lunes, 8 de enero de 2007

Jiddu Krishnamurti y la Reencarnación.

DUODÉCIMA PLÁTICA EN OMMEN


Pregunta: ¿Es usted inmortal? ¿En qué sentido? ¿Como un ítem en la memoria de la humanidad, o en sí mismo, como ser perfecto, inmortal? Usted habla de la inmortalidad como de una existencia intemporal; no obstante, dentro de la ilusión del tiempo, las ilusiones de la muerte y la reencarnación continúan. ¿Cuál es la actitud verdadera y vital hacia ellas, ya que uno debe habérselos con ambas, aun cuando sean esencialmente ilusiones?

KRISHNAMURTI: Como estuve tratando de explicarlo el otro día, en tanto la mente está ocupada con la idea de la continuidad y la no continuidad, no puede comprender este devenir intemporal, el cual es, para mí, la inmortalidad. Ahora nuestras mentes están ocupadas con el tiempo, que es el ayer, hoy y mañana, y queremos saber si continuaremos como individuos. Ése es nuestro principal interés cuando hablamos de la inmortalidad. La cuestión misma, si uno continuará como individuo, proviene de este sentido de la dualidad. Cuando usted dice: “¿Continuaré?”, implica una discriminación y, por ende, una resistencia. Entonces me pregunta: “¿Hay aniquilación total?” Yo digo que no es ninguna de estas cosas y que usted jamás entenderá qué es la inmortalidad en tanto su mente esté ocupada con la dualidad: ¿Continúa el individuo o es aniquilado? ¿Desaparece totalmente?

Yo digo que surge a la existencia un elemento nuevo que usted no puede comprender si su, acción está dividida en ayer, hoy y mañana. Y como nuestra acción está, en su mayor parte, dividida de esta manera, se suscitan las preguntas: “¿Seré inmortal? ¿Es usted inmortal? ¿Es usted un incidente en la historia o, como individuo, continúa por la eternidad?” Para mí, todas estas preguntas no pueden ser contestadas, porque si las contesto usted no comprenderá. Puedo contestarlas, pero la respuesta no tendría valor alguno.

Para mí, la inmortalidad es un devenir infinito, no un crecer. Lo que crece es conciencia autolimitada; por lo tanto, carece inherentemente de perdurabilidad. Pero esa vida eterna e intemporal, ese devenir, es inmortal y, para realizar eso, no puede haber este sentido de dualidad en la acción.

Ahora veamos el problema de la reencarnación. Como he tratado de explicarlo, el “yo” es el resultado del esfuerzo, el conflicto y la opción, y ese “yo” carece de un valor intrínseco, no tiene una existencia permanente. Por lo tanto, para mí no viene al caso si vive en el tiempo, a través de la reencarnación o durante un período establecido. La cuestión no es si una ilusión puede ser transportada en el tiempo. Cuando ustedes preguntan: “¿Existe la reencarnación?”, eso es lo que quieren decir, al menos es lo que yo entiendo. Para ustedes, la reencarnación tiene un significado muy definido: que uno, como individuo, proseguirá en el curso del tiempo. Para mí, eso no es reencarnación, es la ilusión del “yo”. Y usted quiere saber si esa ilusión será transportada a través del tiempo hasta que llegue a ser perfecta creciendo, expandiéndose, acumulando. La cuestión misma de si uno puede transportar al “yo” a través del tiempo, indica una dualidad y, en consecuencia, su pensamiento, al considerar eso es, en sí, una ilusión. No digo que la reencarnación sea verdadera o no. No estamos interesados en eso.

No estoy esquivando o tratando de evitar la pregunta. Uno no puede contestar categóricamente “sí” o “no”, porque tales respuestas carecen de valor. A usted le interesa saber si el “yo” habrá de continuar. Le digo que ese “yo” mismo del que está consciente, es una ilusión. Queremos transportar esa ilusión a través del tiempo, el cual es oportunidad, experiencia, y pensamos que entendiendo eso comprenderemos todo el proceso de la injusticia en el mundo, la enfermedad, la falta de oportunidad y demás. Yo digo: No comprenderán la injusticia, la falta de oportunidad y todas las otras cosas, entendiendo una ilusión. Así pues, cuando ustedes preguntan si la reencarnación existe, están ocupando su mente con el tiempo, mientras que yo digo que, si liberan a la mente respecto del tiempo, conocerán la inmortalidad. Usted no encontrará la inmortalidad por medio del tiempo o de la reencarnación, sino que la conocerá en la percepción de la inmortalidad. Espero que vea la diferencia. Una cosa pone énfasis en el tiempo, y la otra es la comprensión absoluta de esa intemporalidad.

Ahora le relataré brevemente una historia. En tiempos antiguos, un hindú, un brahmín, estaba regalando cosas en sacrificio a los sacerdotes y a los dioses. Su hijo venía a menudo y le preguntaba a quién estaba regalando estas cosas. Poco más tarde, el hijo preguntó: “¿A quién vas a regalarme?” Y el padre, disgustado porque el muchacho lo había estado fastidiando, le dijo que iba a enviarlo a la Muerte. Ahora bien, en tiempos antiguos, un brahmín tenía que cumplir lo que había dicho, aun cuando lo dijera en medio de la ira. Así que envió a su hijo a la casa de la Muerte y, mientras lo enviaba, le pidió que visitara muchos santuarios, que viera a muchos maestros. Por último, el muchacho llega a la casa de la Muerte, pero la Muerte se halla ausente. Así que espera hasta que, finalmente, se presenta la Muerte y se disculpa por mantener esperando a un brahmín, porque era la costumbre que, cuando el anfitrión se hallaba ausente, el invitado no podía comer. Así que el hijo no comió durante los tres días que duró la ausencia del anfitrión. Entonces la Muerte se disculpa y dice que, a cambio de su descortesía, el hijo puede aceptar tres obsequios. Así que el hijo escoge, en primer lugar, regresar a la casa de su padre y que su padre no se enfurezca con él; en segundo lugar, elige cierto fuero ritual de poca importancia. Y por último dice: “He escuchado a muchos hombres sabios. Algunos dicen que hay continuación después de la muerte y algunos dicen que hay aniquilación total. ¿Qué dices tú, Muerte, que debes saberlo?” Y la Muerte contesta: “¡No me formules esa pregunta! Te daré poder, palacios, riquezas, diversiones, sensaciones, cualquier cosa que desees, ¡pero no me preguntes eso!” Pero el muchacho insiste, y entonces la Muerte dice: “Quisiera que todos los discípulos que vienen a mí fueran como tú”. Y la Muerte le enseña qué es la inmortalidad, sin contestarle nunca, ni una sola vez, si hay continuidad o aniquilación.

Ahora usted se interesa en esa cuestión, si seguirá existiendo o no después de la muerte. De aquí todo el conflicto del tiempo y toda la preocupación con el reparto de la oportunidad, de la experiencia. Usted no descubrirá la inmortalidad por medio del tiempo, el cual es experiencia, ni la descubrirá por medio de la multiplicación de experiencias. Hay inmortalidad sólo cuando, en la acción misma, comprendemos la cesación del tiempo.
13 de agosto de 1933.


J. KRISHNAMURTI
OBRAS COMPLETAS AÑOS 1933-1967
Tomo I (1933-1934)
EL ARTE DE ESCUCHAR
EDITORIAL KIER S.A.
Traducido del inglés por
Armando Clavier



 

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