INTRODUCCIÓN
Las últimas treinta vidas de Alcione constituyen una obra eminentemente educativa desde el punto de vista del modo de obrar de la Ley, de cómo esta nos conduce de la ignorancia al conocimiento a través de un cúmulo de experiencias, cuyo resultado es desarrollo y perfección.
Las vidas sucesivas de un ser, están estrechamente relacionadas unas con otras, regidas por la Ley Kármica (ley de justicia distributiva y retributiva), la que combina las circunstancias que constituyen el destino del ser humano, obrando como efecto respecto del pasado y como causa para el futuro. Cada acción, cada pensamiento son causa y efecto a la vez.
El lector concienzudo no prestará, durante la lectura de estas treinta vidas, tanta atención a lo sensacional de los incidentes, como en el modo de desarrollarse las cualidades y aptitudes en cada existencia.
El principio de reencarnación, justifica da existencia del ser inmortal como receptáculo de las experiencias y conocimientos que van formando el carácter individual, y las disposiciones y aptitudes en cada vida.
La justicia, la libertad y la responsabilidad, están sabia e inextricablemente unidas y combinadas, hasta el punto de constituir el eje vital a través de las vidas terrenas y de ultratumba, que conducen al ser hacia la perfección y plenitud de conciencia, amor y sabiduría, que en un remoto futuro le convertirán en un dios. Tal es nuestro brillante porvenir.
La importancia capital del presente libro, es enseñar el valor de la vida, el reconocimiento de la propia alma, el auxilio que presta el conocimiento de la evolución de un ser, que en su presente vida terrena ha hollado el umbral del Templo. Estas enseñanzas pueden guiarnos para ponernos en condiciones de aprender en cada circunstancia y a cada momento, sin desperdiciar ninguna, todas las pequeñas y grandes lecciones de la vida que habla sin cesar, a fin de que el conocimiento que se deriva de la observación y la experiencia, amplíe los horizontes de nuestra conciencia hasta llegar a la emancipación de la serie sucesiva de vidas obligada, y podamos entonces venir al mundo voluntariamente a cooperar en la obra de los Santos Seres que lo guían y auxilian, por virtud de Su Gran Renuncia de la divina condición a que se habían hecho acreedores.
No de otro modo podemos comprender la Justicia Divina, tan severa como misericordiosa. Porque en esta serie de vidas vemos un proceso de educación, en el que las más penosas y difíciles pruebas son dadas cuando el alma es capaz de comprender su significado. Decimos el alma, porque este significado no llega siempre instantáneamente a la conciencia en el plano físico, sino que permanece en los estados supraconscientes de la mente hasta que, pronto o tarde, comprendemos en este plano el valor de la prueba.
Sin embargo, aunque todos perseguimos un mismo fin y hemos de desarrollar las mismas cualidades, para cada ser hay una vía distinta, la suya propia, aquella que constituye la característica dominante de cada uno.
Todos con el tiempo alcanzamos lo que deseamos, todos realizamos nuestras aspiraciones, y así, en el gran jardín de la humanidad cada uno es una flor distinta que manifiesta una característica del Dios que la emanó.
Se nos enseña que hay tres grandes Senderos, tres líneas de evolución distintas, por las que los seres humanos alcanzan la perfección.
Estos Senderos son: el Sendero de Acción o de Karma, el de Sabiduría y el de Devoción. Los tres están regidos por la gran Ley, pero la labor en cada uno de ellos es muy distinta y la hallaremos magistralmente descrita por Madame Besant en su obra. “Los tres Senderos que conducen a la Unión Divina”.
Alcione evoluciona en el Sendero de Devoción, o de Amor, y adquiere las cualidades obrando de acuerdo con su peculiar modo de ser, realizando las pruebas de valor, de sacrificio, de desinterés y abnegación, cuyo esfuerzo le capacita para hollar el Sendero y encontrarse al fin, “A los Pies del Maestro”.
LAS ÚLTIMAS TREINTA VIDAS DE ALCIONE
Por C. W. Leadbeater y otros colaboradores.
Traducción directa del Inglés por Federico Climent Terrer.
Biblioteca Orientalista,
Barcelona 1925.
