
Cuando el obispo Leadbeater descubrió al niño Krishnamurti, los teósofos rápidamente se percataron de su mente vacía con un enorme potencial espiritual. Poseía cierta vaguedad y apertura y todas las características de un maravilloso médium. Por ello declararon que Krishnamurti estaba destinado a ser el "Vehículo del Maestro del Mundo". Krishnamurti iba a ser el médium escogido del Señor Maitreya, el futuro Buda, pero no el gran Maestro mismo.
Cuando le preguntaban a Krishnamurti si él era el Maestro del Mundo, invariablemente evadía la pregunta diciendo que lo importante eran las enseñanzas y no la persona que las expresa. Lo valioso es la canción y no el nombre del cantante. Sin embargo, él estaba muy conciente de su misión especial y de su destino único en la vida, a pesar de sus negaciones constantes de tener una imagen de sí mismo.
¿Fue Krishnamurti la mayor parte del tiempo un ser humano ordinario que algunas veces dio expresión a mensajes divinos? Si aceptamos esta posibilidad, como lo hacen los teósofos, nos ayudaría considerablemente a comprender la naturaleza dual de Krishnamurti; ello explicaría sus múltiples contradicciones.
Ninguna descripción de Krishnamurti sería completa sin hacer referencia a su gran compasión por los demás. Él, verdaderamente, se preocupaba por el sufrimiento humano y con sinceridad sentía que era su responsabilidad personal aliviarlo. Su amor infinito incluso se extendía a los animales salvajes, con los que llegó a toparse en sus paseos solitarios en selvas y otros lugares. No les tenía temor. Los budistas creen que la compasión será el signo principal del futuro Buda Maitreya. Krishnamurti fue la encarnación de la bondad amorosa. Sus enseñanzas tienen cierto sabor budista. ¿Fue entonces él un precursor del futuro Iluminado?
El que Krishnamurti tuviera ciertas limitaciones fue motivo de tristeza para aquellos que lo adoraban. ¿Fue él internamente un maestro espiritual totalmente transformado, a pesar de las imperfecciones que eran evidentes en su comportamiento exterior? ¿Quién soy yo para juzgar? Quizá lo mejor sea concentrarse en las maravillosas enseñanzas espirituales dadas al mundo por medio de él.
Tomado de la revista The Mountain Path, vol. 28, junio de 1991.
http://www.yug.com.mx/elbuscador/00nov/enigma.html
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