miércoles, 17 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y las Curaciones.

En el invierno de 1956, Vimala Thakkar, una joven mujer devota de Vinoba Bhave, acompañó a Shankar Rao y Dada Dharmadhikari para ver a Krishnaji en Varanasi. Nacida en Maharashtra, le apasionaba hablar en público, y era una erudita en sánscrito y en los antiguos textos de la India. Desde su niñez estuvo apegada a una vida religiosa, y tuvo visiones de Krishna y otras experiencias místicas. En busca de un gurú, por algunos años había sido discípula de Tukroji Maharaj, un santo aceptado en Maharashtra, y más tarde lo había abandonado para unirse a Vinoba Bhave, con quien estuvo recorriendo las aldeas de la India. El predicar se volvió natural para ella. Se veía a sí misma como una mujer predestinada; esto le daba enorme energía, elocuencia y un gran empuje.

Krishnaji, percibiendo durante las discusiones la imagen que ella tenía de sí misma, le dijo: “No trate de experimentar la verdad a través de Shankara, Krishna, Gandhi o Krishnamurti”. Ella le hizo preguntas, pero encontró que parecía no haber relación alguna entre los preguntas que le formulaba a Krishnaji y las respuestas de éste. Porque esas respuestas eran un reto para la mente de ella y para sus presunciones.

Vimala Thakkar había estado practicando intensas sadhanas yogas, y sufría de agudos dolores en el oído. El problema auditivo persistía, y sus amigos le habían dicho que eso se debía al despertar del kundalini. Una mañana, cuando ella, Shankar Rao y Dada Darmadhikari estaban discutiendo con Krishnaji cierto aspecto de la enseñanza, Dada mencionó el problema auditivo de Vimala. Le dijo a Krishnaji que eso se relacionaba con las prácticas yogas de ella, pero Krishnaji no estuvo de acuerdo. Le sugirió a Vimala que acudiera a un médico, porque él sentía que no se trataba de una experiencia mística sino de una enfermedad física. Ella quedó angustiada ante estas palabras de Krishnaji, pero más adelante visitó a un cirujano del oído y en 1960 la operaron en Bombay. El dolor desapareció, pero quedó totalmente sorda de un oído.

En diciembre de 1960, volvió a ver a Krishnaji en Varanasi, junto con Shankar Rao y Dada. Durante la conversación se mencionó la sordera, y de pronto Krishnaji exclamó: “Cuando yo era muy joven, mi madre solía decirme que en estas manos tenía el poder de sanar”. Lo dijo tímidamente, como siempre que hablaba de sí mismo.

“¿Quisiera usted que yo viera si puedo ayudarla con su oído?” Vimala fue tomada por sorpresa. Educada en una tradición que le hacía reaccionar fuertemente contra los hacedores de milagros, dijo que no creía en estas cosas, y así pasó el momento. Más tarde Dada la reprendió diciéndole que no debía haber rehusado; Krishnaji no era como el sadhu común que vivía de milagros. Después de mucho discutir, ella volvió a Krishnaji y buscó su ayuda.

Krishnaji tenía cierto sistema para ejecutar un acto de curación. La persona se sentaba en una silla, Krishnaji se paraba detrás y posaba sus manos sobre la cabeza del paciente. Después, con un gesto parecía arrojar fuera lo que había penetrado en sus manos. Solía repetir esto varias veces. Luego colocaba nuevamente las manos por algunos instantes sobre la cabeza del paciente, después de lo cual le pedía a éste que permaneciera quieto por un rato. Más tarde, Krishnaji se lavaba invariablemente las manos. De esta manera y durante unos cuantos días, Krishnaji posó sus manos sobre el oído de Vimala y éste recuperó ligeramente la audición.

Vimala siguió a Krishnaji a Bombay, donde él estaba ofreciendo pláticas. Krishnaji le preguntó acerca del oído. Ella dijo que escuchaba permanentemente el sonido de una flauta en el oído sordo. Él le dijo que ella traducía el sonido según su propia imaginación; le pidió que dejara de hacerlo y que se aplicara compresas de hielo en el oído para curar los ruidos. Más tarde ella siguió a Krishnaji a Londres ­y después a Saanen en Suiza, donde él continuó con su terapia­. Desde Saanen, Vimala escribió jubilosamente a Dada: “Estoy curada y puedo oír claramente”.

En una entrevista en Wimbledon, Vimala interrogó a Krishnaji acerca de sus poderes curativos. Él le dijo. “Me temo que usted no ha comprendido”.

Ella lo siguió a Gstaad, en Suiza. Krishnaji no tenía buen aspecto, parecía estar bajo tensión. Vimala volvió a interrogarlo sobre el poder de curar, ya que sentía que la curación había influido en su mente tanto como en su cuerpo. La sordera se había curado, y la mente también había sido liberada de su cautiverio. Ella sentía que “algo se había desencadenado internamente y no podía detenerse en los límites”. Krishnaji le respondió muy seriamente: “¿Quién le dijo a usted que ambas cosas están relacionadas?” Vimala volvió a hacerle preguntas acerca de la “explosión” que había ocurrido dentro de ella. Pero él no la alentó en su creencia, y se negó a aceptar que el contacto de sus manos hubiera producido profundos cambios psíquicos liberándola de su cautiverio. Ella decidió no asistir nunca más a las pláticas de Krishnaji, pero empezó a hablar de la realidad por su propia cuenta3.

3Lo concerniente a Vimala Thakkar y Krishnaji, me fue relatado por Dada Dharmadhikari, uno de los lideres del movimiento Sarva Seva Sangh, murió en 1986. Vimala Thakkar dejó a Vinobaji y comenzó a disertar acerca de su propia búsqueda y liberación. Cuando está en la India, vive en Mount Abu y Dalhousie. Escribió un libro sobre su encuentro con Krishnaji, bajo el titulo Sobre un Viaje Eterno.

Biografía de J. Krishnamurti.
Pupul Jayakar. Editorial Kier.


 

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