Las últimas treinta vidas de Alcione constituyen una obra eminentemente educativa desde el punto de vista del modo de obrar de la Ley, de cómo esta nos conduce de la ignorancia al conocimiento a través de un cúmulo de experiencias, cuyo resultado es desarrollo y perfección.
Las vidas sucesivas de un ser, están estrechamente relacionadas unas con otras, regidas por la Ley Kármica (ley de justicia distributiva y retributiva), la que combina las circunstancias que constituyen el destino del ser humano, obrando como efecto respecto del pasado y como causa para el futuro. Cada acción, cada pensamiento son causa y efecto a la vez.
El lector concienzudo no prestará, durante la lectura de estas treinta vidas, tanta atención a lo sensacional de los incidentes, como en el modo de desarrollarse las cualidades y aptitudes en cada existencia.
El principio de reencarnación, justifica da existencia del ser inmortal como receptáculo de las experiencias y conocimientos que van formando el carácter individual, y las disposiciones y aptitudes en cada vida.
La justicia, la libertad y la responsabilidad, están sabia e inextricablemente unidas y combinadas, hasta el punto de constituir el eje vital a través de las vidas terrenas y de ultratumba, que conducen al ser hacia la perfección y plenitud de conciencia, amor y sabiduría, que en un remoto futuro le convertirán en un dios. Tal es nuestro brillante porvenir.
La importancia capital del presente libro, es enseñar el valor de la vida, el reconocimiento de la propia alma, el auxilio que presta el conocimiento de la evolución de un ser, que en su presente vida terrena ha hollado el umbral del Templo. Estas enseñanzas pueden guiarnos para ponernos en condiciones de aprender en cada circunstancia y a cada momento, sin desperdiciar ninguna, todas las pequeñas y grandes lecciones de la vida que habla sin cesar, a fin de que el conocimiento que se deriva de la observación y la experiencia, amplíe los horizontes de nuestra conciencia hasta llegar a la emancipación de la serie sucesiva de vidas obligada, y podamos entonces venir al mundo voluntariamente a cooperar en la obra de los Santos Seres que lo guían y auxilian, por virtud de Su Gran Renuncia de la divina condición a que se habían hecho acreedores.
No de otro modo podemos comprender la Justicia Divina, tan severa como misericordiosa. Porque en esta serie de vidas vemos un proceso de educación, en el que las más penosas y difíciles pruebas son dadas cuando el alma es capaz de comprender su significado. Decimos el alma, porque este significado no llega siempre instantáneamente a la conciencia en el plano físico, sino que permanece en los estados supraconscientes de la mente hasta que, pronto o tarde, comprendemos en este plano el valor de la prueba.
Sin embargo, aunque todos perseguimos un mismo fin y hemos de desarrollar las mismas cualidades, para cada ser hay una vía distinta, la suya propia, aquella que constituye la característica dominante de cada uno.
Todos con el tiempo alcanzamos lo que deseamos, todos realizamos nuestras aspiraciones, y así, en el gran jardín de la humanidad cada uno es una flor distinta que manifiesta una característica del Dios que la emanó.
Se nos enseña que hay tres grandes Senderos, tres líneas de evolución distintas, por las que los seres humanos alcanzan la perfección.
Estos Senderos son: el Sendero de Acción o de Karma, el de Sabiduría y el de Devoción. Los tres están regidos por la gran Ley, pero la labor en cada uno de ellos es muy distinta y la hallaremos magistralmente descrita por Madame Besant en su obra. “Los tres Senderos que conducen a la Unión Divina”.
Alcione evoluciona en el Sendero de Devoción, o de Amor, y adquiere las cualidades obrando de acuerdo con su peculiar modo de ser, realizando las pruebas de valor, de sacrificio, de desinterés y abnegación, cuyo esfuerzo le capacita para hollar el Sendero y encontrarse al fin, “A los Pies del Maestro”.
LAS ÚLTIMAS TREINTA VIDAS DE ALCIONE
Por C. W. Leadbeater y otros colaboradores.
Traducción directa del Inglés por Federico Climent Terrer.
Biblioteca Orientalista,
Barcelona 1925.
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